lunes, 30 de agosto de 2010

1896- LE CATACLYSME - J.H.Rosny Aîne


Rosny Aîne era el seudónimo del escritor belga Joseph-Henri Boëx, discípulo de Emile Zola y sólo segundo tras Julio Verne en la ciencia ficción francesa del siglo XIX. Estudiante de paleontología, a partir de 1887 empezó a reimaginar la historia de la humanidad desde sus oscuros orígenes hasta el momento en que el Homo sapiens es destronado como rey de la creación por una especie nueva y superior que podríamos traducir como "Hierromagnéticos". Semejante epopeya es narrada en una serie de novelas: "Les Xipéhuz" (1887), "Un Autre Monde" (1888), "La Mort de la Terre" (1910), "La Guerre du feu" (1911) y "Les Navigateurs de L´infini" (1925).

En el primero de esos libros, los hombres primitivos entran en contacto con unos extraterrestres incorpóreos con los que no pueden comunicarse y a los que acaban venciendo y expulsando. Fue esta una de las primeras ocasiones en las que el autor describía una raza alienígena no sólo no antropomórfica, sino radicalmente diferente al ser humano. En "Otro Mundo", los humanos comparten la Tierra con dos razas inteligentes, los terrestres Moedingen y los voladores Vuren, ambas invisibles al ojo ordinario.

H.G.Wells y Julio Verne han pasado a la posteridad como los fundadores de la CF moderna, si bien hemos ido viendo en este blog las contribuciones de multitud de autores, hoy injustamente olvidados por el gran público, que destacaron por sus originales ideas e influencia en autores contemporáneos y posteriores. Rosny Aîne es uno de ellos, un prolífico escritor que dedicó el grueso de su obra a la CF (también escribió relatos de fantasía, vampiros y ficción realista) pero cuya popularidad declinó tras su muerte. Su estilo amanerado y sentimental no consiguió superar la prueba del tiempo y sus libros son difícilmente digeribles hoy. No obstante, en algunos de ellos, como los mencionados, se pueden encontrar conceptos muy interesantes, como en el relato corto que he seleccionado para comentar, "El Cataclismo", en el que una aislada región de Francia sufre una alteración en las leyes de la naturaleza y las propiedades de la materia como resultado de la llegada de una misteriosa entidad electromagnética procedente del espacio exterior.

Al igual que Wells, Rosny Aîne sentía un vivo interés por la biología, pero mientras que el primero se concentraba en el potencial de la evolución humana y la capacidad del cerebro para encontrar la forma de sobrevivir a los peligros de este mundo, Rosny prefería describir la biología de formas de vida alienígenas y cómo la química, la física y la astronomía se combinaban en su relación con los seres humanos, ya sea en el pasado, el presente o el futuro. Fue además uno de los pioneros en el género de las aventuras prehistóricas, campo fronterizo en el que se solapa la temática aventurera y la fantacientífica, y cultivó las historias de "mundos perdidos". Su estilo y enfoque puede haber caducado, pero sus ideas y su imaginación siguen conservando su encanto.

sábado, 28 de agosto de 2010

1885-1897 – LA GUERRA DE ESPAÑA CON ESTADOS UNIDOS Y OTROS RELATOS– Nilo María Fabra

La ciencia ficción en España no ha gozado nunca del favor de crítica y público. Nuestra tradición ha discurrido por terrenos siempre alejados de la fantasía, situación que tampoco experimentó cambio alguno cuando en Inglaterra, Francia y Estados Unidos los romances científicos comenzaron a cobrar entidad propia. Un grado de industrialización inferior al de esos países, así como un menor índice de alfabetización y una inestable situación política, distanciaron a la gente de la tecnología y la ciencia y, por tanto, de un género literario cuya fuente nacía en aquéllas.

En esto, como en todo, hay excepciones. Una de ellas fue Nilo María Fabra (1843- 1903), pionero del periodismo español, corresponsal de guerra, fundador de la primera agencia de noticias española y prolífico escritor y ensayista cuya obra pudo leerse en buen número de revistas españolas e iberoamericanas. Persona inquieta, observadora y de espíritu crítico, a finales del siglo XIX aparecieron tres libros suyos con relatos cortos y ensayos en los que planteaba historias alternativas y futuros cercanos. Los tres libros han sido recientemente recopilados por Ediciones Berenice en un volumen titulado "La Guerra de España con los Estados Unidos y otros relatos". Entre sus cuentos y artículos, me merecen especial atención los siguientes:

- El desastre de Inglaterra en 1910: hoy, una fascinante historia alternativa; entonces, la visión de un futuro posible. ¿Cómo hubiera quedado el mapa europeo y colonial -por tanto, mundial- de haber discurrido las cosas por caminos algo diferentes? Los intereses comerciales de una Europa continental unida se enfrentan a los de los británicos. El cierre del canal de Suez precipita una guerra de Europa contra Inglaterra.

- El triunfo de la igualdad: Las Cortes Españolas votan la nivelación social: ya no habrá ricos, pobres o propiedad privada. El Estado se incauta de toda la riqueza nacional y la repartirá entre los ciudadanos. Pero, ¿cómo hacerlo? Lo que parece una solución a las inquietudes políticas y económicas del momento (la codicia, el maquinismo, la desigualdad...) acaba convertido merced a esta sátira en un gran despropósito.

- Cuatro siglos de buen gobierno: Una historia alternativa, narrada en el tono de un libro de historia. ¿Qué hubiera pasado si a la muerte de los Reyes Católicos hubiera reinado su nieto, Miguel, heredando las coronas de España y Portugal? Los reinos de Castilla, Aragón, Navarra y Portugal se unen a las coronas de Nápoles y Sicilia y a las colonias de las Indias Orientales y Occidentales. Fabra elabora aquí una fantasía nostálgica en la que se mezcla lo que pudo ser y no fue con lo que nunca pudo haber sido.

