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miércoles, 22 de abril de 2020
2009- TERMINATOR SALVATION - McG
La saga cinematográfica de Terminator comenzó en 1984 con la cinta homónima dirigida por James Cameron, a la que siguió, con el mismo realizador, “Terminator 2” (1991), ambos clásicos indiscutibles de la ciencia ficción. La primera película no sólo generó una hueste de imitadores e historias sobre viajes espaciales desde mediados de los ochenta hasta comienzos de la siguiente década, sino que definió el arquetipo del ser mecánico antropomorfo e imparable que hoy todo el mundo conoce. Impulsó definitivamente la carrera de James Cameron y ayudó a las de otros, como la productora Gale Ann Hurd, el actor Michael Biehn y, desde luego, Arnold Schwarzenegger, que desde entonces ha quedado asociado en el imaginario colectivo a su personaje ciborg. Y mientras que la primera película se había producido con un presupuesto de serie B, para cuando Cameron abordó la segunda, pudo reunir la mayor financiación jamás invertida en una película hasta entonces. Los resultados fueron demoledores: “Terminator 2” abrió la puerta de la era de los efectos digitales y del cine de acción centrado sobre todo en la espectacularidad visual.
Pero la saga no terminó ahí. James Cameron no quiso seguir involucrado en ella pero su productora y ex esposa, Gale Ann Hurd, sacó adelante el decepcionante “Terminator 3” (2003), que aparte del regreso de Arnold Schwarzenegger y un gran presupuesto, tenía poco más que ofrecer. Entre 2008 y 2009 se emitió la serie televisiva “Las Crónicas de Sarah Connor”, de la que ya hablé en su respectiva entrada y que pese a su abrupto final ofreció una interesante línea temporal alternativa y un puñado de buenas historias de CF.
Los productores Mario Kassar y Andrew Vajna habían esperado, tras “Terminator 3”, lanzar la cuarta entrega en un plazo relativamente corto, pero cuando se hizo evidente que la carrera política de Arnold Schwarzenegger obstaculizaría su regreso a la saga, los guionistas de la tercera parte, John Brancato y Michael Ferris, cambiaron la orientación de su guión para crear un escenario que pudiera funcionar sin el actor austriaco. En 2005, los preparativos de ese cuarto film estaban lo suficientemente avanzados como para que Nick Stahl, protagonista de la tercera, declarara en una entrevista: “No voy a participar en T4. Nadie del reparto va a regresar. Creo que es un salto al futuro, así que mi personaje será un poco mayor”. La ruina de la productora C2 a raíz del estrepitoso fracaso de “Instinto Básico 2” (2006) a punto estuvo de hacer descarrilar al mismísimo Terminator, algo de lo que lo salvó la productora Halcyon, fundada en 2006 con el fin de comprar los derechos de la franquicia. Una vez Warner Bros se hizo cargo de la distribución para Norteamérica, la producción de T4 volvió a ponerse en marcha.
El rodaje comenzó en mayo de 2008, pero en esta ocasión tras las cámaras no estuvieron ni James Cameron ni Jonathan Mostow sino Joseph McGinty Nichol, que suele figurar acreditado como “McG”. Más conocido por sus frenéticas películas de “Los Ángeles de Charlie”, McG probablemente no fuera la primera ni mejor opción para cualquier aficionado a Terminator que hubiera odiado los peores aspectos de T3, pero para ser justo hay que admitir que se tomó el material muy en serio. Quizá demasiado, porque esta entrega, estrenada finalmente como “Terminator Salvation”, es seguramente la más oscura, descarnada y carente de humor de la serie hasta ese momento. A diferencia de sus predecesoras, “Salvation” no incluye viajes temporales ni una ambientación contemporánea. Aparte de un breve prólogo situado poco antes del Día del Juicio Final, toda la historia transcurre en el año 2018, cuando la guerra entre humanos y máquinas se halla en su apogeo.
En el prólogo se nos informa cómo Marcus Wright (Sam Worthington), un convicto que espera su ejecución en el corredor de la muerte en 2003, cede su cuerpo a Cyberdyne Genetics para que experimenten con él. Quince años después, se despierta en un nuevo mundo, gris, diezmado, en ruinas y repleto de máquinas asesinas. Un adolescente Kyle Reese (Anton Yelchin) lo rescata del ataque de un T-600, pero poco después el muchacho es hecho prisionero por Skynet y llevado a un campo de concentración con propósito desconocido. En compañía y con la ayuda de la piloto Blair Williams (Moon Bloodgood), Marcus llega hasta la base de la resistencia en Los Ángeles, donde conoce a John Connor (Christian Bale), todavía no el comandante absoluto de la resistencia pero sí un líder muy respetado en el seno de la misma. Sus superiores le han informado de que han detectado un punto vulnerable en las defensas de las máquinas y que éstas pueden ser anuladas mediante una interferencia electromagnética con una frecuencia concreta. Averigua también que Skynet lo busca tanto a él como a Kyle Reese. Sabe que éste será su padre cuando viaje atrás en el tiempo, pero aún no lo conoce.
