martes, 17 de septiembre de 2024

EL CUASI FRANQUICIDIO DE ALIEN 3 Y SUS SUCESORAS: EN HOLLYWOOD NADIE TE OYE GRITAR (y 2)

 


(Viene de la entrada anterior)

 

Con los decorados ya en construcción en los Estudios Pinewood de Londres, los productores no emplearon mucho tiempo en encontrar un sustituto para Ward: el joven genio de 28 años David Fincher, ganador de premios por cortos publicitarios y videos musicales y ansioso por debutar en el cine. Weaver recordaría luego la sintonía que tuvieron desde la primera entrevista, en la que ella le preguntó cómo veía el personaje de Ripley y él contestó: “Bueno, ¿qué te parece calva?”. “En ese momento, me enamoré de él”, dijo la actriz.

 

Una vez contratado, una de las primeras iniciativas de Fincher fue la de atraer a Giger de vuelta a la franquicia. Voló a Suiza el 28 de julio de 1990 acompañado por los productores Fred Zinnemann y Gordon Carroll, para reunirse con el artista. Giger empezó a trabajar revisando, conceptualizados, cuatro elementos del diseño del alien: un atrapacaras acuático; la forma inmadura del alien de cuatro patas (apodado por el equipo, con cierto humor negro, “Bambi-burster”); el cuadrúpedo ya plenamente desarrollado; y la piel del alien.

 

“Fue una lástima que no conservaran mi idea original, que mostraba a la criatura deslizándose fuera de un gran buey en un hangar, abriéndose paso a través del animal utilizando su sangre ácida”, dijo Giger, añadiendo: “También creé un superabrazacaras basado en un viejo diseño. En uno de los primeros guiones aparecía nadando, así que imaginé cómo se movería: los dedos se retraerían, de modo que se deslizaría justo bajo la superficie del agua”. Giger enviaba diariamente sus diseños por fax a Fincher, recibiendo como respuesta comentarios detallados, pero finalmente no se le incluyó en los créditos de la película ya finalizada y se vio obligado a demandar a Fox para asegurarse el pago por su trabajo.

 

Mientras tanto, continuaba trabajándose el guion, para lo cual Fincher recibió la ayuda de Larry Ferguson (“Los Inmortales”, “Superdetective en Hollywood II”) –el séptimo guionista que pasaba por el proyecto- para moldear el borrador más reciente de Fasano a gusto de todos los implicados. Weaver, sin embargo, comentó que la versión de Ripley que introdujo Ferguson la hacía parecer una “monitora de gimnasio muy cabreada” y ejerció su veto. Giller diría: “Ferguson es un guionista bastante bueno, pero estaba trabajando bajo una enorme presión y muy rápidamente, y eso no era lo que queríamos”. Al final, Giler y Hill decidieron tomar el asunto en sus propias manos, lo que tuvo como consecuencia arrinconar a Fincher, ya que es más fácil para el director discutir con el guionista que con los productores. No puedes despedir a los guionistas cuando además son los productores. Y eso sin contar con que Fincher era un recién llegado a las grandes ligas. 

 

El borrador de Hill y Giler, con fecha 18 de diciembre de 1990, combinaba los conceptos del monasterio y el planeta prisión. Los residentes en esa instalación penitenciaria de Weyland-Yutani en el planeta Fiorina “Furia” 161, habían hallado en la religión una evasión espiritual a sus cadenas perpetuas. Aunque este guion –que terminaba, como el de Ward y la versión final que se vio en pantalla, con Ripley abrazándose a la reina alien y arrojándose a la fundición- ya se acercaba bastante a la definitiva, Fox no estaba del todo conforme, así que llamó al guionista número diez, Rex Pickett, para cambiar la segunda mitad. Giler acabó harto y se desentendió: “Nos impusieron a ese tipo. Nadie sabía quién era, había leído algo escrito por él o sabía por qué había que contratarlo sino era por ser el novio de alguna de las amigas de los ejecutivos. Fue una farsa”.