- Un viaje a la República Argentina en el año 2003. La descripción de un viaje desde Madrid a Buenos Aires en un moderno tren en el que los billetes se pueden comprar por teléfono, las máquinas están impulsadas por electricidad y los vagones cuentan con una sofisticada suspensión, climatizador, una especie de GPS para indicar la posición del tren en cada momento y un trasunto de internet que, a través de la línea telefónica, puede proporcionar la definición de cualquier vocablo (Diccionario-Fonógrafo, algo así como nuestra wikipedia) o noticias de cualquier parte del mundo (Noticiero Parlante). El tren atraviesa un túnel ferroviario submarino entre Gibraltar y Marruecos -provincia española- antes de embarcar en un buque submarino que en dos días atraca en Brasil.

- En el planeta Marte: en el Planeta Rojo tienen noticiarios que se reciben por teléfono, canales por los que navegan buques eléctricos, plataformas móviles de diferentes velocidades que sustituyen a las carreteras y aceras, alimentos sintéticos, control del clima, una civilización global que tiene un solo Estado... los marcianos descubren que hay vida en la Tierra (ellos la llaman "Azul") y consiguen comunicarse con nosotros, sus atrasados vecinos del Sistema Solar ("los más bárbaros están regidos por los caprichos de un individuo y los más adelantados por las pasiones de unos cuantos, pero en todos los países los gobiernos viven a costa de sus pueblos") mediante señales luminosas. Lo que para nosotros son avances, para una civilización más evolucionada son interpretados de forma muy diferente: "Nada más primitivo que la indumentaria. Se visten de telas, toscamente tejidas, producto de filamentos de tallos de plantas, de los gérmenes de éstas, de los capullos de un gusano o de la tonsura de cuadrúpedos, a los cuales se despoja del abrigo que les dio la naturaleza para su propio y no ajeno uso".

- La guerra de España con los Estados Unidos: escrito en 1897, Fabra se adelantó en un año al conflicto que enfrentaría en la realidad a ambos países. El escritor, sin embargo, se dejó llevar por su patriotismo, y en su relato la potencia norteamericana -que ambiciona Cuba como salida para su creciente población negra, igual a los blancos ante la ley pero despreciada y marginada de facto- acaba batida por la heroica armada española. Un relato contado con el estilo propio de las crónicas bélicas de la época que Fabra conocía muy bien.

Otros cuentos son ácidas sátiras sociales y políticas y leyéndolas resulta tan fascinante como entristecedor comprobar qué poco ha cambiado nuestro país -y el mundo en general-. En ellos están presentes el temor al uso de las nuevas tecnologías en la industria y la agricultura, la codicia, la ignorancia y ceguera de las masas, la deforestación insensata, la indiferencia de los ciudadanos hacia el sistema democrático, la corrupción de la política local o la generalizada apatía intelectual ("holgazanes contumaces del entendimiento").

Entre sus visiones geoestratégicas del futuro aparecen apuntes sobre la situación de Gibraltar, la Revolución Rusa y la toma del Palacio de Invierno por las muchedumbres, la derrota de EEUU ante una liga de países latinoamericanos y la recuperación de California por parte de México, la desaparición de la guerra cuerpo a cuerpo para ser sustituida por una contienda basada en las máquinas o la descompensación entre los avances médicos que alargan la vida humana y los desarrollos en otros ámbitos materiales que permitan mantener el nivel de vida. En el ámbito de la tecnología, además de lo apuntado algo más arriba, podemos destacar entre sus breves anotaciones el teletrabajo para los diputados (no tienen que asistir a las sesiones en las Cortes sino que lo hacen desde sus casas vía "fonógrafo parlamentario" -"habrá aparatos especiales para aquellos que quieran interrumpir al orador"-), un servicio cuyos abonados pueden recibir música a domicilio a través de la línea telefónica (hilo musical), trenes superveloces que indemnizan a sus usuarios por cada minuto de retraso en su llegada, máquinas eléctricas lanzarrayos, la televisión pública o la videoconferencia.

El humor está presente también en estos relatos, un humor muy de la tierra, corrosivo y plagado de referencias locales. En "El hombre único", un chiflado que cree que todo el mundo menos él son espíritus irreales acaba llegando a las más altas instancias de la política y el ejército. Extraordinario e hilarante es "Del Cielo a España", en el que el apóstol Santiago es enviado por Dios de nuevo a nuestro país para intentar predicar el sentido común; nada más llegar, es arrestado por la Guardia Civil por no tener cédula de vecindad ("con decir que era cárcel de pueblo, y de pueblo de La Mancha, está dicho todo"), primero de una serie de disparates que acabarán por desesperar al bueno del santo. "La locura del anarquismo" da cuenta de un experimento en el que una colonia de convictos anarquistas en las Islas Carolinas acaba como el rosario de la aurora tras intentar convertir a los nativos a su ideología. En "El Dragón de Montesa" se ríe de las cábalas de arqueólogos e historiadores: tras un brutal cambio climático, España queda cubierta por el hielo. Una estatua de Sancho el Bravo en Madrid y el soldado a caballo que montaba guardia a su lado, súbitamente congelados, son encontrados siglos después por los descendientes de los españoles, residentes desde hace generaciones en África; las conclusiones a las que llegan sus expertos historiadores a partir del hallazgo son tan hilarantes como dignas de reflexión.

De todo esto se deduce que a Fabra no le faltaba imaginación ni capacidad para evocar futuros posibles. De haber sido diferente el ambiente editorial y social contemporáneo, ¿hubiera desarrollado su creatividad aún más allá en escritos de mayor extensión que el cuento, el artículo periodístico o el breve ensayo? ¿Podría haberse hecho merecedor su nombre, a través de la novela de anticipación, de figurar en los manuales especializados de historia de la CF? Aunque el interés de Fabra parecía estar en el ensayo político más que en la CF pura, quizá si, como le sucedió a H.G.Wells -que también comenzó como ensayista y articulista-, hubiera encontrado un editor que le animara a escribir una novela futurista, las cosas hubieran sido diferentes para la historia del género en España.

