Como ya he subrayado en numerosas ocasiones, una de las grandes virtudes de la CF es la de ser capaz de adoptar y adaptar con gran naturalidad los tropos propios de otros géneros. Así, podemos encontrar abundantes ejemplos de fusión de la CF con la Fantasía, el Terror, el género Bélico… incluso el Histórico (ahí están las Ucronías). Y, por supuesto, el género policiaco y de detectives ha tenido siempre un encaje natural en entornos futuristas o tecnológicos. Al fin y al cabo, la violencia, los celos, la codicia, el egoísmo y sus derivadas, el crimen y el delito, han sido una lacra de la Humanidad desde el amanecer de la especie y, a pesar de los buenos deseos de tantas utopías, seguirán siéndolo previsiblemente durante mucho tiempo más.
“Un
Oficio Indiscreto”, del pontevedrés P.A.García, es un buen ejemplo de ese tipo
de fusión. De hecho, hasta finalizado casi el primer tercio de la novela, es
fácil preguntarse si realmente se está leyendo una obra de CF, porque los
elementos de ésta aparecen de forma casual, cosmética incluso, adornando una
trama y unos personajes que son puro género negro. Así, tenemos al
protagonista, Andrea Maladanza, un expolicía reconvertido en detective privado
especializado en encontrar personas desaparecidas y que opera desde el típico
despacho con puerta de vidrio esmerilado con su nombre pintado en él (aunque ni
tiene una secretaria curvilínea ni fuma compulsivamente, tópicos estos sobre
los que él mismo se permite bromear). Los dos primeros capítulos
establecen
claramente que se trata de un tipo duro que no se deja intimidar y que, aunque
algo empapado de cinismo, no ha perdido del todo su integridad, rechazando
aquellos encargos que sospecha ocultan algo turbio.
Y
efectivamente, eso es lo que ocurre nada más empezar. Una atractiva y elegante
dama llega para ofrecerle un caso (otro tópico del género negro clásico):
encontrar a su hermanastro Max, con el que perdió el contacto años atrás y que
ahora ha reaparecido en su vida, entrando en su casa y robándole un dinero que
-y esa es la razón por la que no puede avisar a la policía- tiene orígenes
ilícitos. Maladanza, oliendo a chamusquina, le dice que no. Poco después, en
mitad de la noche, un viejo colega del departamento de policía le llama por
teléfono para que acuda a la escena de un crimen. La víctima es una mujer,
torturada y estrangulada, que resulta ser, sólo de nombre, la misma que trató
de contratarlo. Aún peor, la llamada de la policía responde a que han
encontrado junto al cuerpo una de sus tarjetas de visita. Maladanza se toma
como algo personal ese intento de engañarlo e involucrarlo en el crimen y
decide investigar por su cuenta, empezando por el paradero del supuesto
hermanastro desaparecido.
Todo
lo contado hasta aquí podría haber estado perfectamente ambientado en la Nueva
York o el Chicago de los años 30 del pasado siglo porque la tecnología
futurista apenas juega más papel que el de unas pocas pinceladas aquí y allá.
Es a partir de que el detective protagonista inicia sus pesquisas cuando la CF
pasa a empapar la narración. Para empezar, se nos cuenta que la acción se sitúa
en un planeta de otro sistema solar, Frontera, cuya órbita está en el límite de
habitabilidad humana. Mucho tiempo atrás, se terraformó el planeta con éxito y
se procedió a la colonización, pero tras algunas décadas y por motivos aún por
descubrir, comenzó otro proceso de glaciación que ahora amenaza la vida humana.
Prácticamente toda la población se ha visto obligada a emigrar a la capital,
Ancha, una ciudad situada en la zona ecuatorial, algo menos gélida que el resto
del mundo y que se ha extendido sin control en las últimas décadas. Dado que
ahora el planeta está poblado, resulta imposible combatir esa regresión
climática con medidas agresivas de terraformación, así que la única forma de
tratar de ralentizar el proceso hasta averiguar cuál es la causa de la
regresión es aumentar los gases de invernadero con el fin de que retengan parte
del calor que recibe de la estrella del sistema. Éstos se extraen de depósitos
naturales subterráneos mediante grandes instalaciones mineras. Pues bien,
siguiendo el hilo de su investigación, Maladanza averigua que Max, pese a ser
un cualificado planetólogo, llevaba meses trabajando de minero en uno de esos
centros hasta que, por razones poco claras, abandonó de repente el empleo. Y
dado que se trata de una historia de misterio, resulta poco aconsejable revelar
mucho más de la trama so pena de estropear la lectura.
Evidentemente,
lo que tenemos aquí es una fórmula ya clásica del género negro en su vertiente
pulp: detective privado que -vía mujer fatal- se encarga de investigar un caso
que inicialmente no parece muy complicado pero que acaba revelándose como la
punta del iceberg de una conspiración mucho mayor, sea ésta política,
económica, criminal, de salud pública... Pero, como dije al principio, la CF no
ha tenido nunca ningún problema en adaptar elementos y situaciones ajenos a sus
propios parámetros. De hecho, esta misma receta es la que utilizaba, por
ejemplo, “Cuando el Destino nos Alcance” (1973). En ese ilustre caso
cinematográfico, la historia no tenía sentido si eliminabas el entorno
apocalíptico y la inolvidable solución al misterio, ambos propios de la CF.
