Si se le pregunta a un aficionado acerca de autores famosos de CF, Murray Leinster no será probablemente uno de los primeros nombres que vendrán a su mente. Incluso en vida, gozando del respeto de sus colegas, Leinster quedó marginado por el resplandor de otros escritores más populares. Pero fue él quien acuñó el término “Primer Contacto” en el cuento con ese título, una de las primeras y más influyentes historias sobre encuentros con alienígenas. Repasando su extensa carrera, es fácil comprobar que en sus diferentes etapas, Leinster supo ofrecer historias novedosas con ideas que le hacen merecedor de un mayor reconocimiento del que actualmente tiene.
Murray Leinster fue el seudónimo más utilizado por William Fitzgerald Jenkins (1896-1975),

En 1916, Leinster publicó su primera historia y en 1919, en las páginas de la revista “Argosy” debutó en la CF con “Runaway Skyscraper”, un cuento sobre el viaje hacia atrás en el tiempo del icónico rascacielos neoyorquino de MetLife. Por entonces, ni siquiera existía la denominación “ciencia ficción”, refiriéndose a este tipo de relatos como “romance científico”. Tampoco el género, confinado en Estados Unidos a un formato y un público muy concretos, tenía la sofisticación que más adelante alcanzaría,

Ya por entonces, Leinster trataba de “racionalizar” sus propuestas “científicas” mejor que la mayoría de sus colegas. Tenía, además, vocación de inventor. El más famoso de sus logros fue el Sistema Jenkins, una técnica de proyección frontal que tuvo que defender en los tribunales cuando los productores de “2001: Una Odisea del Espacio” (1968) trataron de piratearlo.
A finales de los años 20, cuando el romance científico dejó paso a la ciencia ficción apocalíptica

Pero ya en la década de los 30, empezó a aumentar la demanda de historias más realistas y sobrias y Leinster demostró una vez más su capacidad de adaptación. En este contexto se encuadran relatos como “Tanks” (1930), una batalla futurista narrada desde el punto de vista de los soldados comunes; o “The Power Planet” (1931), un incidente internacional en una estación espacial -y el primer relato realista sobre este tipo de instalaciones escrito por un americano-.
En los años 40, Leinster fue uno de los pocos veteranos del Pulp que sobrevivió a la transformación que estaba experimentando la Ciencia Ficción siguiendo las estrictas pautas que el editor John W.Campbell Jr impuso a sus autores en la

Fue precisamente en “Astounding” donde publicó en 1945, “Primer Contacto”, quizá su cuento más famoso y el que mayor influencia tendría en otros autores a la hora de encarar relatos sobre encuentros con civilizaciones extraterrestres.
El Llamvabon, una nave terrestre, está explorando la nebulosa del Cangrejo cuando descubre un vehículo similar de una especie alienígena previamente desconocida y aparentemente también dedicada a estudiar esa zona del espacio. Con precaución pero amistosamente, ambas naves contactan gracias a lo que hoy llamaríamos “traductor universal” y los humanos descubren que los extraterrestres son también bípedos respiradores de oxígeno cuya visión funciona en el espectro del infrarrojo y se comunican telepáticamente.
Dado lo alejadas que se encuentran ambas naves de sus respectivos mundos de origen, ninguna

Podría creerse que compartir la misma forma de pensar y razonar sería una ventaja a la hora de establecer un primer contacto con una especie inteligente no humana, pero en este caso ahí reside precisamente el problema: ambas especies justifican sus sospechas y paranoias sustentándose en la “estricta lógica”. Cuantos más elementos en común descubren los responsables de ambas naves, más tienden los humanos a proyectar sus razonamientos en los aliens. Afortunadamente, ambas naves llegan por su cuenta a la misma solución: cada especie equipa a unos tripulantes con bombas y los envían a hacerse cargo de la otra nave tras retirar todas las pistas y dispositivos que pudieran revelar en la suya

La historia de Leinster es destacable por su solución pacífica al “dilema inevitable” del contacto alienígena, una situación espinosa basada en la triste realidad histórica de los encuentros interculturales de nuestra propia especie. Muchos consideran este relato como el que definió el “primer contacto” como un problema similar al de una partida de ajedrez: unas pocas piezas de igual poder en tenso enfrentamiento sobre un tablero básicamente vacío. ¿Deberían luchar, quizá destruyéndose mutuamente? ¿O huir, arriesgándose a precipitar una guerra entre especies? Ahora bien, los alienígenas piensan de la misma forma. El problema es común y puede derivar en un jaque mate en un solo movimiento. ¿Cómo romper ese nudo gordiano sin recurrir a la espada?
En el contexto de este subgénero de la CF, tras haber vencido su país en una sangrienta guerra y con la posibilidad de otra en lontananza con sus antes aliados rusos, sin duda la solución de Leinster representó más una excepción que una regla en las ficciones convencionales. Y, por

Como sucede con muchos autores de la Edad de Oro de la CF, las historias de Murray Leinster han envejecido en las cuatro décadas transcurridas desde que se publicaron y en gran medida son hijas de su tiempo. En el caso de “Primer Contacto”, por ejemplo, se incluye la tópica referencia a la “sigilosa y brutal ferocidad de un japonés”, inevitable tras años de guerra contra ese pueblo; como historia se antoja algo escasa en cuanto a trama y personajes; y como solución al problema -o incluso la premisa de partida-, quizá sea poco plausible a los cínicos ojos de un lector moderno.
Pero también es cierto que “Primer Contacto” sigue hoy leyéndose con agrado y que se trata de una novela importante en el desarrollo del género, tal y como se ha reconocido en los últimos tiempos. En 1970 fue una de las seleccionadas por la Asociación de Escritores de CF americana como una de las mejores publicadas antes de la creación de los Premios Nébula; y en 1996, ganó un Premio RetroHugo a la Mejor Novela Corta.
Que interesante origen del concepto. Años después otros primeros contactos. La mayoría fallidos por incomprensión de ambas partes han dado pie a buenas historias en la ci fi. Cómo olvidar el malentendido que generó la guerra humano-mimbari en Babylon 5. La dificultad de entendernos como se describe en Arrival. O como dos razas guerreras son dadas a las mismas paranoias como se describe el primer contacto que originó la guerra humana-Turiana en Mass Effect.
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