En la propia solapa del libro, la editorial apunta que Nilo María Fabra "ha sido calificado como un "H.G.Wells de provincias" o como "el pequeño Verne español". Ciertamente, su obra, muy apegada al talante hispánico, de corta extensión y ambición limitada, no puede compararse con las de otros escritores contemporáneos del género. Aún así, por su originalidad, valentía y amplitud de miras en un contexto nada propicio a sus propuestas, merece la pena destacarse su figura como pionero de la Ciencia Ficción española.

miércoles, 25 de agosto de 2010

1895-LOS BÁRBAROS BRITÁNICOS - Grant Allen


La fusión entre la biología y el romance científico planteada por escritores como H.Rider Haggard, fue tomada prestada por Wells a partir del escritor Grant Allen. A finales de 1895, justo después de publicar “La máquina del tiempo”, Wells escribió al ya maduro Allen: “Me congratulo de tener cierta afinidad con usted .Creo que este campo del romance científico con un elemento filosófico que estoy intentando cultivar, le pertenece en justicia a usted”. ¿Y quién fue este Allen con el que el mismo Wells reconocía estar en deuda?

La carrera de Allen, tan corta como prodigiosa, merece la pena glosarse aunque sea brevemente porque ofrece un modelo de cómo salvar la brecha entre la ciencia y la literatura popular, procurando que el mero entretenimiento fuera coherente con un compromiso serio por el naturalismo científico.

Grant Allen nació en Canadá, trasladándose a Estados Unidos en su adolescencia y cursando estudios en Oxford y Francia-su madre pertenecía a la aristocracia europea-. En 1877, autofinanció la publicación de su primer libro, “Physiological Aesthetics”. Escrito mientras trabajaba en un fallido programa educativo con la población negra de Jamaica, estaba dedicado a Herbert Spencer, su maestro intelectual. Este seguidor del pensamiento evolucionista de Lamarck ideó un sistema filosófico en el que la evolución natural era la causa última de todo cambio, no sólo biológico, sino social, psicológico o material. Por consiguiente, la ley de la supervivencia del más fuerte es aplicable tanto a nivel individual como social y cualquier intervención estatal en forma de legislación o prestación de servicios sociales, supone una perturbación del proceso natural de las cosas.

Cuando regresó a Inglaterra, convertido en agnóstico y socialista, Allen no pudo conseguir un trabajo como científico: la preparación reglada para una carrera profesional como investigador era algo prácticamente inexistente, y el libro que había escrito no fue considerado más que como el trabajo de un amateur que no le legitimaba para relacionarse con los “auténticos” científicos. Allen se dedicó entonces al periodismo antes de que su estado de salud le obligara a escribir como agente libre en 1880. Desde entonces y hasta su muerte en 1899, publicó una amplia colección de ensayos, artículos científicos, monografías antropológicas, especulaciones sobre las teorías de Spencer, historias cortas, novelas realistas, ficciones detectivescas y cuentos de terror gótico.

La historia propiamente dicha de "The British Barbarians" es muy sencilla: el misterioso señor Ingledew aparece un día, de repente, en un pueblo de Surrey. Nadie sabe de dónde procede ni a qué se dedica y sus extrañas observaciones y comportamiento desconciertan a la comunidad. Durante su estancia, se va encontrando en diferentes situaciones que le inducen a criticar todos los aspectos de la sociedad inglesa del momento: desde el confuso sistema monetario, con sus extrañas nomenclaturas y ausencia de racionalidad, hasta las descabelladas reglas que rigen el vestir, el luto o la propiedad, el paletismo intelectual y vano sentimiento de superioridad de las clases altas, las rígidas maneras y convencionalismos y los tabúes y fetichismos sociales y sexuales, equivalentes a los de las tribus primitivas aunque invisibles para aquellos que los practican.

Como ejemplo del sarcasmo y el tipo de humor con el que Allen disecciona la sociedad inglesa, valga este pasaje: cuando el misterioso visitante le pregunta a su anfitrión si ha de realizar algún tipo de ritual religioso o existe algún tabú antes de ocupar la habitación que ha alquilado en una residencia, el inglés le contesta: "¡Qué absurdo! Está en un país civilizado, no entre salvajes australianos". Pero cuando el viajero pretende entrar en la residencia sin equipaje la recelosa casera le pone problemas, invocando lo que Ingledew entiende por el Tabú de la Respetabilidad de su Establecimiento, que sólo podrá salvarse mediante el talismán de una maleta o baúl. "La respetabilidad parece ser un importante objeto de culto en su pueblo. ¿Es un culto local o está extendido por toda Inglaterra?" pregunta con inocencia Ingledew.

El extraño visitante trata a los ingleses como si fueran salvajes dignos de un estudio antropológico. Sólo en el trágico final del libro se revela el por qué de su extraño comportamiento: es un antropólogo del siglo XXV que se encuentra realizando un trabajo de campo sobre los primitivos tabúes sexuales y sociales de la Inglaterra de fines del XIX.

¿Qué influencia tuvo pues Grant Allen sobre H.G.Wells? De acuerdo con la carta que citábamos al comienzo de esta entrada, podemos asegurar que Wells leyó con interés a Grant y que su obra le animó a iniciarse en el género de la CF. Aquel mismo año 1895, aparecería "La Máquina del Tiempo", otro relato de viajes temporales con mensaje social, si bien el tono, estilo y desarrollo de la novela de Wells era totalmente diferente de la de Grant. Mientras aquélla proyectaba a su protagonista al futuro y rodeaba su crítica social de aventuras, exóticos paisajes y fascinantes criaturas, Grant traía a su protagonista del futuro al presente, limitándose a utilizar el viaje en el tiempo como un recurso narrativo, un medio para su verdadero objetivo: la sátira despiadada.