 

A cuatro semanas de comenzar la fotografía principal, Pickett trabajó de las navidades de 1990 a enero de 1991 en lo que más tarde él describió como “una reescritura completa de la segunda mitad del guion de Walter Hill y David Giler siguiendo las órdenes de Hill para cambiar ciertos personajes principales. Una vez eso estuvo hecho, me encargué de la primera mitad y escribí una versión amalgamada, que debía incluir escenas de su borrador y escenas nuevas escritas por mí". Resumiendo: "se trató de una "reescritura a toda prisa", con el guión resultante incluyendo "escenas que me ordenaron meter, quisiera yo o no".

 

Después de recibir el borrador de Pickett, Fox recordó otra cláusula potencialmente conflictiva incluida en el contrato de Sigourney Weaver: que sólo estaba obligada a aparecer si Hill y Giler formaban parte del proyecto. Así que hubo que invitar a Giler a reconsiderar su dimisión y regresar, cosa que sucedió el 11 de enero de 1991, para trabajar en otro borrador del guión -ahora titulado ya “Alien3”- y en otras diez revisiones más, datadas del 16 de enero al 10 de abril de 1991, momento en el que la película ya se encontraba en plena fase de producción. Eso sí, hubo que retrasar la fecha de estreno original.

 

Más o menos por entonces, Fox cometió la imprudencia de distribuir para su exhibición en salas un teaser tráiler cuya única imagen y voz en off daban a entender que la acción transcurriría en la Tierra. Incluso entonces, el anunciado estreno para las navidades de 1991 parecía un objetivo en exceso optimista. Impresión que se confirmó cuando, tras la primera proyección para los ejecutivos del estudio, hubo que volver al set de rodaje y añadir varias escenas, incluyendo una versión de la persecución de mitad de trama. La secuencia revisada, de 21 páginas de extensión y agregada al guion de rodaje, figura aparentemente acreditada a “Alex Thompson” y fechada el tres de mayo de 1991, a las 12 del mediodía.

 

La logística de conseguir que todo el reparto y el equipo técnico regresaran al estudio para estas escenas adicionales se complicó por el hecho de que a Sigourney Weaver le había crecido el cabello y no estaba dispuesta a que la afeitaran otra vez (Ridley Scott la había contratado para interpretar a Isabel la Católica en “1492: La Conquista del Paraíso”). Surgió otro problema cuando se supo que, por mera coincidencia, el final de “Terminator 2: El Día del Juicio Final”, que James Cameron estrenaba en el verano de 1991, tenía un final claramente similar al de “Alien3”. Para Fincher, ya era demasiado tarde para cambiarlo.

 

A continuación, siguió un largo periodo de montaje y postproducción antes de que se hiciera un nuevo pase en septiembre de 1991, en esta ocasión para un grupo de espectadores especialmente invitados que, según parece, se quedaron bastante confusos ante el alien de cuatro patas que iba cazando a los convictos. ¿De dónde había salido? El problema estaba en que Fincher había cortado la secuencia del “Bambi-burster” debido a que el presupuesto no era suficiente para rodarla de forma convincente. “Nunca funcionó. Hacerlo bien hubiera costado un par de cientos de miles de dólares, y solo teníamos sesenta mil. Se veía estúpido”.

 

Así, apenas dos meses antes de la fecha de estreno, el estudio accedió a pagar otra escena adicional que debía ejecutarse en dos días. Se llamó a los veteranos especialistas en efectos visuales de la saga, Alec Gillis y Tom Woodruff Jr, para que rodaran el “alumbramiento” de la criatura saliendo de su desafortunado huésped (no un buey, como decía el guion, sino un perro, más sencillo de filmar rápidamente).

 

“Alien3” se estrenó, por fin, en los cines estadounidenses el 22 de mayo de 1992. Tras un primer fin de semana prometedor en el que el público acudió a verlo presa de la curiosidad tras tantos retrasos y dificultades que habían jalonado la producción, la recaudación apenas consiguió superar los 50 millones de dólares, poco más que la cifra conseguida por “Aliens” seis años antes. La respuesta de la crítica fue devastadora mientras que los aficionados, que esperaban salir del cine entusiasmados, como les había sucedido en “Alien” y “Aliens”, se sintieron indiferentes o incluso defraudados.

