lunes, 22 de diciembre de 2025

THUNDERBIRDS - LA PELÍCULA QUE NUNCA LLEGÓ A SER (y 2)

 

(Viene de la entrada anterior)

 

Pero los productores no estaban preparados para invertir decenas de millones de dólares en una película protagonizada por desconocidos. Kirkpatrick comentó que había escrito el personaje de Gordon pensando en Steve Zahn, quien le había llamado mucho la atención en “Los Wonders” (1996) y “Un Romance Muy Peligroso” (1998). Pete Hewitt, por su parte, había conocido a Matt Damon durante el rodaje de “Salvar al Soldado Ryan” (1998) y justo después de hacer “El Indomable Will Hunting” (1997), todavía entonces por estrenar. Se habló con él sobre la posibilidad de que interpretara a Alan, pero aunque él se mostró interesado, el estudio quería a Leonardo DiCaprio. Y claro, para cuando se estrenaron las dos películas antedichas y volvieron a proponérselo, el caché de Damon no sólo había subido como la espuma, sino que ya tenía otros compromisos.

 

En cuanto a la actriz idónea para encarnar a Lady Penélope, se barajaron nombres tan diferentes como los de Joanna Lumley o Liz Harley, aunque Gerry y Sylvia Anderson pensaban que la mejor opción hubiera sido Kristin Scott Thomas, que combinaba un sutil sentido de la comedia con una elegancia innata. De hecho, en enero de 1998, la revista “Variety” llegó a informar de esa posibilidad, la cual confirmó Hewitt, añadiendo que Pete Postlehwaite sería Parker, mientras que Tim Bevan apostaba por Rowan Atkinson (a quien conocía por haber producido un par de películas en las que él intervenía) para encarnar a Brains.

 

Una de las sugerencias más extravagantes de los productores fue que, para hacer de los Thunderbirds un grupo más socialmente realista, uno de los hermanos Tracy debía ser negro, a lo que Sylvia Anderson, no sin razón, comentó que sería bastante difícil de explicar. Kirkpatrick dijo que esto surgió a raíz del éxito de "Men in Black" y el deseo de los productores de incorporar a Will Smith al reparto.

 

A pesar de todos estos problemas, Sylvia Anderson pensaba que Bevan y Hewitt eran el equipo idóneo para trasladar los Thunderbirds a la pantalla grande. Sin embargo, PolyGram seguía reacio a comprometerse con el proyecto. "Habíamos elaborado un guion y hecho todos los diseños, y nos encontrábamos en las primeras etapas de la preproducción", dijo Hewitt, "y luego PolyGram lo leía y terminábamos discutiendo si "Thunderbirds: La Película" debía hacerse o no, porque la serie era totalmente desconocida en Estados Unidos. Y yo pensaba: "¿No tuvimos esta conversación hace dos años?". Tendrían que arriesgarse con "Thunderbirds" como si fuera un producto nuevo, lo cual me parece una buena idea, pero desde el punto de vista de un estadounidense, se pueden entender tales preocupaciones. Uno no se gasta entre 70 y 90 millones de dólares en una película a menos que esté bastante seguro de que va a funcionar".

 

Fueron estas dudas las que llevaron a Kirkpatrick a abandonar el proyecto. En realidad, Working Title ya había decidido que necesitaban a otro guionista. Hewitt y Kirkpatrick se habían pasado una intensa semana puliendo el cuarto borrador con el fin de presentárselo ya a los actores. Pero en el curso de esa misma semana, el jefe de producción de PolyGram, Michael Kuhn, lo leyó y declaró que seguía sin recoger “la gran idea”. Los días de Hewitt en la película estaban también contados: “Hacia el final, empecé a pensar que el tema del espacio exterior no era el camino a seguir, y que ya se había tratado en "Independence Day" (1996) y "Armageddon" (1998). Pensé que deberíamos intentar crear una historia más centrada en la organización; ya había suficiente material sin tener que inventar un villano y su enorme máquina destructora de la Tierra”. Hewitt creía que el estudio quería una superproducción al estilo de Jerry Bruckheimer, mientras que su propia visión se asemejaba más a la de Gerry Anderson. Tampoco ayudó que la adaptación de Hewitt de "Los Borrowers", entonces la película más cara de Working Title, tuviera un mal estreno en la taquilla en Estados Unidos. La confianza en Hewitt se disipó en cuestión de días.