Así, aunque los historiadores de la CF se suelen fijar únicamente en “The British Barbarians” por ser una novela de "viajes en el tiempo", en modo alguno fue el único trabajo de Allen que sentó las bases para el desarrollo del género. Por el contrario, su obra fue extensa y variada, permeando toda ella un sólido sustrato científico de corte spenceriano. El propio Allen, el científico frustrado, fue un novelista contra su voluntad, una persona que sólo deseaba escribir sobre profundos temas científicos y que sufría continuas decepciones por las chapuzas literarias que tenía que publicar para ganarse la vida, atrapado continuamente entre los imperativos estéticos de la cultura elitista y las exigencias de la popular.

En el prefacio a “Strange Stories” (1884), Allen se disculpaba por el hecho de que él, un “viajero de la ciencia” se hubiera atrevido a veces a “vagabundear clandestinamente y con vacilaciones desde mi propia esfera hasta los floridos campos de la ficción pura”. Cuando murió en 1899, la fusión entre ciencia y ficción ya no era algo excepcional. Allen había escrito toda una serie de obras imaginadas bajo un esquema evolucionista y había sido capaz de adentrarse con éxito en ámbitos tan dispares como el de las publicaciones especializadas en antropología, las revistas intelectuales como “Fortnightly Review” o el mercado de literatura popular de “Tit-Bits”.

"The British Barbarians" no cuenta con edición en español pero se puede conseguir fácilmente a través de internet en formato digital. Aunque Allen utiliza un inglés rebuscado y no demasiado sencillo de leer -parodiando la afectada forma de hablar de las clases altas- no se trata de una obra larga y su humor e ingeniosa sátira la hacen muy recomendable.

lunes, 16 de agosto de 2010

1895- THE CRACK OF DOOM - Robert Cromie


Los horizontes cada vez más amplios del romance científico atrajeron a una legión de nuevos reclutas, entre ellos Robert Cromie, que en esta novela ofreció su propia versión de las consecuencias de la teoría evolutiva de Darwin.

El narrador, Arthur Marcel, es un joven británico acomodado que, tras pasar unos años viajando por el mundo, vuelve a casa en un vapor desde Estados Unidos. Allí conoce a un excéntrico pasajero, Herbert Brande, cuyas estrafalarias ideas a mitad de camino entre lo científico y lo paranormal, divierten a Marcel. Éste no se toma demasiado en serio la invitación a unirse a una especie de sociedad secreta que su nuevo amigo dirige, llamada Cui Bono (que se puede traducir del latín como "¿quién se beneficia?"), esto es, hasta que conoce a la hermana de aquél, Natalie Brande. Cautivado por la belleza de la muchacha, ya en Londres, accede a acudir como invitado a una reunión de la aparentemente extravagante agrupación

Allí, Brande le muestra un maravilloso ingenio: un microscopio con el que pueden verse claramente las moléculas y átomos y a través del cual se puede manipular la vibración de los mismos. Cuando Marcel pregunta por los límites del experimento, la respuesta es tajante: "Nadie puede decirle a la ciencia "hasta aquí y no más lejos" Nadie ha sido capaz de hacerlo y nadie lo será". El que pueda averiguar cuál es el propósito exacto de la sociedad inquieta a Marcel, quien acaba enterándose de que todos aquellos miembros de la misteriosa agrupación que han pretendido abandonarla han muerto asesinados.

Así y todo, atraído por Natalie, ingresa formalmente en la misma sólo para enterarse de que el objetivo de la organización es la destrucción de la mismísima Tierra. Las siniestras teorías de Brande -expresadas tan poética como científicamente- afirman que el Universo tiende al caos y al sufrimiento; la evolución no es más que un camino doloroso, plagado de aberraciones y extinciones y, en último término, inútil puesto que todo tiende a la desaparición. Así, según su retorcida filosofía, ha decidido que el estado de paz ideal que evitará toda angustia y agonía es el del éter primigenio. Decidido a acelerar el proceso y detener el sufrimiento de la raza humana, se propone provocar un cataclismo planetario utilizando un procedimiento mediante el cual puede extraer toda la energía almacenada en el corazón de los átomos. Su objetivo, por tanto, es provocar un holocausto nuclear que reduzca la Tierra a cenizas, una misión que el horrorizado Marcel intentará evitar.

Siendo honestos, si la obra merece comentarse en esta selección de obras importantes de la CF no es por su calidad literaria. La acción contiene abundantes incoherencias y giros absurdos, y los personajes están mal perfilados cuando no construidos a base de tópicos. Esto sería algo muy común en las revistas pulp del género, en las que, como en este caso, importa más la acción propiamente dicha que la lógica interna de la misma, la intriga y su desenlace que los protagonistas que en ella intervienen.

"The Crack of Doom" es una antigua expresión inglesa que se usa para referirse al Día del Juicio Final, en particular al sonido de las trompetas celestiales que, según el Libro del Apocalipsis, señalarán el fin del mundo. Robert Cromie, un escritor y periodista irlandés que ya había hecho una incursión previa en la CF con "A Plunge into Space" (1890), fue el primero en imaginar lo que 50 años más tarde sería la bomba atómica, el ingenio que, como él predijo, libera la inmensa energía contenida en el interior de los átomos. También presenta en la novela un microscopio atómico, un aparato que permite visualizar los elementos más básicos que componen la materia.

Pero además de adelantarse en varias décadas a inventos que en su época no podían sino sonar a fantasías para el común de los lectores, hay otros aspectos destacables. Por ejemplo, la utilización de las sociedades secretas como recurso narrativo, algo bastante común en los folletines del siglo XIX. En una época de inestabilidad política y nacimiento de nuevos movimientos que operaban en la clandestinidad (comunistas, anarquistas de diferente signo, agrupaciones ocultistas), a menudo haciendo uso de métodos subversivos y violentos, era natural acudir a ellos a la hora de introducir la figura del villano en una obra de ficción, tal y como vimos en una obra anteriormente comentada en este blog, "El Ángel de la Revolución".