 

A pesar de haberse marchado del proyecto, la contribución al concepto y guion de Vincent Ward fue recompensada colocando su nombre en los créditos –no sin antes librarse un agrio debate en el órgano de arbitraje del Sindicato de Guionistas sobre quién había escrito qué-, si bien el director admite que los elementos que más le gustaban de su versión nunca filmada no se aprovecharon para la película definitiva. Tras verla, el guionista original, William Gibson, sólo encontró una de sus ideas trasladadas a la pantalla: un código de barras tatuado en la nuca de un personaje. Con todo, Ward se mostró comprensivo: “Pensé que David Fincher lo hizo lo mejor posible en una situación difícil, habida cuenta de la política presente en ella, porque era virtualmente un trabajo imposible y no creo que hubiera un escenario ganador. Llegó muy tarde, no era su guion y las principales ideas que le habían atraído para entrar en el proyecto fueron eliminadas, así que perdió todo el sentido”.

 

Fincher, que no sólo sobrevivió a la debacle de “Alien3” sino que poco después cimentó su reputación de gran director con películas como “Seven” o “El Club de la Lucha”, se lo toma hoy con cierta filosofía: “Todo el mundo hizo un trabajo fenomenal considerando las limitaciones que teníamos. Al final, “Alien3” son 60 millones de dólares de las mejores ideas que se nos ocurrieron sobre la marcha. Fue una pesadilla logística, una pesadilla de producción y una pesadilla de microgestión. Toda la película fue una cuestión de ponerse manos a la obra y tomar las mejores decisiones posibles. Todo consistía en gestionar crisis”.

 

El supervisor de efectos visuales, Richard Edlund, comentó más tarde: “Habían desechado el guión original que John Fasano escribió con Vincent, y David Giler y Walter Hill iban enviando páginas sueltas. Fincher no sabía qué iba a pasar a continuación en la historia. Fue increíble dirigir una película así”.  Abundando en esto, Fincher diría: “Fue una locura. Empezamos a rodar con sólo cuarenta páginas de guión, y éste cambiaba tanto y tan rápido que recibíamos páginas del fax y las rodábamos al día siguiente”.  

 

Sin embargo, la de Alien no era la única franquicia que aparentemente estaba siendo dilapidada por la 20th Century Fox. En 1990, el estudio había sufrido otro duro golpe en la todavía prometedora serie de Depredador con la secuela de la película original dirigida por John McTiernan y protagonizada por Arnold Schwarzenegger en 1987. Esta historia de un alienígena tan monstruoso como inteligente y provisto de avanzada tecnología con la que caza humanos por deporte, transcurría en la selva centroamericana. La secuela trasladaba la acción a Los Ángeles en un futuro cercano donde –en ausencia de Schwarzenegger, que prefirió hacer “Terminator 2”- Danny Glover (coprotagonista de “Arma Letal”), Bill Paxton (“Aliens”) y Maria Conchita Alonso (“Perseguido”) se enfrentaban a la criatura. A pesar de contar con un guion sólido y emocionantes escenas de acción, “Depredador 2” sólo consiguió recaudar 30 millones de dólares en el mercado norteamericano, apenas la mitad que su predecesora. Ante el fracaso de “Alien3” y a pesar de los rumores de una tercera entrega de “Depredador”, la perspectiva de ver otra película en cualquiera de las dos series parecía improbable… Hasta que un comic licenciado que combinaba ambos monstruos se convirtió en el tebeo independiente más vendido de todos los tiempos.

 

En “Depredador 2” se había incluido un guiño a la serie de Alien: un cráneo de esta especie exhibido como trofeo en la nave del cazador. Aquella idea se desarrolló plenamente aquel mismo año, cuando Dark Horse Comics empezó a publicar “Aliens vs Predator”, una miniserie de doce números a cargo de Randy Stradley y Phil Norwood. La premisa era sencilla: en su constante búsqueda de nuevas especies que cazar, un grupo de depredadores se había dedicado a sembrar mundos lejanos con lotes de huevos alienígenas, regresando a cazarlos cuando éstos habían eclosinado y las criaturas madurado. Sin embargo, en el mundo desértico de Ryushi, su deporte se ve complicado por una colonia de humanos que se ve envuelta en una sangrienta batalla entre dos de las especies más mortíferas de la galaxia. A medida que la situación empeora, se establece una incómoda alianza entre la japonesa Noguchi y el líder de los depredadores, Colmillo Roto, para hacer frente a un inminente apocalipsis alien.

