La Humanidad se halla inmersa en un proceso de evolución hacia algo todavía por determinar pero que parece claro nos va a hacer replantearnos lo que significa ser “humano”. Y no se trata tanto de una evolución biológica como tecnológica. Ya sea utilizando la ingeniería genética, la cibernetización o la comunicación-fusión con alguna Inteligencia Artificial, el hombre se dispone a dar un gran salto. Los científicos son quienes se encargarán de guiar esta R-Evolución, pero serán los escritores de CF, como siempre han hecho, los encargados de explorar qué consecuencias podrán derivarse de la misma y en qué modo tales avances podrán ser utilizados para el bien o para el mal.
Por supuesto, uno de los aspectos relevantes dentro de este subgénero
de la Trascendencia es el papel que desempeñará el Primero en llegar a ese
plano intelectual-existencial. ¿Cómo será tratado y entendido parte de sus
congéneres, profundamente tribales y escasos de empatía hacia todo lo que les
es extraño? ¿Cuáles serán los efectos que sobre la mente de ese individuo/s
tendrán la alienación y el instinto de autopreservación? ¿Exige una nueva clase
de Hombre una nueva clase de Sociedad?
Desde sus orígenes, la CF siempre ha sentido un gran interés por el tema de la evolución del ser humano –entendida ésta no como adaptación al medio sino como progreso, en este caso biológico y/o mental-. Durante buena parte del siglo XX, al no tener en perspectiva un cambio tecnológico o científico que pudiera facilitar tal salto, los autores tendieron a discutir el concepto del superhombre de una forma genérica, centrándose en los aspectos éticos y las previsibles ambigüedades que surgirían en un mundo habitado simultáneamente por dos especies de humanos.
Ejemplos ilustres de lo antedicho los encontramos en “Frankenstein”
(1818), “Forastero en Tierra Extraña” (1961), “Flores para Algernon” (1966),
“Homo Plus” (1976)… o “Más que Humano”, de Theodore Sturgeon, una novela corta
muy influyente que incorporó elementos psiquiátricos entonces de moda para narrar
la tragedia compartida de un grupo de parias con capacidades
telepáticas-telekinéticas, que se unen para formar algo más profundo y complejo
que una familia tradicional: una suerte de entidad o Gestalt en la que los
poderes mentales de todos completan las carencias de cada uno de sus miembros.
Hoy, Sturgeon es sobre todo conocido y citado gracias a la “Ley” que lleva su nombre y que, parafraseando, rezaría: “El 90% de todo lo que se escribe es basura”. Y es una lástima porque su ficción se encuentra entre la mejor que dio el género durante la Edad de Oro norteamericana, gracias tanto a su calidad literaria como a la valentía y humanidad con que abordaba temas no siempre habituales y cómodos, como el sexo o los rincones oscuros de la psique. Su obra influyó a autores tan diversos como Ray Bradbury o Samuel R.Delany.
En no poca medida, su marginación respecto a otros grandes nombres de
la CF contemporánea se debe no sólo a su heterodoxia sino a que su producción
consistió sobre todo en cuentos, que siempre han sido valorados un peldaño por
debajo de las novelas por parte de los aficionados. De hecho, sólo escribió
seis novelas de CF (una de ellas póstuma) y su obra dejó de reeditarse tras su
muerte en 1985.
Sus historias de los cuarenta y cincuenta nos muestran a un autor
intrigado por la condición humana y preocupado por su propia alienación. Buena
parte de su obra explora el sentimiento de exclusión. A menudo sus personajes
son adolescentes que se liberan sexualmente o acceden a una forma de
trascendencia que, en algunos casos, implica una rebelión radical contra las
normas sociales. Sus mejores historias se caracterizan por una sensibilidad y
conciencia emocional poco frecuentes en el género, así como por su crítica del fracaso
que para una sociedad supone la marginación de quienes considera anormales. Sin
embargo y pese a lo que pueda parecer, su ficción no es siempre pesimista ni
cínica; todo lo contrario. Sus personajes consiguen aquello que desean y a lo
que aspiran independientemente de la posición a la que la sociedad les haya
relegado. Esto es algo que ya aparecía en su primera novela, “Los Cristales
Soñadores” (1950), y que volvemos en encontrar en la segunda, “Más Que Humano”.