Las sociedades y organizaciones secretas seguirían gozando de mucha popularidad en la época de las revistas pulp, pero tras la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría, el papel de villano pasaría a ser ocupado por los gobiernos, tejedores de oscuros planes conspiratorios, custodios de secretos hurtados a la opinión pública (recordemos mitos urbanos como los Hombres de Negro o el Área 51). En tiempos más recientes, tras la caída del Muro de Berlín y la acumulación de poder por parte de las multinacionales hasta el punto de llegar a ser más influyentes que muchos gobiernos, estos conglomerados empresariales de inmensos recursos pasarían a ser los malignos agentes tras muchos relatos de ficción; por nombrar sólo dos famosos ejemplos: la "Weyland-Yutani Corporation" de "Alien, el 8º Pasajero", que conspira y manipula para conseguir la horrible criatura alienígena y convertirla en un arma biológica; o la Cyberdine Systems de "Terminator", que en su afán por convertirse en la empresa más importante de su sector, acaba desencadenando un apocalipsis.

En realidad, lo que Cromie nos muestra como una sociedad secreta, hoy lo bautizaríamos como secta milenarista, de las cuales hay desgraciadamente un número no pequeño en nuestro mundo contemporáneo, algunas de ellas tan bien surtidas en armas apocalípticas como la de Aum Shinrikyo que llevó a cabo los atentados contra el metro de Tokio en 1995 y que, sin que el mundo se enterara, llevó a cabo la primera detonación nuclear subterránea efectuada por civiles en el interior desértico de Australia... pero eso es otra historia.

Y es que, ciertamente, la sociedad secreta Cui Bono tiene mucho de secta aunque desde el punto de vista literario esté mal construida (apenas se nos cuenta nada de sus miembros, que parecen meras extensiones del líder y cuyo comportamiento y reacciones apenas se mencionan). Brande utiliza un curioso lenguaje en el que mezcla el misticismo fúnebre con los detalles científicos. Y en este sentido llama la atención el recorrido que hace en sus discursos por el surgimiento de las nebulosas, estrellas y planetas, las leyes gravitatorias, el proceso evolutivo y la muerte última de todo lo que existe, devorado por la entropía hasta que no quede ni pizca de energía en el Universo.

Ciertamente incurre en fallos, comprensibles dado el estado de la ciencia en aquel momento (la creencia en algo llamado éter, la muerte del Sol por una colisión estelar, la interpretación errónea del cinturón de asteroides...) pero su alusión a los átomos y la energía que encierran, el avance de lo que luego se convertiría en la Teoría del Caos, y una descripción detallada del pasado y el futuro del Sistema Solar lo destacan por encima de otros escritores más famosos, como H.G.Wells (aunque sólo en este aspecto, porque Wells siempre fue considerablemente más imaginativo en sus historias y un narrador con mucho más talento)

El papel de las mujeres en la novela es también llamativo. Al protagonista de la novela le incomoda y le avergüenza la actitud de las mujeres pertenecientes a la extraña Sociedad: se visten como hombres, se atreven a fumar en público y su lenguaje y maneras tienen una desenvoltura ante los que Marcel no sabe cómo reaccionar ("aquellas chicas estaban demasiado avanzadas en sus ideas para mi [...] soy incapaz de apreciar la Nueva Mujer, de la que tanto he oído hablar desde que volví a casa"). No sabemos si la conservadora -por no decir reaccionaria- mentalidad del protagonista coincidía con la del escritor. Resulta sospechoso, eso sí, que todas esas mujeres de mentalidad avanzada, comportamiento poco convencional y vestuario masculino, pertenezcan a la siniestra sociedad secreta. Su poca convicción por esta Nueva Mujer se pone de manifiesto al avanzar la historia: los personajes femeninos se transforman en los seres vulnerables y sentimentales tan queridos por la tradición literaria masculina. Sea como fuere, son un elemento que pone de manifiesto el cambio social que estaba teniendo lugar en lo que se refiere al papel de la mujer.

Y, por último, quiero subrayar la aparición de poderes mentales, capacidad centrada en Brande y que le proporciona un conocimiento inmediato y preciso de las intenciones y opiniones de sus allegados. Los poderes mentales serán en años venideros otro de los temas principales del género, hasta el punto de que obras maestras de la CF, como "Juan Raro" (1935) de Olaf Stapledon o "Muero por dentro" (1972) de Robert Silverberg, girarán exclusivamente alrededor de este aspecto.

viernes, 6 de agosto de 2010

1894-1921: CUENTOS - H.G.Wells


La figura de H.G.Wells como padre fundador de la CF moderna es compleja y llena de matices. Introdujo en el romance científico una imaginación retorcida, gótica, inspirada en Mary Shelley o Edgar Allan Poe, junto a un don para la anticipación tecnológica que superó con mucho a Julio Verne. Formalizó temas como el viaje en el tiempo, la guerra interplanetaria y las ciudades totalitarias del futuro; sus marcianos de la “Guerra de los Mundos” fueron los primeros extraterrestres incomprensibles para la raza humana, monstruosos al tiempo que biológicamente verosímiles. Sin igual en el género como narrador, fue también uno de los pioneros de la CF política, con incursiones en la especulación utópica y la sátira filosófica. La última parte de su carrera la pasó como profeta y sociólogo para quien el futuro era, en sus propias palabras, “la forma de las cosas por venir” (“The Shape of Things to Come”) más que un simple escenario para aventuras de corte fantástico.

Los inicios de Wells fueron muy humildes. Sus padres se conocieron siendo sirvientes, él jardinero y ella doncella, en una mansión de la comarca. A base de sacrificios habían conseguido abrir una pequeña tienda de menaje doméstico que les daba justo para vivir. Cuando nació el pequeño Herbert, tercer vástago de la familia, la necesidad de aumentar los ingresos se hizo más acuciante por lo que su padre retomó su antigua actividad de jugador de cricket profesional y su madre volvió a la mansión como miembro del servicio.

Los primeros años de escuela de Wells transcurrieron en una institución privada que parecía sacada de “David Copperfield”. Dirigida por un incompetente conserje ascendido a maestro, la estricta disciplina y la pedagogía sin sentido eran la norma. El propio Wells afirmaría: “No recuerdo que me enseñaran nada en la escuela (…) crecíamos embotados”.

