Viajemos en el tiempo y el espacio hasta el año 1957. El lugar: una sala de reuniones en National Periodical Publications, más conocida hoy como DC Comics. Allí, un grupo de editores deciden la creación de dos nuevas series de ciencia ficción que debutarían en uno de los títulos genéricos de la casa, “Showcase”. Una de ellas narraría las aventuras de un luchador contra el crimen del futuro; la otra seguiría las peripecias de un hombre contemporáneo arrastrado a las más increíbles aventuras en otro planeta.
El desarrollo de la primera de esas ideas recayó en el veterano editor Jack Schiff, quien lo

En algunos aspectos, “Space Ranger” recogía los puntos principales preconizados por el gran editor del género, John W.Campbell, Jr: aventuras pensadas para no desentonar en una supuesta revista policiaca del futuro, casos que hubieran podido caer en las manos de Perry Mason o Nero Wolfe, los grandes detectives de ficción americanos de finales de los cincuenta. ”Space Ranger” obtuvo una cálida acogida desde su debut en Showcase nº 15 (julio 1958) gracias a historias firmadas por Edmond Hamilton y Gardner Fox y dibujadas por Bob Brown. El personaje no tardó en ser trasladado a “Tales to the Unexpected” nº 40 (agosto 1959), escrito allí por Arnold Drake, y luego a “Mystery in Space” (nº 92, 1965), donde se mantuvo hasta el nº 103 (julio 1965), momento en el que su editor Julius Schwartz fue relevado de sus tareas en las colecciones de ciencia ficción de la casa para encargarse de los títulos de Batman.
El segundo concepto surgido en aquella reunión fue pulido por el propio Julius Schwartz, quien junto a Gardner Fox (creador de Flash y Hawkman), plagió u homenajeó (elíjase la palabra que mejor le parezca a cada cual) los relatos de John Carter escritos por Edgar Rice Burroughs. En una entrevista de 1984, Fox declaró: “Supongo que John Carter estaba en mi subconsciente. Tenías que dar con alguna forma interesante de trasladar al personaje desde la Tierra al planeta Rann antes siquiera de comenzar a trabajar el argumento”.

Así que, siguiendo esa premisa, Schwartz y Fox trazaron el argumento de las tres primeras historias del personaje, se las pasaron a los artistas Mike Sekowsky, Bernard Sachs y Joe Giella, las publicaron entre los números 17 y 19 (noviembre 58 – enero 59) y esperaron a la respuesta de los lectores. Las primeras dos entregas estaban encabezadas con el título “Aventuras en Otros Mundos”, pero ya la tercera utilizó el nombre de Adam Strange.
Mientras explora la ciudad inca de Caramanga, en los Andes peruanos, un rico arqueólogo


La mayoría de las historias de Adam Strange comenzaban en la Tierra. Lo veíamos realizando cálculos matemáticos para determinar el punto y momento precisos de incidencia del Rayo Zeta. Luego, sería transportado a las cercanías de la mayor ciudad de Rann, Ranagar, donde Alanna lo recibía poniéndolo al día de los acontecimientos sucedidos en su ausencia. Entre ellos se contaría alguna nueva amenaza planetaria que los ranarianos se veían incapaces de combatir. Adam y Alanna se enfrentaban al peligro y el primero terminaba hallando alguna solución pseudocientífica al problema, ejecutándola él mismo o dirigiendo con tal fin a los ranarianos.
De forma impredecible, pero siempre a tiempo para interrumpir una escena romántica entre Adam y Alanna, el Rayo Zeta lo devolvería a la Tierra. Cualquier herida sufrida en Rann se curaría en el proceso, regresando a nuestro planeta exactamente en el mismo estado físico que tenía cuando lo había abandonado.
Estrictamente hablando, Adam Strange se ajustaba más al perfil de aventurero que al de un

Ya comentamos en otra entrada que el punto fuerte de Gardner Fox no era la caracterización, y “Adam Strange” no fue una excepción. En más de medio centenar de historias no encontramos más personajes secundarios que el padre de Alanna, Sardath; los habitantes del planeta son meros figurines sin nombre –a menos, claro, que vayan a revelarse como el villano de turno-. Lo que los lectores siempre recordaban de aquellas aventuras era la intensa relación de la pareja protagonista y los inteligentes argumentos.
“Adam Strange”, como muchas otras narraciones en la historia de la Literatura, nos cuenta las peripecias de un extranjero en una tierra desconocida para él pero que adopta como suya, se enamora de una de sus habitantes y se convierte en su campeón, salvando a su mundo adoptivo de los más variados peligros. Sí, es la historia de John Carter, pero también la de Moisés.