Accidentalmente, los rebeldes descubren que Marcus es en realidad un ciborg que cree ser humano y lo encierran a la espera de “desactivarlo”, pero Blair, que confía en él, lo libera y le ayuda a escapar. En último término, Connor y Marcus deberán superar su desconfianza mutua y unir fuerzas para rescatar a Kyle y destruir la principal planta de fabricación de Terminators de Skynet antes de que la planificada ofensiva rebelde cause la aniquilación de todos los humanos cautivos allí.
A priori, las expectativas respecto a “Terminator Salvation” no eran muy elevadas, sobre todo teniendo en cuenta que los guionistas eran los mismos, ya lo he mencionado, que los de la tercera entrega. Pero es que, además, McG parecía cumplir esa regla no escrita de que cualquier director que utiliza un solo nombre es alguien pagado de sí mismo y cuyo trabajo cae invariablemente en la más abyecta pretenciosidad. Otros ejemplos notables son Kaos (de “Enemigos”, 2002) o Pitof, que firmó la nefasta “Catwoman” (2004, por cierto, también escrita por Brancato y Ferris).
McG es en realidad Joseph McGinty Nichol, que empezó a llamar la atención como director de videos musicales en los noventa para grupos como Cypress Hill, The Offspring o Barenaked Ladies. Por alguna razón, en Hollywood se le calificó como talento en alza gracias a su primer film, “Los Ángeles de Charlie” (2000), sin duda un éxito de taquilla pero también una película carente de interés que se aprovechaba del nombre de la prestigiosa serie televisiva para etiquetar una especie de video alargado de las Spice Girls construido a base de encadenar frenéticas secuencias de acción tan pasadas de vuelta que caían inintencionadamente en la autoparodia. De hecho, la mayoría de quienes habían hecho de la primera entrega un éxito se descolgaron de la segunda (2003), que no aportaba nada nuevo y reincidía en los mismos problemas.
Aunque su nombre se asoció a proyectos como el que acabaría siendo “Superman Returns” (2003), remakes de “Blade Runner” (1982) o “La Revancha de los Novatos” (1984) o una versión de “20.000 Leguas de Viaje Submarino”, al final lo único en lo que consiguió colocar su nombre fue en la sosa “Equipo Marshall” (2006). De hecho, parece que la mayor parte del tiempo que medió entre “Los Ángeles de Charlie” y “Terminator Salvation” se la pasó McG prestando su nombre como productor a diversas series de televisión, como “Fastlane: Brigada Especial” (2002-3), “The Mountain” (2004-5), “The O.C.” (2003-7), “Supernatural” (2005-2019) o “Chuck” (2007-12), así como el absurdo film de terror “Stay Alive” (2006).
El rodaje de “Terminator Salvation” estuvo lastrado por una inusual dosis de mala suerte: el guión se sometió a numerosas reescrituras y aún así y en el último momento, tras filtrarse por internet que John Connor iba a transformarse en un ciborg, hubo de cambiarse el final; el legendario creador de efectos visuales Stan Winston falleció durante la producción; surgió una dañina publicidad cuando se filtró un archivo de audio de cuatro minutos en el que podía escucharse a Christian Bale insultando con furia al director de fotografía Shane Hurlbut por haberse interpuesto accidentalmente en un plano; y, para colmo, los diferentes productores se enzarzaron en disputas legales antes de que se estrenara la película. Se intentó conseguir la bendición de James Cameron, pero lo único que obtuvieron los productores es que el famoso realizador optara por no valorar el film antes de verlo y se limitara a desear suerte a McG.
Con su fotografía decolorada, tono lúgubre y una acción sin descanso, “Salvation” a veces se acerca más a un reboot de la saga de Mad Max que a una entrega de la de Terminator. Al resultado no le ayudaron ni los obstáculos mencionados antes y durante la producción ni la distancia que tomó respecto a las entregas precedentes (en la historia, los personajes, la ambientación y el tono general). Con todo, la película no carece de virtudes y el dudoso bagaje que llevaba consigo McG no acaba confirmado en un absoluto desastre de película por mucho que las primeras reacciones fueran negativas y el recorrido comercial quedara –sin ser ni mucho menos malo- por debajo de lo esperado.