A los ocho años, a raíz de una fractura en la pierna, se ve obligado a guardar reposo y es entonces cuando descubre un placer que nunca más le abandonará: la lectura. Entra después a trabajar como ayudante de caja en un almacén de tejidos, pero aquel empleo no le interesaba lo más mínimo y acaban despidiéndole. Se emplea entonces como asistente de un pariente que dirige una escuela, tarea que, al permitirle disponer de más tiempo para leer, le satisface mucho más.

Los caminos que llevan a la formación de un escritor que influirá de un modo tan intenso en la cultura popular son a veces retorcidos e imprevisibles. La escuela en la que trabajaba Wells quiebra por falta de alumnos, así que consigue un nuevo empleo como interno en un almacén de paños, del que sale espantado decidido a cambiar de vida. A la espera de encontrar un nuevo camino, vive una temporada con su madre en la mansión donde ella trabaja. Allí tiene acceso a la magnífica biblioteca de los dueños, donde se empapa de los clásicos; y encuentra por casualidad un telescopio en mal estado que reconstruye y que marcará para siempre su futuro: gracias a él descubre las estrellas y los planetas, que desde entonces formarán parte de su literatura.

La necesidad económica lo obliga a colocarse de nuevo como aprendiz en una botica, pero al tiempo se matricula en una escuela nocturna y se entrega con pasión a aprender los conocimientos científicos del momento: la astronomía, la geología, la física, la biología,… Su pasión da frutos y consigue una beca para continuar sus estudios en la Escuela Normal de Londres. Allí atendió a un curso de biología impartido por el amigo y colega de Charles Darwin, T.H.Huxley (abuelo de otro novelista clave de la SF, Aldous Huxley), quien fue una gran influencia en su trabajo. Los años de Wells en la universidad pasaron sin pena ni gloria, pero suspendió sus exámenes finales en 1887. A pesar de todo, en unos cuantos años se había casado con Isabel (una pariente lejana de la que se separa pronto), convertido en profesor de ciencias de una escuela de Londres, obtenido el título de Bachelor of Science (título de grado anglosajón que se consigue tras tres años de estudio en materias científicas) y publicado un libro de texto de biología con notable éxito.

En 1894, se casa otra vez, esta vez con una antigua alumna, Amy Catherine Rollins, una mujer que parece que trajo algo de estabilidad a su por otra parte caótica vida. Las continuas infidelidades de Wells no destruyeron su relación, aunque apuntan a su creencia de que las reglas y moral convencionales no se le aplicaban a él –algo que también permea sus novelas-. Empieza a colaborar en diversas revistas y periódicos. Algunos de aquellos artículos ya eran ciencia especulativa; “The Man of the Year Million” (publicado en el Pall Mall Gazette en 1893) extrapolaba el darwinismo a la larga escala temporal de su título, imaginando cómo los humanos podrían evolucionar. Pero aquellos tiempos de esfuerzo y penurias harán mella en su salud. Cuando le diagnostican tuberculosis, abandona la enseñanza y se centra en sus artículos periodísticos.

H.G.Wells tomó el relevo de Poe en lo que se refiere a experimentar con marcos narrativos muy diferentes. El nacimiento de nuevas revistas y periódicos necesitados de escritores que llenaran sus páginas le proporcionó la vía perfecta para llevar a cabo esas exploraciones. Primero fueron una especie de ensayos periodísticos, de los cuales el más atrevido era el arriba comentado “The Man of the Year Million” (1893); pero pronto comenzó a adaptar las ideas de esos ensayos en la forma de relatos de ficción, tanto novelas como cuentos cortos.

Wells publicó 63 relatos cortos, la mayor parte de ellos pertenecientes al género de CF y fantástico, en los que toca los más diversos temas, desde escenarios de guerra futurista (tanques, terrorismo biológico), catástrofes cósmicas, fenómenos paranormales, el hallazgo de especies animales supuestamente extintas y pueblos perdidos en las montañas, … La mayor parte de ellos fueron escritos en la primera parte de su carrera, al tiempo que iban apareciendo sus novelas más famosas. Tras la Primera Guerra Mundial, se dedicó sobre todo a la novela realista, el periodismo y el ensayo, todo ello teñido ya de un gris pesimismo.

En España, su obra corta no ha sido recopilada de forma sistemática y aparece o bien incompleta en algún libro con varios relatos o bien dispersa en diferentes antologías del género. Comento aquí los dos volúmenes que Ediciones Orbis publicó en 1987 en su colección Biblioteca de Ciencia Ficción (nº 99 y 100) y que, a su vez, eran una selección de la completa recopilación inglesa “The Short Stories of H.G.Wells” (1927). Los relatos más destacados de esta antología son:

- El bacilo robado (1894): un desequilibrado anarquista se hace con una probeta con virus del cólera con la intención de verterlo en el depósito de agua de la ciudad. Wells ya pensó en el terrorismo biológico en el siglo XIX.

- La isla del Aepyornis (1894). Un explorador acaba naufragando en una isla desierta con el huevo milagrosamente conservado de una especie de ave gigante prehistórica. El huevo eclosiona y a medida que el animal crece y desarrolla sus instintos poco amistosos, el hombre se ve en la tesitura de morir o acabar con el último representante de una especie que se creía extinta.

- El señor de las dinamos (1894). Un operario negro, ignorante y maltratado por su brutal patrón inglés, decide adoptar como su dios la dinamo eléctrica en cuyo mantenimiento trabaja. Inspirado por el zumbido de su ídolo, da rienda suelta a sus más tenebrosos instintos. Una sátira social en clave de humor negro.

- Los argonautas del aire (1895). Un pequeño homenaje a los pioneros –y mártires- de la ciencia. Dos excéntricos socios se enfrentan a una sociedad escéptica ante su sueño de construir una máquina voladora. Para ello pondrán en jaque no sólo sus fortunas y prestigio, sino también su vida.

