(Viene de la entrada anterior)
Con la marcha de Howard Chaykin, “Los Micronautas” volvían a estar urgentemente necesitados de un dibujante. Fue Steve Ditko el que regresó para encargarse del segundo Anual, del que Rick Buckler realizó las primeras siete páginas y en el que, como si de un comentario sobre el propio origen de los personajes se tratara, los Micronautas luchaban en Nueva York contra el Amo de los Juguetes, que estaba utilizando versiones en plástico de nuestros héroes para atacarlos en los grandes almacenes Macy´s. El villano resultaba ser el profesor Philip Prometeo, que había entregado prototipos de las figuras de acción de los Micronautas a un fabricante para así hacerse con un ejército propio en miniatura. Sus mecanismos de control pusieron también bajo su dominio a los auténticos Micronautas… con la excepción de Marioneta, ya que no existía un juguete que la representara. Su providencial intervención ayudó a sus camaradas a obtener la victoria.
Mientras tanto, en la colección principal, debutaba un nuevo artista en el nº 19 (julio 80): Pat Broderick. Éste no era un recién llegado a las aventuras cósmicas y los héroes espaciales porque venía de realizar siete números de “Capitán Marvel” entre 1978 y 1979, así que su elección parecía adecuada a la hora de encargarse de dibujar las peripecias del Comandante Rann y la tripulación de la Endeavor. Sin embargo, encontrar referencias visuales en las que apoyarse le resultó difícil a Broderick, dado que sólo contaba con una veintena de números previos de la colección. Louise Simonson, que sustituyó a Al Milgrom como editora de la colección, le pidió a Michael Golden que le enviara a su colega los juguetes para ayudarle en su trabajo. La misión de Broderick no era fácil: tras un puñado de episodios de Chaykin con una calidad artística muy mediocre, debía recuperar el estilo original de Golden con el que había arrancado la serie. Y aunque era difícil igualar a su antecesor (que seguía encargándose de las portadas), puede decirse que Broderick, con la ayuda del entintador Armando Gil, hizo una labor meritoria.
Su etapa comenzó con Bug, que se había separado del grupo tras la muerte de Jasmine, convirtiéndose en líder de un ejército de insectoides controlados por un nuevo villano de la Tierra, Juan Raro (nombre tomado del título de la conocida novela de CF de Olaf Stapledon). Scott Lang, el segundo Hombre Hormiga, hace una aparición para ayudar al equipo, aunque el único que se encuentra con él cara a cara es Biotrón. El conflicto entre los soldados de seis patas de Juan Raro y los Micronautas se salda con victoria de estos últimos, aunque a costa de separarse en un mundo tan enorme y hostil para ellos como la Tierra. Rann y Mari deberían vérselas con el Hombre Planta para ayudar a su novia, una florista (nº 21); Biotrón, que buscaba componentes con los que reparar la Endeavor, se enfrenta al Hombre Molécula (nº 23); y Bug, Microtrón, Acroyear y Cilicia se miden con un hombre que afirma ser el mejor ladrón del mundo (nº 22). De nuevo reunido el equipo, su siguiente villano es uno muy de su época: Computrex, creado por Mentallo y el Arreglador (nº 24).
Para que los lectores no se olvidaran del lugar de origen de los Micronautas, los números 21 a 25 contaron con una serie de complemento, “Cuentos del Microverso”, ambientada en Mundo Hogar y en la que se narraba la gradual transformación del Príncipe Argón, cuyo cuerpo había poseído secretamente Karza, consumido por el deseo de recuperar su imperio y vengarse de los Micronautas. Asombrosamente, el villano había conseguido además el título de Hydra Supremo, el líder de la famosa organización terrorista, disponiendo de ese modo de todos sus recursos. Estando Hydra de por medio, no podían faltar Nick Furia y SHIELD, que establece una alianza con los Micronautas (nº 26).