El origen de esta novela se encuentra en un cuento, “El Bebé Tiene Tres Años”, que apareció publicado en la revista “Galaxy”. Para su lanzamiento como novela, Sturgeon añadió un segmento anterior y otro posterior, conformando la historia de un pequeño grupo de jóvenes incapaces de adaptarse a la sociedad humana que, debido a los poderes mentales que poseen, los toma por deficientes mentales y convierte en víctimas de maltratos de todo tipo.
La primera parte, “El Idiota Fabuloso”, presenta a cuatro de los seis
personajes centrales. En primer lugar, Lone, un deficiente mental que vive en
los bosques como un indigente. Carente de emociones o inteligencia, su
supervivencia sólo ha sido posible porque puede escuchar los pensamientos de
los demás e influir en ellos para que, por ejemplo, le alimenten. Tras la
pérdida trágica de quien consideraba un alma gemela, es adoptado durante unos
años por una pareja de granjeros ya maduros que perdieron a su auténtico hijo
algún tiempo atrás. En ese periodo de paz y relativo afecto, ordena algo su
mente y aprende a hablar y a trabajar.
Más tarde, Lone establece un sencillo refugio en los bosques que pronto se va a convertir en el hogar y refugio de una serie de niños con capacidades psíquicas: Janie, una niña de ocho años que puede mover objetos sin tocarlos; las gemelas mudas Bonnie y Beanie, que pueden teleportarse a grandes distancias; y el Bebé, cuyo cerebro, eternamente atrapado en el cuerpo de una criatura con síndrome de Down, puede calcular y cotejar datos con la rapidez y precisión de un ordenador.
Por separado, cada uno de estos cuatro superdotados son casi unos
inútiles, pero cuando se reúnen y consiguen entender y controlar sus
respectivas capacidades, se dan cuenta de que todos son complementarios de los
demás, creando una nueva conciencia superior a la suma de la de los cuatro y a
la que denominan Homo Gestalt (palabra
alemana esta última, que significa algo así como "totalidad").
“El Bebé Tiene Tres Años”, la segunda parte, explora la naturaleza de
esa conciencia expandida. La Gestalt crece y sale al mundo exterior para
afrontar los desafíos de la supervivencia en una sociedad que no la acepta. Han
pasado varios años desde el capítulo anterior y Lone, la “cabeza” y “manos” de
la Gestalt, su nexo con el resto del mundo, ha muerto accidentalmente. Su
puesto ha sido ocupado por Gerry, un pilluelo huérfano de poderosas habilidades
telepáticas cuya difícil infancia en la calle le ha enseñado a sobrevivir y
moverse entre los hombres, pero no a distinguir entre el bien y el mal. Si
antes la Gestalt se hallaba limitada por la escasa capacidad mental de Lone,
ahora lo está por el odio y la amargura de Gerry. Su falta de escrúpulos, sin
embargo, sirve a la causa común dado que está dispuesto a hacer cualquier cosa
con tal de impedir que les separen, lo que conllevaría la disolución de la
conciencia que ahora comparten. Más que en la trama y la caracterización, este
capítulo está centrado sobre todo en temas psicológicos como el sentimiento de
pertenencia y la división entre lo consciente y lo subconsciente.
La tercera parte, “Moral” narra cómo la Gestalt madura al desarrollar una conciencia no sin tener que soportar para ello un proceso traumático. De nuevo, han pasado muchos años desde el anterior capítulo y en esta ocasión la narración adopta el punto de vista de Hip Barrows, un joven ingeniero militar que se ha convertido involuntariamente en el sujeto de un cruel experimento orquestado por Gerry. Janie se rebela contra éste y decide rescatarlo. Al final, Hip resulta ser el elemento que le faltaba a la Gestalt y sin el que no podía dar el siguiente paso hacia la verdadera madurez.
Y es que los fenomenales poderes de la telequinesia, la telepatía, la
teleportación, la supercomputación y la presciencia no les ha evitado –al
contrario, les ha provocado- severos hándicaps sociales, físicos y
psicológicos, incluyendo psicopatías, discapacidades diversas y alienación. Si
quieren dar realmente ese paso adelante en la evolución de la especie y no morir
–o provocar la muerte del resto de la Humanidad- deberán no sólo aprender a
manejar sus habilidades psíquicas sino hacerlo con el sentido moral necesario
para no dañar a quienes les rodean. Deben decidir, en definitiva, si ser el
comienzo de la siguiente fase de la humanidad o sus destructores. Y para ello,
Hip deberá convencer al inmoral Gerry que de ese trascendental paso.
