
España nunca ha sido terreno abonado para la ciencia-ficción dura. Quizá es una consecuencia de la escasa formación general e interés en el campo científico y técnico de que adolece nuestro país. Si no hay público para ello, tampoco habrá editores que la favorezcan ni, por tanto, autores dispuestos a cultivarla; o, si lo hacen, capaces de vender sus historias. El valenciano Juan Miguel Aguilera, uno de nuestros mejores escritores en el género, es alguien muy capaz de abordar esta difícil vertiente de la CF. Ya lo demostró en el conjunto de relatos englobados en el universo de Akasa-Puspa, escrito en parte junto a Javier Redal, unas novelas que conseguían mantenerse con éxito en la frontera entre la ciencia-ficción dura y la "space opera" (un subgénero este que habitualmente soporta una superabundancia de artefactos pseudocientíficos capaces de hazañas en clara colusión con el actual conocimiento).
"Náufragos" da un paso más allá. Aquí no encontramos ordenadores inteligentes, naves con motores hiperespaciales o futuros lejanos. Todo lo contrario, esta historia es ciencia y tecnología pura y dura, sin exageraciones. A comienzos del siglo XXI, el consorcio NASA-ESA selecciona y adiestra a un conjunto de profesionales en distintos campos que formarán parte de la primera expedición humana a Marte. Una tripulación multinacional compuesta por un planetólogo, una médico, un exobiólogo, un ingeniero y tres pilotos emprenden el largo viaje de 26 meses que les situará en la órbita del planeta rojo para luego descender a su superficie en una lanzadera. Sin embargo, en pleno descenso, los ordenadores se colapsan y el módulo se estrella, dejándolos varados en el desierto marciano a decenas de millones de kilómetros de la Tierra, encerrados en un pequeño espacio con atmósfera artificial y abandonados a sus propios y escasos medios. Nadie vendrá a rescatarles. El aire, el agua, los alimentos y la energía son limitados y nada de ello se puede obtener del hostil ambiente marciano. Es entonces, enfrentados a la muerte, cuando se ponen a prueba no sólo sus conocimientos, sino su temple, calidad humana y ansia por sobrevivir. Algunos de ellos ya habrán muerto para cuando descubran que Marte guarda muchos más enigmas de lo que hasta ahora pensábamos.
El propio Aguilera afirmó que "Náufragos" trataba sobre "la locura y el sentido de la maravilla".

El libro interesará a cualquier aficionado a la ciencia-ficción dura y/o interesado en los viajes espaciales factibles. La dinámica del viaje espacial, la vida a bordo, la física, la ingeniería, la biología, los problemas que pueden surgir y su posible resolución... todo está apoyado en una aproximación irreprochable a la ciencia en el estadio en el que hoy la conocemos. Los personajes están en general bien construidos y cuentan con rasgos diferenciados que les permiten interactuar entre sí y reaccionar de formas distintas y creíbles ante los dramáticos acontecimientos que han de enfrentar.
El relato se va desenvolviendo con agilidad, pero el problema es que carece de un clímax dramático y un final propiamente dicho. Cuando los supervivientes encuentran los restos de una antigua civilización marciana, deambulan de aquí para allá por las ruinas y corredores maravillándose de todo ello pero sin lograr encontrar una explicación a lo que ven. No saben qué es lo que contemplan, por qué está allí y cuál fue la razón de su decadencia y destrucción. Desde luego, esto es la posibilidad más realista: no podríamos esperar entender nada de una civilización ajena a todo lo que conocemos con sólo un par de paseos; como mucho, elaboraríamos teorías basadas en nuestra experiencia como humanos lo que, probablemente, no nos acercaría demasiado a la verdad. Sin embargo, en este caso, lo que resulta coherente y verosímil en la vida real también impide que la ficción tenga una resolución adecuada y satisfactoria. La peripecia finaliza de forma totalmente abierta, porque sí, porque el autor ya no tenía nada más que contar, nada nuevo que añadir, sin aclarar ni uno solo de los enigmas que se plantean ni resolver el destino de los supervivientes.



Al plano tratamiento que reciben los personajes no contribuye una dirección de actores a todas

El descalabro se agrava por cuanto los defectos en el desarrollo del guión y la mediocre interpretación no pueden compensarse siquiera parcialmente con una mayor osadía en el aspecto visual. Y es que "Náufragos" arrastra en este campo cierto aire de serie B. Evidentemente, el presupuesto no daba para más y el dinero asignado a efectos especiales se agotó en las tomas iniciales de amartizaje y en la bella pero breve escena final en la que un espectacular travelling-zoom nos transporta de un rincón del Valle Marineris hasta el espacio. El responsable de la fotografía, el argentino Ricardo Aronovich (ganador de un Oscar), se limita

Además, el montaje es insulso y algo lento (los planos subjetivos de las cámaras incorporadas a los trajes llegan a ser bastante cargantes), sostenido por una música que no cumple su papel de realzar la emoción de los momentos más relevantes. En resumen, una producción con más pretensiones que resultados, anquilosada y gris, lo cual no deja de ser una lástima dado que se trató de un intento sincero de introducir en el reiterativo cine español un género hasta entonces marginado.
A pesar de su poco gratificante final, la novela de Aguilera es una de las obras "marcianas" más competentes que se han publicado en la CF. Su insustancial traslación cinematográfica, no obstante, es perfectamente prescindible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario