martes, 4 de octubre de 2016

2011- ACERO PURO – Shawn Levy


En la tercera década del siglo XXI uno de los deportes más populares del mundo es el boxeo de robots, combates en los que dos grandes máquinas dirigidas por humanos se machacan mutuamente hasta que una de ellas queda convertida en chatarra. Charlie Keaton (Hugh Jackman) es un antiguo boxeador en horas bajas que, incapaz de reconvertirse en el nuevo mundo e infeliz con la vida que lleva, recorre el Medio Oeste americano con un viejo robot, participando en ferias rurales por poco dinero y huyendo de sus acreedores.



Tras ver cómo su robot es destruido por un toro en uno de esos shows para paletos, Charlie recibe la noticia de que una antigua novia ha muerto dejándole la custodia del hijo de ambos, un niño de once años llamado Max (Dakota Goyo) y del que Charlie nunca se había preocupado. La tía de Max quiere quedarse con el niño a toda costa y Charlie aprovecha la oportunidad para sobornar al marido de aquélla, el millonario Marvin Barnes (James Rebhorn): a cambio de 100.000 dólares, renunciará a la custodia. Marvin accede con la condición de que Max se quede con Charlie todo el verano mientras él pasa las vacaciones en Italia con su mujer.

Charlie se gasta inmediatamente todo el dinero en comprar un robot japonés de alta competición, Noisy Boy. Max, entusiasmado, le ayuda a ponerlo a punto…sólo para verlo caer destrozado en el primer combate que libra. Esa noche, Charlie y Max entran en un desguace para robar accesorios
que les puedan ayudar a reconstruir el robot. Max tiene un accidente y a punto está de despeñarse por un foso de no haber sido porque su ropa se queda enganchada en un viejo robot semienterrado. Max insiste en llevárselo con él, lo limpia y descubre que se trata de un antiguo modelo G2, llamado Atom, y cuyo propósito original fue no el de combatir en un ring, sino el de servir de simple sparring para otros robots boxeadores. Max, sin embargo, insiste en prepararlo para competir y los dos se sorprenden al comprobar que éste puede ganar las peleas gracias a los movimientos que programan en su memoria a partir de los que realiza el propio Charlie. Éste, gracias al carisma del pequeño Max y a los poco ortodoxos movimientos del robot, realiza un meteórico ascenso que sorprende a todos y que le lleva a enfrentarse al robot líder de la liga profesional, una invencible máquina llamada Zeus y financiada por una gran corporación.

“Acero Puro” es una adaptación –como nos indica el ominoso “basado parcialmente” de los
créditos iniciales – del cuento “Acero”, publicado en 1956 por Richard Matheson. Éste fue un legendario novelista y guionista conocido sobre todo por firmar los libros en los que se basaron películas tan míticas como “El Increíble Hombre Menguante” (1957), “El Diablo sobre Ruedas” (1971), “Más allá de los sueños” (1998) o “Soy Leyenda” (2007) entre otros films. El propio Matheson adaptó su cuento, con el título “Real Steel”, para uno de los episodios de la serie “La Dimensión Desconocida” (1959-63), protagonizado, por cierto, por Lee Marvin. Ambas versiones de la historia presentaban a un infortunado boxeador veterano que recorría los circuitos más marginales con un robot boxeador. En el cuento, sin embargo, el humano acababa disfrazándose de robot tras haber sido éste dañado en un combate, para enfrentarse a un adversario mecánico en el ring.

El cambio más importante de la película de 2011 respecto al cuento es que ahora se trata de una historia sobre avatares, una decisión creativa que siguió el camino de otras películas estrenadas
dos años antes: “Gamer”, “Los Sustitutos” y, por supuesto, el “Avatar” de James Cameron; todas ellas trataban sobre humanos que ocupaban cuerpos que podían mover mediante algún tipo de control remoto. “Acero Puro”, como “Avatar”, pareció haber sido concebido –y distanciado del concepto original de Matheson- con el fin de convertirlo en un escaparate de efectos especiales y, en particular, del sistema de captura de movimientos (ni en el cuento ni en el mencionado episodio televisivo aparecían robots operados a distancia). Esto no debería sorprendernos al figurar en los créditos el nombre de Robert Zemeckis como productor ejecutivo, ya que este realizador ha dirigido y/o producido en los últimos años varios títulos que usaban y abusaban de esta técnica: “The Polar Express” (2004), “Monster House” (2006) “Beowulf” (2007), “Cuento de Navidad” (2009) o “Marte Necesita Madres” (2011).

