Priorizando la aventura sobre la caracterización, en lugar de entrar a explorar las psicologías y personalidades de los personajes ya desde el principio, se optó por dejar que sus actos hablaran por ellos y que vivieran diversas aventuras juntos que sirvieran para establecer lazos de compañerismo, lealtad y amistad. Pero antes había que encontrar actores para dar vida a esos personajes y así, Berman, Taylor y Piller junto con el director del episodio piloto, Winrich Kolbe, acometieron una de las más delicadas fases de toda serie de Star Trek.
El primero en subir a bordo fue Robert Duncan McNeill, que interpretaría al teniente Tom Paris. Al principio, era un personaje con potencial para causar problemas debido a su errático historial. Pertenecía a una familia con una larga tradición de servicio en la Flota Estelar, pero en lugar de distinguirse en la Academia, consigue que le expulsen. Y por si eso fuera poco, acaba colaborando con los Maquis, lo que le vale ser apresado y sentenciado en la Tierra. Sabedora de su talento, Janeway le ofrece la libertad a cambio de información sobre la nave de Chakotay, una oferta que Paris acepta, encontrándose a bordo de la Voyager cuando ésta es transportada al Cuadrante Delta. Por desgracia, toda esa trayectoria trufada de equivocaciones, comportamiento autodestructivo, rebeldía y cambios de afiliación es olvidada ya en los primeros episodios de la temporada inaugural.
Chakotay, de raza india (americano) es el capitán de la nave Maquis perseguida por la Voyager en el episodio piloto y destruida en el curso del mismo. Como gesto de buena voluntad de cara a la integración de las dos tripulaciones, Janeway lo nombra segundo de abordo. Claramente, el papel que debía desempeñar el personaje era el de ofrecer una voz de disensión respecto a la ortodoxia de la Flota. Pero esto, ya lo he dicho, nunca llega a ser un problema. Al cabo de unos cuantos episodios en los que sí se explicitan ciertos conflictos, todo el mundo pasa a llevarse bien sin que se nos cuente cómo logran tal milagro Chakotay y Janeway.
De hecho, el actor elegido, Robert Beltran, nunca llegó a sentirse satisfecho por el escaso desarrollo que tuvo su personaje. De raíces mexicanas, sus rasgos podían pasar por los de un nativo americano. Parece ser que fue imposible encontrar un auténtico indio entre los pocos que figuran adscritos al Sindicato de Actores, siendo además un requisito imprescindible estar en una franja de edad y una forma física adecuadas para que las secuencias de acción en las que participara resultaran creíbles. Chakotay fue interpretado por Beltran, al menos al principio, como un individuo sereno, estoico incluso, de hablar suave, ajustándose al falso tópico de indio imperturbable. Un enfoque, por otra parte, que no parecía ser muy acorde con la función de jefe rebelde de una nave en continuo peligro de muerte. Beltran fue matizando y mejorando su interpretación en temporadas posteriores pero siempre pensó que los guionistas se torpedearon a sí mismos al prescindir del conflicto potencial entre los Maquis y el personal de la Flota.
Tuvok, interpretado por el actor de raza negra Tim Russ, es un vulcano que sirve como jefe de seguridad y oficial táctico de la nave. Dejando aparte lo extraño que resulta ver un vulcano de piel oscura, la idea original fue que tuviera 160 años, pero las dificultades para encontrar actores de cierta edad que se ajustaran al papel, hizo que los productores fueran rebajando sus exigencias. De actores de sesenta años pasaron a cincuenta, cuarenta y treinta. Russ, que tenía 39 años cuando fue seleccionado, había sido la segunda opción para interpretar a Geordi La Forge en “La Nueva Generación” y después participó como oficial de puente en la película “Generaciones”.
