domingo, 19 de abril de 2020

1950- LOS COMIC-BOOKS DE CIENCIA FICCIÓN EN LOS AÑOS CINCUENTA (y 2)


(Viene de la entrada anterior)

La idea de que bombas atómicas pudieran ser lanzadas desde el espacio exterior hasta la superficie de la Tierra pasó del campo de la ciencia ficción al del mundo real en 1957. Los rusos pusieron en órbita su primer satélite, el Sputnik, y superaron a Estados Unidos en la Carrera Espacial. Tres años antes, la Unión Soviética había detonado su primera bomba de hidrógeno. De repente, la ciencia y la tecnología espaciales habían pasado a ser de una importancia estratégica excepcional.



Los Estados Unidos dieron comienzo a un agresivo programa espacial en 1958, lanzando el Explorer I. Al año siguiente, los rusos fotografiaron la cara oculta de la Luna. Poner un hombre en nuestro satélite se convirtió en una prioridad nacional. La Ciencia pasó a ser entonces clave en ese proceso, ocupando un lugar destacado no sólo en la educación sino también en el entretenimiento. La Ciencia Ficción pasó a ser la literatura de moda.

Tan solo unas semanas después de que el Sputnik se integrara en el vocabulario popular, apareció un comic book que, casualmente o no, llegó en el mejor momento imaginable: “Race for the Moon” (marzo 1958). En su interior podían encontrarse aventuras de astronautas americanos y cosmonautas soviéticos tres años antes de que el primer hombre de nuestro mundo llegara al espacio. Los lectores querían ver el futuro, averiguar quién ganaría la carrera por llegar a la Luna.

Además de ficciones sobre la Carrera Espacial, los comic books también ofrecieron material más ajustado a la realidad en los que la ciencia tenía más peso que la fantasía. La colección Classics Illustrated publicó un especial de 80 páginas, “The Illustrated History of Space” (enero 59), que
presentaba a los más jóvenes una prospectiva de cómo podría transcurrir el primer vuelo tripulado al espacio, con especificaciones actualizadas de los cohetes Jupiter-C y Vanguard de la NASA. “Man in Space” (octubre 59), publicado por Disney, eran las adaptaciones a las viñetas de películas educativas producidas por el estudio sobre la exploración espacial. Son dos ejemplos de un sentir general en los Estados Unidos de finales de los cincuenta: todo el mundo, y especialmente los niños, debía aprender más sobre la ciencia y el espacio.

Murphy Anderson era un artista ya veterano en el género que había dibujado la tira diaria de “Buck Rogers” de 1947 a 1949 y que regresó a la misma en 1958. Recordaba que cuando se lanzó el Sputnik, “Buck Rogers, de repente, volvió a ponerse de moda. El agente comercial del sindicato vendió la tira a todos los periódicos a los que llamó durante un viaje de regreso de Texas”.

Jack Kirby, que dibujó varias historias para “Race for the Moon”, entró en Marvel Comics en 1958 llevando consigo su interés por la ciencia ficción. Kirby, entre cuyos primeros trabajos para los comic books había estado una serie de 1940 titulada “Solar Legion” para “Crash Comics”, era un experto en
dibujar con detallismo realista naves espaciales y maquinaria futurista. Uno de sus primeros encargos para Marvel fue dibujar la portada y una historia de “Strange Worlds” nº 1 (diciembre 58), el primer título de CF que la editorial publicó en más de dos años. Con los ojos más puestos en el pasado que en el presente o el futuro, aquel primer número estuvo enteramente dedicado a los platillos volantes e incluía dibujos de Steve Ditko.

Ditko estaba también por entonces colaborando con docenas de historias de CF para la editorial Charlton, incluyendo su primer título post-Sputnik, “Outer Space” (mayo 1958). La portada del número inaugural incluía un texto exclamatorio: “¡Atención! ¡Esta es la cuestión más vital de nuestros tiempos! Todo americano, hombre, mujer, niño, le debe al país y a sí mismo leer este número!”.

Al año siguiente, Charlton Comics publicó una cabecera que explotaba el gran temor que acechaba tras la Carrera
Espacial: “Space War” (octubre 59). Muchas de sus historias tenían que ver con invasiones alienígenas o armadas futuristas enfrentándose en el espacio interestelar, claras metáforas de las ansiedades propias de la Guerra Fría que estaba librándose simultáneamente a la Carrera Espacial.