- El extraño caso de los ojos de Davidson (1895). Un experimento científico sale mal y reemplaza la visión ordinaria del protagonista por otra que percibe el punto opuesto del planeta. Muchas de las historias más famosas de Wells, como este cuento, “El país de los ciegos” –que comentamos un poco más abajo o “El hombre invisible" (1897) se centraban en aberraciones visuales donde los protagonistas podían ver lo que era invisible para otros. El descubrimiento de otros mundos a menudo tiene lugar con instrumentos ópticos, como el telescopio de Marte al comienzo de la Guerra de los Mundos (1898) o los microscopios en otras historias.

- La historia de Plattner (1896). Otro relato de anomalías sensoriales. Debido a un accidente en el laboratorio de una escuela, el protagonista se encuentra suspendido entre lo que parecen dos dimensiones: la de los muertos y la de los vivos, pudiendo percibir ambas de forma superpuesta.

- La historia del difunto Mr.Elvesham (1896). Puro terror psicológico: un joven, engañado por un viejo intelectual al que admira, intercambia las mentes con él para verse atrapado en un decrépito cuerpo del que no puede escapar.

- En el abismo (1896). Un original cuento en el que un oceanógrafo desciende a las profundidades abisales en el interior de una especie de batiscafo ideado por Wells. Allí encuentra una misteriosa especie humanoide inteligente que lo toma como un enviado de los dioses, de la misma forma que nosotros hemos reverenciado todo lo que llegaba del cielo (incluidos los OVNIS).

- Los atacantes del mar (1896). Otro relato de desconocidas especies que moran en las profundidades del océano, probablemente producto del interés que tenía Wells por la biología. Unos calamares gigantes aparecen en las costas inglesas acabando con la vida de incautos pescadores y bañistas. Un precursor, ligero pero terrorífico, de películas como “Tiburón” o “Piraña”

- El hombre que podía hacer milagros (1898). ¿Qué pasaría si mezclamos el poder de realizar cualquier deseo, la exaltación religiosa y unas buenas intenciones mal orientadas? ¿El fin del mundo quizás…?

- La esfera de cristal (1899). El objeto del título proporciona a su dueño, el propietario de una tienda de chatarra en Londres, acceso visual a Marte, con sus extrañas casas y marcianos voladores. Esta historia resume la forma en que Wells imaginaba sus cuentos: trazando una clara distinción entre la oscura existencia de la clase media-baja del tendero (con su despreciable mujer y sus desagradecidos hijos) y el exótico mundo de fantasía que abre la esfera. Este contraste es central en la ficción de Wells. Como él dijo en su autobiografía: “me había dado cuenta de que cuanto más imposible fuera la historia que quería contar, más ordinario debía ser el marco en el que se desarrollaba”. En “La esfera de cristal”, la esfera es, de hecho, la propia ciencia-ficción, aquello que nos da acceso a un mundo fantástico y extraterrestre.

- La estrella (1898). Un cuerpo celeste desconocido se interna en el Sistema Solar y Wells nos narra cómo los científicos avisan a la despreocupada raza humana del desastre que se avecina sin que nadie le de importancia a la inminente calamidad. La tierra sufre un cataclismo apocalíptico que el escritor nos cuenta con detalle. Un aterrador relato pionero de tantas y tantas películas de catástrofes que últimamente hacen furor.

- El nuevo acelerador (1901). La invención de una droga que acelera espectacularmente las funciones biológicas hace que su usuario tenga la sensación de que el tiempo se detiene.

- “Los acorazados terrestres” (1903) La existencia de los tanques se predijo mucho antes de que hicieran su decisiva contribución a la victoria aliada en los últimos años de la Primera Guerra Mundial. Como H.G.Wells los imaginó en este cuento de 1903, los tanques deberían parecer barcos fuera del agua, avanzando a fuerza de vapor entre la batalla. En un entorno asombrosamente parecido al del frente occidental de la Primera Guerra Mundial –que estallaría catorce años después-, grandes vehículos blindados sobre orugas y con fusileros que disparan desde su interior con avanzadas miras de precisión, sortean trincheras e irregularidades del terreno sembrando la destrucción. Las guerras aéreas que ya había descrito Wells en “Cuando el durmiente despierta” (1899) tuvieron su continuación en esta historia corta en la que el escritor deja muy claro que la ciencia ha dejado atrás al individuo en el campo de batalla. Ya no importa el valor personal, el patriotismo o la brutalidad física y directa; la tecnología ha dado a luz un nuevo tipo de guerra, más fría, menos personal: “Los ingenieros sentían por el enemigo al que estaban venciendo una discreta piedad y un desprecio sin reservas. Consideraban a aquellos hombrones saludables a quienes abatían lo mismo que estos hombrones saludables podrían considerar a ciertos negros: inferiores. Los desdeñaban profundamente por hacer la guerra, por su patriotismo vociferante y por su emocionalidad; y por encima de todo, los desdeñaban por la astucia minúscula y la falta de imaginación, casi animal, que mostraba su método de lucha”.

- El país de los ciegos (1904). Fascinante relato en el que Núñez, un montañero extraviado, encuentra por accidente una comunidad que ha vivido totalmente aislada en un idílico valle en los Andes. Una alteración genética o algún factor medioambiental hizo que los hijos de los primeros colonos, que han vivido sin contacto con el mundo exterior durante generaciones, nacieran ciegos. Sin embargo, han aprendido a desenvolverse a la perfección con sus otros sentidos. Wells nos muestra de forma brillante la impotencia del montañero para hacerles comprender lo que es la vista y su incapacidad, pese a lo que pensaba, en erigirse como líder gracias a su “sentido extra”: “¿Por qué no acudiste cuando te llamé? –dijo el ciego- ¿Acaso debes ser conducido como un niño? ¿No puedes oír el camino cuando andas? Núñez río: “Lo puedo ver”, dijo. “No existe la palabra ver –dijo el ciego, después de una pausa-. Déjate de tonterías y sigue el sonido de mis pies”.