“Terminator 2” supo seguir las directrices de toda buena secuela, expandiendo lo planteado por su predecesora, llevándola a un nuevo nivel visual y de espectacularidad y presentando nuevos conceptos, como el T-1000. “Terminator 3” fracasó al intentar continuar en esa estela, ofreciendo unos efectos especiales inferiores a los de la entrega anterior y una idea, la de la Terminatrix, muy poco trabajada. Por el contrario, “Terminator Salvation” no sólo se atreve a cambiar la ambientación y contar una historia que se aleja del tiempo presente y la sobada situación “robot asesino persigue a inocente para cambiar el Tiempo”. En cambio, traslada la acción al futuro y abre toda una nueva gama de posibilidades temáticas y líneas argumentales potencialmente interesantes y que podrían haberse explorado más a fondo en sucesivas entregas.
Además, se esfuerza por crear toda una nueva galería de maquinas letales no antropomorfas. Así, podemos ver esqueletos-androides, serpientes robóticas, drones y unidades terrestres de patrulla que parecen motocicletas. Da la impresión de que McG trató de superar en escala a “Terminator 2”. En las primeras escenas que ya transcurren en el futuro, hay una infiltración en un complejo subterráneo por parte de la resistencia humana y su destrucción por un explosivo atómico, seguido por el derribo del helicóptero a bordo del que viaja John Connor y luego su inmersión en un océano que parece sacado de “La Tormenta Perfecta” (2000) para reunirse con sus superiores a bordo de un submarino.
El momento más espectacular de la película es esa larga secuencia de veinticinco minutos que comienza con el ataque a la gasolinera por el enorme robot cosechero y que nos muestra cómo serían unos Transformers verdaderamente temibles. Escapando a la masacre, Marcus, Kyle y la niña Star (Jadagrace) suben a un camión cisterna, vaciando su carga para intentar reventar al robot. Pero la frenética secuencia no termina aquí sino que continúa con una persecución a toda velocidad por carretera en la que dos Terminators motorizados persiguen a los fugitivos, que tratan de librarse de ellos con una bola de demolición antes de llegar a un puente que resulta destruido y deja a los humanos colgando en el vacío. Es una sucesión de momentos de un ritmo imparable, rebosantes de adrenalina y en la que ni personajes ni espectador obtienen un solo respiro. Es, con diferencia, la mejor secuencia de la película y ni siquiera el clímax llega a su nivel.
En el núcleo del argumento está la creación de un nuevo modelo de Terminator que es parte humano y parte máquina, un ciborg, pero que no es consciente de su naturaleza artificial (concepto que recoge ecos de las ficciones de Philip K.Dick o los cylones de “Battlestar Galactica” 2003-9). El problema con esa idea es que resulta bastante difícil de creer que alguien con partes mecánicas bajo su piel no tenga conocimiento de ellas –un examen médico superficial o un simple corte ya revelaría esa circunstancia, por no hablar de las hazañas físicas de que es capaz-. Y aunque Marcus Wright es una buena adición a la saga, la película nunca consigue ir más allá de algunos clichés “dickianos” y debatir superficialmente acerca de si la resistencia debería matarlo/desactivarlo o no. Antes de profundizar en la cuestión, Marcus se arranca el chip y reclama su humanidad, con lo cual el dilema queda zanjado.
Y, además, claro, está el problema de que en su momento ya el tráiler se encargó de arruinar la sorpresa de la auténtica naturaleza ciborg de Marcus. E incluso aunque no se hubiera visto el tráiler, la película descubre sus cartas muy pronto. En el prólogo lo vemos a punto de ser ejecutado, donar su cuerpo a Skynet… y luego aparece vagabundeando amnésico por el panorama postapocaliptico haciendo virguerías físicas imposibles para un humano corriente…. es tan fácil como sumar dos y dos. Lo cual es una pena porque podría haber supuesto un giro explosivo de haber sido el equipo de producción más sensato a la hora de proteger sus sorpresas.
