El de la Realidad Virtual y la Realidad Aumentada es un tema que, aunque tiene precedentes en el cine de Ciencia Ficción ya en los años 70 y 80, se popularizó en los 90, habiendo de esperar ya al cambio de siglo para empezar a ver tratamientos más complejos del fenómeno. En tiempos más recientes y acorde con los continuos avances en este campo, hemos visto, por ejemplo, películas como “Creative Control” (2015), “Ready Player One” (2018), “Anon” (2018) o “Free Guy” (2021).
Pero en 2012, años antes de que se estrenara “Black Mirror”,
hubo u
n par de cineastas israelíes, Daniel Lazo y Eran May-Raz, que rodaron un
corto de 8 minutos titulado “Sight” (“Visión”), en el que mostraban tanto el
ilimitado potencial de la Realidad Aumentada como el peligro de dejar que esa
tecnología controle nuestras vidas. ¿Qué pasaría si, en lugar de leer un libro
de autoayuda o acudir a la consulta de un psicólogo, pudiéramos utilizar una
combinación de Inteligencia Artificial, Realidad Aumentada y Realidad Virtual para
mejorar nuestras habilidades sociales y relaciones interpersonales? ¿Qué sucede
cuando la IA se vuelve tan hábil proyectando rasgos humanos que puede manipular
a personas psicológica o emocionalmente frágiles?
Aunque a p
osteriori algunos lo consideraron afín al tipo de
historias que contaba “Black Mirror” por su tono oscuro y enfoque
transhumanista, “Sight” era un producto más equilibrado, una ficción oscura,
pero no nihilista. El corto, visto por más de cinco millones de personas, se
hizo viral, recibió múltiples premios y pasó a ser habitualmente mencionado por
los entusiastas de la Realidad Aumentada.
Diez años después, los dos co-directores y co-guionistas consiguieron,
vía un
a campaña de Kickstarter, reunir fondos para regresar sobre esa historia,
mejorarla y ampliarla bajo el título “Sight: Extended”, que hace referencia
tanto a la tecnología central de la misma como a su naturaleza de extensión del
corto original (un guiño que se pierde en la inexacta traducción al español del
título, que, para colmo, confunde la realidad virtual con la realidad
aumentada).
En un futuro p
róximo, en el área de la Bahía de San
Francisco, Patrick (Andrew Riddell) padece agorafobia aguda a raíz del trauma
de la muerte de sus padres años atrás. Este desorden mental no sólo lo ha
convertido en alguien incapaz de salir de su casa, sino que cualquier interacción
social directa–incluso con los repartidores que le llevan a domicilio todo lo
que necesita en su día a día- le causa una insoportable ansiedad.
Como todo el mundo en esa sociedad, Patrick lleva puestas permanentemente
unas lentillas de Realidad Aumentada de intenso color azul, una tecnología que
permite superponer en tiempo real elementos digitales (como imágenes, modelos
3D, textos o videos) sobre nuestra visión del mundo real. Con ellas, se pasa el
día sumergido en entornos virtuales en los que juega, compra online, consume
porno, navega por internet o teletrabaja como vendedor telefónico, que es la
única actividad remunerada que su enfermedad le permite realizar aun cuando a
menudo le confunden con un bot y le cuelgan. Su díscola hermana Angela (Deborah
Aroshas), pasa de vez en cuando por su casa para llevarle provisiones, darle
algún sablazo monetario y robarle sus pastillas contra la ansiedad.
Una invitación virtual a una reunión de exalumnos del instituto
sume a Patrick en una espiral
aún mayor si cabe de pánico y dudas. Comete el comprensible
error de rastrear por internet a algunos de sus antiguos compañeros sólo para
encontrar que a todos (aparentemente) les va de maravilla. Esto no hace sino
intensificar su depresión y canalizar su ira contra el grupo virtual de apoyo
para agorafóbicos al que lleva tiempo asistiendo sin haber registrado el menor
avance. Uno de los asistentes regulares, Alex (Phillip Andre Botello), que
siempre permanece en silencio, le hace una llamada virtual individual en la que
dice estar de acuerdo con la pobre opinión de él en cuanto a la utilidad de esa
terapia y le propone algo nuevo: una aplicación de automejora llamada Refresh,
que puede instalarse en su sistema de realidad aumentada y con la que podría
aprovechar toda su pericia y autoconfianza como gamer en situaciones del mundo
real. Refresh convierte acciones y situaciones sociales (ordenar la casa y
asearse, hacer deporte en el exterior, ir a una peluquería, flirtear…) en una
experiencia divertida y estimulante convirtiéndolas en juegos diseñados a
medida. La app extrae información de Patrick de todos sus actos, visitas,
compras e interacciones virtuales, y diseña juegos a medida y un árbol de
progreso en diferentes áreas con distintas etapas, pudiendo, previo pago,
adquirir extensiones en, por ejemplo, relaciones sociales con el sexo opuesto o
habilidades como conversador, en las que la IA va dándole instrucciones en
tiempo real.