Esto es, si se eliminan los elementos propios de CF y la historia deja de tener
sentido, es CF. Lo mismo ocurre, aunque quizá de forma menos evidente, en “Un
Oficio Indiscreto”. El enigma está directamente relacionado con un tropo de la
CF: la terraformación de un planeta alienígena.
La
investigación en sí no tiene demasiadas complicaciones y discurre básicamente
de forma lineal: cada pista lleva a la siguiente, una persona proporciona
información que conduce a un lugar donde se encuentra algo o alguien que
permite al detective seguir tirando del hilo. Sus pesquisas llevan a Maladanza
de una localización a otra de Ancha, permitiendo así al lector conocer un poco
más de esa ciudad al borde del colapso poblacional y climático: instalaciones
industriales, barrios peligrosos que no desentonarían en “1997: Rescate en Nueva York” (1981), asentamientos libertarios que no reconocen más autoridad
que la propia, cubiles de mafiosos, apartamentos de lujo…
El
estilo de Pablo A.García es directo, sencillo y muy dinámico. La novela,
narrada en esa primera persona tan característica de las añejas historias de
detectives, se divide en capítulos breves que estructuran cómodamente la trama,
dosifican la información y permiten al lector avanzar rápidamente casi sin
darse cuenta. No hay un ánimo estilístico y lo que prevalece es la trama y el
ritmo, mezclando la sobriedad de los cuentos de Dashiell Hammett con la ironía,
el cinismo y el sarcasmo de la prosa de Raymond Chandler.
Los abundantes personajes que conforman el reparto, diversos y pintorescos, están esbozados de forma esquemática pero eficaz. Son básicamente peones con los que impulsar la historia, algunos más carismáticos y llamativos que otros (como la temperamental piloto Julia o las gemelas Tormento y Gloria) pero sin demasiada entidad. Al fin y al cabo, la narración en primera persona implica que todo lo que ocurre se ve e interpreta a través de los ojos del protagonista; no nos podemos introducir en los pensamientos de aquellos con los que interactúa, solo observar sus reacciones y leer sus frases.
Ni
siquiera Maladanza cuenta con un arco bien definido, dado que termina su
peripecia siendo exactamente la misma persona que al comienzo, con los mismos
valores y visión del mundo. En cierto modo, es consciente de que está contando
su peripecia al lector y revela de sí mismo sólo aquello que desea y de la
forma que mejor le conviene. En buena medida, Maladanza es un arquetipo
clásico: el detective privado ya maduro y desengañado de su oficio, astuto,
inteligente, con recursos, rápido en calar a la gente, poseedor de un
incontrolable humor socarrón, dispuesto a reírse de sí mismo y casi invencible
en una pelea equilibrada cuerpo a cuerpo (ayudado, eso sí, por ese maravilloso
abrigo multiusos que imagina el autor). Está claro que nadie en el mundo real
habla como Maladanza o, ya puestos, todos los personajes de esta novela, a base
de réplicas perspicaces, lanzando chispazos de ingenio y expresándose en frases
cortas y contundentes. Pero esto no es malo, tan sólo una elección narrativa
que, además, siempre ha sido muy popular en la literatura Pulp (donde, por
cierto, publicaban los mencionados Hammett o Chandler).
Quizá se echa de menos un trabajo algo más extenso y elaborado de construcción de mundos, describiendo, por ejemplo, cómo la extrema situación del planeta ha afectado a la sociedad; su relación con otros mundos o la propia Tierra, o un mayor detalle de la tecnología. Al fin y al cabo, una sociedad capaz de terraformar primero y colonizar después un planeta muy lejano forzosamente ha de disponer de avances científicos y tecnológicos que hayan afectado profundamente sus usos y costumbres. Por otra parte -y posiblemente esto se trate de algo personal-, resulta chirriante el uso de términos, expresiones y referencias a la cultura popular actual que forzosamente serían anacrónicas en la boca de un nativo de otro planeta muy distante física y temporalmente del nuestro, terraformado y colonizado mucho tiempo atrás: “sentido arácnido”, “barbas como las de un patriarca de Constantinopla”, “pilates”, “xenomorfo”….
“Un Oficio Indiscreto”, teniendo en cuenta que viene firmada por un autor aún con poco recorrido, es una novela ágil y muy entretenida con un entrañable sabor clásico. Su virtud no reside en la aportación de elementos originales (de hecho, poca CF de las últimas décadas ha sido capaz de ello) sino en la reformulación de arquetipos tradicionales y su traslado a un escenario futurista y extraterrestre. A veces, lo que apetece es el reencuentro con lo clásico, con las fórmulas que funcionaron hace cien años y que siguen haciéndolo ahora, con el tipo de personajes y tramas que amenizaron nuestra juventud y nos introdujeron en el mundo de la literatura popular y de género. Y eso es precisamente lo que nos ofrece esta novela -por cierto, muy adaptable tal y como está al medio audiovisual, para quien le pueda interesar-. Quedamos a la espera del regreso de Andrea Maladanza, sus amigos, novias y enemigos, en un nuevo caso.
Gracias Manuel por dedicarle tu tiempo y tu espacio a mi modesta novela, eres muy amable! Agradecido de corazón
ResponderEliminarNo hay de qué! Me lo he pasado bien leyéndola, en serio (sobre todo después de atizarme dos volúmenes de Kim Stanley Robinson). Espero que sigas escribiendo... y nosotros leyéndote!
EliminarJeje, mucho más ligera mi novela, eso sí :D. Gracias por los ánimos, intentaré seguir y mejorar esos detalles que muy acertadamente apuntas :-)
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