Richard Corben se labró su sólida reputación como historietista gracias a su trabajo en revistas orientadas a un público adulto, como "Creepy" o "Heavy Metal", cuyos lectores se quedaron maravillados con su sentido del color, plasmación de la anatomía humana y fusión entre trazo underground y técnica realista.
Ahora bien, si Corben causó tal impacto en el mundo de las viñetas fue por su técnica gráfica, no por sus argumentos. Los lectores alababan la inteligente aplicación del aerógrafo, sus grotescas criaturas, la violencia explícita y sus héroes hipermusculados y mujeres de exuberancia imposible. Pero rara vez se referían a la escasa profundidad de las historias o la mínima emoción que destilaban sus personajes. No es raro por tanto que a menudo Corben decidiera apoyarse en guionistas profesionales con el fin de dar mayor consistencia a sus narraciones.
Cuando a mediados de los ochenta Corben intentó expandir su público y consolidarse en el mercado

Consciente de que sus limitaciones como escritor y de lo que se jugaba en el empeño (se trataba de resucitar su sello Fantagor Press), recurrió a un escritor de cierto renombre en el mundo del comic independiente, Bruce Jones, con quien ya había trabajado en su época de Warren. El resultado fue una miniserie de cinco números en blanco y negro titulada "Rip In time", traducida en España como "Rip Tiempo Atrás" pero que en realidad compone en inglés una expresión equívoca que bien puede significar "Rip a tiempo" o "Rasgadura en el Tiempo".
Un proyecto secreto financiado por el gobierno ha descubierto la forma de abrir una puerta

Mientras se preparan para hacer un test de prueba abriendo el portal hacia el periodo cretácico, otros acontecimientos están teniendo lugar en el exterior de las instalaciones. El detective de la policía de Los Ángeles, Rip Scully -supuestamente el mejor y más duro de su departamento- viaja en coche con su prometida de la jet set Maggie. Un atraco en una tienda de licores por una pareja de asaltantes, Sid y Darlene, termina con un involuntario cambio de parejas: Sid secuestra a Maggie y huye en automóvil, mientras Rip atrapa a Darlene y la obliga a acompañarle en su persecución de los primeros.

Que la trama sea completamente lineal y consista en unos personajes perdidos en un mundo prehistórico no es que sea original, pero tampoco tendría por qué ser algo negativo siempre y cuando esos personajes fueran capaces de seducir al lector y sostener el argumento gracias a su personalidad. El problema es que Bruce Jones no lo consigue. Los protagonistas no sólo se ajustan a tópicos manidos sin encanto sino que su comportamiento incurre en desconcertantes incoherencias.
La coronel Nelson intenta justificar su rudo temperamento al comienzo de la historia con un relato de

Del héroe, Rip, tampoco hay mucho que decir. Se nos presenta al principio como un tipo acomplejado por su tosquedad y justeza económica y luego se transforma en una especie de cazador implacable que igual se enfrenta a un tiranosaurio que deshace una trampa de nudos malaya. Su determinación por arrestar a Sid una vez ha recuperado a Maggie, negándose a regresar a su propio tiempo es absurda, como también la forma en que primero rechaza a Darlene para acabar al poco tiempo en sus brazos. Por no hablar del generoso espíritu masoquista de Maggie. Sid, por su parte, se aterroriza ante la visión de un pequeño dinosaurio y unas páginas después lo vemos torturando a otro de mayor tamaño sin el menor reparo.

Si en el guión no encontramos mucho que salvar al menos nos queda el talento gráfico y narrativo de Richard Corben. Es cierto que, ya sea por la pérdida de interés, el cansancio o la presión de las fechas de entrega, el primer número está mucho más trabajado que el último, pero aún así este apartado es muy notable. Especialmente si tenemos en cuenta que Corben decide no realizar el comic en el color que le ha granjeado tantos seguidores, sino en el siempre más arriesgado blanco y negro.
Aunque decir blanco y negro sería simplificar en exceso las cosas. Porque aunque Corben utiliza

En resumen, un libro que tuvo mucho menos impacto del que sus creadores esperaban y que no está entre lo más granado de la bibliografía de ambos, pero que resulta recomendable sin reservas para los aficionados a la obra de Corben. Para los demás resultará un tebeo entretenido que conviene leerse al ágil ritmo que marcan sus autores sin detenerse a reflexionar demasiado sobre su consistencia interna.
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