Más allá de esto, el guión gira alrededor de variaciones de los arcos ya usados por las dos primeras películas de la saga. Si en “Terminator 2” teníamos a John Connor haciéndose amigo de un androide y enseñándole el significado de la humanidad, aquí encontramos a Connor confiando –aunque con recelos- y hallando la parte humana en un Terminator híbrido. Si en “Terminator 2” diversas personas trataban de salvar a un joven Connor y proteger el futuro, aquí vemos a John rescatando al adolescente Kyle Resse y proteger así el pasado y el presente. Por otra parte, hay un considerable agujero en la continuidad temporal ya que claramente nos encontramos en un punto en el que las máquinas todavía no han inventado el viaje en el tiempo y sólo están empezando a recubrir sus androides metálicos con piel humana; asi que ¿cómo pueden saber que John Connor se convertirá en el líder absoluto de la resistencia y la importancia que en todo esto tendrá Kyle Reese?
“Terminator Salvation” viene también lastrada por unos homenajes y guiños a anteriores entregas totalmente innecesarios. Incluye frases familiares como ese “Ven conmigo si quieres vivir” o “Volveré”; la narración en off de John Connor al final es una versión ligeramente modificada del epílogo de Sarah en “Terminator 2”; y el encuentro de John con el modelo original T-800 (realizado, de forma no muy brillante, con la cabeza digitalizada del Schwarzenegger de 1984 colocada sobre el cuerpo de un culturista).
En resumen, aunque “Salvation” es una película entretenida que puede competir con “Terminator 2” en cuanto a escala épica y presentación de un nuevo arsenal de robots asesinos, lo que le falta es el humanismo y los personajes carismáticos con que Cameron adornó a sus films. El final, con la máquina aprendiendo el concepto de “corazón” cuando Marcus sacrifica el suyo para salvar a John Connor es una metáfora torpe y cursi hasta la carcajada. Basta comparar esto con las emotivas escenas de “Terminator 2” en las que Sarah observa cómo el T-800 se convierte en un padre sustituto para su hijo y descubre la noción del bien y el mal. Que “Salvation” decida rematar la historia copiando la inquietante narración en off de “Terminator 2” en lugar de imaginar un final propioa y original, nos demuestra que los guionistas, pese al potencial que habían descubierto cambiando la premisa inicial, nunca fueron capaces de escapar de la sombra de sus predecesoras.
El impulso de la franquicia y la fascinación que ejerce entre un gran número de fans explica que a pesar de las críticas y reacciones mayormente negativas, “Terminator Salvation” funcionara bien en taquilla, recaudando casi 400 millones de dólares en todo el mundo, doblando el presupuesto invertido. Sin embargo, la posibilidad de seguir completando lo que pretendía ser una nueva trilogía hubo de archivarse cuando Halcyon Company solicitó la bancarrota para protegerse ante las demandas del fondo de inversión que la había financiado, Pacificor. Los derechos fueron subastados en 2011 y adquiridos por ese mismo fondo. A esas alturas, la franquicia parecía aquejada de una maldición: cada película había sido producida por una compañía distinta y todas ellas habían acabado saliendo del negocio del cine, dejando una situación progresivamente más enmarañada para quien quisiera hacerse los derechos.
Y esto el resto.
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Personalmente le pongo un "aprobado" tiene escenas que encandilan pero (y peeeeero está resaltado) es que esperaba un ambiente más oscuro, tirando a las imágenes que tienen los viajeros: rayos láser, oscuridad casi total, Exo-terminators en legiones...aquí hay luz solar, personajes que no sorprenden y siendo sinceros, no hay un Connor que sea épico. Sin embargo viéndolo a la distancia no es un mal producto, si lo comparamos con la última entrega que es "políticamente correcto" y visualizamos a un Cameron que "se vendió", con una Sarah Connor deslucida y ni hablar los demás.
ResponderEliminarComo piensa creo el 80% de los amantes de esta saga, todo se acabó en T2, todo lo que vino luego fue hacia abajo y con cada nueva cinta se acentuaba el carácter meramente comercial, un producto que se digiere pero no alimenta.
Muchas gracias por la reseña.
Pues creativamente, probablemente sí, aunque se han intentado explorar otras premisas, como en la serie de Sarah Connor o en esta Salvation. Otra cosa es que no hayan calado tanto. Lo que está claro es que la franquicia tiene tirón y mientras haya gente dispuesta a apoyarla con su asistencia al cine, se seguirán haciendo películas. Personalmente, la cosa del robot imparable del que hay que huir a toda costa, ya me parece algo cansino. Por eso me gustó la serie de Sarah Connor, porque se le prestaba más atención a los personajes y las tramas estaban más elaboradas. Gracias a tí por comentar!!
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