En esta ocasión, sin embargo, la Fuerza Enigma no pudo ayudar a los héroes en la batalla que se libró en el parque de atracciones Fantasy World. Tanto el Viajero del Tiempo como Actururs Rann caen prisioneros de Karza (nº 27), lo que obliga a Acroyear a volver a fusionarse con Mundo Mente, la esencia vital de su planeta natal, Spartak, dejándolo indefenso contra los ataques combinados de los Soldados Perro y los comandos de Hydra en el Microverso. Sin embargo, tanto la poderosa entidad como el rey guerrero sabían que era la única forma de salvar ambos universos, derrotar a Karza e impedir el estancamiento evolutivo de los acroyears. Por desgracia, a raíz de esta decisión, el monarca será tachado de traidor por su pueblo, ahora forzado a convertirse en un grupo de nómadas sin hogar tras haber quedado Spartak inhabitable. Incluso Cilicia lo repudia.
Acroyear no es el único que sufre una gran pérdida a raíz de esta batalla. Biotrón resulta destrozado, dejando al Comandante Rann sin su más cercano y viejo amigo. De hecho, la crisis lo sume en un estado comatoso y SHIELD y los Micronautras piden ayuda del doctor Leonard Samson (personaje recurrente de los comics de Hulk) para que les ayude a entrar en la mente de Rann (nº 29), donde luchan contra Pesadilla, la némesis del Doctor Extraño. Este viaje fantástico al cerebro de su camarada hace que los Micronautas deban vencer por separado sus peores temores antes de derrotar al villano y, así, sacar de su sueño a Rann. Después, ya solo queda viajar de vuelta al Microverso.
Regreso a casa que no estará exento de emociones. Aquí da comienzo una larga saga que regresa a los terrenos de la ciencia ficción y a lo largo de la cual los protagonistas viajarán por las diversas regiones de Mundo Hogar en busca de las tres llaves que pueden desentrañar el misterio sobre el origen del Microverso. Para ello, deberán encontrar a la Fuerza Enigma y luchar contra demonios que han sacado de la Tierra al Príncipe Wayfinder, el ancestro de Arcturus Rann y uno de los Viajeros del Tiempo originales.
En el Macroverso, el Doctor Extraño encuentra una tabla que contiene una inscripción vista por primera vez por los Micronautas en la mente de Rann cuando estaban viajando por su subconsciente (nº 31). Así que, mientras los héroes inician su búsqueda del trío de artefactos que podrían salvar ambos universos de la aniquilación mutua, Extraño adopta su forma astral y rompe el Muro Espacial para entrar en el Microverso (nº 32) y ayudar a los protagonistas. Al equipo irán añadiéndose otros aliados, como el Príncipe Pharoid, gobernante de la región desértica de Aegypta y que guarda un secreto rencor contra los Micronautas por lo sucedido con Argón; la roboide Nanotrón; Fireflyte, un espíritu cantarín emanado de la Fuerza Enigma; y Demonio, una criatura de vello rojo proveniente de la región de Trópica. El ahora enloquecido Comandante Fuerza, no sólo declara traidores a los tripulantes de la Endeavor sino que envía tras ellos a un escuadrón de sicarios.
Mientras tanto, el Comandante Rann debe encontrar la tumba del Príncipe Wayfinder e insertar en la puerta de su cripta las tres llaves; puerta que muestra la misma inscripción de la tabla de piedra hallada por el Doctor Extraño. Por fin, en el número 35, de extensión doble, culmina la saga al abrirse la tumba. El hechicero terrestre y Rann se funden en la Fuerza Enigma para convertirse en el siguiente Capitán Universo y derrotar a los demonios guardianes. Pero, una vez más, la victoria no se obtiene sin un coste. Los Micronautas son ahora considerados fuera de la ley por un hombre que antaño fue su amigo, y los demonios extraen la fuerza vital de Fireflyte durante la batalla.
