(Viene de la entrada anterior)
El Microverso es un universo subatómico que había aparecido ya en títulos Marvel como “Los Cuatro Fantásticos” o “Hulk”. El número 1 de “Los Micronautas” (enero 79, aunque editado en septiembre del 78), comenzaba en Mundo Hogar, una cadena de planetas engarzados en una especie de cadena molecular en forma de doble hélice y situado en el centro de ese cosmos. El primer Micronauta, el Comandante Arcturus Rann, regresa de una misión de exploración que ha durado un millar de años y que ha pasado en su mayor parte en animación suspendida en la nave H.M.S. Endeavor, con la única compañía de Biotron, una mezcla de robot y ser orgánico.
Quien gobierna ahora como un tirano en Mundo Hogar es nada
menos que su antiguo mentor y principal científico del Microverso, el Barón
Karza, que, además, asesinó a Dallan y Sepsis Rann, los padres del comandante.
Enfundado en una siniestra armadura negra de alta tecnología –y cuyos puños pueden
separarse de la misma-, ejerce su control mediante el miedo y la violencia. Los
más desfavorecidos y aquellos que se rebelan contra su autoridad son apresados
y utilizados como carne de cañón genética: o se les transforma en los Soldados
Perro, el ejército sin mente de Karza; o se les envía a los Bancos de Cuerpos
para que sus órganos sean utilizados como reemplazos de los dañados o
envejecidos de la élite de Mundo Hogar, que así han conseguido alcanzar una
inmortalidad de facto.
El Comandante Rann y Biotron no reciben la bienvenida del
héroe que esperaban. A Rann lo encarcelan en la prisión del Barón –a la que eufemísticamente
se la denomina el Pozo del Placer- y allí conoce a otro preso, un ladrón
insectivórido del planeta Kaliklak, Bug, sentenciado por desafiar al gobierno
títere que Karza impuso en su mundo (personaje, por cierto, añadido por Golden
al reparto inicial propuesto por Mantlo). También traba amistad con Acroyear,
príncipe de Spartak, cuyo trono fue usurpado por su hermano albino, Shaitan,
que convenció al pueblo para aliarse con Karza.
Dado que en el largo periodo que el Comandante pasó en animación suspendida se descubrió la impulsión ultralumínica, Karza ha dispuesto de los medios para conquistar más rápido el Microverso, encerrando en el Pozo del Placer a los disidentes de las muchas razas que ha sometido. Así, mientras Rann se informa de la situación a través de Bug y Acroyear, ve a la hermosa Princesa Mari, apodada Marioneta por su aspecto de muñeca y que espiaba para los movimientos de la resistencia; y Microtrón, el pequeño amigo y maestro robótico de la Princesa desde que era niña, dirigiéndola en las operaciones encubiertas. Para Rann, la Princesa es amor a primera vista.
Mari y su hermano el Príncipe Argon sobrevivieron a la
masacre de toda su real familia por parte de Karza. Más adelante en la etapa
Mantlo/Golden, Argon se convertiría en un centauro al fusionarse con su caballo
Oberon en los Bancos de Cuerpos de Karza. Los Sacerdotes de la Sombra, que
ayudaron a los rebeldes tras haber servido al tirano, le dieron al Príncipe la
armadura sagrada de combate de Dallan Rann. Argon pasaría a llamarse Comandante
Fuerza y liderar a los revolucionarios de Mundo Hogar junto a la hermosa y
eficaz Slug.
Al día siguiente de haberse conocido, el Comandante Rann, Bug y Acroyear son llevados a la arena del circo, donde se les obliga a combatir contra un Tanque de la Muerte mientras Karza, Shaitan y un sacerdote de la Sombra disfrutan del espectáculo. Cuando el arma del Barón es destruida, el pueblo de Acroyear se vuelve contra el trío y sólo la intervención de la Princesa Mari les permite escapar a bordo de la Endeavor tras reunirse con Biotrón. Una flota de naves de Spartak persigue al grupo, pronto conocido como Los Micronautas, hasta el espacio profundo. La Endeavor y sus perseguidores se aproximan y a continuación atraviesan la barrera dimensional que separa el Microverso del Macroverso, conocida como el Muro Espacial. De repente, todos se encuentran en un mundo de gigantes al que sus nativos llaman Tierra.