Sin nada que perder, Patrick lo prueba y…¡sorpresa!
Funciona a la perfección. La app le anima a recuperar su autoconfianza,
salir
de casa, hacer ejercicio y perder el miedo a socializar. Y lo hace sin que él
sienta miedo, inseguridad ni ansiedad. Incluso empieza a disfrutar con ello. La
prueba suprema llega cuando decide contactar con una de las asistentes a
aquella reunión de exalumnos, Emily (Nova Gaver), por quien en el pasado se
sintió atraído, e invitarla a salir. No hace falta decir que las cosas se van a
torcer para Patrick; de lo contrario, esta no sería más que una historia banal y
casi propagandística sobre los beneficios de la tecnología de Realidad
Aumentada.
“Vista Virtual” es una película independiente, de bajo
presupuesto, con
un reparto muy limitado y que, por tanto y acertadamente,
decide centrarse en los personajes. Obviamente, este es el drama personal de
Patrick, su auge y caída podríamos decir, pero su experiencia también nos habla
indirectamente del panorama general que ha creado la nueva tecnología. El
futuro que presentan los guionistas es, a excepción de la tecnología de
Realidad Aumentada, indistinguible del nuestro. No es necesario añadir más
elementos a los que ya están presentes en el film. De hecho, todo lo que aquí
se nos cuenta y muestra no resulta en absoluto inverosímil, y ello porque ya
estamos viviendo en un mundo en el que nuestra realidad intersecta con otra (u
otras) creada en la nube virtual. La película señala e intensifica –aunque solo
un poco- los peores aspectos de las redes sociales y las IAs: su
ineludibilidad, su ubicuidad, sus irritantes y falsos tics de camaradería y
amistad, su uso como herramienta publicitaria y fraudes masivos, la adicción… Esta
intrusión en nuestras mentes está muy bien reflejada tanto conceptual como
visualmente.
Pese a que el corto original del cual dimana esta película,
como he dicho, es de 2012, lo que no
s cuenta no ha perdido ni un ápice de
actualidad y por eso estamos asistiendo a una proliferación de ficciones que
abordan los mismos temas y temores. Esta obsesión no sólo es natural, sino
necesaria en un entorno en el que la IA sigue avanzando y es utilizada para
“crear” arte y gestionar negocios, mientras los humanos quedan relegados a
trabajos menores. Aunque algunos aspectos de este film parecen una ingeniosa actualización
de “El Cortador de Césped” (1992), sobre todo en lo que respecta a la convincente
transformación de Patrick, “Visión Virtual” es mucho más una película de
nuestros tiempos, porque el futuro que nos muestra parece tan sólo un paso por
delante de nuestro presente, en el que las interacciones humanas han pasado a
consistir principalmente en “likes” y comentarios a reels. También hay observaciones
interesantes sobre la masculinidad y las presiones y preocupaciones que conlleva
así como de la dependencia de aplicaciones cuyo único interés es generar
beneficios para sus propietarios.
Una película, en fin, con un formato, desarrollo y efectos
visuales modestos (en los créditos se reconoce haber utilizado imágenes de
Creative Co
mmons y Unsplash) y un asumible metraje de hora y media. Algunas
actuaciones son algo irregulares, el ritmo se resiente de ser en, el fondo, un
corto demasiado estirado y el drama central no es tan intenso e interesante
como debería. Pero su virtud es otra, una que comparten todas las buenas obras
de CF: plantea temas de actualidad muy complejos sobre los que merece la pena
reflexionar, como las consecuencias de delegar en las IAs la responsabilidad de
nuestra propia vida y los peligros de integrar en nuestro proceso de toma de
decisiones unas aplicaciones que fueron creadas para que alguien ganara dinero
a nuestras expensas conociéndonos mejor que nosotros mismos y utilizando esa
información para manipularnos. Una invitación, en fin, a reflexionar sobre la
compleja interacción entre la tecnología, la identidad y la autonomía personal
en un mundo, el nuestro, que está registrando cambios drásticos.
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