Para ellos, la interpretación del mundo es muy diferente: “El más anciano de los ciegos le explicó (…) cómo el mundo (significando su valle) había sido primeramente una hondonada en las rocas y cómo después llegaron cosas inanimadas sin el don del tacto y llamas y otras criaturas que tenían poco sentido, y después los hombres y al final los ángeles, a los que se podía oír cantar y producir sonidos zumbantes, pero a los que nadie en absoluto podía tocar, lo cual confundió en gran manera a Núñez hasta que pensó en los pájaros”.

- La puerta en el muro (1906) este relato, además de una alegoría de la felicidad perdida, es una buena muestra de la consistencia de que goza casi toda la obra corta de Wells: partiendo de un escenario contemporáneo y “ordinario”, un instrumento, artefacto, objeto o circunstancia abre de repente una puerta a nuevos y extraños mundos, truco literario que utilizó en otros relatos. El protagonista, un político de prestigio, cuenta a su amigo de la infancia cómo, de niño, encontró una misteriosa puerta verde que le permitió dejar la triste realidad del Londres del siglo XIX y entrar en “un mundo con una cualidad diferente, una luz más cálida, más penetrante y dulce, con un limpio y apenas perceptible regocijo en el aire”. A lo largo de su vida, siempre sin buscarlo y en el momento menos esperado, esa puerta misteriosa volvió a cruzarse en su camino pero ya nunca más volvió a traspasarla, convenciéndose de que tenía cosas más urgentes que resolver en cada momento (una beca en Oxford, una cita romántica, un nombramiento político) y que siempre podría volver a encontrarla. Cuando se da cuenta de que la felicidad es más importante que las vanas satisfacciones profesionales, es demasiado tarde… Un relato teñido de tristeza en el que nunca llega a quedar claro si lo que cuenta el narrador es cierto o un mero delirio o fantasía.

- Una raza aterradora (1921). Un estupendo cuento a mitad de camino entre la ficción y el ensayo antropológico. Wells narra lo que bien pudo haber sido el encuentro entre dos especies de homínidos, el Cromagnon y el Neandertal y las razones y desarrollo del conflicto que enfrenta a ambas, aunque el resultado es inevitable: la biología no es amable y la supervivencia del más apto implica la extinción de la especie más débil –no necesariamente físicamente más frágil - por mucho que sean primos cercanos.

La carrera de Wells como escritor fue muy prolífica y al final de la misma se había convertido en uno de los escritores más famosos del planeta. Los estudiosos algunas veces distinguen entre sus obras escritas hasta 1914, principalmente ficción, y las que se publicaron tras la Primera Guerra Mundial y hasta su muerte, en las que cultivaba otros géneros como el ensayo. Otra interpretación del giro evidente de sus últimos y menos conocidos trabajos hacia el fabulismo místico-religioso, podría ser la manifestación de la dialéctica central que estaba presente en su obra desde el principio: la lucha o diálogo entre las perspectivas científica y mística del cosmos. O lo que es lo mismo, la tensión formal y temática entre la “ficción realista” –que también escribió Wells- y la “ciencia ficción”, dos formas que se relacionan de forma íntima en su bibliografía.

De hecho, a pesar de que Wells fue un autor inagotable hasta bien entrados los años cuarenta, fue la década de 1895 a 1905 la que vio la producción de casi todas sus obras maestras de la ciencia ficción: "La máquina del tiempo" (1895), "La isla del Dr.Moreau" (1896), "El Hombre Invisible" (1897), "La Guerra de los Mundos" (1898), "El durmiente" (1897-98), "Anticipaciones" (1901), "Los primeros hombres en la Luna" (1901), "El Alimento de los Dioses y Cómo llegó a la Tierra" (1904) y "Una Utopía Moderna" (1905).


Wells desarrolló con rapidez el característico estilo que haría de su nombre sinónimo del romance científico (el término ciencia-ficción no nacería hasta veinte años más tarde). Comenzando por un entorno reconocible y cotidiano, como un laboratorio, un observatorio astronómico o un taller de ingeniería, el relato da de repente un giro hacia lo desconocido, lo extraordinario. Los acontecimientos se van narrando de forma desapasionada, con el estilo de una noticia periodística o un artículo científico, una reacción deliberada contra el sentimentalismo histérico de los primeros relatos góticos. Y, sin embargo, las historias paranormales de Wells no eran menos terroríficas por estar situadas en un contexto supuestamente escéptico y racional.

A menudo se identifica a Wells como un escritor de CF subrayando su utilización de "auténtica" ciencia, sus temas, lenguaje y metodología, en lugar de caer en la pseudociencia cultivada por no pocos de sus colegas escritores. La lectura de esta antología de relatos nos revela que esa apreciación, aunque no falsa, sí es inexacta. Sus incursiones en lo gótico y lo sobrenatural desde un punto de vista científico en estos cuentos primerizos, demuestran el conocimiento que el autor tenía del revival gótico de la última etapa victoriana. Las narraciones cortas de Wells ponen de manifiesto el tipo de hibridación que llevaba a cabo en sus temas, introduciendo indiscriminadamente elementos de la tradición gótica, el terror, lo sobrenatural, lo psicológico, lo fantástico y la ficción de aventuras, intercalados con aspectos propios del naturalismo cientifico.

Puede que desde los ensayos y artículos que escribía para las revistas científicas rechazara a cazafantasmas y mesmeristas, pero tampoco le hizo ascos a la utilización de pseudociencia en relatos sobre clarividencia y proyección de dobles astrales, bolas de cristal que dan acceso a otros mundos, intercambio de mentes y dislocaciones espacio-temporales. Esto no es ciencia, pero se introduce de forma oportunista entre las grietas y lagunas de aquélla, tal y como sucedía con buena parte del género gótico de fin de siglo. Esta contradicción fue resumida perfectamente por Joseph Conrad cuando definió a Wells como “un realista de lo Fantástico”.