En lo que se refiere a películas de CF, el año 1996 fue de lo más fructífero. En la escala superior del espectro presupuestario encontramos dos películas de invasiones extraterrestres: “Independence Day” y “Mars Attacks”; más abajo, tenemos la decepcionante reentrada de Serpiente Plissken y John Carpenter en “2013: Rescate en Los Ángeles”, mientras que Ruger Hauger protagonizaba nada menos que dos cintas, ninguna particularmente memorable pero con títulos sugerentes: “Crossworlds: Entre Dos Mundos” y “Apocalipsis Omega”. También pudimos ver en pantalla grande “La Isla del Doctor Moreau”, “Star Trek: Primer Contacto” y esa rareza que fue el “Space Truckers” dirigida por Stuart Gordon.
Oculta por todo este ruido de fondo, se estrenó “¡Han Llegado!”, una propuesta modesta pero interesante que tuvo la mala suerte de estrenarse solo unas pocas semanas antes de “Independence Day”, cuya maquinaria de promoción se ocupó de silenciar cualquier otra película sobre el mismo tema.
El radioastrónomo Zane Zaminsky (Charlie Sheen) trabaja
para el proyecto SETI rastreando señales de vida extraterrestre Una noche él y su colega Calvin (Richard
Schiff) captan una emisión de radio no aleatoria de 45 segundos y procedente
del espacio exterior. Sin embargo, su superior en la NASA, Phil (Ron Silver) se
niega a aceptar la posibilidad de un origen inteligente, argumentando que es
demasiado breve como para tenerse en cuenta. Poco después, Zane es despedido y
su proyecto cancelado argumentando recortes de presupuesto.
El científico averigua que ha sido colocado en una
lista negra de su profesión y que todas las pruebas que recogió de su
descubrimiento se han confiscado y mantenido en secreto. Consigue un trabajo
como técnico de instalación y mantenimiento de television por cable, haciéndose
así con el control de numerosas antenas parabólicas de clientes de la compañía
y utilizándolas simultáneamente como si fueran una sola y gran radioantena
controlada desde su domicilio. Descubre así que alguien está contestando a la
señal que él captó y que esa respuesta proviene de un lugar de Mexico. Viaja
hasta allí y se encuentra con una científica medioambiental, Illana Green
(Lindsey Crouse), cuyas investigaciones de extrañas anomalías climáticas la han
llevado hasta el mismo lugar.
Zane descubre, arriesgando su vida en una incursion a
unas instalaciones secretas subterráneas ocultas bajo lo que parece una central
eléctrica, que alienígenas que pueden transformar su apariencia en humana, han
estado adquiriendo centrales energéticas por todo el mundo y convirtiéndolas en
plantas terraformadoras que están modificando la atmósfera terrestre como
preparación a una ulterior invasion.
David Twohy se labró una reputación en el cine de acción con el guión de películas como “El Fugitivo” (1993), “Velocidad Terminal” (1994) o “La Teniente O´Neil” (1997). Sus credenciales en el género fantacientífico fueron incluso más apreciables. Podemos perdonarle los guiones de “Critters 2” (1988) o “Waterworld” (1995) gracias a sus más ingeniosos “Warlock, el Brujo” (1989) o la modesta “Infiltrado” (2002).
El siguiente paso en su carrera lo dio ascendiendo a
la silla de director, debutando con la poco conocida pero eficaz “Huida a
Través del Tiempo” (1992), una de las películas más inteligentes sobre viajes temporales
de las muchas que se produjeron en los noventa. Con “¡Han Llegado!” y, sobre
todo, “Pitch Black” (2000), seguidas del drama submarino “Below”, “Las Crónicas de Riddick” (2004) y el psicothriller “Escapada Perfecta” (2009), Twohy se
consolidó como uno de los directores más prometedores e inteligentes de la
nueva ola de realizadores que entraron en el género en el cambio de siglo.