En la historia “El Rayo del Odio” (“Outer Space” 5, junio 60), dichas ansiedades y las tensiones crecientes entre las potencias mundiales resultaban ser parte del plan maestro de invasión de una especie alienígena. La historia comenzaba: “Desde el ascenso de Hitler y luego durante la Segunda Guerra Mundial y los años siguientes, no hubo paz en el mundo. Estallaron pequeñas guerras en Indochina, Corea, Argelia. Se dieron para ello muchas razones: la gente quería de repente nuevos gobiernos; otros se negaron a seguir siendo colonias de las principales potencias. Además de las guerras, se produjo un creciente desprecio por la ley en todo el mundo. Incluso la destreza sufrió un retroceso y los productos industriales adolecían de una tosquedad evidente. ¡Desconfianza! ¡Avaricia! ¡Odio! ¡Estaban apareciendo en demasiadas caras, en demasiados corazones! Pero así era como había sido planeado…”. Más adelante, nos informan de que “durante los años posteriores a la Segunda
Guerra Mundial, se observó otro fenómeno: los Objetos Voladores No Identificados, llamados Platillos por su forma. ¡Se informó de estos misteriosos objetos por todas las regiones del mundo! ¡Las potencias dijeron a sus pueblos que no podían explicarlo, y los gobiernos sospechaban que otros tenían ya una aeronave secreta!

Conforme la historia avanza, un alienígena de avanzadilla que traiciona a los suyos, revela que los platillos volantes servían a un propósito: “Los platillos volantes, como los llamáis, han sobrevolado vuestras tierras durante años, contaminando vuestras mentes con el Rayo de Odio, que ha suscitado desconfianza y sospecha entre vosotros y dividido y debilitado a vuestra gente”. Ya alertados, los terrestres cooperan con el informante extraterrestre y utilizan ese mismo rayo contra las naves invasoras. “Enloquecidas por la desconfianza y odiándose entre sí, empezaron a luchar y destruirse unos a otros…”. En resumen, que gracias al odio, “fue el comienzo de una nueva era de paz”.

Los comic books de finales de los años cincuenta utilizaban la ciencia ficción para ofrecer una visión positiva acerca del futuro. Estaban escritos para un público joven e idealista dispuesto a buscar en aquellas páginas modelos de conducta adecuados para la nueva Era Espacial.

DC Comics, editora de Superman o Batman, tenía experiencia tanto en el campo de los superhéroes como en la CF. En una reunión del staff a comienzos de 1958, el editor Julius Schwartz recordaba que “se decidió crear un héroe científico al margen de las dos cabeceras genéricas de la casa, “Strange Adventures” y “Mystery in Space”. Pues bien, al final de aquella iniciativa no nació uno sino dos personajes. Schwartz recordaba haber conversado sobre ellos con Jack Schiff, editor de “Tales of Unexpected”, otro título de CF de la casa: “Cada uno tenía la posibilidad de escoger un héroe científico del presente o del futuro. Jack optó por el del futuro. Yo por el del presente porque creo que resulta más dramático e imaginativo hacer que suceda algo extraño hoy que en el futuro distante, que ya de por sí es imaginario”.

Y así, el héroe científico del presente de Schwartz fue Adam Strange, mientras que el futurista
de Schiff fue Space Ranger. Ambos personajes debutaron en la colección genérica “Showcase”, en 1958. Las ventas resultantes aconsejaron darle a Adam Strange un serial propio en “Mystery in Space” (53, agosto 1959, dirigida por Schwartz), mientras que Space Ranger hizo lo propio el mismo mes en “Tales of Unexpected” nº 40.

“The Space Ranger”, escrito por Arnold Drake y dibujado por Bob Brown, estaba modelado directamente a partir del típico héroe espacial de las aventuras pulp de los años treinta: “¡Más allá del planeta Marte, en uno de los miles de asteroides, un trozo de roca se desliza para revelar la guarida secreta del Ranger Espacial, Guardián del Sistema Solar!” Rick Starr, bajo su identidad secreta del Ranger Espacial, se desplaza en su nave, el Solar King, y va armado con una pistola de rayos. Tiene una novia rubia y eficaz llamada Myra y un compañero gordinflón nativo de Plutón de nombre Cyrll, que tiene la capacidad de transformarse en cualquier animal (“No se si seré de ayuda, pero lo intentaré…¡como un Oso Llameante Venusiano!”).

