A finales de los cuarenta, cuando “Astounding Science Fiction” se hallaba en la cima de su popularidad, había ya otro tipo de CF que discurría por caminos menos visibles y que afloraba en revistas de menor categoría. Fue por entonces que un puñado de escritores empezaron a experimentar con el estilo y la técnica narrativa, una opción estética que les cerraba las puertas de “Astounding”. Los primeros trabajos de Ray Bradbury, Alfred Bester o Cordwainer Smith vieron la luz en otras cabeceras. Y otros autores que ya habían publicado en “Astounding” empezaron a explorar formas de expresión y visiones más personales para los que tuvieron que encontrar editores más abiertos de mente que John W.Campbell Jr y nichos de lectores en sintonía con sus ambiciones.
Y esos nichos florecieron alrededor de 1950, cuando una amplia y nueva ola de revistas llegó a

De entre el casi centenar de publicaciones que aparecían cada mes en el mercado relacionadas directa o indirectamente con la CF, es difícil escoger una sola que represente esta nueva era, pero sin duda entre las principales pueden contarse “If”, en la que, en 1953, se publicó la primera parte de lo que sería la gran obra de especulación teológica de James Blish, “Un Caso de Conciencia” (1958). Otra fue la ya veterana y cuarteada “Amazing Stories”, renovada por el editor Cele Goldsmith en 1956. “Galaxy Science Fiction” se publicó de 1950 a 1970 y bajo la férrea batuta editorial de Horace Gold dio cabida a los temas sociales y la sátira. Otra de las grandes fue “The Magazine of Fantasy and Science Fiction”, fundada en 1949. Todas ellas dieron luz verde a obras que, con toda seguridad, no hubieran pasado el filtro de Campbell.

Un año después, Boucher y McComas, siguiendo la sugerencia de Dannay (que en este punto desaparece de la historia), se entrevistan con el propietario de Mercury Press, la editorial de “Ellery Queen”: Lawrence Spivak, que dio su visto bueno a la nueva publicación. Ambos empezaron a recopilar material para la misma, incluyendo una nueva historia de Raymond Chandler y derechos sobre reediciones de historias

La idea original de Boucher y McComas había sido la de replicar la fórmula que tan buenos resultados creativos y económicos le había dado a “Ellery Queen´s Mystery Magazine”, a saber, mezclar material clásico con moderno y evitar los excesos del pulp. Aunque inicialmente iba a incluir exclusivamente Fantasía pero no Ciencia Ficción, no tardaron en darse cuenta ambos de que los límites entre uno y otro género eran muy difusos y acabaron aceptando la sugerencia del director general de Spivak, Joseph Ferman, de dar cabida también a la CF en la esperanza de ampliar el público objetivo.

En los años que siguieron, los editores que fueron desfilando por la revista (Robert P.Mills, Avram Davidson, Edward L Ferman) respetaron siempre su línea editorial original, animando a los autores, noveles o veteranos, a seguir nuevas direcciones y en concreto Boucher y Goldsmith, buscaron siempre los temas sofisticados y la elegancia prosística por encima de la “ciencia dura” o la fidelidad a los principios científicos conocidos. Bajo su liderazgo, “F&SF” no tardó en hacerse conocida en el mundillo por dar cabida a relatos con un

Con un énfasis especial en los cuentos por encima de las novelas serializadas, lo que pretendió “F&SF” en los años cincuenta fue superar los estándares de la ficción pulp y aspirar a los niveles más literarios que, a través de las revistas generalistas de mayor prestigio y más lujoso formato, habían dado forma a la literatura norteamericana de entreguerras. Esa fue una de las razones por las que al comienzo abandonaron las ilustraciones interiores y publicaron material clásico de autores prestigiosos, como Robert Graves, Robert Louis Stevenson, Oscar Wilde o P.G.Woodehouse. Además, creó una “escudería” propia de autores que no participaban en ninguna otra revista de género, ya fueran más generalistas o centradas en la Fantasía y la CF.
Por ese énfasis en la narración corta y espíritu ecléctico, durante los años cincuenta F&SF no disfrutó de la misma consideración entre los fans y críticos que sus dos más directas rivales, “Astounding” y “Galaxy”. Juntas, no obstante, eran conocidas

Entre los clásicos que aparecieron en sus páginas está, por ejemplo, “Cántico por Leibowitz”, serializado en la revista de 1955 a 1957. Miller aportó con esta obra no solo un estilo muy personal y profundidad emocional sino un fuerte sentido de la Historia. También en estas páginas apareció “Flores para Algernon” (1959), de Daniel Keyes; se atrevió a publicar “Tropas del Espacio” (1959), de Heinlein, una novela que abrió una nueva puerta en su carrera y lo sacó de la literatura juvenil; o “Todos Vosotros Zombis”, también del mismo autor; los ingeniosos cuentos de Zenna Henderson sobre El Pueblo (1961), unos alienígenas obligados a exiliarse en la Tierra; o historias de autores sólo

En 1958, Mills consiguió que Asimov publicara una columna sobre Ciencia y que aparecería puntualmente desde 1958 a 1992 (sólo cesaron tras la muerte del escritor): un total de 399 ensayos que el autor luego recopilaría en muchos volúmenes y a los que calificaría como uno de sus trabajos más reconfortantes. A mediados de los sesenta, Davidson abrió la revista a escritores no anglosajones (autores de Chile, Alemania, Japón, la Unión Soviética) y lanzó una línea de números especiales centrados en un autor concreto, empezando por Theodore Sturgeon y Ray Bradbury, que luego se convertirían en una tradición.

En los 70, la cabecera contó con las firmas de Harlan Ellison y James Tiptree Jr, además de descubrir a nuevos talentos como Pamela Sargent, John Varley o Michael Bishop. En sus páginas pudieron leerse historias de Christopher Priest, Gregory Benford, Frederik Pohl, Robert Silverberg o Stephen King por nombrar solo los más llamativos.
En los años 80, F&SF retrocede ante una nueva competencia. “Isaac Asimov´s SF Magazine”,

Tras la marcha de Ferman en 1991 y la entrada de una editora casi un cuarto de siglo más joven que él, Kristine Kathryn Rusch, la revista trató de encontrar una nueva personalidad decantándose por el terror y la “fantasía oscura”. Fue en este periodo, ya lo he referido, que Asimov murió y la desaparición de su columna fue un golpe que no pudieron suplir sus sucesores como comentaristas científicos, Gregory Benford (que es astrofísico) y Bruce Sterling entre otros.

Esta trayectoria negativa se recuperó gracias al nombramiento de Gordon Van Gelder como editor en 1997, si bien ello fue a costa de marginar la CF en favor de diferentes tipos de Fantasía. Aunque la revista, ya con cadencia bimensual, sigue en circulación, sus ventas no han dejado de bajar y aunque su trayectoria, legado y capacidad de supervivencia son impresionantes, es imposible ignorar que la era de las revistas de CF hace mucho que quedó atrás y que es muy posible que no tarde en desaparecer. En cualquier caso, ya hace décadas que su papel nuclear en la ciencia ficción norteamericana dejó de ser relevante.
Gracias a su eclecticismo, ausencia de temor ante los experimentos narrativos y flexibilidad temática a la hora de abordar el género, “F&SF” no sólo ganó ocho premios Hugo a la mejor publicación (de hecho, el contenido literario y gráfico de la revista ganó más galardones –Hugo, Locus, Nébula…- que cualquier otra publicación), sino que puede decirse que fue la punta de lanza de una nueva era de la CF que no tardaría en materializarse en la “Nueva Ola” a mediados de los sesenta, pasando el testigo a la revista “New Worlds”.
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