“Robocop” (1987) es un film clásico de la ciencia ficción cinematográfica. En las manos del director Paul Verhoeven, el tópico tema de un ciborg policía se convirtió en un mordaz y sarcástico análisis de aquella época, una sátira de la creciente intrusión del poder corporativo en la sociedad y política americanos. La película ridiculizaba también la militarización de los cuerpos policiales que se produjo cuando el presidente Ronald Reagan autorizó la venta de excedentes militares a los equipos SWAT. La idea de una fuerza de policía privada parecía el siguiente paso lógico tras haber privatizado varias penitenciarías americanas en aquellos mismos años.
El caso es que “Robocop” fue un enorme éxito que generó varias secuelas, como la todavía

Ya en el siglo XXI, los productores cinematográficos de Hollywood se embarcaron en una febril tarea de recuperación y actualización de prácticamente todas las películas de terror de los setenta y ochenta de la centuria anterior antes de dirigir su atención

La corporación Omnicorp ha cosechado un gran éxito fabricando unidades robóticas de pacificación urbana en zonas de guerra que acompañan y complementan al ejército americano en sus misiones y salvan las vidas de muchos soldados. Sin embargo, en territorio de Estados Unidos, el uso de estas máquinas se topa con el rechazo del Congreso, que se niega a que puedan utilizarse para combatir el crimen y que incluso ha promulgado una ley, el Acta Dreyfus, para prohibirlas. El presidente de Omnicorp, Raymond Sellars (Michael Keaton), se da cuenta de que para convencer al público americano de las bondades de su

En Detroit, el detective de la policía Alex Murphy (Joel Kinnaman) y su compañero Jack Lewis (Michael K.Williams) siguen la pista de unos traficantes de armas cuando averiguan que éstos reciben soplos y mercancía del propio departamento de policía. Su intento de arrestar al cabecilla del grupo, Antoine Vallon (Patrick Garrow) queda frustrado y Lewis resulta herido.

Cuando recobra la conciencia –o, más bien, se la conectan-, Murphy se encuentra con que su cerebro ha sido colocado en un cuerpo casi enteramente robótico. Al tratar de convertir a Murphy en una máquina de combate, Norton descubre que las emociones y las decisiones propias de un humano interfieren con la eficacia que se espera de una creación artificial, así que diseña un sistema en el que el ordenador pasa a dirigir mente y cuerpo cuando entra en combate. Para conseguirlo, sin embargo, hay que anular las emociones mediante químicos.

Conectado permanentemente en directo a todas las cámaras de vigilancia urbana y los archivos policiales, Murphy comienza una asombrosamente eficaz campaña de arrestos de sospechosos y criminales buscados. Pero conforme sus emociones se abren paso a través de los controles del ordenador, desafía su programación y se empeña en encontrar y arrestar a aquellos que trataron de asesinarlo. Ello le lleva a su vez a enfrentarse con los ejecutivos de Omnicorp que intentan “desconectarlo” al considerar que sus actos guiados por la libre voluntad pueden poner en peligro su misión original: modificar la opinión pública a favor del uso de robots policías. Consideran que con él ya han obtenido la publicidad necesaria, la ley Dreyfus va a derogarse y podrán pasar a lo que realmente les interesa: vender robots. En ese plan, Murphy es un estorbo que hay que eliminar.

La casi invariable insipidez con la que Hollywood había venido actualizando los clásicos del

Los productores tuvieron el acierto de contratar al director brasileño José Padilha. Éste era

El remake incluye varios cambios respecto al original. Alex Murphy es ascendido de patrullero

Más interesante, profundo y significativo es que Omnicorp parece una empresa mucho menos perversa que la Omni Consumer Corporation del original. Sigue siendo una compañía mentirosa, manipuladora y codiciosa pero en la versión de 1987, Paul Verhoeven estaba satirizando la filosofía corporativa hasta convertir a sus ejecutivos en auténticos villanos que veían la privatización de la seguridad pública como un medio de enriquecerse y que no tenían inconveniente en reclamar el cuerpo de Murphy como propiedad privada de la empresa. Este matiz ha sido eliminado en la película de 2014 y nos encontramos con que Omnicorp expone con veracidad y le solicita muy educadamente a la esposa de Murphy que firme los papeles que les otorgará el control sobre su cuerpo.
Dejando al margen que hacia el final de la historia los grises desaparecen para caer en el maniqueísmo más ridículo, en el resto del metraje la crítica al pensamiento y método corporativos está presente de una forma más sutil, como que constantemente rediseñen el

Quizá el aspecto más fascinante de la película y donde acierta de pleno es a la hora de explorar la naturaleza de la relación que mantiene Murphy con su lado “artificial”. El Robocop original nunca se adentró mucho en este aspecto –Murphy muere, su cuerpo es requisado, despierta como Robocop, es enviado a luchar contra el crimen y al final el lado humano emerge-. El remake amplia esa lucha entre emoción y frialdad, entre libre albedrío y control externo, hasta convertirlo de hecho en el núcleo de la historia. Mientras que en la película ochentera Murphy se ajustaba a su nuevo cuerpo y situación con bastante rapidez, en el remake pasa más de una hora antes de que veamos al protagonista recorrer las calles como Robocop. En este segmento tenemos la

