sábado, 11 de enero de 2020

1950- LOS COMICS DE CIENCIA FICCIÓN DE LA EC (y 3)


(Viene de la entrada anterior)

En general, los comics de la EC no dejaban en muy buen lugar a la especie humana. A diferencia de Buck Rogers o Flash Gordon, en los que la tecnología o el heroísmo personal podían conjurar todas las amenazas del futuro, las historias de la EC mostraban a menudo a los hombres derrotados en su propio juego y golpeados en sus puntos débiles. Gaines reconoció que ese cinismo “procedía probablemente de mi propia creencia en que la gente no es buena. Es también una corriente dentro de muchas historias de ciencia ficción, en las que toda la galaxia está tan disgustada con el Hombre que acaba aislándolo”.



Además de imaginar cuatro historias de ciencia ficción cada mes, Gaines y Feldstein tenían que hacer lo propio con los comics de terror y suspense. Buscaban desesperadamente por todas partes ideas que pudiesen ser transformadas en narración en viñetas. Gaines recordaba que “antes de que llegáramos a un punto en el que pudiéramos inventar nuestras propias tramas, copiamos argumentos de muchas cosas que habíamos leído durante años en las revistas pulp sin imaginarnos nunca que alguien podría reconocerlos”. Conscientemente o no, Gaines y Feldstein tomaron prestadas muchas ideas y argumentos de otros autores: Fritz Leiber, Ralph Milne Farley, A.E.van Vogt, Fredric Brown, Anthony Boucher, Damon Knight, John Collier, William Hope Hodgson, Roald Dahl, Richard Matheson, Katherine MacLean, Nelson Bond, Edgar Allan Poe… y Ray Bradbury.

En 1950, Bradbury era una estrella en ascenso en el firmamento de la CF y la Fantasía. Su colección de cuentos “Crónicas Marcianas” había aparecido ese mismo año recibiendo magníficas críticas. En 1951 se publicaría otra de sus mejores recopilaciones, “El Hombre Ilustrado”. Un año después, Gaines y Feldstein escogieron dos de los cuentos de este último volumen, “El Hombre del Cohete” y “Caleidoscopio”, los fusionaron
bajo el título “De Vuelta a Casa”, entregaron el guión a Wally Wood para que lo dibujase y el resultado fue publicado en el número 13 de “Weird Fantasy”. Unas semanas después, la editorial recibió una carta del escritor recordándoles educadamente que habían olvidado enviarle el cheque de 50 dólares por la utilización de sus cuentos. Gaines así lo hizo, acompañando el talón de un acuerdo por escrito en el que autorizaba otras 24 adaptaciones de historias escritas por él.

La caballerosa reacción de Bradbury a su plagio y el acuerdo que se firmó para utilizar su trabajo fueron sin duda producto del cariño y clase con que Al Feldstein trató a su obra. Éste, que adaptó todas las historias menos una de las que aparecieron en los comics de la EC, conservó el estilo de Bradbury al tiempo que supo trasladarlo a otro medio narrativo con sus propias exigencias. El autor, además, era un veterano aficionado al comic y se mostró complacido por la calidad de los artistas encargados de ilustrar las historias.

Pero al mismo tiempo, Bradbury sentía cierta preocupación por su creciente popularidad en el
medio del comic. “Mi nombre estaba apareciendo en más y más portadas de las publicaciones de la EC y mis primeras películas estaban próximas a estrenarse. Me habían encargado adaptar para el cine “Moby Dick”, dirigida por John Huston. Conocía el rampante esnobismo general en relación a los comics de cualquier tipo. Vivía con algo de miedo de que alguien en la industria cinematográfica en la que yo entonces trabajaba dijera en voz alta algo así como “¿Bradbury? Oye, ¿no es ese el tipo que escribe para esos tebeos baratos?”.

Sin embargo, si los colegas de Bradbury en Hollywood se hubieran molestado en echar un vistazo tras las portadas de esos tebeos baratos, habrían comprobado por sí mismos lo que los lectores de la EC ya sabían muy bien: “Weird Science” y “Weird Fantasy” no sólo eran dos de los comic-books mejor escritos sino también mejor dibujados. Después de que en los años sesenta los comics de la EC fueran compilados y publicados en una serie de volúmenes, Bradbury declaró que: “Estoy en deuda con los artistas que ilustraron mi trabajo para la EC. Me siento feliz de ver ahora sus historias reunidas en dos libros por Ballantine Books. Ya no tendré que esconderme en las sombras para leerlos, temeroso de las críticas de los snobs. Hemos salido a la luz, todos nosotros. Y el sol sienta bien, ¿verdad compañeros?”.

Los compañeros bajo el sol a los que hacía referencia Bradbury eran Wally Wood, Al Williamson, Joe Orlando, Frank Frazetta, Roy Krenkel, John Severin, Bill Elder, George Evans, Reed Crandall, Jack Kamen, Al Feldstein y Harvey Kurtzman, los principales dibujantes que trabajaron para los títulos de ciencia ficción de la EC.

Wally Wood, que había ayudado a Gaines a lanzar “Weird Science” y “Weird Fantasy”, se convirtió desde el principio en el más destacado dibujante de ciencia ficción de los cincuenta. Llenaba sus páginas de complejas naves espaciales, paisajes alienígenas, monstruos y voluptuosas mujeres, todo dibujado con un estilo elegante y muy pulido. Su trabajo de entintado era excelente, creando texturas, dando profundidad y arrancando unos característicos brillos a los objetos metálicos.

Wood dibujó más de cincuenta historias de CF para la EC además de otras muchas para otros títulos de la casa, incluyendo “Mad”. Recordaba que: “Realicé una página diaria durante años. Algunas veces me pasaba un día entero con una sola viñeta; otras, hacía dos páginas al día”. Wood, además, escribió dos de las historias que él mismo dibujó, en “Weird Fantasy” 15 (“La Cara Oscura de la Luna”) y 8 (“Enemigos de la
Colonia”). Su trabajo para el género no se limitó a la EC y entre 1950 y 1952 también dibujó para otras compañías como Avon Comics. Parte de su trabajo inicial lo realizó junto a Harry Harrison, pero cuando su asociación terminó (Harrison se concentró en la edición y la escritura), Joe Orlando lo sustituyó en el estudio que compartían ambos.

A Wood le gustaba el estilo de Orlando y cuando en la primavera de 1951 le mencionó que EC estaba buscando nuevos artistas, dado que ambos trabajaban juntos y Wood era muy apreciado en la editorial, a Orlando no le costó realizar unas páginas de muestra al estilo de su maestro-compañero. El editor Al Feldstein no se lo pensó dos veces al ver aquel trabajo y calificó a Orlando como “otro Wally Wood”. Hizo su debut –doble- en los números de septiembre de 1951 de “Weird Science” y “Weird Fantasy”. A partir de ese momento, pasó a ser uno de los artistas fijos de la casa, recibiendo encargos de seis o siete páginas cada dos semanas a 25 dólares la plancha, lo que era una respetable remuneración para la época.

En 1952, Wally Wood presentó en EC a otro artista, un compañero suyo de la Escuela de Arte: Alfredo Williamson. En 1941, Williamson cumplía diez años y, tras ver el serial “Flash Gordon Conquista el Universo” y deslumbrado por las posibilidades de ese género, decide lo que será de mayor: dibujante de comics de ciencia ficción. Esa revelación llegó en realidad tras, animado por el serial, buscar y encontrar las páginas dominicales de Flash Gordon dibujadas por Alex Raymond. Siendo ya un adolescente, Williamson se trasladó a Nueva York y llegó a conocer a su ídolo, Raymond. Trabó amistad con Roy Krenkel y conoció a artistas como George Evans y Frank Frazetta. Desde finales de 1949 hasta 1951, Williamson ayudó y colaboró con Evans, Frazetta, Wood y Krenkel. Tras algún encargo resuelto todavía con cierta bisoñez en comics del Oeste (“John Wayne”, “Billy the Kid”), se centró sobre todo en su género favorito: la ciencia ficción.

Krenkel recordaría posteriormente que Williamson “no hacía más que ciencia ficción por entonces; y eso era lo único que yo también hacía, ciudades raras y maquinaria extraña y cosas así. Al era más un hombre de figuras. Él podía hacer los cuerpos y la acción, que a mí no se me daban bien en absoluto. Yo, por otra parte, tenía
el adiestramiento y la paciencia necesarios como para rellenar los espacios con maquinaria complicada y cosas sí. Era una asociación feliz”. Williamson por su parte, recordaba cómo Krenkel le introdujo al mundo de los comics de la EC: “Me dijo lo buenos que eran, así que empecé a comprarlos. Ya conocía el trabajo de Wally Wood en los comics de Avon y había coincidido con él en la Escuela de Arte”. Wood acabó convenciendo a Williamson para hacer una página de muestra con temática de CF. Lo contrataron al momento y entre 1952 y 1955 dibujó dos docenas de historietas para la editorial, colaborando ocasionalmente con Roy Krenkel y Frank Frazetta.