 

El comic fue un éxito instantáneo, encandilando a los aficionados de ambas franquicias a ambos lados del Atlántico y atrayendo la atención especial de uno en concreto: el británico aspirante a guionista Peter Briggs. Sirviéndose de ese comic como base, escribió un borrador de 107 páginas y lo envió a la 20th Century Fox, propietaria de los derechos de las dos criaturas. En circunstancias normales, el estudio habría devuelto el manuscrito sin leer, pero en esta ocasión, los astros estaban alineados y el guion de Briggs acabó en el escritorio de uno de los productores de Depredador, Lawrence Gordon. Éste contactó con el joven escritor para encargarle oficialmente un segundo borrador. En septiembre de 1991, con “Alien3” ya en proceso de postproducción y rodaje de escenas adicionales, Briggs entregó su cuarto borrador.

 

Briggs confiesa que no esperaba que lo que era básicamente un guion escrito por un aficionado causara tal reacción. “Lo escribí rápido y nunca tuve la intención de atraer esa atención”. Los fans del cómic no estaban de acuerdo con la adaptación de Briggs, en la que, ni en términos económicos ni de contribución argumental, se reconocía la aportación de Stradley. El hecho de que Fox fuera dueña de ambas propiedades intelectuales hace de esta cuestión motivo de debate, pero lo cierto es que a Briggs le dieron un buen varapalo en la prensa especializada de ciencia ficción y se esforzó mucho, primero, para señalar las diferencias relativamente pequeñas entre su guión y el de Stradley, y luego para reconocer la influencia de este último: “El cómic fue el punto de partida. Nunca he negado que la película se basara en él... Mis decisiones consistieron en tomar lo bueno del cómic y subirle el octanaje... sólo para mejorarlo, por el bien de la “experiencia cinematográfica””.

 

En aquellos puntos en los que, a su juicio, la historia de Stradley no cojeaba, Briggs no vio motivo alguno para modificarla y se limitó a cambiar detalles que consideraba que no estaban en sintonía con las películas. Por ejemplo, “en el cómic, los depredadores masacran como venganza a una familia indefensa. Eso no me gustó. Siempre he pensado que los depredadores son samuráis, con su propio código de honor”. De hecho, en “Depredador 2”, el cazador no asesina a una mujer cuando percibe que está embarazada. “Lamento que el señor Stradley no haya leído mis agradecimientos por el magnífico trabajo que hizo en el cómic. Tengo con él una enorme deuda que probablemente nunca podré saldar”, declaró un contrito Briggs, añadiendo que, si alguna vez se produjera la película, desearía ver algún tipo de acreditación en la pantalla, “Algo así como ”Basado en material creado por Dark Horse Comics””.

 

Además, recordó, con cada nuevo borrador, la historia iba alejándose más y más del escenario descrito por el comic, añadiendo nuevos personajes secundarios, un programa de combate holográfico y –quizá lo más intrigante- un híbrido alien/depredador (concepto explorado más adelante en “Alien vs Predator: Requiem”). “En mi segundo borrador de “Aliens vs Predator”, la escena de apertura era diferente. Transcurría en una nave de exploración del espacio profundo. Están navegando y reciben unas señales. Encuentran una cápsula dañada de los depredadores y la suben a bordo. Sucede algo desagradable. Corte a la nave flotando sin energía. Algo se agarra al casco. Unas formas entran en la nave, donde no hay gravedad y las luces son las de emergencia. Unos depredadores en traje espacial acorazado se hacen visibles. Encuentran cadáveres humanos reventados flotando por todas partes. Y entonces atacan los aliens. Un depredador hace un movimiento estúpido con un blaster y revienta un alien. Ácido en gravedad cero explotando en todas direcciones, devorando todas las cubiertas y el casco. Habría sido brutal…”.

