jueves, 6 de septiembre de 2018

2013- ALMOST HUMAN


J.J.Abrams lleva ya mucho tiempo siendo el “niño de oro” de Hollywood. Su nombre parece ser garantía de éxito –o, como mínimo, de expectación- en todos los productos con los que de una u otra forma aparece asociado: . “Alias”, “Lost”, “Fringe”, “Super 8”, la resurrección de las franquicias de “Misión Imposible” y “Star Trek”, la nueva trilogía de “Star Wars”… En el caso de la serie que ahora comento, “Almost Human”, Abrams participa bajo el epígrafe de productor ejecutivo, un cargo de responsabilidades difusas que tanto puede implicar la supervisión del desarrollo de la serie, aportar financiación o simplemente figurar como reclamo de posibles socios o el público. Pero el verdadero creador del concepto en este caso fue J.H.Wyman, que ya había colaborado en 2009 con Abrams escribiendo y produciendo “Fringe”.


La serie está ambientada en 2048, en una irreconocible Los Angeles. El detective John Kennex (Karl Urban) vuelve al departamento de policía tras recuperarse de una emboscada en la que perdió a todo su escuadrón –incluido su mejor amigo-, y sufrió la amputación de una pierna que tuvo que ser sustituida por un miembro biónico. La depresión que acarrea y su difícil temperamento le han mantenido apartado de la policía pero la capitana Sandra Maldonado (Lili Taylor) tiene fe en su capacidad policial y le convence para que se reincorpore. Maldonado cree que alguien en el cuerpo está filtrando información a un grupo criminal, el InSindicato, que está aterrorizando a la ciudad y que fue el responsable de la emboscada al grupo de Kennex.

En ese mundo futuro, con tecnologías complejas que avanzan tan rápido que es imposible regularlas y armas mucho más letales, los policías humanos no son suficientes, ni en cantidad ni
en calidad. Desde hace algún tiempo, el departamento viene usando compañeros robóticos para sus agentes y a Kennex lo emparejan con una unidad del último modelo, el MX-43, cuyo cerebro funciona como un ordenador a la hora de manejar información a gran velocidad pero que carece de empatía o emociones. A Kennex no le gustan los robots, especialmente porque se empeñan en observarlo e informar de sus debilidades e infracciones. Así que cuando el androide le recrimina que recurra a medicamentos ilegales en el mercado negro, lo tira del coche en marcha destrozándolo.

La capitana Maldonado decide entonces asignarle un androide de un modelo anterior. Los DRN fueron retirados tiempo atrás porque, a pesar de ser más inteligentes y contar con una vida
emocional, solían ser incapaces de manejar ésta y causaban más problemas de los que solucionaban. Eran, en una palabra, demasiado humanos, algo que se consideró potencialmente peligroso, prefiriendo sustituirlos por los más sumisos MX-43. Este androide en particular responde al nombre de Dorian (Michael Ealy) y aunque Kennex se muestra inicialmente reacio a su compañía, pronto desarrolla un auténtico respeto y admiración por su capacidad emocional. Inmediatamente, ambos forman un equipo formidable a la hora de resolver casos de todo tipo.

Las series procedimentales de policías, incluso en la CF, están muy vistas y la mayor parte de
las críticas negativas que recibió el programa iban por este lado. Las referencias en las que se inspira “Almost Human” son evidentes para cualquier aficionado que se precie: “Blade Runner” (1982), “Robocop” (1984), “Alien Nación” (1988), “Yo, Robot” (2004), o las novelas de robots de Asimov (concretamente las que emparejaban a Daneel R.Olivaw con el detective humano Elijah Baley). Encontramos también elementos clásicos, por no decir sobados, de este género policiaco: la comisaría donde se ponen en común las pistas y se da información sobre el caso; el oficial al mando, de modales duros pero de corazón blando y que se preocupa por sus hombres; el genio tecnológico, un todoterreno en todas las ramas de la ciencia; el detective némesis del protagonista… Y claro está, el dúo de policías con personalidades contrapuestas que poco a poco van ganándose el respeto del otro; y el robot con complejo de Pinocho esforzándose por ser cada vez más humano son también clichés de la CF televisiva.