Aunque Broderick encontró la dinámica de Marvel más creativa y liberadora que los guiones completos con los que debía trabajar en DC, Bill Mantlo tenía una opinión menos entusiasta del trabajo de su colega. Aunque admitía que en las escenas espaciales Broderick daba la talla, le molestaba su renuencia a dibujar los momentos más cotidianos en el mundo real, que Mantlo también incluía en sus guiones. Cuando le indicaba en sus notas que había que integrar una escena de diálogos o más reflexiva, Broderick hacía oídos sordos y dibujaba a los personajes volando, gritando o saltando en perspectivas forzadas. Así que, según declaró el propio Mantlo, desde el número 12 al 29 se encontró totalmente perdido en la colección: entregaba unos guiones y se encontraba de vuelta unos comics que no eran lo que él había escrito.
Tras años de trabajar como independiente para Marvel, Mantlo firmó por entonces un contrato con la editorial. Para su desgracia, los Micronautas estaban siendo seguidos muy de cerca, y no con buenos ojos, por su jefe, el editor Jim Shooter. En octubre de 1981, Broderick entregó las páginas de su último número de “Los Micronautas”, el 34, que se publicaría unos meses más tarde. El siguiente, a la espera de encontrar un nuevo dibujante, lo realizaría Danny Bulanadi sobre bocetos de Val Mayerik. Hallar un sustituto de Broderick no iba a ser sencillo y lo que vino a continuación fue el proverbial tiovivo de equipos creativos que en nada ayudaron a fijar una dirección y estética estables para la serie.
Una vez más, los Micronautas se las arreglaban para acabar en la Tierra en una serie de números (37-39) escritos por Mantlo y dibujados por Keith Giffen y Greg LaRocque, John García (que provenía de las revistas de la Warren) y Steve Ditko. Tan sólo el reconocible entintado de Danny Bulanadi consiguió mantener cierto grado de coherencia gráfica entre unos y otros.
En absoluto satisfecho con que los Micronautas siguieran vivos en nuestro planeta, el príncipe Argón utiliza los Bancos de Cuerpos de Karza para convertir a un delincuente callejero, Iann-23, en un grotesco humanoide de cuerpo adaptable que podía ser utilizado como arma y al que llamó Huntarr antes de enviarlo a la Tierra para matar a los héroes tras haber fracasado en el empeño su Escuadrón de la Muerte. La batalla tendrá lugar nada menos que en la Sala de Peligro de los X-Men, donde los Micronautas recibirán la ayuda del mutante Rondador Nocturno. Entretanto, en Mundo Hogar, la prometida de Argón, Slug, se había unido al movimiento de rebeldes contra su antiguo amante. Éste, sin embargo, la captura junto con el Príncipe Pharoid.
El número 38 (febrero 82) miraba atrás en el tiempo para arrojar algo de luz sobre el pasado del Comandante Rann y su mentor, el Barón Karza, además de contar el primer encuentro entre Acroyear y Bug. Pero el 39 marcó un cambio significativo en la distribución de la colección, ya que “Los Micronautas” fue uno de los primeros títulos con los que Marvel experimentó su formato de 32 páginas de historieta sin anuncios y vendido exclusivamente en el cada vez más próspero circuito de librerías especializadas. Aquel episodio, dibujado por Steve Ditko, se abría con una secuencia en la que se explicaba a los lectores cómo y dónde comprar el comic utilizando a una pareja que entraba en una tienda especializada en la que irrumpía accidentalmente la Endeavor sembrando el caos, aunque el meollo de la aventura llegaba cuando Rann y sus camaradas debían enfrentarse a los nuevos asesinos del Comandante Fuerza, unos soldados Acroyear, y reparar su nave para poder volver al Microverso.
En el nº 40 (abril 82), Gil Kane, que se había estado ocupando de las historias de complemento de los dos números precedentes (historias necesarias para completar la mayor extensión del nuevo formato) se convierte ahora en dibujante regular de la serie, conservando, eso sí, a Danny Bulanadi, entintador poco adecuado para sus lápices por mucho que, como he dicho, fuera el nexo gráfico de todos estos números.
