Un año antes, agentes del gobierno bastante nerviosos se presentaron en las oficinas de la

En realidad, los escritores de CF contaban en su arsenal con armamento nuclear desde mucho tiempo atrás. En 1914, en la novela, “La Liberación Mundial”, de H.G.Wells, la

Aun así, Campbell fue quizá el principal responsable de la popularización de la energía atómica en el ámbito de la CF. Su primera historia publicada, en 1930, “Cuando los Átomos Fallaron”, exploraba la posibilidad de utilizar energía nuclear y a ésta le siguieron otras historias y artículos como “Poder Atómico”, “Generador Atómico” o “Isótopo 235”. Cuando Cambpell se convirtió en editor de “Astounding Science Fiction” en 1937, empezó a apadrinar escritores capaces de ir más allá de las tópicas aventuras de monstruos y héroes espaciales en las que se habían quedado atascadas otras publicaciones. Robert A.Heinlein, uno de los nuevos escritores reclutados por Campbell, escribió un 1940 el cuento “Ocurren Explosiones”, sobre el accidente en una central nuclear causado por la tensión psicológica de trabajar allí; y en 1941, otro sobre armas nucleares titulada “Solución Insatisfactoria”.
Las historias de Heinlein para “Astounding”, como también las que para esa publicación

Tras la Segunda Guerra Mundial, la CF de “Astounding”, más adulta y compleja, acabaría influyendo en los guionistas y dibujantes de los comic books, muchos de ellos ávidos lectores del género. Tras ser desmovilizados en 1946, hubo un gran número de artistas o aspirantes a esa profesión que se beneficiaron de la llamada GI Bill, una ley que facilitaba a los veteranos el acceso a financiación para cursar estudios además de una pensión durante un año. Burne

Harry Harrison recordaría más tarde que él sus compañeros estudiantes “vivíamos todos de la GI Bill, 75 dólares al mes. Compramos con ello libros de arte y luego los vendimos para conseguir efectivo, quedándonos sólo con un lápiz y

El origen de la que sería una legendaria editorial puede rastrearse a comienzos de los años 40 del siglo pasado, cuando el pionero Max C. Gaines, el hombre que había puesto el primer ladrillo de la industria con su revista “Famous Funnies”, se dedicaba a coordinar para DC (entonces National Periodical Publicacions) la realización de su línea “All American”. Gaines tuvo entonces la visión de que el

Al año siguiente, añadió al catálogo “Picture Stories from World History” y “Picture Stories from Science”. Pero ni esos títulos ni los que lanzó dentro de su línea para niños, se vendieron bien. Las cosas siguieron sin levantar cabeza a pesar del cambio de nombre por el de Entertainment Comics y la presentación de más títulos. El proyecto podía tener buenas intenciones pero financieramente era insostenible y la editorial se tambaleaba al borde de la bancarrota cuando Gaines murió en un accidente de navegación en 1947.
El hijo de Max, William M.Gaines, heredó a regañadientes el negocio familiar a la edad de 25

Pues bien, gracias a su trabajo con los comics románticos, Harrison y Wood recibieron un encargo para un título de ese género en EC, “Saddle Romances” (enero 1950); cuando lo entregaron, les dieron dos historias más para “Gunfighter” (enero y marzo 1950).

Harrison aspiraba a escribir ciencia ficción y era miembro del New York Hydra Science Fiction

Eran estos comics cuya ciencia ficción bebía de una tradición muy diferente de la establecida por personajes de los periódicos como Buck Rogers o Flash Gordon y comic-books como “Planet Comics, tomando en cambio como referencia lo que estaban haciendo los escritores de

Como sucedía en los títulos de terror de EC, las historias publicadas en los de CF estaban ideadas por Gaines y Feldstein y luego el argumento escrito por este último. Gaines recordó que “Lo que más disfrutábamos Al y yo era escribir ciencia ficción. Supongo que nos sentíamos intelectualmente más estimulados y pensábamos que nos dirigíamos a un grupo de lectores más adulto e inteligente”. Feldstein, por su parte, declaró que “cuando trabajábamos en la ciencia ficción, pasábamos horas con las teorías; por ejemplo, para asegurarnos que describíamos correctamente un bucle temporal en aquella historia en la que un tipo que, viajando atrás en el tiempo para evitar el desastre del Titanic, acaba provocándolo”.
Otro elemento en común con las historias de terror era que, invariablemente, las tramas estaban cuidadosamente escritas para culminar en un giro sorpresa final teñido de cinismo e ironía. Dado que su público objetivo era adulto, Gaines y Feldstein utilizaron estas historias

Como mucha de la ficción futurista y especulativa de entonces, los comics de la EC lidiaban con las implicaciones morales y tecnológicas de la nueva era atómica. Ya con su línea de comics en marcha, en 1951, explotó la primera bomba de hidrógeno. Feldstein recuerda al respecto: “ahora estaba esa terrible, terrible arma…Si había guerra, la aniquilación sería completa y súbita. Esas eran las cosas que teníamos en mente cuando nos referíamos a la bomba en nuestras historias de ciencia ficción. Estábamos muy preocupados por ello”.
Una preocupación que se reflejó en historias como “La Destrucción de la Tierra” (nº 14), que fue votada como la preferida de ese número por los lectores. Este cuento sobre la aniquilación nuclear sentó las bases para otros similares como “El Niño Radioactivo” (nº 15), “Semilla de Venus” (nº 6) o “La Explosión de la Bomba de Rayos Cósmicos” (nº 14). En otra historia postapocalíptica, “El Niño del Mañana” (nº 17), sólo queda un superviviente humano en un mundo ahora poblado por mutantes radioactivos. La amarga ironía final de la historia llega cuando debe matar a uno de esos malvados seres sólo para descubrir que antaño había sido su único hijo.
(Continúa en la siguiente entrada)
Muy bueno, Manuel. ��
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