 

A pesar de todos estos tropiezos, en febrero de 1998, una empresa de marketing londinense, Picture Production Co, fue contratada por PolyGram Filmed Entertainment para aportar conceptos con los que producir una serie de trailers en los que se mostrara a Rescate Internacional en acción. Inspirándose parcialmente en los anuncios publicitarios del "Godzilla" (1998), de Roland Emmerich, uno de esos trailers mostraba al Thunderbird 4 rescatando a un niño a la deriva en un barco pesquero; otro, al Thunderbird 3 recuperando una llave inglesa perdida por un astronauta que trabajaba en el telescopio espacial Hubble; y un tercero, al Thunderbird 2 rescatando a un gato de un árbol. Cada uno de estos cortos se diseñó para subrayar el impacto humano que tenía Rescate Internacional. Por ejemplo, en medio de un terremoto, el juguete perdido de un niño es recuperado como parte de una operación de rescate más amplia realizada por el Thunderbird 2.

 

Una segunda ronda de anuncios propuestos se centraba en imágenes de noticieros mostrando cada uno de los cinco Thunderbirds en acción, mientras que una tercera abordaba la insistencia de un grupo de presión para que el gobierno revelara su conocimiento de la organización Rescate Internacional. Según los guiones de esos teaser, 1999 era la fecha de lanzamiento prevista, e incorporaban una variedad de lemas que incluían "Prepárense para la Acción", "En 1999 los Thunderbirds estarán en marcha", "Autorización para lanzamiento en 1999", "1999 significará no más 911", "Ningún riesgo es demasiado grande, ningún rescate es demasiado pequeño" y "Protegiendo al mundo desde 1999".

 

Decir que esa fecha de estreno era optimista es quedarse corto dado que los productores habían despedido al director y perdido la fe en el único guion que tenían. Buscando alguien que pudiera darle un buen giro a la historia contactaron con Steven E.de Souza, un prolífico guionista entre cuyos créditos figuraban “Límite: 48 Horas” (1982), “Comando” (1985), “Perseguido” (1987) y las dos primeras entregas de “La Jungla de Cristal” (1988 y 1990). Uno puede preguntarse qué tienen que ver esas películas con el espíritu de “Thunderbirds”, pero probablemente la razón por la que pensaron en él fue que de Souza ya tenía experiencia adaptando al cine desde series de televisión (“Los Picapiedra”, 1994) a video juegos (“Streetfigher”, 1994) pasando por comics (“Juez Dredd”, 1995), aunque no siempre con los mejores resultados artísticos.

 

El 8 de mayo de 1998, el guionista se entrevistó con la responsable de desarrollo de la división británica de Working Title, Debra Hayward, y la presidenta de producción, Liza Chasin, para contarles lo que pensaba del último borrador firmado por sus predecesores y comentar su propuesta para uno nuevo. Lo que a él más le molestaba eran tanto los diálogos como la perfecta armonía e integridad que transpiraban los Tracy. Así que sugirió que podrían comenzar siendo "una familia agradable y saludablemente disfuncional, con rivalidad entre hermanos y algunos secretos oscuros", pero que al final de la película habrían resuelto sus problemas y se habrían convertido en los Thunderbirds.

 

Otro problema que detectó de Souza fue que Hewitt y Kirkpatrick habían tratado de encajar demasiado en el guion, hasta el punto, según dijo, que el público “necesitaría un programa de mano para comprender lo que estaba ocurriendo”. Diez personajes principales eran demasiados y, para él, siete era el número máximo. En lugar de reducir el reparto, lo que hubiera significado prescindir de uno o varios de los icónicos vehículos, de Souza optó por ir presentándolos poco a poco, aportando un aura de misterio a la organización. Al principio de la película se habían producido una serie de rescates inexplicables que suscitaban la curiosidad de la opinión pública. El misterio fascinaba no sólo a los medios de comunicación, sino también a las autoridades, preocupadas por las implicaciones que para la seguridad tendría la existencia de una organización operando en la sombra, por ejemplo, irrumpiendo en el espacio aéreo de una nación sin ser detectados.