“Más Que Humano” ganó el International Fantasy Award de 1954 y hoy
está considerada como una de las novelas imprescindibles de la Edad de Oro de
la CF. En su momento, debió ser un rara avis dado que el género parecía estar
dominado por los robots, cohetes, alienígenas y sociedades e imperios futuros
imaginados por Isaac Asimov, Robert A.Heinlein o Arthur C.Clarke. Sturgeon
proponía algo muy diferente: un libro ambientado en el presente, en el que no
hay apenas ciencia ni tecnología y cuyo tono y atmósfera le aproximan más al
realismo mágico que a la CF dura. De hecho, y aunque en la traducción se pierde
parte de su belleza, la prosa recuerda a la de Ray Bradbury en su hálito
poético y sus evocadoras imágenes. Como ejemplo, valga el párrafo de apertura:
“El idiota vivía en un mundo negro y gris, matizado por los relámpagos blancos del hambre y las llamas vacilantes del miedo. Llevaba ropas raídas y rotas. Aquí una tibia, afilada como un frío cincel, y allí, en la camisa agujereada, se veían unas costillas como dedos de un puño. Era alto y chato, de mirada serena y rostro inexpresivo”.
Desde hace ya algunas décadas, la explosión de la electrónica y el
universo digital ha abierto para la CF nuevos campos que explorar. Por ejemplo,
existe toda una nueva corriente dentro del género, desde la serie de televisión
“Person of Interest” (2011-2016) a la película “Her” (2013), que imagina
inteligencias artificiales cuyos procesos o estructuras “mentales” son
verdaderamente extraños. A veces, tienen personalidades plurales, o muchas
identidades existiendo en paralelo, básicamente mentes-colmena que comparten
una sola conciencia. Pero esta idea de la mente colmena ha sido tratada en la
literatura de CF desde hace mucho tiempo y uno de sus ejemplos más notables es
“Más Que Humano”.
Para 1953, cuando Sturgeon publicó esta influyente novela, la mente
colmena como vía para alcanzar la trascendencia ya era un concepto bien
establecido en la CF. Sin embargo, el género optó preferentemente por explorar
otros caminos, como por ejemplo los poderes mutantes o las mejoras aportadas
por tecnología alienígena. Es posible que ello se deba a que la mente colmena
normalmente se asocia con la pérdida de individualidad y ello está considerado
como algo de ningún modo deseable. Ahí están los grimosos invasores
extraterrestres de “La Invasión de los Ladrones de Cuerpos” (1956) o los
temibles Borg de “Star Trek”.
Sturgeon, de todas formas, no lo presenta ni mucho menos como una
experiencia opresiva o que suponga un abandono de la propia individualidad. La
Gestalt es un concepto al que el autor dio muchas vueltas en varias de sus
historias. En “Más Que Humano”, hace que hunda sus raíces en la psiquiatría
(disciplina en la que Sturgeon estaba muy interesado) y, de hecho, el capítulo
central consiste enteramente en una larga sesión terapéutica en la consulta de
un psiquiatra al que acude un atormentado Gerry y en el curso de la cual, la
Gestalt adquiere por primera vez autoconciencia. También resulta evidente el
espíritu humanista de Sturgeon en su fe en el amor como poder transformador.
Muchos escritores de CF, ya lo he comentado, han asumido que los superseres
deberían mostrarse hostiles hacia aquellos que no han evolucionado como ellos,
pero Sturgeon adopta un punto de vista opuesto. En lugar de imponerse al Homo
Sapiens, la Gestalt representa el máximo logro del potencial humano; y como
tal, el Homo Gestalt tiene el deber moral de guiar, inspirar y proteger al Homo
Sapiens, su antepasado.
En cualquier caso, esa idea de una consciencia “Gestalt” producto de la fusión de mentes para conformar una mayor y más poderosa se ha venido repitiendo desde entonces en la CF hasta la actualidad. En aquel mismo año 1953, Clarke presentaría algo similar en “El Fin de la Infancia”. Y otros ejemplos los encontramos en la Unimente en la fue se reunian “Los Eternos” (1975) de Jack Kirby; la “Deriva” de “Pacific Rim” (2013), en la que dos personas fusionan sus mentes para controlar un robot gigante; e incluso la Red de Metamorfosis de los Power Rangers bebe del mismo concepto.