Ahora bien, en este caso los actores tienen química y sus diálogos están cargados de chispa y
sarcasmo. Las escenas en las que Kennex y Dorian viajan en el coche patrulla intercambiando pullas son tan divertidas y absorbentes que el crimen a resolver casi parece más una imposición de la cadena que algo realmente necesario.

Karl Urban es un actor con presencia física y carisma, un tipo masculino de mandíbula cuadrada y porte de duro hombre de acción. Su personaje, Kennex, es impulsivo, irascible, poco ortodoxo en sus métodos, muy apasionado pero a veces poco empático; Dorian, por el contrario, es racional, estricto en el cumplimiento de las reglas, de personalidad dulce y siempre dispuesto a escuchar. Ambos, sin embargo, tienen más en común de lo que les gustaría admitir. A su manera, cada uno de ellos es un paria entre
los suyos. Dorian es el único androide que ha sobrevivido a la desactivación general de su modelo años atrás por razones no del todo bien explicadas. Está solo en un mundo de androides de comportamiento robótico y sin sentimientos con los que no puede interactuar ni desarrollar su personalidad humana. Por su parte, Kennex no sólo ha perdido a su pareja sentimental sino que en el departamento casi todos lo consideran un tipo peligroso e impredecible; no le gustan ni sus compañeros humanos ni los androides. Dorian es medio humano y Kennex, que cuenta con una pierna cibernética, medio ciborg.

Desde luego, es el dúo protagonista el que más brilla desde el punto de vista interpretativo. El
resto del reparto es mucho más discreto. Minka Kelly, que encarna a la detective Valerie Stahl es sin duda un rostro bonito, pero no cuenta con demasiados registros. Ciertamente, los guiones no le ayudan a brillar y sólo al final de la temporada, cuando se descubre su naturaleza genética y la relación que empieza a forjar con otros semejantes a ella, empieza a cobrar profundidad. Algo parecido ocurre con Mackenzie Crook, que da vida a Rudy, el genio científico del departamento. Su interpretación es demasiado histriónica, recurriendo a los tópicos del individuo muy inteligente con problemas de relación interpersonal. Pero, repito, el inconveniente puede estar no tanto en el actor como en el perfil que le proporciona el guión a su personaje.

Pero, sobre todo, la serie es interesante no tanto por su carácter procedimental el misterio que
se plantea en cada episodio o los personajes, sino por la forma en que poco a poco va construyendo ese mundo del futuro. Las historias autoconclusivas tienen la ventaja para la cadena que las emite de no requerir una fidelidad continuada por parte del espectador. Cualquiera puede sentarse a ver un episodio y entenderlo aunque se haya perdido los tres anteriores. Pero para quienes sí permanecieron fieles a la serie, cada uno de sus capítulos iba ampliando la complejidad de ese futuro, utópico desde el punto de vista tecnológico y también en buena medida distópico por las disfunciones sociales que ha provocado esa misma tecnología.

Episodio tras episodio, como si fuera un enorme puzle que va revelando su imagen final, el
espectador va descubriendo cómo ha cambiado la forma de entender el sexo o consumir las drogas; o la evolución de la biomecánica y la clonación y el tipo de delitos que han traído consigo; se plantean cuestiones acerca de los problemas que han generado diferentes modelos de androide y hay referencias a un “muro” que aísla la ciudad de algún otro entorno al que nadie quiere ir… Son ese tipo de detalles, que poco a poco van enriqueciendo ese futuro cada vez menos lejano, el gran mérito de J.H.Wyman.

Los guionistas supieron dar con magníficas ideas tecnológicas y sus correspondientes efectos en
los humanos, no sólo individualmente sino como sociedad. Algunas son especulaciones bien fundadas e incluso factibles en un plazo relativamente corto, como la barra de Bitcoins, las pantallas holográficas o la impresora orgánica 3-D. Otras, como los sofisticados androides, pertenecen hoy día casi al reino de la fantasía. A lo largo de la serie nos encontraremos con proxenetas que utilizan androides sexuales con piel humana; atracadores de alta tecnología; nuevas drogas extraídas de algas; millonarios megalómanos que se clonan a sí mismos; redes de tráfico y extorsión relacionadas con órganos biomecánicos; asesinos que suben sus crímenes a la nube; traficantes de armas inteligentes; robots de combate asesinos; cirugía plástica con nanobots; ordenadores domóticos con agenda propia; o los “CROM”, individuos diseñados genéticamente desde su concepción, perfectos física y mentalmente (si bien no emocionalmente) y que constituyen una suerte de casta racista.

