(Viene de la entrada anterior)
En general, los comics de la EC no dejaban en muy buen lugar a la especie humana. A diferencia de Buck Rogers o Flash Gordon, en los que la tecnología o el heroísmo personal podían conjurar todas las amenazas del futuro, las historias de la EC mostraban a menudo a los hombres derrotados en su propio juego y golpeados en sus puntos débiles. Gaines reconoció que ese cinismo “procedía probablemente de mi propia creencia en que la gente no es buena. Es también una corriente dentro de muchas historias de ciencia ficción, en las que toda la galaxia está tan disgustada con el Hombre que acaba aislándolo”.
Además de imaginar cuatro historias de ciencia ficción cada mes, Gaines y Feldstein tenían que

En 1950, Bradbury era una estrella en ascenso en el firmamento de la CF y la Fantasía. Su colección de cuentos “Crónicas Marcianas” había aparecido ese mismo año recibiendo magníficas críticas. En 1951 se publicaría otra de sus mejores recopilaciones, “El Hombre Ilustrado”. Un año después, Gaines y Feldstein escogieron dos de los cuentos de este último volumen, “El Hombre del Cohete” y “Caleidoscopio”, los fusionaron

La caballerosa reacción de Bradbury a su plagio y el acuerdo que se firmó para utilizar su trabajo fueron sin duda producto del cariño y clase con que Al Feldstein trató a su obra. Éste, que adaptó todas las historias menos una de las que aparecieron en los comics de la EC, conservó el estilo de Bradbury al tiempo que supo trasladarlo a otro medio narrativo con sus propias exigencias. El autor, además, era un veterano aficionado al comic y se mostró complacido por la calidad de los artistas encargados de ilustrar las historias.
Pero al mismo tiempo, Bradbury sentía cierta preocupación por su creciente popularidad en el

Sin embargo, si los colegas de Bradbury en Hollywood se hubieran molestado en echar un vistazo tras las portadas de esos tebeos baratos, habrían comprobado por sí mismos lo que los lectores de la EC ya sabían muy bien: “Weird Science” y “Weird Fantasy” no sólo eran dos de los comic-books mejor escritos sino también mejor dibujados. Después de que en los años sesenta los comics de la EC fueran compilados y publicados en una serie de volúmenes, Bradbury declaró que: “Estoy en deuda con los artistas que ilustraron mi trabajo para la EC. Me siento feliz de ver ahora sus historias reunidas en dos libros por Ballantine Books. Ya no tendré que esconderme en las sombras para leerlos, temeroso de las críticas de los snobs. Hemos salido a la luz, todos nosotros. Y el sol sienta bien, ¿verdad compañeros?”.

Wally Wood, que había ayudado a Gaines a lanzar “Weird Science” y “Weird Fantasy”, se convirtió desde el principio en el más destacado dibujante de ciencia ficción de los cincuenta. Llenaba sus páginas de complejas naves espaciales, paisajes alienígenas, monstruos y voluptuosas mujeres, todo dibujado con un estilo elegante y muy pulido. Su trabajo de entintado era excelente, creando texturas, dando profundidad y arrancando unos característicos brillos a los objetos metálicos.
Wood dibujó más de cincuenta historias de CF para la EC además de otras muchas para otros títulos de la casa, incluyendo “Mad”. Recordaba que: “Realicé una página diaria durante años. Algunas veces me pasaba un día entero con una sola viñeta; otras, hacía dos páginas al día”. Wood, además, escribió dos de las historias que él mismo dibujó, en “Weird Fantasy” 15 (“La Cara Oscura de la Luna”) y 8 (“Enemigos de la

A Wood le gustaba el estilo de Orlando y cuando en la primavera de 1951 le mencionó que EC estaba buscando nuevos artistas, dado que ambos trabajaban juntos y Wood era muy apreciado en la editorial, a Orlando no le costó realizar unas páginas de muestra al estilo de su maestro-compañero. El editor Al Feldstein no se lo pensó dos veces al ver aquel trabajo y calificó a Orlando como “otro Wally Wood”. Hizo su debut –doble- en los números de septiembre de 1951 de “Weird Science” y “Weird Fantasy”. A partir de ese momento, pasó a ser uno de los artistas fijos de la casa, recibiendo encargos de seis o siete páginas cada dos semanas a 25 dólares la plancha, lo que era una respetable remuneración para la época.

Krenkel recordaría posteriormente que Williamson “no hacía más que ciencia ficción por entonces; y eso era lo único que yo también hacía, ciudades raras y maquinaria extraña y cosas así. Al era más un hombre de figuras. Él podía hacer los cuerpos y la acción, que a mí no se me daban bien en absoluto. Yo, por otra parte, tenía

Todos los dibujantes, profesionales jóvenes que estaban aprendiendo y explorando sus respectivos estilos, rebosaban de energía creativa y amor por la CF. Se admiraban mutuamente, disfrutaban trabajando juntos, sorprendiéndose de tal o cual idea o solución gráfica e ilustrando un material inteligente. Se sentían respetados y reconocidos por la editorial y la atmósfera, como recuerda Joe Orlando, era única. No era sólo trabajo a cambio de dólares, sino vocación y entusiasmo, y ello se nota en las páginas que entregaban cada semana a Gaines y Feldstein.

Los títulos de terror, sin embargo, sí se vendían bien. Y ello a pesar del creciente ataque al que eran sometidos por sociólogos y autoproclamados garantes de la moral y el bienestar de los

Temerosos de llamar la atención y que alguien los pudiera denunciar, muchos minoristas se negaron siquiera a exhibir comic books en cuya portada figurara la palabra “Weird” (Extraño, Raro). Gaines se vio obligado a cerrar sus títulos de terror y afrontar una nueva remodelación editorial. Lanzó una serie de colecciones dedicadas a géneros hasta entonces no transitados por la casa (piratas, médicos, periodistas) y trasladó las

En un intento de que la colección fuera aceptada por los distribuidores y minoristas, Gaines llegó incluso a tragarse el orgullo y someterla para su aprobación al Comics Code Authority, organismo al que él se había opuesto ferozmente. Pero no pudo evitar la profunda frustración de tener que “higienizar” las historias y retirar de ellas cualquier cosa mínimamente cuestionable o potencialmente polémica. Cuando el Comics Code vetó una historia antirracista en el nº 33 de “Incredible Science Fiction” (“Ojo por Ojo”, febrero 1956) argumentando que el personaje principal, un hombre negro, aparecía sudando, Gaines decidió que ya era suficiente. Había llegado el momento de abandonar el mundo del comic y concentró todas sus energías en la revista “Mad”. Fue el final de una época no sólo para la ciencia ficción gráfica, sino también para la Historia del Comic.
Sin embargo, los guionistas y dibujantes de la EC dejaron tras de sí un inmenso legado que influyó a innumerables artistas de todo tipo. No sólo aportaron al comic un nuevo tipo de ciencia ficción sino que sirvieron para espolear el interés de muchos aficionados y, con ello, el surgimiento de docenas de títulos en la década de los cincuenta. Pero de eso, hablaré en una próxima entrada.
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