 

A De Souza le gustó el secuestro de los científicos al principio del guion, pero consideró integrarlo en un arranque más audaz e inesperado. Su propuesta era ambientar la película en el año 2012 y comenzar con la imagen de un transatlántico futurista, el Titanic II, navegando por el Atlántico Norte cien años después del hundimiento del primer Titanic. A bordo hay un simposio de científicos, quienes están en medio de un cóctel cuando un iceberg aparece justo enfrente. Dispuesto a que la historia no se repita, el capitán ordena maniobras evasivas, pero el iceberg no solo los sigue, ¡sino que se traga al barco entero! "Es ahora cuando vemos a los Thunderbirds. Puede que vengan de hacer un rescate en los títulos de apertura, sintonizan la radio y escuchan: "¡Hay un barco en problemas!" ¡El Titanic II chocó contra un iceberg!” Llegan al lugar, pero el barco se ha ido, y con él el iceberg. Sin embargo, encuentran a un superviviente, un nativo americano, que ve el logo de la nave y cree que es un ave mágica, mística, que significa buena suerte, similar al azulejo (el bluebird, un ave oriunda de Norteamérica) de la felicidad. Entonces, se puede incluir una voz que diga: “Algunos los han llamado ángeles, demonios, extraterrestres, producto de la imaginación, pero por primera vez tienen un nombre... ¡Thunderbirds!”. Y de vuelta en la Isla Tracy, comentan, “¿Thunderbirds? ¡Papá, te dije que deberíamos haber elegido nuestro propio nombre! ¡Ahora nos han endosado este!”.

 

De Souza quiso presentar a la familia al principio de la película como un padre y cuatro hijos muy diferentes: uno, un bromista que se cree un semental; otro, nervioso y paranoico; uno, de espíritu mediador; y un cuarto que sigue los pasos de su padre como astronauta en entrenamiento. "Sabe que su padre y sus hermanos están metidos en esto de los Thunderbirds, pero no se lo dice a nadie. Está adiestrándose como astronauta, preparándose para una misión muy importante: construir una colonia en la Luna. Recientemente se ha descubierto agua en la Luna, así que esa misión es muy importante. El quinto hijo, Alan, rompió con la familia hace un par de años y, de hecho, cuando lo conocemos, se ha convertido básicamente en un piloto mercenario involucrado en negocios muy turbios". También coquetean con el "lado oscuro" Lady Penélope y Parker, a quienes de Souza imaginó como criminales, "pero de los que te caen bien, porque al final de la película, Lady Penélope se derretirá —no sé si en los brazos del padre o de Alan— y se convertirá en una de los buenos". Penélope y Parker, a través de varios intermediarios, trabajarían para Thaddeus Stone sin tener ni idea de que es a) un maestro criminal trastornado, y b) que vive en la Luna.

 

La trama de este nuevo guion arrancaba en una fiesta conmemorativa del 25.º aniversario del dramático rescate de una misión lunar fallida, en la que Jeff Tracy fue considerado un héroe. Los demás supervivientes de aquella tripulación se encuentran también allí, y Jeff parece sentirse incómodo con la atención que atrae, quizá por su modestia. Pero la verdad es que aquí se esconde un secreto muy oscuro que se revelará más adelante. Mientras los dignatarios se reúnen para la fiesta en la isla, llegan los hijos, cada uno por su lado, y se dedican a presumir. Para su sorpresa, Alan también aparece, y mientras uno de sus hermanos se alegra de verlo, otro le dice: "Vas a arruinar la fiesta". La fricción es palpable, lo cual altera a su padre. Entonces, se produce un ataque y toda la familia Tracy actúa heroicamente para salvar a los invitados.

 

Aunque el motivo del ataque no está claro al principio, pronto se descubre que está relacionado con lo que realmente sucedió durante la desafortunada misión lunar veinticinco años antes. Era 1988, el apogeo de la Guerra Fría, y, sin que Jeff Tracy y su tripulación lo supieran, el objetivo de aquella misión era colocar un arma en la Luna que apuntara directamente a la Unión Soviética. Sin embargo, justo cuando se estaba instalando el equipo, se produjo una lluvia de meteoritos, descargando la muerte sobre la recién establecida base lunar. Jeff logró supervisar el rescate de toda su tripulación excepto uno: Thaddeus Stone, a quien se dio por muerto. Y aun así... Recuperándose, impulsado por la venganza, Stone pasó el siguiente cuarto de siglo reuniendo científicos, oxígeno y otros suministros, amasando su fortuna en la Tierra mientras expandía su base lunar y planeaba su venganza.