“Más Que Humano” plantea una de las grandes preguntas que se hace el
Hombre: no por qué estamos aquí o de dónde venimos, sino a dónde podríamos
llegar. Sturgeon imagina una nueva fase de la evolución que no podemos tomar
como realista a tenor de nuestros conocimientos científicos actuales. Es
difícil imaginar el tipo de selección natural o presiones del entorno que
acabarían produciendo algo como el Homo Gestalt. De hecho, Sturgeon no ofrece
demasiados detalles acerca de qué origen, justificación o límites tienen los
poderes mentales de los protagonistas. Éstos los utilizan y aceptan su
existencia sin cuestionarse su fuente o funcionamiento. Pero desde el punto de
vista de la ficción especulativa, se trata de una premisa espléndida con la que
explorar lo que el autor valora como la característica más singular y
definitoria del ser humano: somos seres morales, capaces de mirar más allá de
nosotros mismos y considerar el bien común a la hora de tomar nuestras
decisiones.
Significativamente, los “más que humanos” protagonistas son también, en
cierto sentido, “menos que humanos” porque todos ellos sufren de algún tipo de
discapacidad psíquica, trauma psicológico o abuso familiar o social que les
impide controlar y utilizar adecuadamente sus poderes. La única forma de que
puedan superar sus respectivos hándicaps y funcionar plenamente como humanos,
es fusionarse en esa conciencia compartida en la que las fortalezas de los
demás pueden suplir las carencias propias. A Sturgeon le interesa especialmente
cómo sobreviven y se adaptan a un mundo que, en teoría, podrían llegar a
gobernar. Y ese es el otro gran dilema. Juntos, son invencibles, pero con el
poder –y en la personificación de Gerry- llega la arrogancia. Sólo un sentido
de lo moral puede lograr un equilibrio.
Los tres personajes principales –Lone, Gerry y Hip- completan un arco
de evolución personal que tiene su homólogo en el progreso de la propia
Gestalt. Con todos sus defectos, discapacidades y ambigüedades, Sturgeon los
presenta de manera compasiva, resaltando por igual sus virtudes y sus defectos.
Es cierto que el lector puede sentirse un tanto confundido, incluso distanciado
emocionalmente, por la estructura de la novela: tres partes separadas no sólo
por amplias elipsis sino por diferentes voces narrativas. Al menos en parte,
ello se debe a su origen como expansión de lo que en origen era una novela
corta. Sturgeron era, ya lo dije, antes un fabulador de historias cortas que un
novelista. Pero al final y como ocurre con el Homo Gestalt, el escritor
consigue salvar lo que en otras manos habría sido una obra dispareja e
irregular y hacer que la suma de partes distintas dé como resultado algo mejor
que una mera adición, un conjunto con su propia y original coherencia.
El primer capítulo quizá sea el mejor escrito o, al menos, el más
emotivo; y mientras que las dos siguientes partes cobran interés una vez
avanzada su lectura, tienen el problema de que los personajes que las
protagonizan se pasan docenas de páginas perdidos en el laberinto de sus
identidades, tratando de recuperar recuerdos reprimidos o averiguando lo que
les impulsó a tomar ciertas decisiones. No es raro, por tanto, que el lector se
sienta a veces tan desorientado como ellos –aunque no descarto que ése fuera el
efecto que deliberadamente quisiera provocar Sturgeon-.
En mi opinión, la principal pega de “Más Que Humano” es que la belleza formal de su prosa (cuyo lirismo nunca tropieza en lo relamido u opaco), no consigue que los conflictos que se presentan en cada capítulo surtan el deseable efecto emocional porque todo se explica a grandes brochazos, dejando poco espacio para la reflexión sobre las sutilezas y ambigüedades de una situación tan extraordinaria como la que se plantea. No es que sea una novela tosca y, de hecho, sí pueden encontrarse algunos matices, pero éstos no llegan a desarrollarse todo lo satisfactoriamente que habría sido deseable.