En la etapa Mantlo/Kane, los Micronautas formarán equipo con La Cosa, Franklin Richards y la Avispa mientras buscan la ayuda de los Cuatro Fantásticos y los Vengadores para regresar a su propio universo tras perder la Endeavor en las alcantarillas de Nueva York. Los villanos que irían desfilando por estos números serían el Doctor Muerte, Arcade, Computrex, el incombustible profesor Prometeo y el doctor Némesis. Este último envía a Marioneta, Acroyear y Bug al Microverso, mientras que Rann, creyendo que aquéllos han muerto, se queda en la Tierra con Demonio, Microtrón y Nanotrón.
Marioneta y sus dos amigos se encuentran al llegar con una rebelión en marcha contra el dictatorial hermano de aquélla, Argón. Pharoid y Slug siguen prisioneros en el Pozo del Placer, pero el cuerpo de esta última ha sido ocupado por la mente de la anciana Duquesa Belladona, un personaje que había aparecido en la etapa de Michael Golden. Sin embargo, cuando Belladonna se da cuenta de que Argón, ahora más monstruo que hombre, en realidad lo que quiere es casarse con ella en el atractivo cuerpo de Slug para así destruir la moral de los rebeldes, acaba recuperando su envejecido cuerpo y uniéndose a la causa liderada por la Princesa Marioneta, Acroyear y Bug.
La que no está muy alta es la moral de Arcturus Rann en la Tierra ya que se culpa de la muerte de sus amigos –sigue ignorando que éstos se hallan vivos en Mundo Hogar-. Demonio, por su parte, ha cambiado de “osito” adorable a bestia peligrosa, una transformación que, aunque de vez en cuando ayuda a estos náufragos micronautas a salir de apuros, empieza a resultar complicada de manejar. Lo único que parece calmarlo es la reproducción de una canción de Fireflyte almacenada en la memoria de Microtrón.
Aunque a Gil Kane le encantaban los conceptos e ideas que desplegaba la colección y tenía la mejor opinión de la imaginación de Bill Mantlo, encontró muy complicado dibujarla. Por su parte, Mantlo volvía sentirse insatisfecho al no considerar que Kane se mantuviera fiel a los guiones que le entregaba. Fuera por uno, el otro o los dos, el número 45 (septiembre 82) fue el último que dibujó Kane. Los dos siguientes los realizaron Luke McDonnell y Mike Vosburg, dos artistas mediocres cuyo dibujo sólo salvaba en esta caso el entintado de Danny Bulanadi, que seguía siendo el único que dotaba a la serie de cierta uniformidad gráfica.
En esos dos episodios, el Comandante Rann, Demonio, Microtrón y Nanotrón acababan en una isla habitada por nativos del Microverso, vampiros que bebían almas en vez de sangre y a los que Rann y Biotrón habían conocido mucho tiempo atrás durante su viaje de mil años explorando el Microverso. Aquel encuentro había dejado una profunda huella en esos seres, hasta tal punto que construyeron su propia nave, con el aspecto de Biotrón, y, como harían muchos años más tarde los Micronautas, habían atravesado el Muro Espacial y viajado a la Tierra, estableciéndose en una de las islas Bermudas. Pero la transición al Macroverso deformó sus cuerpos humanoides de forma grotesca y ahora sólo desean volver a su propio universo.
Mientras tanto, en Mundo Hogar, el movimiento de resistencia de Marioneta se halla inmerso en una desesperada batalla que podría decidir el destino del Microverso y todos los que en él habitan. Mari se enfrenta a su hermano como parte de una táctica de distracción que permitirá a Acroyear, Bug y un grupo de rebeldes atacar los Bancos de Cuerpos y liberar a un ya muy debilitado Pharoid. Pero las cosas no salen bien y Mari se ve obligada a saltar hacia lo que parece su final definitivo mientras sus compañeros se las ven con el Escuadrón de la Muerte. En la Tierra, Demonio cae víctima de uno de sus ataques de furia, pero los vampiros de almas de las Bermudas, cuyo cántico se asemeja al de Fireflyte, lo apaciguan y a punto están de matarlo con su toque letal cuando llega justo a tiempo la nave Biotrón para salvar a los héroes. Era el cierre de una etapa y el comienzo de otra, a cargo, ahora sí, de un nuevo artista prometedor.
(Finaliza en la siguiente entrada)
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