Adam Strange también tenía su propio consejero científico, Sardath, el padre de Alanna, pero el cerebro de la serie era él. Enfrentado siempre contra problemas científicos aparentemente insuperables o enemigos dotados de armamento más sofisticado o potente, su principal baza era su mente. Además, su amada era una competente y valiente luchadora, no una carga gimoteante con propensión a ser secuestrada. Los amantes combinaban sus cerebros, coraje y habilidad para resolver juntos las amenazas que continuamente se abatían sobre el planeta Rann.
La buena acogida de los lectores no le garantizó a Adam Strange su propia colección, pero sí la

Adam Strange se convirtió en la principal serie de “Mystery in Space”, el protagonista de la mayoría de sus portadas (aunque cada número contenía también historias de otros personajes) y uno de los héroes más populares de finales de los cincuenta.
En un episodio memorable, Adam Strange se encontraba con la Liga de la Justicia, convirtiéndose en el primer héroe que rechazó el honor de ser miembro

Aunque Infantino, el principal soporte gráfico de la Silver Age de DC, hizo su mejor trabajo en las páginas de “Adam Strange” y “Flash”, en el fondo no sentía afecto alguno por estos personajes. Años después confesaría: “Nunca me gustó dibujar a Batman. Es raro, pero aquellos personajes por los que soy más conocido nunca me gustaron. “Adam Strange” no me emocionaba, “Flash” era difícil y jamás me gustaron los westerns”. Aun así, su profesionalidad se impuso y aunque no disfrutaba con ello, su trabajo para “Adam Strange” fue ejecutado con notable pericia. El entusiasmo desplegado por los lectores compensó la falta del suyo propio.
Desde “Mystery in Space” 69, la columna editorial “Maravillas del Espacio”, que hasta ese

Dado el éxito conseguido y el entusiasmo de todo el mundo –menos Infantino-, no había razones para pensar que “Adam Strange” y “Mystery in Space” no mantendrían la misma trayectoria indefinidamente. De hecho, en el número 87, Schwartz incorporó a sus páginas el personaje de “Hawkman”. Aunque su origen –en la encarnación de la la Silver Age- hundía sus raíces en la ciencia ficción (era un policía del planeta Thanagar enviado a la Tierra a capturar a un fugitivo

Otro ejemplo de que nadie pensaba que Schwartz y su equipo serían retirados de “Mystery in Space” es que Alanna recibió un nuevo uniforme en el nº 88, el tipo de innovación que no llevaría a cabo un creador a punto de dejar su trabajo.
Aunque Schwartz había escrito una nota de despedida a los lectores en “Strange Adventures”

Tras la salida de “Hawkman” de la colección (consiguió, por fin, título propio), Adam

La vida de este primer “Adam Strange” se extendió durante cinco años y medio. Entre los nombres que narraron sus aventuras estuvieron, además de los nombrados anteriormente, podemos citar a John Broome, France Herron, Denny O´Neil, Gil Kane o Sid Greene.
(Finaliza en la siguiente entrada)
aSI EMPEZÓ EL UNIVERSO DC?? MUY BUENO GRACIAS ESPERO LA OTRA ENTRADA :D
ResponderEliminarHola Gastón. Bueno, la ilustre historia del Universo DC viene de mucho antes, de finales de los treinta en realidad. Pero la construcción de su "barrio" espacial empezó a partir de los cincuenta, cuando aparecieron un puñado de personajes que han conseguido sobrevivir hasta hoy -unos mejor que otros-. En este sentido, si quieres puedes revisar en este mismo blog las entradas dedicadas a "Strange Adventures" "Los Caballeros Atomicos" y "Twilight". Un saludo.
ResponderEliminara MIRA ! JAJA PERDONA MI IGNORANCIA Y LARGA VIDA A LA CIENCIA FICCIÓN!!!!!
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