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jueves, 8 de diciembre de 2011
1916-EL FIN DEL MUNDO - August Blom
En 1916 entra inesperadamente en la escena de la CF cinematográfica un nuevo país, Dinamarca, al que no tendremos muchas oportunidades más de nombrar en este recorrido por la historia del género. Parecía adecuado que el tema de esta película, dirigida por August Blom y escrita por Otto Rung, estuviera en sintonía con el deprimente panorama de una Europa sumida en una guerra devastadora.
El director de una mina, West, tiene dos hijas, la rubia Edith y la morena Dina. La primera establece una decente relación con Reymers, mientras que Dina se fuga con el capitalista sin escrúpulos Frank Stoll. Cuando se extiende el rumor de que un cometa se acerca directo a la Tierra, Stoll saca provecho de la situación de pánico especulando en el mercado bursátil. La víspera del impacto, Stoll reúne a sus amigos para una gran fiesta antes de la catástrofe. El financiero tiene la intención de escapar de la destrucción gracias a un pasadizo secreto que le conducirá a una profunda mina. Sus planes, sin embargo, serán arruinados por enfurecidos obreros que irrumpen en su mansión liderados por un ex-novio despechado de Dina. Los tres mueren, llueve fuego del cielo y los mares inundan los continentes. La Tierra queda arrasada por una catástrofe planetaria de la que solo tres personas sobreviven, Edith, Reymers y un sacerdote. La película finaliza con su milagroso reencuentro en una iglesia.
La primera parte del film -que es con diferencia la más larga- es un melodrama doméstico en el que se ataca corrosivamente a los capitalistas sin escrúpulos, que no dudan en enriquecerse con la desgracia ajena aun cuando al final suponga también su ruina. El personaje de Frank Stoll bien podría representar a muchos de los hombres de negocios que engordaron sus cuentas bancarias gracias a la guerra entonces en marcha. En la ficción, sin embargo, la revancha proletaria se lleva a cabo antes de la aniquilación global. Un consuelo tardío y breve, pero consuelo al fin y al cabo.
En estos primeros años del cine todavía había mucho que aprender desde el punto de vista narrativo y el espectador actual debe realizar un esfuerzo para tratar de introducirse en una dirección plana, unos personajes sin matices -representan estereotipos más que personas- y un ritmo lento en el que abundan escenas mudas de gente hablando y gesticulando. El apartado técnico es más destacable, especialmente las escenas del interior de la mina, con una iluminación atmosférica. Los primitivos pero competentes efectos especiales se aplicaron con eficacia en el aterrador cometa (chorros de chispas y nubes de humo), el pueblo minero y las escenas de los desastres naturales.
El film consiguió atraer una gran audiencia gracias a que en las mentes de los espectadores aún estaba reciente el paso del cometa Halley sólo seis años antes. Además, las imágenes de desastres naturales y caos social hallaron un eco en la conciencia colectiva de una población danesa que desde hacía veinte meses vivía asediada por el espectro desolador de la guerra. No era tanto una obra de ficción como una parábola que llamaba a la búsqueda de Dios y al desapego de todo lo terrestre, pues todo lo terrenal, incluidas las personas, tendrá inevitablemente un final.
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A mí me gustó mucho. Soy una gran aficionada al cine silente y esta película, para pertenecer a la etapa primitiva, es bastante agil. Stoll es interpretado por el magnífico Olaf Fonss, un imprescindible del mudo europeo y en menor medida de la ciencia ficción por su protagonismo en la mítica serie Homunculus, que va de un niño nacido de un experimento de laboratorio y que acaba convertido en dictador. Lamentablemente el 70% de la obra está perdida.
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