"Viaje al Centro de la Tierra" (1864), de Julio Verne, fue una novela inmensamente influyente. No fue el primer libro de Mundos Perdidos (los relatos sobre las aventuras de viajeros en extraños y remotos países son antiquísimos, previos incluso a la escritura) pero su forma de combinar el diario de viajes con momentos de intensa acción sí se constituyó como el modelo a partir del cual se inspirarían multitud de escritores en años posteriores.
En especial, su idea de que bajo la superficie de nuestro planeta se escondía todo un sistema ecológico por completo independiente sedujo a generaciones enteras, que adoptaron tal concepción con propósitos y formas muy diferentes.Por ejemplo, Edward Bulwer-Lytton imaginó en "La raza venidera" (1871) una civilización de superhombres con grandes poderes y avanzada tecnología esperando a invadir la superficie; en cambio, el viajero que Edgar Rice Burroughs condujo al centro de la Tierra en su serie de Pellucidar (1914) se encuentra con una serie de tribus prehistóricas y criaturas antediluvianas.

Joseph O´Neill (1878-1953) fue un hombre interesado por la actualidad y comprometido con la política del momento -durante veinte años ocupó un cargo como secretario del ministerio de Educación del gobierno irlandés-. Veía con preocupación la evolución de los acontecimientos internacionales y decidió exponer sus inquietudes a través de la ciencia ficción. Tres fueron los libros de ese género que escribió y todos ellos se sirvieron de sus característicos mecanismos para criticar ciertos aspectos políticos y sociales. La primera de ellas fue "El Viento del Norte" (1934), en la que un viajero del tiempo llega al Dublín de la época vikinga.
La segunda, "La Tierra bajo Inglaterra", transcurre bajo el suelo de Cumberland, en las proximidades


"La Tierra bajo Inglaterra" fue un producto de su tiempo y reacción a las fuerzas que en ese momento bullían en la sociedad. Algunas aún mantienen cierta vigencia, otras se han olvidado completamente. Combinando elementos del relato de Mundos Perdidos y la Distopia, esta novela lanzaba un claro mensaje de advertencia acerca de la expansión de regímenes totalitarios por Europa. Su siguiente y última novela de ciencia ficción, "El Día de la Ira" (1936) abundaba en el tema, ahora ya con un tono de urgencia, como lo demuestra el que de la distopia saltara al subgénero de las guerras futuras. El libro describía la destrucción de la civilización por las avanzadas aeronaves de una coalición que reunía a Alemania, Japón y China (otra vez, el Peligro Amarillo).
Muestra de la versatilidad de la ciencia ficción a la hora de servir de plataforma para diferentes opiniones morales y políticas, "La Tierra bajo Inglaterra" sirve como reflejo de una convulsa época que se encaminaba hacia un nuevo conflicto devastador.
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