Aunque el Space Ranger vivía aventuras tales como “La Invasión de los Hombres Joya”, “Las Bestias Selváticas de Júpiter” o “El Mocoso Alienígena del Planeta Byra”, también escapaba de los distintos trances en los que se metía recurriendo a su cerebro y astucia: “¡El rayo sigue un curso de aire ionizado, así que cambiando los diales de mi pistola multirayo para ionizar un canal que pueda seguir, lo puedo apartar de mí!”.

En cuanto a Adam Strange, le dediqué un amplio análisis en su respectiva entrada, así que a ella me remito para no alargar más esta. Lo mismo digo de otros héroes y series futuristas de DC en aquellos años, como los Star Rovers, El Museo del Espacio, Star Hawkins o Los Caballeros Atómicos, todos ellos con sus propios artículos en este blog.

Abandonando DC, una visión de cómo podría ser la vida en la Tierra tras una guerra nuclear es lo que podía verse en “Mighty Samson” (julio 64), publicado por Gold Key: “Lo que un día fuera una gran ciudad, yace en ruinas, devorada por una densa selva. Extrañas nieblas resplandecientes la cubren ominosamente, restos de la gran guerra nuclear
que devastó el planeta. Las esperanzas y sueños de la Humanidad están enterradas bajo toneladas de escombros. Pero en este fantástico mundo, todavía vive el hombre…”.

Por las ruinas de ese antiguo mundo sólo vagabundean pequeñas tribus de humanos y animales grotescamente mutados. Por las calles destrozadas de Nueva York (ahora conocida como N´Yark), merodean bestias como gorilas de seis brazos, lobos voladores o leonosos. Samson de la tribu de N´Yark posee la fuerza de diez de los suyos y utiliza ese poder para combatir tales monstruos. Sus aliados son una joven mujer, Sharmaine y su padre, Mindor, un científico que ha conseguido preservar algo de la tecnología, libros y artefactos del siglo XX, en la bóveda acorazada de un banco. Dibujada por Frank Thorne, “Mighty Samson” era una advertencia, un aviso de cómo el mal uso de la ciencia podía acabar con todo lo que consideramos tan sólido en nuestro mundo.

Otra colección sobre los riesgos de la tecnología sin el debido control apareció también bajo el sello de Gold Key: “Magnus Robot Fighter” (febrero 63). Es el año 4000 y el continente norteamericano está completamente ocupado por una megalópolis de diferentes niveles verticales llamada North
Am. Todo el trabajo lo realizan robots, desde la labor policial (Pol-Robs) a la médica (Medi-Robs), mientras la mayoría de los humanos disfrutan de una vida ociosa atendidos por sirvientes mecánicos. Otros creen, sin embargo, que el hombre es tan dependiente de la tecnología que está perdiendo la habilidad de defenderse de los peligros que suponen los robots renegados o defectuosos. En ese grupo crítico minoritario milita Leeja Clane, hija del senador Clane; y Magnus, Robot Fighter. Éste, un huérfano, fue criado por 1A, un mentor robótico con inteligencia cuasihumana. Magnus explica a su novia Leeja que “1A previó los problemas que tendrían los hombres con los robots malvados y me adiestró para ayudarles a combatirlos. Me dio conocimiento y luego, a través de un método de entrenamiento que había perfeccionado, una fuerza capaz de aplastar el metal”.

La idea para “Magnus, Robot Fighter” vino de Chase Craig, un editor de Western Publishing (la casa madre de Gold Key Comics). Gold Key acababa de hacerse con los derechos para publicar tebeos basados en un programa de animación de CF, “Los Supersónicos”, y Craig quería lanzar otro comic book basado en conceptos del género aunque de tono más serio y con abundantes robots. Russ Manning, un artista que había trabajado para
Western Publishing en títulos como “Dale Evans”, “Gene Autry” o “Sea Hunt” era un veterano aficionado a la CF y, por tanto, un candidato natural para dibujar la nueva cabecera. Su estilo elegante y limpio parecía perfecto para retratar ese higiénico mundo del futuro. Gracias a sus conocimientos de CF, a Manning le dieron libertad para diseñar el personaje y escribir el primer número.

Manning convirtió “Magnus, Robot Fighter” en uno de los comic books mejor dibujados de los sesenta. Tanto el arte como el concepto funcionaban a diferentes niveles. Los lectores más adultos encontraban fascinante la visión que ofrecía Manning de la sociedad y tecnología del siglo XLI; por su parte, los más jóvenes disfrutaban con la acción y las peleas del protagonista contra robots de diferente diseño. De hecho, sólo los robots podrían ya haber hecho de “Magnus” un comic de éxito. Los lectores enviaban a la columna editorial dedicada a ellos, Robot Rostrum, sus propios dibujos y sugerencias para los robots.

Otro comic book de ciencia ficción publicado por Gold Key que obtuvo mucho éxito fue “Space Family Robinson” (diciembre 62). Walt Disney había estrenado unos meses antes su película “Los Robinsones de los Mares del Sur” (1960) y el editor Del Connell propuso utilizar el mismo concepto pero trasladado al espacio: “Tiempo…El Futuro. Lugar…El Sistema Solar. La primera familia en vivir en el espacio, los Robinson –June y Craig y sus hijos Tim y Tam- se ve amenazada por la destrucción de su estación espacial a causa de una lluvia de meteoritos…”.

El artista Dan Spiegle, que por entonces dibujaba aventuras de cowboys para el comic book “Maverick” de Dell Publishing, recordaba que “por entonces, Del Connell, un editor de Western, estaba escribiendo el número de origen de “Space Family Robinson” y me pidieron que diseñara el reparto de personajes. Les gustó tanto que me encargaron la serie”. Spiegle tuvo la libertad de crear su propia visión de ese futuro con la primera familia americana viajando por el espacio. “Estación Espacial 1 fue evolucionando progresivamente en mi imaginación. Una cosa llevó a la siguiente y acabé teniendo una nave completamente equipada con jardines solares, cápsulas y todo eso. Por cierto, que las cápsulas las diseñé a partir de mi máquina eléctrica de afeitar. La única regla que
me impusieron en relación al diseño es que la estación espacial no debía parecerse a uno de esos aburridos satélites redondos”.

Papá y mamá, el hermano y la hermana, solos frente al futuro, era un concepto perfecto para los jóvenes lectores pertenecientes a la típica familia americana de los sesenta. Spiegle subrayó que “Space Family Robinson” fue un éxito desde el principio, durando unos cuatro años y siendo uno de los tebeos más populares durante parte de ese periodo. De hecho, funcionó tan bien que una cadena de televisión robó la idea y se negó a pagarnos royalties. Íbamos a iniciar una demanda legal, pero nuestros abogados lo desaconsejaron dado que por nuestra parte estábamos haciendo tantos comics basados en sus personajes, que a la larga nos acabarían quitando el negocio. Así que adoptamos su título y lo añadimos al nuestro en la esperanza de aprovecharnos de algo de la fama que estaba consiguiendo el programa”. La serie en cuestión, claro, fue “Perdidos en el Espacio”.

Y es que el comienzo de los años sesenta asentó la relación entre el comic book y la televisión de CF. Inicialmente, los programas televisivos del género habían buscado inspiración en las viñetas, pero al final aquéllos acabarían a su vez hallando su adaptación en diferentes colecciones. Es lo que ocurriría con “Star Trek”, “Battlestar Galactica”, “Espacio: 1999” o “Buck Rogers”. Pero de todo eso hablaré en una futura entrada.




5 comentarios:

  1. Saludos; sobre el comic 'Magnus, Robot Fighter', Richard Corben hizo una parodia en 1972 'Mangle, Robot Mangler'("Mangle, aniquilador de robots")

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  2. http://www.portalcienciayficcion.com/index.php/component/content/article/131-libros/1226-1984-coleccion-comic-ci-fi-fantasia-descarga.html

    comics scifi 1984 para descargar gratis, abandon-comic for copyrhts lobbys

    un aporte humilde para el creador de este gran blog y sus usuarios fieles

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  3. Gracias por su aporte. Son comics que no suelen reeditarse y la única forma de conocerlos es a través de fans desinteresados que los han escaneado y subido a internet.

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  4. en todocoleccion se venden a precio de 500 euros los originales, parece que son 1 joya, y mas si son editores y autores españoles

    segun leo despues del numero 64 se llamo a pasar zona 84 con 96 numeros y con muy buenas historias e ilustraciones

    si los pillo escaneados a ver si hay suerte y paso enlace

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  5. Son verdaderas bellezas, ojalá estuvieran en papel y en castellano, me babeo de sólo pensarlo XD. Gracias por la reseña.

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