 

De Souza descartó el plan de Stone para robar la atmósfera terrestre porque era algo que ya se había hecho antes, por ejemplo, en “la Loca Historia de las Galaxias” (1987). Su sugerencia alternativa fue hacer de Stone una especie de pacifista trastornado al estilo del Capitán Nemo, que amenaza con utilizar su arma instalada en la Luna para destruir los glaciares terrestres, elevando el nivel de los océanos un metro y medio por todo el planeta, lo que dejaría bajo el agua varias ciudades costeras importantes. Conforme discurría la historia, iban sucediéndose diferentes giros: los Thunderbirds eran acusados por los desmanes de Thaddeus; Penelope y Parker se redimían; Tin-Tin resultaba ser un agente del gobierno; Alan descubría que los Thunderbirds eran su auténtica familia y demostraba ser tan leal como cualquiera de sus hermanos. A eso había que añadir las sorpresas reservadas para el final, en el cara a cara entre Jeff Tracy y Stone. La película concluía con la derrota del villano, la sanación de las heridas familiares y la reconciliación de Alan con su padre y su incorporación a los Thunderbirds.

 

De acuerdo con de Souza, Working Title se mostró entusiasmado con su propuesta. Pero tras dos días de negociación con su agente… el silencio. Resulta que la productora fue adquirida por Universal Studios (a través de PolyGram Filmed Entertainment), coartando así la capacidad de decisión de los ejecutivos de aquélla.

 

Cuando en marzo de 1999, Universal firmó un nuevo acuerdo con los copresidentes de Working Title, Tim Bevan y Eric Felle, otorgándoles el poder de dar luz verde exclusivamente a cinco películas con un presupuesto inferior a 25 millones de dólares cada una, los proyectos más caros se quedaron aparcados a la espera de la aprobación definitiva por parte de Universal. Poco después, la dirección de la productora cambió y abandonaron la financiación de películas de acción más ambiciosas, al menos mientras los films más económicos demostraran ser lo suficientemente rentables.

 

Pero en 2001, Working Title encargó un nuevo libreto de los Thunderbirds a alguien de la casa: William Osborne, un guionista que estaba casado con la directora de producción, Debra Hayward, la cual era, además, una de las productoras ejecutivas del proyecto. Osborne, en cuyo currículo figuraban los guiones de, por ejemplo, la exitosa comedia de Ivan Reitman “Los Gemelos Golpean Dos Veces” (1988) –y también otras con peor resultado, como “¡Alto! O mi Madre Dispara”, 1992; “Extremadamente Peligrosa”, 1993; o “El Chip Asesino”, 1993-, adoptó un enfoque muy diferente al de sus predecesores. Dado que los “Thunderbirds” estaba dirigido a un público infantil, ¿por qué no convertir a sus protagonistas en adolescentes o preadolescentes? Al fin y al cabo, esa fórmula acababa de funcionar bien en “Spy Kids” (2001). ¿Y si los hermanos Tracy más mayores y el padre estuvieran en peligro, y solo el menor, Alan, de trece años, pudiera rescatarlos? ¿Quizás con un poco de ayuda de Tin-Tin y el hijo adolescente de Brains? ¿Y si el plan de The Hood no fuera robar el aire de la Tierra, sino algo más pedestre, como asaltar un ficticio "Banco de Londres", lo que permitiría utilizar todas las naves Thunderbird, incluyendo El Topo y la Thunderbird 4 subacuática?

 

Esta completa reformulación fue luego modificada por Michael McCullers, un antiguo guionista del “Saturday Night Live” que había colaborado en los guiones de las dos secuelas de “Austin Powers”. Por otra parte, Richard Curtis (“Cuatro Bodas y un Funeral”, 1994; “Notting Hill”, 1999; “Love Actually”, 2003), que ya había colaborado anteriormente con Working Title, pulió y añadió diálogos para los personajes británicos, Lady Penelope y Parker. Fue esta última versión la que, a mediados de 2002, recibió luz verde por parte de la productora contando con el visto bueno de su nuevo propietario y distribuidor, Universal. La película entró en producción a comienzos de 2003, dirigida por Jonathan Frakes, actor de la ya legendaria serie “Star Trek: la Nueva Generación” y que ya tenía cierto currículo como director en episodios de ese programa además de dos películas de la franquicia, “Primer Contacto” (1996) e “Insurrección” (1998), además de, más recientemente, una cinta de viajes en el tiempo protagonizada por adolescentes, “Clockstoppers” (2002).