“¡Han Llegado!” arranca como una historia de “Primer
Contacto”, anticipándose a la película “Contacto” (1997) que Robert Zemeckis
estrenaría poco después, pero enseguida abandona ese subgénero para abrazar el
de las “invasiones silenciosas”, que por entonces bebía de la paranoia y las
teorías de la conspiración que tanto éxito cosecharon con la serie de
television “Expediente X” (1993-2002). De hecho, es más que probable que esta
producción recibiera el visto bueno en la esperanza de capitalizar la
popularidad de aquel programa. El problema que tuvo que arrostrar la película
cuando se estrenó es que, para entonces, “Expediente X” ya llevaba tres
temporadas triunfales y las historias sobre infiltraciones alienígenas con siniestros
matones que eliminaban pruebas y testigos, se habían convertido ya en un cliché
muy sobado (tanto que en 1997 se estrenaría una parodia del mismo, “Men in Black”).
Por regla general, las películas de “Primer Contacto”
van más allá de imaginar un “simple” encuentro cara a cara con alienígenas”.
“Solaris” (1972), por ejemplo, trataba sobre el amor, la memoria y la pérdida;
“Contacto” reflexionaba sobre lo que separa –y quizá también acerca- a la
Ciencia y a la Fe; “La Llegada” (2016) abordaba la maternidad, la influencia
del lenguaje sobre la percepción de la realidad y la naturaleza de la pena. En
el caso de “¡Han Llegado!”, el mensaje que quiere transmitir Twohy es uno de
ecologismo: los alienígenas no hacen sino acelerar e intensificar un fenómeno
del que nosotros mismos somos responsables y que puede significar nuestro fin
como especie.
La idea de unos alienígenas llegados para terraformar
la Tierra es tan vieja como “La Guerra de los Mundos” (1898), de H.G.Wells y
Twohy –que es un gran aficionado a la CF clásica- fusiona ese concepto tan
usado en el género con la premisa de la infiltración alienígena que propuso
Nigel Kneale en los cincuenta para la serie de television y luego película
“Quatermass II” (1957). De hecho, el complejo secreto en el que se introduce
clandestinamente Zane en Mexico recuerda mucho al que el profesor Quatermass
descubría en aquella cinta británica.
Twohy coge todo esto y lo revuelve con sus propios y
algo excéntricos gustos y la sensibilidad y estética de los noventa. De hecho, el
interés de “¡Han Llegado!” no reside tanto en su explotación de la paranoia y
la conspiración como en las sorpresas verdaderamente extrañas que el
director/guionista va sacándose de la chistera desde el mismo comienzo. Hay un plano
de apertura muy conseguido en el que se ve un campo de amapolas bajo un día
soleado y, conforme se aleja la cámara, se descubre que no es más que un parche
en mitad del casquete polar, cada vez más pequeño mientras la cámara sigue
retrocediendo hasta mostrar la Tierra desplazándose en su órbita.
Twohy va insertando regularmente este tipo de giros
desorientadores, como cuando el mexicano al que Zane persigue por las
callejuelas en plena noche, dobla sus piernas de forma antinatural y salta
hasta la azotea; o el plano en el que el taxista pasa por el escaner, mostrando
por un segundo que su rostro no es en absoluto humano; la bomba que los
asesinos dejan en la casa de Zane y que crea un vórtice que absorbe todo lo que
lo rodea; el momento en el que Zane encuentra en la central eléctrica a un doble
de Phil, su jefe en la NASA; la inquietante escena en la que Illana Green se
ofrece sexualmente al astrónomo mientras al otro lado de la puerta les aguardan
unos letales escorpiones ocultos en la cama; el instante surrealista en el que
Zane llama por teléfono desde la bañera del hotel justo antes de que el techo
superior se desplome sobre él…
Tras toda esta cadena de aciertos, la película queda
lastrada por la necesidad de ofrecer un gran climax de acción con un desenlace
optimista pero ni verosímil ni coherente (ATENCIÓN: SPOILER): se quiere
presentar como un triunfo la emisión de la grabación de video que había
obtenido Zane demostrando la existencia de una gran conspiración; pero habida
cuenta de las vagas alusiones que contiene, parece poco probable que nadie vea
en ella más que los delirios de un fanático de las conspiranoias. Por otra
parte, y aunque siempre es bienvenido tener a Ron Silver en el reparto, es
imposible verle y no darse cuenta inmediatamente de que milita en el bando de
los villanos. A esas alturas ya había interpretado ese papel en películas como
“Acero Azul” (1990) o “Timecop” (1994). No obstante, su papel concreto en la
conspiración no se desvela hasta el final.
