
Año 2192. La Tierra se ha convertido en un planeta inhabitable a causa de la contaminación y la explotación abusiva de los recursos naturales. La mayor parte de la especie humana se ha visto obligada a establecerse en estaciones espaciales. En ellas, un misterioso e incurable síndrome comienza a afectar a los niños, provocado al parecer por la falta de aire y agua puros en el entorno estéril y perpetuamente reciclado de las estaciones. Los afectados apenas pueden siquiera respirar sin el apoyo de un complejo apoyo tecnológico y, aún así, no viven para cumplir los nueve años. Devon Adair, heredera de un imperio industrial y exitosa mujer de negocios, tiene un hijo enfermo, Ulysses, y está convencida de que ella, como promotora de la construcción de estaciones orbitales, tiene parte de culpa en tal situación. Decidida a salvar a su hijo y otros doscientos niños enfermos más, financia el Proyecto Edén: la colonización de un planeta, el G889, a 22 años luz de distancia, que se cree reúne las condiciones de habitabilidad de la antigua Tierra.
Pero el Consejo, órgano de gobierno terrestre, no ve con buenos ojos una iniciativa que, de tener éxito, podría suponer un éxodo masivo de las estaciones, dejándole sin poder. Decide así sabotear la misión colocando explosivos en la nave. Devon descubre el plan y parte sin aviso hacia su destino. Pero cuando llegan a la órbita del planeta G889 y el ordenador central saca de la hibernación a sus tripulantes, un espía del Consejo sabotea la nave y ésta se estrella en la superficie. Los colonos, sin embargo, logran llegar a los módulos de salvamento y, aunque dispersos, se ponen a salvo con una pequeña parte del equipo. Escasos de armas y suministros y con sólo dos vehículos, un equipo de esos náufragos espaciales tendrá que enfrentarse a los peligros que esconde el nuevo planeta mientras recorre los 5.500 km que les separan de Nueva Pacífica, el punto originalmente elegido como idóneo para establecer un asentamiento viable y donde aterrizarán el resto de naves colonizadoras.

Los personajes son interesantes: Devon Adair (Debrah Farentino) es la líder


El episodio piloto es sólido y prometedor tanto en su historia como en su ejecución, con algunas escenas de efectos especiales muy conseguidas (el interior de la nave, su partida de la estación espacial...). El problema es que la serie se encasilló pronto en un esquema demasiado repetitivo en el que la carencia de presupuesto se hacía evidente y donde había demasiados huecos y contradicciones argumentales. Los primeros episodios en el planeta están dominados por la pareja de irritantes y malcriados niños que se

La ciencia que

El marco general remite al viejo tema de la épica colonizadora norteamericana: los colonos se internan en una nueva tierra buscando dejar atrás su pasado, esperanzados ante la perspectiva de construir una nueva vida. Pero se encuentran con un lugar agreste en el que no es fácil sobrevivir. Por una parte, los colonos se dan cuenta de que no pueden librarse de su pasado; por otro, que no cuentan con las infraestructuras ni con los recursos físicos y sociales que les eran familiares (por ejemplo, carecen de prisiones en las que recluir a quien haya causado una grave infracción), por lo que deberán ir creando nuevas reglas a medida que surgen los problemas, ya sean estos nuevos o viejos.
Y, para colmo, como en el Antiguo Oeste, resulta que G889 ya está habitado. La población indígena es extraña y se siente -con razón- amenazada. En esta ocasión, son los humanos los que cumplen el papel de invasores alienígenas. Y no hay duda de que somos un peligro: como sucedió en Australia en el siglo XVIII, el planeta empieza usándose como colonia penal para indeseables, algunos de los cuales no tardan en abusar de los terrianos. Los colonos, aunque con mejores intenciones, son también víctima de sus prejuicios, temores e incomprensión de las culturas extrañas.
Aunque este marco general no sea particularmente original (los alienígenas, los sufridos colonos y

Me parece interesante destacar el buen trabajo que los guionistas hicieron con el personaje de

Quizá tuviera algo que ver con la irregular calidad de la serie el hecho de que sus creadores, Michael Duggan, Carol Flint y Mark Levin, carecieran de experiencia previa como escritores de CF. Aunque los últimos episodios -a cargo de otros guionistas- mejoraron bastante, aportando nuevas ideas, desplegando una mayor carga dramática y abriendo interesantes desarrollos argumentales (con la expedición al borde de la desaparición al acabarse las provisiones, Adair teniendo visiones del futuro de su hijo como rebelde proterriano contra los humanos, los miembros del grupo muriendo uno a uno por un virus), ya era demasiado tarde y la serie fue cancelada tras 21 episodios.

"Tierra 2", producida por la Amblin Entertainment de Spielberg, acabó siendo una de tantas series que consiguen superar la barrera del episodio piloto, pero que se tambalean durante una temporada sin conseguir su renovación. Personalmente creo que hubiera sido interesante ver de qué eran capaces los nuevos guionistas de haber tenido más tiempo y más dinero a su disposición. La serie tenía buenas ideas e interesantes personajes. Sólo había que colocarlos en las historias correctas.
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