 

Frakes no tenía noticia de la serie original de los Thunderbirds hasta que su agente le envió los DVD, que vio junto a sus hijos pequeños. Éstos quedaron encantados y a él le pareció muy apropiado, tras el trauma del 11-S, hacer una película sobre gente dedicada a salvar vidas. Apoyándose en el foco que el nuevo guion ponía sobre la juventud de los personajes, decidió rodar la película con un estilo ligero y juvenil que él pensó sería apto para toda la familia y añadiendo cierto peso actoral con la adición de veteranos como Bill Paxton (como Jeff Tracy) y Ben Kingsley (como The Hood).

 

En mayo de 2024, se organizó un pase previo para la crítica y el resultado fue devastador. La mayoría de los comentaristas (tanto los británicos, obviamente más suspicaces por conocer y amar la serie original, como los norteamericanos, menos sospechosos de ser presas de la nostalgia) la encontraron desleal con el material de origen, aburrida, poco emocionante, con unos diálogos terribles, un ritmo tedioso y, en general, acartonada e indecisa sobre qué rumbo tomar. Ya fueran disuadidos por las malas críticas, el perjudicial boca-oído o la simple indiferencia, los espectadores no se molestaron en ir a ver “Thunderbirds” cuando se estrenó en julio de 2024. La película recaudó mundialmente 28,2 millones de dólares, ni siquiera la mitad de su presupuesto de 60 millones.

 

"Claro que fue una gran decepción, ya que mucha gente le había dedicado mucho tiempo", declaró Tim Bevan a la revista "Screen International" dos meses después, antes de intentar explicar el espectacular fracaso de la película. "Simplemente no logró conectar con su público objetivo. A los niños que la vieron les gustó, pero a los padres que tenían que llevarlos, no". Bevan no pudo identificar ningún aspecto en particular que, en su opinión, hubiera contribuido al fracaso. "Cometimos pequeños errores en todos los aspectos", dijo. "En cada etapa faltaba un 5%. Quizás el protagonista debería haber sido mayor, quizás esto, quizás aquello. Es muy difícil decirlo". También reconoció que la película se encontraba navegando entre dos aguas: era una propiedad intelectual muy conocida y querida en el Reino Unido, Japón y Australia, pero de la que el resto del mundo apenas sabía nada. El presupuesto también tuvo que ver. "Las grandes películas de efectos visuales necesitan gastar una cantidad enorme de dinero. En ese aspecto, nos quedamos en la adolescencia".

 

El batacazo de “Thunderbirds” es un caso clásico de estudio sobre cómo una mala adaptación y una fecha de estreno desafortunada pueden hundir una gran inversión. Para empezar, el cambio de tono ya fue una mala decisión. La serie original de los años 60 era apreciada por su drama, sus misiones de rescate de alto riesgo y su tecnología fascinante. Sin embargo, la película decidió copiar la fórmula de "Spy Kids", centrándose en el hijo menor y dejando al resto de los personajes principales –y más conocidos- así como a los famosos vehículos en un segundo plano durante gran parte del metraje. Además, el humor y los diálogos resultaron demasiado simplones para los adultos potencialmente interesados en esta producción por una cuestión de mera nostalgia, pero también poco atractivos para los adolescentes.

 

Pero es que, además, el estudio cometió el error de alienar a su base de fans más leal. El paso de la técnica "Supermarionation" a actores de carne y hueso rodeados de efectos CGI no convenció a nadie. Los fans sintieron que por el camino se había perdido el "alma" de la serie. Gerry Anderson calificó a la película como "la mayor basura que he visto en mi vida". Cuando el propio creador desprecia el producto, es muy difícil convencer al público.

 

Y, para colmo, Universal y Working Title estrenaron la película en julio de 2004, compitiendo directamente con dos de los mayores éxitos de ese año: “Spider-Man 2” y “Shrek 2”. El público familiar, que era el objetivo de “Thunderbirds”, prefirieron ver al ogro verde o al hombre araña, dejando a los pilotos y astronautas flotando en el vacío de las salas. No tuvieron en cuenta que, si bien en el Reino Unido, “Thunderbirds” es un icono de la cultura pop, en Estados Unidos la serie nunca fue un fenómeno masivo. La película dependía mucho del éxito en el mercado estadounidense para recuperar sus casi sesenta millones de dólares de presupuesto, pero allí se percibió como una cinta de aventuras genérica y de factura mediocre.

 

El fracaso fue tan grande que el director, Jonathan Frakes, afirmó que lo envió a la "cárcel de directores", ya que no volvió a dirigir una película de gran presupuesto para el cine durante 20 años, refugiándose desde entonces en la dirección de series de televisión.

 

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