En cuanto a Charlie Sheen, superestrella gracias a su
larga participación en una de las sitcom más exitosas de la television americana,
“Dos Hombres y Medio” (2003-2011), puede no parecernos hoy la elección más
idónea para protagonizar un thriller de ciencia ficción. Pero conviene recordar
que en los ochenta y noventa, demostró su valía como actor en películas de lo
más variado, desde los dramas financieros (“Wall Street”, 1987) a los bélicos
(“Platoon”, 1986), de la comedia absurda y paródica (“Hot Shots”, 1991) al
western (“Arma Joven”, 1986). Aquí, con gafas y perilla, interpreta a un hombre
corriente que se ajusta poco y mal al estereotipo de héroe de acción y con el
que, por tanto, resulta más fácil simpatizar. El resto de los actores no pasan
de secundarios así que prácticamente todo el peso de la película recae sobre
él, una carga que resuelve con profesionalidad y verosimilitud.
Twohy hizo los deberes en lo que se refiere a la
radioastronomía y “¡Han Llegado!” quedó como una película sobre invasiones
alienígenas modesta pero inteligente, con suspense y una agradable pero suave
querencia por lo grotesco. Todo lo que, en definitiva, no era “Independence
Day”, que como he dicho se estrenó aquel mismo año y que también narraba una
invasion extraterrestre. El film de Roland Emmerich era excesivo en todos sus
aspectos, incluyendo unos efectos especiales apabullantes que atrajeron a
millones de personas a las salas de cine. Por el contrario, el apartado visual
de “¡Han Llegado! es modesto y en ningún momento se pretende captar la atención
del espectador utilizándo los efectos como cebo.
El resultado fue el esperable. La película de Twohy no consiguió ni recuperar sus 25 millones de presupuesto mientras que “Independence Day” multiplicó por diez los 75 millones que costó y se convirtió en la cinta más taquillera de aquel año. Con todo, hubo otras productoras que, a la vista de que “¡Han Llegado!” funcionara mejor en el extranjero que en casa –en parte debido a que allí Charlie Sheen tenia mejor reputación- se animaron a hacer una secuela en 1998, con paupérrimos resultados, que salió directamente a video y con la que nada tuvieron que ver ni Twohy ni los actores de la primera parte.
Con todo lo dicho, es fácil deducir que “¡Han Llegado!” no es un ejemplo de historia con profundos sentimientos o atrevidas ideas científicas, sino una serie B divertida y sin pretensiones. Twohy deja meridianamente claro que eso es exactamente lo que quería hacer. Como “Independence Day”, “Mars Attacks” o “Scream” (1996), encaja en la corriente que floreció a mediados de los 90 compuesta de películas de género autoconscientes de serlo y orgullosas de exhibirlo.
Si lo que se busca es un film de Primer Contacto que imagine nuestro encuentro con alienígenas como una experiencia trascendente que cambie para siempre nuestra percepción del universo y de nosotros mismos, hay que recurrir a “Solaris”, “Contacto” o “La Llegada”. Pero si lo que se pretende es pasar un rato de entretenimiento eficaz y algo gamberro que mezcla terror, intriga detectivesca y ciencia ficción y que bien podría haber firmado John Carpenter a finales de los setenta, “¡Han Llegado!” es una buena opción.
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