Entiendo las dificultades que se le presentan a un actor a la hora de interpretar a un vulcano de pura sangre. Se le pide que sea distante y contenido pero al mismo tiempo que tenga personalidad y carisma; que sea lógico y cerebral pero no aburrido ni pedante. Leonard Nimoy creó un molde para todos los vulcanos de Star Trek pero, al fin y al cabo, Spock era un mestizo. En mi opinión, Russ, al menos al comienzo, no consigue transmitir ni mucho menos el mismo encanto ni matices que Spock.
Por otra parte, aunque se describe a Tuvok como un viejo amigo de Janeway, esa relación supuestamente cercana (como la que mantenían Sisko y Jadzia Dax en “Espacio Profundo Nueve”) apenas se explicita en la mayoría de los episodios. El personaje, poco aprovechado, había sido la razón original por la que el Voyager perseguía a la nave Maquis, ya que se encontraba allí como agente infiltrado y Janeway se proponía extraerlo. Pero la serie nunca exploró la animosidad –o, como mínimo, desconfianza- que debería existir entre él y Chakotay.
Star Trek, desde sus mismos comienzos, abogó por la diversidad racial y “Voyager” respeta esa filosofía con la elección de un oriental, Garrett Wang, para interpretar a Harry Kim, el joven recién salido de la Academia que sirve como official de comunicaciones. Es un personaje soso que nunca consiguió destacar frente a sus compañeros y que no tenia mucho que hacer aparte de figurar al principio como un novato inseguro y después como comparsa de Tom Paris.
Otra figura no particularmente novedosa en la franquicia era la del alienígena mestizo (o humano mestizo), en este caso la guerrera Klingon-humana B´Elanna Torres (bien interpretada por Roxann Dawson), jefe de ingeniería de la Voyager y que, como Spock en la serie original, se veía a menudo inmersa en una guerra interior entre sus dos naturalezas. Era una apuesta atrevida por parte de los productores habida cuenta de que no resultaba fácil dar con una combinación de rasgos físicos que hiciera atractiva a una mujer con sangre Klingon. Personaje interesante, tampoco disfrutó del desarrollo que merecía con el transcurrir de los episodios, si bien el suyo fue uno de los arcos más completos de la serie, consiguiendo reconciliar ambas facetas de su personalidad, superar el rechazo de sus padres y su cultura native, contraer matrimonio y tener descendencia.
Uno de los personajes más originales de la serie fue el Doctor (Robert Picardo), un programa holográfico concebido para servir de ayudante al oficial medico pero que, tras la muerte de éste y todo su personal, ha de hacerse cargo en solitario de esa función. Irónicamente y teniendo en cuenta que nadie sabía muy bien qué hacer con este personaje que –al menos al principio- estaba confinado al área médica de la nave, este ser no humano fue el mejor construido de la serie. Dado que no tenia sustancia física al ser de naturaleza holográfica, tenía tanto el poder de decidir que tipo de persona quería ser como el desafío de conseguir que el resto de la tripulación lo considerara una persona de pleno derecho. Su trabajo y la correspondiente responsabilidad que debe asumir le ayudan a desarrollar su personalidad. Más tarde, un holoemisor autonónomo le permitirá operar fuera del laboratorio medico e incluso participar en misiones fuera de la nave.
El Doctor venía a desempeñar el mismo papel que Spock en la serie original, Data en “La Nueva Generación” u Odo en EPN, a saber, el de espejo alienígena/artificial de la cultura y naturaleza humanas. Como Data, el Doctor aspira a ser humano y tanto la perplejidad que le causan las reacciones de nuestra especie como sus esfuerzos por comprendernos y simpatizar con nuestras necesidades aportan momentos cómicos vía sus comentarios mordaces. A pesar de que Picardo, que se había postulado inicialmente y sin éxito para interpretar al alienígena Neelix, aceptó el papel del susceptible Doctor de mala gana, no tardó en imbuirlo de su propia personalidad y convertirlo en uno de los más populares de la serie
Entre la tripulación se cuentan también un par de alienígenas del Cuadrante Delta, recogidos por la Voyager en el primer episodio. El primero es Neelix (Ethan Phillips), presentado como un Talaxiano de piel dorada, mezcla de comerciante, chatarrero, vagabundo, conseguidor…y guía. Porque él es el único a bordo que conoce esa parte de la galaxia, sus habitantes y peligros. La función de Neelix sobre el guión es claramente la misma que tenia Quark en EPN: un alienígena de aspecto estrafalario que sirviera como observador de los humanos.