Todos los dibujantes, profesionales jóvenes que estaban aprendiendo y explorando sus respectivos estilos, rebosaban de energía creativa y amor por la CF. Se admiraban mutuamente, disfrutaban trabajando juntos, sorprendiéndose de tal o cual idea o solución gráfica e ilustrando un material inteligente. Se sentían respetados y reconocidos por la editorial y la atmósfera, como recuerda Joe Orlando, era única. No era sólo trabajo a cambio de dólares, sino vocación y entusiasmo, y ello se nota en las páginas que entregaban cada semana a Gaines y Feldstein.

Era demasiado bueno para durar. Aunque nunca fueron tan populares como los comics de terror, los títulos de ciencia ficción al menos eran rentables…hasta finales de 1952. Gaines continuó con ellos en el catálogo impulsado ya tan solo por su amor al género, pero al término de 1953 no tuvo más remedio que fusionar ambos en un solo título para contener las pérdidas. Así, “Weird Science” y “Weird Fantasy” se cancelaron en sus respectivos números 22. El nuevo y único título de CF resultante se bautizó como “Weird Science-Fantasy” (marzo 1954), continuando la numeración de sus predecesoras y con una cadencia trimestral que luego pasaría a bimestral. La calidad de guiones y arte continuaron siendo las mismas si no mejores, puesto que los autores veteranos como Wally Wood y Al Williamson habían alcanzado ya la cima de su arte y a ellos se les unió el también genial Bernard Kriegstein. Pero con todo y con eso, lo cierto es que los comics de ciencia ficción en general ya no se vendían como dos o tres años antes. El número 26, por ejemplo, dedicado íntegramente a ilustrar casos de avistamientos de ovnis con una aproximación documental, fue quizá un intento de sacar partido de la fiebre contemporánea de los platillos volantes.

Los títulos de terror, sin embargo, sí se vendían bien. Y ello a pesar del creciente ataque al que eran sometidos por sociólogos y autoproclamados garantes de la moral y el bienestar de los
niños. En octubre de 1954, la industria del comic book intentó contrarrestar la mala publicidad que le estaban generando los comics de terror y crimen estableciendo un organismo de censura, el Comics Code Authority, que garantizara la eliminación de material considerado inapropiado por los indignados de turno. Tanto fue así que las palabras “horror” y “terror” se prohibieron en los títulos de las colecciones. Aquellos que consideraban –incorrectamente- al comic book como un material para niños, se habían salido con la suya. Ya no quedaba espacio para historias adultas en ese formato y ello condicionó la evolución del comic en Estados Unidos durante las siguientes décadas, provocándole un retraso respecto a los avances que se iban registrando en, por ejemplo, Francia o Argentina.

Temerosos de llamar la atención y que alguien los pudiera denunciar, muchos minoristas se negaron siquiera a exhibir comic books en cuya portada figurara la palabra “Weird” (Extraño, Raro). Gaines se vio obligado a cerrar sus títulos de terror y afrontar una nueva remodelación editorial. Lanzó una serie de colecciones dedicadas a géneros hasta entonces no transitados por la casa (piratas, médicos, periodistas) y trasladó las
historias de terror a una línea de magacines en blanco y negro que por su formato no quedaban sujetos a supervisión del Comics Code. A priori, la ciencia ficción tampoco tenía por qué causar problemas y así, “Weird Science-Fantasy” cerró tras siete números para ser sustituida (continuando la numeración a partir del 30) por “Incredible Science Fiction” (julio 1955). El responsable de los guiones pasó a ser Jack Oleck (cuñado de Joe Simon), pero la plantilla de dibujantes se mantuvo estable con la adición de Jack Davis y colaboraciones puntuales de Roy Krenkel y Angelo Torres.

En un intento de que la colección fuera aceptada por los distribuidores y minoristas, Gaines llegó incluso a tragarse el orgullo y someterla para su aprobación al Comics Code Authority, organismo al que él se había opuesto ferozmente. Pero no pudo evitar la profunda frustración de tener que “higienizar” las historias y retirar de ellas cualquier cosa mínimamente cuestionable o potencialmente polémica. Cuando el Comics Code vetó una historia antirracista en el nº 33 de “Incredible Science Fiction” (“Ojo por Ojo”, febrero 1956) argumentando que el personaje principal, un hombre negro, aparecía sudando, Gaines decidió que ya era suficiente. Había llegado el momento de abandonar el mundo del comic y concentró todas sus energías en la revista “Mad”. Fue el final de una época no sólo para la ciencia ficción gráfica, sino también para la Historia del Comic.

Sin embargo, los guionistas y dibujantes de la EC dejaron tras de sí un inmenso legado que influyó a innumerables artistas de todo tipo. No sólo aportaron al comic un nuevo tipo de ciencia ficción sino que sirvieron para espolear el interés de muchos aficionados y, con ello, el surgimiento de docenas de títulos en la década de los cincuenta. Pero de eso, hablaré en una próxima entrada.

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