 

Lo habría sido, sí; en eso coincidían todas las partes interesadas. Aunque el concepto de crossover entre franquicias continuó explotándose en otras miniseries (como “Aliens/Depredador: Especies Letales”, escrita por Chris Claremont) y fue adoptada por otros formatos, desde videojuegos a juegos de cartas, la posibilidad de convertirlo en base de una película no acababa de cuajar. Briggs lo explicó así: “La razón por la que el proyecto se estancó fueron las luchas intestinas entre productores. Mi agente me tuvo al tanto de la situación y durante un periodo de doce a dieciocho meses, hubo un montón de avances y retrocesos”. En particular, el productor David Giler se resistía a la idea de combinar ambas criaturas y prefería una historia en la que repitiera Ripley aun cuando se había visto su muerte al final de “Alien3”, un “detalle” que no le preocupaba: “Es ciencia ficción. Hay nueve millones de formas de traer de vuelta a Ripley”.

 

Pero es que Sigourney Weaver también expresó su escaso interés respecto a la premisa de “Alien vs Predator” durante una entrevista al “The Boston Herald”. “He oído que quieren hacer “Alien vs Predator” y quiero estar tan lejos de eso como pueda. Pensé, ¿por qué van a hacerlo? Hicimos tres películas bastante asombrosas y ahora quieren ponerlas en una especie de trituradora para hacer dinero. Esa es una de las razones por las que quise morir en el tercer film. No quería que mi personaje continuara para siempre”. Más adelante, dijo: “Entraron en razón y decidieron no hacer “Aliens vs Predator”. Y lo que dije es que necesitábamos restaurar la superioridad y elegancia de los aliens, recuperar la idea esencial y mucho del misterio de la serie y, también, para ser sincera, interpretar la faceta “antártica” de Ripley…”.

 

Y aquí es donde entra el guionista Joss Whedon, creador por entonces del éxito televisivo “Buffy Cazavampiros” y escritor de guiones para “Speed” o “Toy Story”, por ejemplo. Aunque consiguió el trabajo sobre la base de un tratamiento de guion que no incluía a Ripley, para cuando obtuvo luz verde, Weaver ya había accedido a participar en la cuarta entrega. “Imagino que la idea de hacer una película de Alien sin el apoyo que ella supone, les pone nerviosos. Así que escribí un nuevo tratamiento”.

 

Desde muy temprano, Whedon descartó la idea de ambientar la acción en la Tierra. “En primer lugar, requeriría un presupuesto enorme y una escala colosal”. Además, añadió, “Al final, habría sido sólo un decorado que no afectaría a la parte principal de la historia o a los personajes”. Aunque Whedon sabía que los aficionados llevaban tiempo pidiendo una historia localizada en la Tierra, no podía determinar qué era lo que realmente les interesaba de tal idea. “Nadie, ni siquiera yo, podría responder a eso”, dijo. “Sabemos que la Tierra no se parecería a nada de lo que conocemos, así que no es como si temieras que los alienígenas estuvieran bajo tu cama. En última instancia, no sabía qué podíamos extraer de esa idea, excepto una epopeya al estilo de “la Humanidad contra los aliens”, algún tipo de “guerra total”. En lugar de eso, el guión de Whedon volvió a ambientarse en el espacio para ofrecer una película más sencilla que fusionaba el escenario de “monstruo anda suelto” de “Alien” con el de “monstruos contra militares” de “Aliens”.

 

Estrenada en agosto de 1997, la película recaudó unos mediocres 47 millones de dólares en EE.UU. y 161 millones en todo el mundo, pero las críticas fueron, en general, negativas. Tampoco Whedon se sintió en absoluto satisfecho y más tarde admitió que el casting y el rodaje final de su guión, literalmente, le habían hecho llorar y no en el buen sentido. (Más tarde, tuvo una experiencia más feliz con otra versión del pequeño carguero de la película tripulado por un grupo de excéntricos: su imprescindible serie de televisión “Firefly”).

 

 

A pesar del pobre resultado obtenido por “Alien Resurrección”, el nuevo camino que para la franquicia podría haber abierto la adaptación de “Aliens vs Predator” seguía pareciendo improbable, entre otras cosas porque en octubre de 1996, “Daily Variety” aseguró que el director Robert Rodríguez (“Abierto Hasta el Amanecer”) había entregado un borrador de guion para una tercera película de Depredador. El manuscrito llevaba fecha del 2 de agosto de 1996 y se titulaba “Depredadores”; la historia tenía lugar en el mundo de origen de esas criaturas y se rumoreaba que intervendría Dutch, el personaje interpretado por Schwarzenegger en la cinta original.