Por su parte, Kes (Jennifer Lien), de la especie Ocampa y con una esperanza de vida de nueve años, es la amante de Neelix. Su función en la nave pasa a ser la de enfermera bajo las instrucciones del Doctor. Pero en realidad nadie en el staff de guionistas sabía muy bien qué hacer con ella. Aparte de encarnar un ideal de inocencia y sabiduría, Kes nunca dejó de ser un enigma desaprovechado. Su relación con Neelix, que se pretendía aportara romance y humor, nunca funcionó satisfactoriamente en pantalla y pronto los productores se dieron cuenta de que era un personaje superfluo. En la tercera temporada, se libraron de ella.
El episodio piloto, “El Guardián”, dividido en dos partes, fue emitido en enero de 1995 y en él se exponía la premisa que antes he detallado. Janeway se enfrenta al alienígena responsable de la “abducción” de ambas naves al Cuadrante Delta, un anciano de aspecto benévolo. Cuando la capitana le exige que los devuelva a su origen, él responde de malas maneras “Sois bastante conflictivos para ser una especie bípeda menor”. El Guardián se siente responsable de la especie Ocampa, que habita en un planeta cuya superficie quedó arrasada siglos atrás por el uso de su tecnología, viéndose obligados a refugiarse en ciudades subterráneas creadas por el ahora enfermo Guardián. Ha estado secuestrando alienígenas (como la tripulación de la Voyager) esperando encontrar una forma de vida compatible con la que poder reproducirse y dejar tras su muerte una nueva generación de Guardianes.
Pero cuando una agresiva especie, los Kazon, amenaza con apoderarse del transportador del Guardián y tener acceso así a cualquier parte de la galaxia, Janeway toma la decision de destruirlo, aniquilando con él la oportunidad de volver a casa. La tripulación de la Voyager y la de la nave Maquis deben, por tanto, afrontar un viaje de setenta años hasta la Tierra a bordo de la Voyager, que no fue diseñada para permanecer en el espacio más de un año. A menos que puedan encontrar un agujero de gusano o tecnología extraterrestre que acorte la travesía, muchos de ellos no vivirán para ver la Tierra otra vez.
Como he apuntado ya varias veces, desde el principio se decidió no hacer hincapié en el conflicto interpersonal ni subrayar los momentos más duros. Aunque B´Elanna Torres se enfurece con la situación y se pregunta por qué Janeway tiene que tomar decisiones por todo el mundo, Chakotay asume inmediatamente el papel de “esposo sumiso” de ésta y la defiende: “Porque ella es la capitana”. Punto y final. Salvo algún que otro brote aislado en los primeros episodios, los rebeldes Maquis se visten con uniformes de la Flota y pasan a someterse a su disciplina y métodos sin mayores problemas y sin que se explique cómo Janeway y Chakotay consiguen tal hazaña.
Teniendo en cuenta que tan solo eran 150 personas perdidas en los confines del universo conocido, nadie parecía sentir demasiado las bajas sufridas en el episodio piloto. El alférez Rollins (Scott McDonald), que cumplió con su deber ejecutando las órdenes de Janeway que salvaron muchas vidas, muere durante el ataque Kazon pero nadie lamenta su pérdida. Tampoco se transmite la angustia que debería sentirse al hallarse tan lejos de casa, rodeado de peligros y con pocas perspectivas de regresar. Ese espíritu irrealmente optimista fue comparado con sorna por algunos de los actores con el reinante en otra serie, “La Isla de Gilligan”, mientras que los fans recordaban a “Perdidos en el Espacio” (1965-68)
Pero en cualquier caso, el piloto tuvo una excelente acogida y fue visto por veinte millones de espectadores.