En este proceso resulta un acierto la adición del personaje de Dennett Norton, una figura que no estaba en la película original y que permite explorar cuestiones que aquélla no tocaba. Norton (interpretado por un magnífico Gary Oldman en plena forma) se enfrenta a Sellars sobre cómo tratar a Murphy. Para él, un científico especializado en prótesis que trabaja de forma muy cercana con pacientes, Murphy es un ser humano que lleva un carísimo y complejo sistema prostético. Pero para Sellars, no es más que un robot al que utilizar para luego desprenderse de él. La parte central de la película trata sobre cómo Norton ha de modificar el funcionamiento cerebral de Murphy para que pueda operar con tanta velocidad y precisión

Una de las cuestiones centrales en la película es si Murphy es verdaderamente humano una vez que Omnicorp lo ha rehecho a su conveniencia. ¿Es tan sólo un robot que cree que es Murphy? En una de las secuencias de entrenamiento, se nos dice que cuando opera en modo combate “cree que tiene el control”, pero en realidad es la inteligencia artificial la que realiza los movimientos. “Es una ilusión de libre albedrío”, dice Norton. Pero el guion es lo

Resulta también acertado cómo Padilha acalla todas las críticas que le habían llovido sobre la calificación PG-13. Lo que no tenemos aquí son los excesos sádicos y ultraviolentos de Paul Verhoeven (algo que yo considero en buena medida una mejora). Pero el director, sin caer en lo políticamente correcto, no escatima en tiroteos, muertos y acción. De hecho y debido al coste implicado, el “Robocop” original tenía relativamente pocas escenas de acción. En la nueva versión, por el contrario, tenemos algunos momentos verdaderamente dinámicos, como el tiroteo con drones robóticos en un almacén de Omnicorp o, tomado de “Robocop 2”, la batalla del clímax entre el protagonista y los ED-209. Casi con toda seguridad puede afirmarse que de haber insertado en el trailer pasajes de alguna de estas escenas se habría silenciado a los objetores.
Un temor legítimo era que “Robocop 2014” hubiera pasado por alto la mordiente sátira sobre


Igualmente destacable es cómo aborda la película el tema de la sociedad de la vigilancia. Este Robocop tiene la capacidad de descargar en su cerebro los archivos policiales y cruzarlos instantáneamente con todas las cámaras urbanas de vigilancia repartidas por la ciudad. Es un recurso narrativo útil pero absurdo desde el punto de vista de la lógica. Es implausible que el pequeño procesador conectado al cerebro de un

Pero dejando aparte esto, la película da una buena perspectiva de los tiempos que vivimos, tiempos en los que todo está vigilado: software de reconocimiento facial, escaneado instantáneo de matrículas de vehículos, población controlada por cámaras omnipresentes y acceso a los metadatos de los archivos contenidos en dispositivos electrónicos portátiles. Mientras que en el mundo real, la recolección masiva de esta información por parte de instituciones gubernamentales como la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana ha causado preocupación sobre lo que es en el fondo una intrusión en la privacidad de los ciudadanos, aquí tenemos un nuevo superhéroe que es aclamado cuando recurre a esos métodos en su trabajo de

Paul Verhoeven satirizaba la sociedad policial que Robocop representaba y defendía, presentándolo como una tosca herramienta que dispensaba justicia brutal sin humanidad ni consideración. Ese abierto y descarnado ataque parece estar ausente de Robocop 2014. A

Es cierto, sin embargo, que conforme avanza la película y el guionista tiene que decidir qué hacer con todas las bolas que ha puesto en el aire, “Robocop” se desliza hacia el campo de la serie B. A pesar de sus excelentes escenas de acción, sus inteligentes ideas y temas aptos para el debate, está claro que ni el guionista ni el director sabían muy bien qué hacer con el final. Hay una subtrama de conspiración que se resuelve de forma excesivamente sencilla; tenemos el arrebato de “esta vez es personal”, que suena mucho a tópico; está Norton, cuya conciencia le atormenta y que amenaza con acudir a la

“Robocop” 2014 es, en resumen, una conseguida actualización de un clásico de los ochenta que consigue revivir ese arte perdido de las películas inteligentes de serie B: ir un poco más allá de lo que los blockbusters se atreven. Aunque carece del brutal sentido de la sátira y el humor negro de Verhoeven, Padilha (que probablemente no contó con la misma libertad creativa que el director holandés) sí renueva con acierto el marco general, plantea cuestiones éticas tanto de alcance global (la intervención en países extranjeros, la utilización de robots e

No hay comentarios:
Publicar un comentario