En último término, sin embargo, “Acero Puro” extrae su inspiración de un tipo de narración mucho
más antiguo que “Avatar” o la propia historia de Richard Matheson y que bien podría ser la primera película de boxeo que se rodara jamás, recogiendo por el camino clichés de al menos media docena de otros films de temática deportiva. Se trata de la historia del regreso del viejo veterano, del ascenso del tosco y pobre pero honrado proletario y su enfrentamiento final con el representante del sistema, rico y mezquino. El referente inmediato y más famoso -aunque no el más antiguo- es, naturalmente “Rocky” (1976), que en el terreno de la CF dio lugar a imitaciones como “Superboxers” (1983), la novela gráfica guionizada por John Byrne y dibujada por Ron Wilson. Y, también, encontramos pasajes que nos recuerdan inevitablemente a “Lassie” (1943), “Kramer contra Kramer” (1979) o “Transformers” (2007).

El guión –firmado por Jeremy Leven, escritor de “Creator”, “Alex y Emma” o “El Diario de Noa”
y director de “Don Juan de Marco” (1994)- no deja estereotipo sin tocar: tenemos el excampeón alcoholizado, perseguido por acreedores y víctima de una racha de mala suerte que sólo superará recuperando su autoestima; la chica guapa y generosa que permanece a su lado y con la que mantiene una difícil relación de amor-odio; el encantador niño que inspira al campeón; la batalla final en la que se juega el todo o nada y en el que el pequeño pero valiente luchador, cuando casi parece todo perdido, ejecuta el movimiento milagroso que da la vuelta al combate… Incluso la fotografía parece apelar a la nostalgia por la América mítica, mostrando algunas bellas imágenes de paisajes y ocasos.

“Acero Puro” está dirigida por Shawn Levy, un realizador cuya filmografía, aunque muy rentable económicamente, todavía está esperando presumir de contar con una buena película (lo que, desde luego, no se puede aplicar a “Recién Casados”, “Doce en Casa”, “La Pantera Rosa”, Noche en el Museo” o “Los Becarios”). A pesar de su poca originalidad, escasa sutileza e incapacidad para
equilibrar adecuadamente el puro espectáculo visual con pasajes más humanos (cosa que sí sabe hacer y muy bien uno de sus productores ejecutivos, Steven Spielberg), hay que conceder a Levy que en esta ocasión haga los deberes y, si bien toda la historia resulta harto predecible, la factura visual es elegante y la trama incluye los remansos emotivos y estallidos triunfales que exige el cine de entretenimiento de masas. Es una película pensada y ejecutada exactamente como eso, un blockbuster de efectos especiales encabezado por un actor estrella. Y, como tal, funciona.

Sin duda, los verdaderos protagonistas del espectáculo son los robots, animados mediante la
captura de movimiento a partir de auténticos boxeadores coreografiados por Sugar Ray Leonard. Resulta un poco triste que la habilidad y valor físico de los deportistas humanos quede eclipsado en esta historia por fríos robots que ni sufren ni padecen y cuyas posibilidades de ganar son directamente proporcionales al dinero con el que cuentan sus dueños. Aún peor, la película está pensada para aquellos espectadores que prefieren la vida virtual a la real, los explosivos efectos especiales a la sutileza interpretativa de los actores. Sin duda los niños de doce años se quedarán atrapados no sólo por los –inexistentes- robots, sino por el poco sutil recurso de mostrar como campeón admirado por el mundo entero a un niño hábil con los mandos de lo que, en último término, es una consola de videojuegos.

Por otra parte, el afán por convertir a los robots en el centro de la historia lleva a guionista y director a un terreno que puede resultar chirriante, a saber, su ambigua pero constante referencia al antropomorfismo: se sugiere que Atom entiende más de lo que parece, que tiene verdaderos
sentimientos; incluso los golpes que recibe en su visor durante el combate le humanizan las facciones. “Acero Puro” no necesitaba este recurso sensiblero que lo lleva al campo de los films de robots empalagosos, como “Cortocircuito” (1986) o “El Hombre del Bicentenario” (1999). Un robot no deja de ser una herramienta, un avatar, y humanizarlo resulta tan absurdo como si, en una película sobre un chaval que gana una competición de videojuegos con su PC o Xbox superando increíbles dificultades, se sugiriera que el ordenador o la consola tuvieran vida y sentimientos. En cambio, las tribulaciones humanas (el pasado de Charlie, la pérdida de la madre de Max, las diferencias matrimoniales de la tía del niño, los pícaros y delincuentes que habitan el mundo marginal de Charlie o incluso la historia del genio nipón inventor de Zeus, quedan en un segundo plano.