Uno de los capítulos más interesantes de la primera temporada fue “Primeros Factores”, en el que la tripulación de la Voyager disfrutaba de un permiso en un planeta cuyos habitantes habían aprendido a “obtener placer de cada instante”. El líder de los nativos, Gath, posee un transportador que podría enviar a la nave a casa pero se niega a compartir la tecnología. Janeway trata de convencerlo ofreciéndole cosas que podrían interesarle, desde pastel de nueces a la biblioteca de la Voyager, pero Gath no tiene intención de cambiar de opinión. Cuando ella le reprocha su egoísmo, Gath contesta enfadado: “No me gusta que me juzguen. No es en absoluto agradable”.
Así que, ante el estancamiento de la situación, la teniente Torres y otra tripulante, Seska, negocian con la gente de Gath a espaldas de Janeway y, con la ayuda de Tuvok, se hacen con el ingenio teleportador. Sin embargo, sus maniobras secretas para utilizar esa tecnología fracasan y una irritada Janeway se enfrenta a Tuvok: “Tú eres a quien recurro cuando necesito mantener firme mi brújula moral… Nunca vuelvas a hacer nada a mis espaldas”. Bien escrito, con suspense y varios toques ingeniosos, este capítulo enfrentaba el respeto de Janeway a la Primera Directiva con la desesperación de sus hombres por regresar a casa.
“El hoyo negro” comienza cuando la tripulación descubre una posible vía de regreso a casa a través de un agujero de gusano. En principio, era una historia que no auguraba nada bueno. En primer lugar, por la traición a la premisa original: se había decidido que no intervendrían en la serie las especies alienígenas del Cuadrante Alfa, pero he aquí que un puñado de capítulos después del inicio, ya se estaba haciendo una excepción con los Romulanos. Tampoco parecía acertado que, en una etapa tan temprana, empezaran a introducirse historias que presentaran potenciales vías de llegar a casa que luego, obviamente, fallaban o resultaban imposibles. Sin embargo, en esta ocasión, el argumento acertó al hacer hincapié en el aspecto emocional y ofreció un drama espacial interesante y sólido.
En “Espionaje Espacial” se presentaron algunos puntos de arranque para posteriores arcos argumentales y se recuperó a los Kazon, la nueva especie alienígena presentada en el piloto y de la que se pretendía hacer uno de los villanos recurrentes. Durante las dos primeras temporadas los guionistas lo intentaron pero jamás funcionó. De nuevo, otro caso en el que no sabían muy bien que hacer con estos seres agresivos que rayaban la caricatura y que nunca dejaron de ser una suerte de Klingons de segunda división.
Más acertados fueron los Vidiianos, presentados en el quinto capítulo, “Fago”. Se trata de una civilización aquejada de una terrible y mortal enfermedad a la que llaman la Plaga y que les ha llevado al borde de la extinción. Intentando encontrar una cura en las biologías de otros seres, utilizan su avanzada tecnología médica para robar órganos vitales de alienígenas con los que se cruzan en sus viajes de búsqueda. La idea de una especie que comete actos horribles fruto de la desesperación por sobrevivir es muy interesante porque los aleja del estereotipo villanesco imbuido de pura maldad o codicia. A pesar del aspecto grotesco y repulsivo que les proporcionaba el eficaz maquillaje diseñado por Michael Westmore, se podía simpatizar con ellos porque sus emociones son muy humanas y el concepto de un pueblo muy civilizado forzado por las extremas circunstancias a comportarse de forma monstruosa no nos es ajeno.
Continúa en la entrada siguiente.
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