miércoles, 22 de julio de 2020

2019- OTRA VIDA (y 2)



(Viene de la entrada anterior)

Se diría que “Otra Vida” trata de romper el record de acumulación de tópicos de CF, como si hubiera sido el producto de una reunión de ejecutivos con la orden de crear un pastiche del género. Al fin y al cabo, “Stranger Things”, el mayor éxito de Netflix, es un híbrido nostálgico de películas y libros de los ochenta del pasado siglo. Asi que alguien debió pensar, ¿por qué no intentar lo mismo con la ciencia ficción? Si a la gente le encanta “Alien” (1979), “La Llegada” (2016), “Horizonte Final” (1997), “Solaris” (1972), “Abyss” (1989), “Encuentros en la Tercera Fase” (1975), “Perdidos en el Espacio” (1965-68), “Insterstellar” (2014) y “Battlestar Galáctica” (2004-2009), ¿cómo no va a disfrutar con una mezcla de todo ello? Error.



No pongo en duda que el creador de la serie, Aaron Martin, sea un gran fan de la ciencia ficción, pero ese amor no se traslada a “Otra Vida” de forma coherente y ordenada. Ciertamente, “Stranger Things” toma elementos, conceptos, situaciones e ideas de otras obras, pero al menos las integra en algo nuevo o, como mínimo, con entidad propia. “Otra Vida”, por el contrario, los encaja uno tras otro: primer contacto, contagio de virus alienígena, amenaza extraterrestre a bordo al estilo de “La Invasión de los Ultracuerpos” (1978) –pasada por el filtro de “Battlestar Galactica”-, catástrofes tecnológicas y astronómicas diversas, invasiones extraterrestres, inteligencias artificiales que funcionan mal… De hecho, hay algunas escenas que llegan al borde del plagio, como esa salida del parásito alienígena del cuerpo de una astronauta directamente sacada de “Alien”; o la comunicación con el artefacto mediante música y colores, “inspirada” en “Encuentros en la Tercera Fase”.

Es frustrante también la falta de ambición en lo que se refiere a mostrar la escala del evento.
Un artefacto alienígena, la primera evidencia de vida extraterrestre, llega a la Tierra y se aposenta en la superficie. Y la única reacción que vemos (aparte de algunas caras asombradas de ciudadanos aleatorios al comienzo) es un grupo escuálido de científicos y militares rodeando al ingenio. ¿Qué pasa con el resto del planeta? ¿Cómo afectaría semejante descubrimiento a la vida de la gente? No es sorprendente que, siendo una serie americana, la nave aterrice en ese país pero, ¿qué consecuencias tendría ello en su relación con otras naciones interesadas en participar en la investigación?

En favor de la serie hay que apuntar que no esté artificialmente alargada. No tenemos aquí esos episodios iniciales de relleno tan habituales en las plataformas de streaming y que denotan que la cadena no tenía, en el fondo, historia suficiente para conformar una temporada entera. “Otra Vida” consta de sólo diez episodios y discurre con rapidez de una
aventura a la siguiente sin dejar que el espectador coja aire suficiente como para reflexionar demasiado sobre lo incoherentes, implausibles y torpes que son muchas de las cosas que se cuentan. Prueba de esa celeridad son las antes mencionadas muertes de personajes en los primeros episodios, un recurso que otras series hubieran reservado para el final.

Por desgracia, “Otra Vida” tiene demasiados problemas como para poder disimularlos con un ritmo frenético. Mejora algo conforme avanza la temporada, pero eso es sólo porque el episodio piloto es una incómoda amalgama de eventos y personajes. Ya he comentado lo absurdo de la selección de astronautas para una misión de tal
envergadura; y el giro en el que el segundo de abordo se amotina apoyado por parte de la tripulación es tan injustificado y brusco que hace descarrilar todo el episodio, necesitando luego varias entregas para poder recobrar la coherencia.

Además, toda la serie está salpicada de graves ataques a la lógica y la ciencia. El artefacto alienígena en la Tierra está tan mal custodiado que Erik y Jana pueden dar paseos nocturnos en sus proximidades; después de varias conversaciones muy serias acerca de la naturaleza secreta de su misión, Erik decide revelarle a Harper Glass los entresijos de su trabajo…¡en un trivial electrónico de un bar!; cuando la Salvare pasa junto a un astronauta a la deriva, se añaden efectos de sonido de un
motor rugiendo, ignorando que en el vacío no se oye nada. La supina estupidez de los astronautas se pone de manifiesto en esa escena –“inspirada” quizá en otra de “Prometheus” (2012)- en la que dos de ellos, en contra de cualquier noción de sentido común y prudencia, deciden quitarse los cascos en una luna para comprobar si el aire es respirable. Incluso después de recibir una reprimenda al respecto, uno de ellos vuelve a hacerlo varios episodios después en otro planeta. Cualquier aficionado a la CF comprende que es necesario cierto grado de suspensión de la incredulidad, pero este tipo de ocurrencias son pedir demasiado. Añádase a todo ello la dislocación entre el tono de culebrón que se gastan los astronautas y la trascendental misión en la que se hallan embarcados, y tenemos un resultado que no puede calificarse de inteligente.