Allí, los Micronautas hacen amistad con un astronauta
jubilado, Ray Coffin, y su hijo, Steve, y se enemistan con el profesor Philip
Prometeo, antiguo colega de Coffin y director de H.E.L.L. (ingenioso acrónimo
de Human Engineering Life Laboratory), en Cabo Cañaveral. Prometeo, que es un
ciborg, está obsesionado al límite de la locura con el Microverso y tras ver
que Steve tiene en su poder el cuerpo de un soldado Acroyear muerto, no puede
reprimir su agresividad contra el muchacho. Ray Coffin sale en defensa de su
hijo y en el forcejeo subsiguiente ambos caen por el pozo dimensional que el
científico loco ha bautizado con su nombre. En la Tierra los dan por muertos,
pero en el Microverso son gigantes. Ray Coffin se convierte en el Capitán
Universo, un agente de la Fuerza Enigma, mientras que Prometeo pasa a ser un
receptáculo para la mente del Barón Karza, que se entera de la existencia del
Macroverso a través de Shaitan.
La guerra contra el Barón Karza pasa, por tanto, a librarse
en dos frentes. Por una parte, en la Tierra, a donde ha llegado el tirano
convertido en un gigante, poniendo bajo asedio el laboratorio de HELL y Cabo
Cañaveral. Ray Coffin-Capitán Universo consigue derrotarlo y arrojarlo de
vuelta al Microverso. Los Micronautas también vuelven a casa sólo para ser
recibidos por un escuadrón de cruceros estelares de Spartak… que no quieren
combatir. Avergonzados por la traición de Shaitan, desean el perdón de su
legítimo rey. Y efectivamente, Acroyear recupera el trono de Spartak justo
cuando la flota de Karza bombardea el planeta, obligando a aquél a fundirse con
la esencia de su mundo para salvarlo. Bug es dado por muerto y Karza captura a
Mari y a Acturus Rann. Pero la alegría del tirano dura poco porque los rebeldes
del Príncipe Argon se hacen con los Bancos de Cuerpos y el Viajero del Tiempo,
una manifestación de la Fuerza Enigma, la síntesis de todas las fuerzas positivas
del Microverso, se funde con Rann para formar una entidad casi omnipotente
capaz de enfrentarse a Karza mientras los Acroyears ayudan al Comandante Fuerza
y los Micronautas.
La escala de la batalla es épica y cuando la armadura de
Karza resulta perforada tras desaparecer su campo de fuerza personal, intenta
un último y desesperado movimiento: utilizar la energía del núcleo de Mundo
Hogar, pero mientras su poder desaparece, el de Rann aumenta gracias a la
Fuerza Enigma. Su intento de controlar las inmensas energías de Mundo Hogar
desembocan en su derrota, despeñándose por el mismo pozo de energía que
pretendía utilizar. Los Micronautas han vencido y el Microverso queda libre de
la opresión. Mundo Hogar elige como nuevo gobernante al Príncipe Argon,
Acroyear desafía a Shaitan a un duelo a muerte –que, por supuesto, gana-, y la
tripulación de la Endeavor, una vez restañadas sus heridas, parte a buscar
acción y aventura en otros mundos.
“Los Micronautas” fueron un éxito para Marvel que benefició
a todos los participantes en su creación. Los plagios de “Star Wars” eran
escandalosos: un villano embutido en una armadura negra que puede estrangular a
sus enemigos a distancia y que gobierna un imperio mediante un ejército de
soldados clónicos; frente a él, un grupo de rebeldes a bordo de una nave muy
especial y entre los que se cuentan una princesa y dos robots sospechosamente
parecidos a C3P0 y R2D2; en lugar de la Fuerza, la gran energía universal que
algunos pueden canalizar es la Fuerza Enigma… Pero a los lectores les daba
igual. Querían más de Star Wars, fuera original o sucedáneo, y el comic oficial
que publicaba Marvel –y que, ya lo indiqué, era el más vendido de la editorial
desde 1977- no era suficiente. Así que “Los Micronautas” contribuyó a paliar
esa demanda que nunca parecía darse por satisfecha. Por otra parte, Golden y
Mantlo fusionaron esos elementos tomados de la space opera de Lucas con la
estética y los tropos propios del péplum para construir una aventura que,
aunque no era original, sí estaba bien narrada y dibujada.
Pero no todo fueron rosas en ese camino al éxito. Las fechas de entrega asfixiaban a todos los implicados y el entintador Josef Rubinstein abandonó la serie en el séptimo número incapaz de entender la dirección artística que seguía Golden. Parece ser que a éste le dijeron que sus viñetas y su narrativa eran demasiado confusas. Según afirmó el editor, Al Milgrom, Golden dibujaba con una línea muy fina que el papel de escasa calidad que se utilizaba en los comics de la época no reproducía bien. Si a eso se añadía que muchas viñetas incluían multitud de personajes, naves y efectos, esa confusión era inevitable. Empezaron entonces a insistirle para que imitara a Jack Kirby, engrosara la línea y simplificara la narrativa. Tanta fue la presión que, no sin resistencias, acabó cediendo.