 

Más interesante fue que Sigourney Weaver, Ridley Scott y James Cameron discutieran en privado sobre la posibilidad de un “Alien 5”. Como declaró la actriz: “Dejé a Ripley en una situación interesante y quiero ver lo que ocurre a continuación. Hay algo del tipo Jekyll y Hyde sucediendo en su interior y no estoy segura de quién ganará. No creo que otra secuela sea una mala idea. Creo que hoy en día existe toda una generación de espectadores que ven estas películas como episodios de una aventura más larga. Y no creo que esa aventura esté completamente finalizada”.

 

Cameron estaba de acuerdo y en una entrevista posterior, en 2006, confirmó que en su día había empezado, junto a otro guionista, a trabajar en una nueva historia. “Y entonces Fox me llamó y me dijo: “Tenemos este guion muy bueno para “Alien vs Predator”, y me enfadé. Les dije: “Si hacéis eso, para mí mataréis la validez de la franquicia”. Porque, para mí, eso era el “Frankenstein contra el Hombre Lobo”. Era la Universal cogiendo sus personajes y empezando a enfrentarlos unos contra otros”. Whedon estaba de acuerdo: “Algunos de nosotros pensamos que eso dañaría las películas de Alien. Es como “Invasión Extraterrestre”, ya sabes, Godzilla, Mothra y toda la peña. O “Freddy vs Jason”.

 

Aunque Cameron dejó de trabajar en su guion, el desarrollo de “Aliens vs Predator” siguió adelante bajo la supervisión del productor John Davis, que contaba con unos cincuenta títulos en su haber desde su primera película, “Depredador”, entre ellos la secuela de aquélla, “La Tapadera”, “Waterworld”, “Fortaleza Infernal”, “Pánico en el Túnel”, “Volcano” o “Doctor Dolittle”. Davis había rechazado el borrador de los guionistas James DeMonaco y Kevin Fox (“El Negociador”) en el que seguían de cerca un comic escrito por Mark Verheiden para Dark Horse, encargando una reescritura total al guionista y director Paul W.S.Anderson (“Horizonte Final”, “Resident Evil”).

 

“La principal diferencia entre mi historia y la que habían contado los siete u ocho guiones anteriores escritos durante la última década es que éstos llevaban al depredador al mundo de los aliens”, explicaba Anderson. “La franquicia Alien está ambientada 150 años en el futuro y en el espacio exterior, y esos guiones siempre llevaban al depredador a aquel mundo. Yo pensé que sería más divertido llevar al alien al mundo de las películas de los depredadores, que hasta ese momento había sido la Tierra del presente. Quería ver a los aliens llegar a la Tierra e interactuar con la gente actual en lugar de gente del futuro”.

 

El guion resultante, coescrito con Shane Salerno (“Armageddon”) y titulado sencillamente “AVP” fue el que sacó del punto muerto al estudio. John Davis se mostró encantado, pero asignó a Anderson un presupuesto relativamente magro (45 millones de dólares) y un calendario criminal para sacarlo adelante. El director, sin embargo, consiguió ajustarse a ambos y, aunque fue apaleado por la prensa y tibiamente acogido por los fans más veteranos, sorprendentemente fue del agrado de James Cameron: “Me gustó mucho. Creo que de las cinco películas de Alien, la colocaría en tercer lugar”.

 

Estrenada el 12 de agosto de 2004, “AVP” recaudó 38 millones de dólares en su primer fin de semana y 171 millones en todo el mundo, convirtiéndose en la película con mayor éxito de ambas franquicias –en términos económicos, claro- y la más rentable de Fox en 2004. Esta vez, sólo necesitarían tres años para producir una secuela (“Alien vs Predator: Requiem”, 2007, con guion de Shane Salerno y dirigida por los hermanos Colin y Greg Strause), el intervalo más corto entre películas de cualquiera de las dos franquicias. En el espacio, nadie puede oírte gritar, pero en Hollywood, el sonido de las cajas registradoras se escucha a kilómetros de distancia.

 

 

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