No me atrevería a calificar “Más Que Humano” como una obra maestra del
género, pero lo que no se puede negar es que es una novela que en su momento se
atrevió a ir más allá de los límites que muchos otros autores se habían
impuesto, poniendo el foco en la psicología y la ética e incluyendo situaciones
y temas muy duros, como el abuso sexual a niños, el maltrato de los discapacitados
mentales o la segregación racial (El libro se publicó un año antes de la histórica
sentencia del caso Brown versus Board of Education, en el que el Tribunal
Constitucional de Estados Unidos declaró inconstitucionales las leyes estatales
que establecían segregación racial en las escuelas). Lo que se nos presenta en
“Más Que Humano” es, de alguna forma, una familia no tradicional en la que Bebé
tiene Síndrome de Down y las gemelas son negras. Cuando Lone muere, los niños
son adoptados por una mujer blanca y rica con una criada negra que les hace
comer en mesas separadas según sus razas, una distinción contra la que los
niños se rebelan.
Si “Más Que Humano” sigue siendo una lectura recomendable y figurando
en numerosas listas de obras relevantes del género es porque ha envejecido
mucho mejor de lo que cabría suponer siete décadas después de su publicación
original. Y ello es así no sólo porque narra una historia donde la tecnología e
incluso la época no juegan gran papel (buena parte de la acción transcurre en
zonas rurales, que siempre registran los cambios más despacio y menos radicalmente
que en las bulliciosas ciudades), sino por los temas que aborda: cuestiones
imperecederas relacionadas con el poder y la moralidad; las dificultades de
adquirir ésta cuando se vive ajeno a la sociedad; la individualidad y el
sentimiento de pertenencia; el trauma psicológico y sus consecuencias; y el
amor y su poder redentor y transformador.
La soledad y aislamiento que experimentan los protagonistas no se
diferencian demasiado de los que sufre cualquier adolescente; y la necesidad de
desarrollar una brújula moral forma parte del proceso de salida de la infancia
y entrada en la madurez. En este nivel metafórico, “Más Que Humano” es una de
las novelas seminales en el tema de la Trascendencia y los Poderes Mentales,
pero puede leerse también como una especie de drama psicológico de delincuentes
juveniles (un tema que preocupaba mucho en la ficción de los años cincuenta). En
último término, es un texto que nos recuerda que sea cual sea el camino por el
que nos lleve esta accidentada búsqueda que llamamos Vida, en un momento u otro
tenemos que madurar y adoptar un código moral; que ello es mejor hacerlo
cooperando que planteando conflictos; y, en definitiva, que no hay nada malo en
ser más que humano en tanto no olvidemos lo que es ser humano.
Libro seminal de CF pendiente, gracias por la reseña y crítica.
ResponderEliminarSobre este tema, y mient4as lo leía, quizás puedas ayudarme a localizar una obra que leí. Desgraciadamente no recuerdo el autor o edición (Ed. Destino me viene a la mente, sin ninguna razón de peso). Es una novela corta, describiendo una invasión extraterrestre que lleva las de ganar hasta que, por una razón X, toda la humanidad se une en una mente colectiva que responde con éxito. Recuerdo sobre todo una escena de ese climax que me impactó mucho: la denun niño que se introduce voluntariamente entre los engranajes de un tanque alienígena para morir pero al mismo tiempo bloquearlo y permitir su derrota. No es un sacrificio, es una decisión de él/nosotros y no provoca un segundo pensamiento al respecto. Me impactó mucho porque fue un buen ejemplo de cómo una mente gestalt podría ser tan extraña a nosotros que provocaría rechazo al lector, sin entender que se mueve en otras coordenadas. Ennfin, no sé si con tan pocos datos algo te viene a la cabeza. ¡Mente colmena, ayuda! 😉
Lo siento radar, pero con esos datos, no me viene nada a la cabeza... Es que mentes colmena en la CF hay a porrón. sorry
EliminarMe pareció una historia muy hermosa,además de que fue el primer libro que leí por la biblioteca de mi escuela ,me gustó mucho y sin duda lo volvería a leer las veces que sea necesario ✨
ResponderEliminar¿Que buena traducción recomiendan de esta novela? He querido leerla por mucho, pero me topé una edición argentina de la edición Fondo De Cultura Económica, pero de v edad me pareció traducida con Google Translate. Pésima conjugación de verbos y me mató la emoción que traía por leer. ¿Alguna pista? Saludos.
ResponderEliminarhttps://tercerafundacion.net/biblioteca/ver/ficha/2148
EliminarNo las he leído todas, pero al menos las de Minotauro, en España, me ofrecen garantías.