Los criminales no sólo cuentan con pulsos parabólicos para anular un coche de policía o sprays faciales que evitan que las cámaras de vigilancia capten sus rasgos, sino inventos como las Bombas de ADN, artefactos que siembran el escenario del crimen con muestras de ADN de miles de personas diferentes, haciendo imposible que los forenses aíslen la participación de un individuo en concreto. Otro gadget diseñado para dificultar la labor de la policía es, por ejemplo, una bebida que inhibe la señal que envía el chip GPS subcutáneo que todo el mundo lleva en el futuro. La policía, por su parte, tiene su propio arsenal tecnológico: ordenadores de velocidad imposible, test de ADN instantáneos, drones multiuso, micrófonos subcutáneos para agentes infiltrados…

Y luego están los androides, claro. Además de su superior fuerza, velocidad, resistencia y puntería, tanto las unidades MX como las DRN pueden funcionar gracias a su cerebro computerizado y su capacidad para enlazarse con todo tipo de bases de datos, como laboratorios forenses, cirujanos de campaña, enciclopedias y diccionarios. No sólo pueden inyectarse ADN o sangre humanos para analizarlos en el momento, sino que son capaces de hackear sistemas informáticos a distancia, escanear a humanos para buscar problemas físicos, grabar datos audiovisuales o hablar en todos los idiomas.

Como toda producción de J.J.Abrams, “Almost Human” goza de una buena factura visual. Con
relativamente pocos medios y buenas ideas consiguen ocultar sus carencias. Así, la moda, el armamento y la decoración tienen aspectos relativamente actuales aunque con toques futuristas. Los productores también recurren a edificios reales pero que tengan una arquitectura de corte vanguardista, ahorrándose así el CGI. La serie tiene de esta forma un corte realista y algo oscuro (muy inspirada, sobre todo en las escenas callejeras nocturnas, en “Blade Runner”) en la que encajan bien los numerosos gadgets y detalles futuristas: drones, cierto armamento, ordenadores…incluso pequeños juguetes robóticos o post-it digitales. Es una opción estética que sigue las líneas de lo que ya hizo Ronald D.Moore en “Battlestar Galáctica” (2004-2009).

Por desgracia, “Almost Human” fue una serie que empezó con mal pie y ya no pudo recuperarse. Fox encargó a la productora de Abrams, Bad Robot, trece episodios. Se invirtió
una cantidad muy considerable de dinero en promocionarla para su estreno el 4 de noviembre de 2013, pero el piloto se había emitido en agosto y el susodicho estreno, para despiste de la audiencia, se acabó haciendo quince días después. Uno de los guionistas y coordinadores, Naren Shankar (“Star Trek: La Nueva Generación”, “Más Allá del Límite”, “C.S.I.”) abandonó el proyecto aduciendo las consabidas “diferencias creativas; y para colmo, sólo cuatro de los trece episodios se emitieron en el orden debido.

Eran demasiados fallos ya de arranque. Y al término de la emisión de los episodios encargados,
ni los buenos guiones, ni el peso de los dos actores principales ni el nombre de Abrams como productor, fueron suficiente para que Fox decidiera continuar la serie. Aunque había cosechado lo que se estima una audiencia aceptable (12 millones de espectadores al comienzo para caer luego a una media de unos 9 millones por episodio), la cadena anunció por sorpresa que no habría segunda temporada. Tan por sorpresa, de hecho, que los guionistas no pudieron cerrar las subtramas abiertas y varios misterios quedaron sin resolver.