Pero claro, la situación no era ni mucho menos de su gusto.
Y no sólo en lo relativo al dibujo. El problema era que Mantlo había dejado
claro que los Micronautas no sólo viajaban a la Tierra, sino que ésta era la
Tierra del Universo Marvel. Y, por supuesto, Jim Shooter, siempre dispuesto a
utilizar las sinergias, empezó a insistir para que los Micronautas interactuaran
con otros personajes famosos de la casa, esto es, superhéroes. Si Golden se
había marchado de DC para dibujar “Los Micronautas” fue porque no quería seguir
con los superhéroes y ahora le decían que éstos iban a estar presentes en lo
que se le había asegurado sería un comic netamente de ciencia ficción. Pero en
el número 7 ya había participado como estrella invitada el Hombre-Cosa y en el
8 el Capitán Universo, que era claramente un superhéroe. Según él mismo dijo en
una entrevista: “Los Micronautas nunca fueron la aventura de fantasía y ciencia
ficción que se me había dicho originalmente. Esos conceptos estuvieron
presentes en los primeros números de la colección y si hubiera seguido en esa
línea, probablemente hubiera estado mucho más satisfecho”.
Así que, con el número 12 (diciembre 79), Golden se marchó
para dedicarse al arte comercial. Aunque estaba algo desencantado con la
industria del comic, en los años siguientes seguiría realizando portadas e
historias autoconclusivas.
Entre los números 13 y 19 (enero 80-junio 80), Al Milgrom siguió haciendo doblete: editaba y finalizaba los dibujos a lápiz del nuevo artista de la colección. Éste era Howard Chaykin, quien no era ajeno ni mucho menos a la Ciencia Ficción. De hecho y hasta ese momento, era uno de los nombres más asociados al género en su formato gráfico: creó “Ironwolf” para DC, trabajó en los comics de Star Wars en Marvel, creó Cody Starbuck para “Star Reach” y adaptó como novela gráfica “Las Estrellas Mi Destino” de Alfred Bester. Sin embargo, a Chaykin siempre se le ha notado cuándo se compromete con un comic y cuándo lo toma como un trabajo meramente alimenticio. Y este último era claramente el caso con “Los Micronautas”. El propio Bill Mantlo se sintió decepcionado al ver, tras las espléndidas portadas que Golden seguía aportando, unas páginas toscas, faltas de inspiración y detalle. La magia del Microverso se había esfumado.
Pero Mantlo, profesional como era, siguió escribiendo las
aventuras del Comandante Arcturus y su grupo de héroes. Los números 13 al 15
narraban el regreso de Bug a su mundo natal, Kaliklak, sólo para encontrarse con
que su padre Wartstaff le había reemplazado como líder de su banda de ladrones.
Tras recuperar lo que consideraba suyo por derecho, Bug llevaría a la batalla a
su grupo de degolladores y rateros para eliminar los restos de las tropas
coloniales de Karza que aún resistían en las colmenas insectivóridas. Mientras
tanto, en el Macroverso, la agencia de espionaje S.H.I.E.L.D quiere reunir toda
la información posible sobre los Micronautas y el lugar de donde proceen,
acudiendo para ello nada menos que a los Cuatro Fantásticos.
El amor también se abría paso en el seno de los Micronautas. Acturus Rann y la Princesa Mari expresaban mutuamente sus sentimientos; y las parejas de Bug y Acroyear, la insectivórida Jasmine y la guerrera Cilicia, se unían a la tripulación de la Endeavor. Sin embargo, la felicidad y la paz no iban a durar mucho para uno de los Micronautas. Jasmine muere cuando el grupo y los Cuatro Fantásticos se enfrentan a un viejo enemigo de éstos, Psico-Man. Ni siquiera hay tiempo suficiente para el duelo porque tras el servicio funerario de Jasmine en la Tierra, los Micronautas tienen que luchar por sus vidas contra unas muñecas en la casa de una niña. Con este número 19, finalizaba la poco gloriosa etapa de Chaykin. Una vez más, se producía una vacante en el equipo creativo de la colección y Mantlo sólo podía cruzar los dedos y esperar que el reemplazo supiera recuperar la magia que había caracterizado el inicio de la serie.
(Continúa en la siguiente entrada)
No hay comentarios:
Publicar un comentario