Con este planteamiento, no es de extrañar que los actores de carne y hueso queden inevitablemente arrinconados por sus contrapartidas digitales. Con todo, el reparto cubre con oficio sus poco sofisticados personajes. Hugh Jackman encarna muy bien a un tipo duro, tosco y malhumorado pero de buen corazón; Evangeline Lilly, en cambio, es poco más que una cara bonita; y quien destaca especialmente es Dakota Goyo, uno de los actores infantiles más convincentes de las últimas décadas. Incluso Hugh Jackman queda varias veces eclipsado por la interpretación del muchachito, que mezcla la arrogancia rayana en lo insoportable con la adorable irreverencia infantil.

Por otra parte, resulta decepcionante que guionista y diseñador (Tom Meyer) no se esforzaran
demasiado por imaginar un futuro algo más diferente a nuestro presente. La acción se emplaza en uno de esos futuros en los que, con excepción de algún que otro avance digital, no parece haber más progresos tecnológicos o sociales que el que sostiene la premisa principal, esto es, los robots. Ni siquiera se especifica una fecha concreta o aproximada, aunque asumimos que la acción debe transcurrir alrededor de los 2020 (Hugh Jackman, a comienzos de sus cuarenta años, dice que tuvo su primer combate en 2007, suponemos que cuando tenía unos veinte años). Por lo demás, los vehículos y la moda son los mismos que los actuales. Con todo, más que su justa ambientación futurista probablemente serán las abundantes marcas que se exhiben en el metraje–Sprint, ESPN, Bing, Dr.Pepper…- lo que más hará envejecer a la película.

Al final, “Acero Puro” es una cinta sin mayores ambiciones que servir de entretenimiento disfrutable y comprensible por todo el mundo. Como su robótico protagonista, parece construida con partes desechadas de otros productos: films de ciencia ficción, películas deportivas y dramas familiares por igual; es ruidosa, poco sutil, y está algo oxidada por los costados, pero, con todo, también es capaz de ofrecer entretenimiento, eso sí, para aquellos tanto o más fascinados por lo virtual que por lo real.



5 comentarios:

  1. Creo que estás siendo bueno. La peli es malísima. Rancia y xenófoba, al final como los 80, los malos son japoneses y rusos (si no recuerdo mal). Bazofia.

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  2. Bueno...yo no esperaba mucho, y, aunque llena de tópicos, es entretenidilla. Hay que verla con ojos de niño de 10 años...ahora, como obra de CF no esperaba nada, así que no me decepcionó.

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  3. He leído xenófoba en los comentarios. En fin, la película.

    La verdad es que no esperaba mucho y me gustó bastante. Es una especie de Yo, el Halcón moderno y tecnológico con su dosis de acción y su dosis lacrimógena familiar.

    Tampoco creo que los robots arrinconen el factor humano aunque cada uno lo ve a su forma. Los combates de robots son la excusa para fortalecer la relación maltrecha entre padre e hijo. Los robots podrían haber sido sustituidos por pulsos, coches, etc; lo que importa es el factor humano de la peli. Un saludo!!

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  4. Muy buena reseña. Creo que tienes razón, la película es un poco 'Frankestein' de diversos géneros y obras anteriores, pero está muy bien hecha y es entretenida.

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  5. Pues despues de verla, opino que la pelicula merece la pena para los aficionados a la scifi... dicen que es para niños..y que? Muy disfrutable, las partes emotivas no rayan en la pastosidad (perdon por el palabro) y dan a la pelicula un vinculo con la infancia, la busqueda de un heroe que lucha contra lo establecido desde la inocencia... quien dice que no se puede acabar con el poderoso?
    Puede que la pelicula no tenga un mensaje profundo, pero toca esa fibra de la representacion del heroe venido a menos que resurge de sus cenizas por hacer lo correcto, y no lo lucrativo...
    En fin, a mi me gustó, otra forma de ver a "Lobezno" con sentmientos..

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