Y fue una lástima porque “Almost Human” era mejor que la mayoría de series con policías del momento. Si hubiera sobrevivido más allá de esos primeros trece episodios, es poco probable que hubiera abandonado completamente su marco procedimental, pero sí se hubiera prestado más atención a una serie de subtramas de largo recorrido que empezaban a apuntarse de fondo: la organización
criminal del Insindicato y el papel que en él juega la expareja de Kennex; la corrupción en el seno de la policía; la existencia de ese muro que separa la ciudad “avanzada” de otro entorno cuya naturaleza no se aclara todavía; la brecha entre CROM y “normales”…

En muchos artículos y comentarios se ha asociado el título de esta serie con la palabra “fracaso”, pero esto es injusto y muchas veces engañoso cuando no rotundamente falso. Las cadenas de televisión son tan rígidas en su lógica como los androides MX de la serie y sólo obedecen a argumentos numéricos a la hora de decidir si tal o cual programa merece ser salvado de la siguiente quema. ¿Demasiado caro de producir? ¿Sin suficiente audiencia inicial? ¿Tibia recepción por parte de las críticas? ¿Malos
comentarios en las redes sociales? No hay piedad: el programa se cancela sin buscar otras alternativas, como un horario de emisión más favorable y con menor competencia de otras series veteranas y mejor establecidas en otras cadenas; o cambiar a los guionistas para darle un tono nuevo. Y la Fox es, además y en este sentido, una cadena especialmente desconsiderada con los creadores y con los espectadores. Hizo lo mismo con series como “Firefly”,”Alcatraz”, “Terra Nova”, “Tru Calling”: “Las Crónicas de Sarah Connor” e incluso “Alien Nación”, allá por finales de los ochenta.

Algunas series presumen de sus tempranas cancelaciones como si fuera una especie de medalla al mérito. Hay consenso en considerar como grandes obras series que sólo duraron una temporada o menos, como la mencionada “Firefly”; y otras que sin duda merecieron mayor confianza, como “Odyssey 5” o “Defying Gravity”. A veces, el comienzo de una serie es como esa demo un tanto tosca que, con algo de tiempo, trabajo y talento, puede convertirse en un LP legendario. Es el caso de “Almost Human”. Prometía seguir caminos interesantes, pero las cifras de audiencia –una audiencia cada vez más impaciente y presta a salpicar las redes sociales con comentarios poco fundados- no la acompañaron, al menos en las cifras exigidas por la cadena.

Ante este tipo de series canceladas y dejadas a mitad, muchos fans que no la vieron en su primera emisión deciden no darles una oportunidad. ¿Para qué invertir tiempo en algo en lo que la propia cadena y, aparentemente, los espectadores, no confiaron? ¿Por qué comenzar algo que no tiene final? ¿Acaso empezaríamos a leer un libro cuyas cien últimas páginas hubieran sido arrancadas? ¿O ver una película sin sus quince minutos finales? Bueno, el caso de la televisión es diferente. Las series no necesitan ser de larga vida para que merezca la pena verlas y este es uno de esos casos. Aunque hay excepciones, lo que cuentan las no son tanto una gran narración segmentada como una cadena de pequeñas historias más o menos independientes. Por supuesto, depende del género. Un misterio policiaco que no revele la identidad del asesino es un fracaso. Lo mismo ocurre en los thrillers de conspiraciones. Pero los procedimentales admiten mejor los visionados ocasionales. Aunque la cadena los cancele, uno puede disfrutar del material ya rodado porque los capítulos suelen tener algo que ofrecer más allá de las subtramas de larga duración. “Firefly”, de nuevo, es un buen ejemplo. ¿Acaso alguien que haya visto la mutilada serie, aunque sólo son catorce episodios, puede desear no haberla visto jamás sólo porque ciertos misterios quedaron sin cerrar? Aunque no tiene la calidad de la serie de Joss Whedon, “Almost Human” entra también en esa categoría.

Con todo lo dicho, esta es una serie que yo estimo recomendable: son intrigas policiales bien
ideadas, mayormente autoconclusivas y variadas, hay acción y humor, la estética visual es elegante, los personajes tienen carisma, el mundo que retratan es fascinante, no es pretenciosa ni toma al telespectador por tonto… y son sólo trece episodios, por lo que los guionistas no tuvieron tiempo de traicionar el espíritu de la serie ni nadie ha de tener miedo a que este producto vaya a absorber una parte considerable de su vida.




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