Así que lo que puede salvar su visionado –al menos para ciertos espectadores- es, de nuevo,
Katee Sackhoff, una actriz más sólida de lo que podrían hacer pensar las películas en las que ha participado y la principal razón para continuar viendo la serie. Tiene talento y presencia como para coger un material y elevar su calidad independientemente del desastre que sea el conjunto (ahí está como ejemplo el efímero reboot de “La Mujer Biónica”, 2007). Su carrera tuvo un antes y un después con “Battlestar Galactica”, en la que interpretó a la carismática e intensa teniente Kara Thrace “Starbuck” en lo que sigue siendo su mejor trabajo. Tanta huella dejó con su personaje que era cuestión de tiempo que alguien le volviera a ofrecer participar en una space opera espacial. Quizá fueron los famosos algoritmos de Netflix los responsables de que contrataran a Sackhoff para “Otra Vida”, donde vuelve a encarnar a una mujer fuerte a bordo de una astronave.

El suyo es el personaje que más atención recibe por parte del guion, aquél que conforma el núcleo emocional de la serie. Por un lado, por el sentimiento de culpa que la atormenta a tenor de la decisión que tomó en la anterior expedición y a consecuencia de la cual murieron varios compañeros. Fue aclamada como heroína por haber salvado al resto y a la nave, pero lejos de suponerle un consuelo, siente que no merece tal reconocimiento. Por otra parte, están los remordimientos de haber abandonado en la Tierra a su marido e hija, no tanto llevada por el sentido del deber sino por el convencimiento de ser la más indicada para comandar la misión y la seguridad de que, si renuncia a hacerlo y algo sale mal en el curso de la misma, no podría soportarlo. Aunque el desastre acontecido en la nave hace años sí se explora algo más en la segunda mitad de la temporada, el guion no nos muestra lo suficiente de la vida de Niko con su familia en la Tierra como para poder sentir la intensidad de su pérdida. En cualquier caso, siempre que Sackhoff aparece en pantalla, el mediocre guion se hace instantáneamente más plausible gracias a su capacidad para hacer que lo ridículo lo parezca menos y transmitir la épica y dramatismo de las situaciones en las que se ve envuelta.

Los presupuestos que maneja Netflix para efectos especiales son presumiblemente más
generosos que los de Syfy, así que aunque el guion y la dirección pertenecen claramente al ámbito de la serie B, “Otra Vida” sí ofrece al menos una factura visual moderadamente atractiva. Los planos de estrellas, el espacio, la nave y su equipamiento, el artefacto alienígena… aportan una apropiada sensación de escala y sentido de lo maravilloso. Los problemas de la tripulación con desagradables parásitos o una I.A. desquiciada están resueltos con eficacia. No está a la altura de otras series de CF de Netflix, como “Lost in Space”, “Black Mirror” o “Stranger Things” y al principio se llevó algunas críticas negativas no del todo carentes de razón (hay, por ejemplo, un episodio que transcurre en un planetoide y que fue claramente grabado en un estudio; o momentos CGI no muy elaborados) pero no son los ocasionales tropiezos en el apartado técnico el principal lastre de la serie.

“Otra Vida” es, por tanto, una propuesta que –al menos en su primera temporada, que es la única disponible en el momento de escribir este artículo- no consigue cuajar en algo original o diferenciado. Es como un menú de sushi compuesto de trocitos extraídos de otras películas y series, para más inri harto conocidas, lo que le impide definirse bien por un enfoque valiente y riguroso, bien por el abiertamente pulp. Eso sí, es una serie directa, sencilla, rápida, que prefiere dar respuestas sin haber formulado antes las preguntas y que está protagonizada por gente irrealmente atractiva. Dado que según Netflix es una de sus diez series de CF más apreciadas por los suscriptores, quizá sea este despues de todo el tipo de CF preferida por los fans actuales.

Puedo entender perfectamente por qué muchos espectadores abandonarán la serie en sus primeros capítulos. “Otra Vida” empieza con mal pie en sus dos o tres primeras entregas. Sin embargo, si se consigue pasar del quinto episodio y disculpar algunos de los problemas de giuon que he mencionado, se percibe una cierta mejora. Las historias de la segunda mitad de la temporada son más interesantes, la trama empieza a centrarse en las intenciones de los alienígenas, buena parte de los tripulantes más enojosos mueren y Katee Sackhoff toma las riendas de su personaje.

Con todos sus inconvenientes,“Otra Vida” es un producto de serie B moderadamente entretenido para espectadores no muy exigentes. No es demasiado original en ningún sentido, pero al fin y al cabo una temporada de diez episodios tampoco supone una gran inversión de tiempo.

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