Más de treinta años después de su estreno, es difícil pasar por alto la influencia de “Star Wars” en el cine de ciencia ficción. Su masivo éxito popular y espectaculares imágenes pusieron punto y final a la larga lista de deprimentes filmes que el género había ofrecido en los años anteriores y directores y productores de todo el mundo se lanzaron a capitalizar la exigencia de los espectadores de una ciencia ficción escapista. Después de “Star Wars”, incluso las películas de ciencia ficción más lúgubres debían contar con escenas de acción y ser visualmente hermosas. Y, por si todo esto fuera poco, borró de la mente de los dueños de los estudios cinematográficos la idea de que el género era carne de serie B. Ahora se convertía en una estrella rutilante.
No hace falta decir que esta ansia de efectos especiales llevó también unos cuantos batacazos. Quizá el más significativo fue una película que todo el mundo creyó que debiera haber sido mejor: la traslación cinematográfica de una popular serie televisiva de los sesenta: “Star Trek”. El film tenía un diseño visual realmente atractivo (no en vano en él colaboraron algunos de los técnicos de “Star Wars”), pero poca gente aparte de los fans más acérrimos afirmarán con rotundidad que el film es no sólo bueno, sino al menos entretenido.
Es difícil determinar la razón precisa del fenómeno “Star Trek”. La serie original se emitió de 1966

La Humanidad en “Star Trek” ya no estaba en una permanente Guerra Fría contra la amenaza extraterrestre. Es más, se demostraba que a menudo eran los prejuicios los que nublaban nuestro juicio al enfrentarnos a un alienígena. Los monstruos amenazadores a veces no eran tales, sino niños perdidos o madres protegiendo sus huevos. Además, la tripulación de la nave Enterprise estaba compuesta por hombres y mujeres –punto este importante- de todas las razas conviviendo en armonía.
Eso sí, en sus peores momentos, “Star Trek” se convertía en una variación galáctica del Destino Manifiesto, esa doctrina mesiánica que defiende la bondad del modelo de vida norteamericano y justifica su expansión más allá de sus fronteras. El capitán Kirk, con su encanto y suaves maneras, se las arreglaba para liquidar en nombre de la democracia las sociedades alienígenas que iba encontrando, un esquema que se repetiría en otras series televisivas a partir de entonces (“La Fuga de Logan”, “El Planeta de los Simios, “Starlost”…).

Sin embargo, la auténtica influencia de “Star Trek” tiene menos que ver con su filosofía que con sus fans. Cuando la NBC amenazó con cancelar la serie al final de la segunda temporada, los aficionados iniciaron una campaña de apoyo que inundó la cadena con un millón de cartas. Tras el cierre definitivo de las aventuras de la Enterprise en 1969, empezaron a celebrarse convenciones de “trekkies”, un movimiento asociativo que no sólo no ha disminuido, sino que no ha hecho sino aumentar. La primera de ellas, en 1972, esperaba una concurrencia de 500 personas. Llegaron 3.000, convirtiéndose en la convención de ciencia ficción más numerosa de la historia. A mediados de los noventa, más de 400.000 personas atendían anualmente a convenciones de “Star Trek”.
El fandom de “Star Trek”, más que basar su existencia en una apreciación cariñosa de la serie

Precisamente, los fans fueron un factor nada despreciable en la génesis de la película que ahora nos ocupa. Gene Roddenberry habló por primera vez de su intención de llevar su universo de ficción a la gran pantalla en el curso de una convención de ciencia ficción celebrada en 1968, cuando la serie de televisión se hallaba en su tercera temporada. En ella, dijo, se contaría cómo se conocieron Kirk y Spock en la Academia Espacial. Sin embargo, un año después el programa se canceló y sus ilusiones se quedaron en eso, en sueños.

En 1975, Paramount y Roddenberry retomaron la idea y encargaron la realización de un guión. Ray Bradbury, Harlan Ellison, Theodore Sturgeon, Chris Bryant, y Allan Scott trabajaron en borradores que no convencieron al estudio. Decididos a detener lo que parecía un proceso caro e infructuoso, los ejecutivos decidieron canalizar los esfuerzos hacia una nueva serie televisiva que se titularía “Star Trek: Fase II” y sobre la que comenzaron a trabajar un equipo de guionistas.
Y entonces llegó “Star Wars”. Su fenomenal éxito cogió a todo el mundo por sorpresa. De repente, la

Por fin, Paramount decidió abandonar todo el proyecto de la serie de televisión y reconvertir el piloto de la misma en una película de gran presupuesto. Durante una de las ruedas de prensa más multitudinarias que se hubieran celebrado en Hollywood, se anunció que al frente del film estaría Robert Wise (uno de los grandes, ganador de un Oscar y responsable de sonados éxitos en los más diversos géneros, desde “West Side Story” o “Sonrisas y Lágrimas” hasta “Ultimátum a la Tierra” o “La amenaza de Andrómeda”) y que el presupuesto a su disposición ascendería a 47,5 millones de dólares. Los fans estuvieron encantados.

Rodada con prisas por un Robert Wise incapaz de realizar la película que quería y sin un guión sólido en que apoyarse, el resultado decepcionó tanto a los fans de la serie como a los críticos, que se burlaban calificándola como “Star Trek-The Motionless Picture- (“Star Trek: La película sin movimiento”) o “Spockalypse Now”.
En la historia se reúne a la tripulación original de la Enterprise con la misión de enfrentarse a una

La película cuenta con todos los elementos de la serie televisiva original (el capitán Kirk y su tripulación recorriendo el universo en la Enterprise para salvar a la Tierra de una amenaza extraterrestre, la supremacía de los valores humanos), y un envoltorio de lujo en la forma de carísimos efectos especiales firmados por Douglas Trumbull (“2001: Una Odisea del Espacio, “Naves silenciosas”, “Blade Runner”) y John Dykstra (“Star Wars”).
Por desgracia, la historia resultó ser un auténtico rollo. Principalmente porque también replicaba los peores aspectos de la serie: un guión predecible, un villano aburrido, un ritmo lento (casi toda la “acción” tiene lugar sin salir del puente de la Enterprise, con los personajes mirando asombrados las pantallas) y una pésima interpretación.

En un intento nada disimulado de emular a “2001: Una Odisea del Espacio” (1968), la idea básica de “Star Trek: La Película” era interesante en cuanto a las preguntas que planteaba sobre la necesidad de evolucionar de los seres inteligentes o los límites mismo de esa inteligencia. Por desgracia, la forma de desarrollar esas cuestiones carece de interés y la ausencia de acción deja indiferentes a todos aquellos que no sean auténticos fans de la serie original.
El clímax final se antoja un pastiche de diversos episodios de las series televisivas –concretamente,

“Star Trek: la película” acabó siendo un monumento tan épico como vacío a la fiebre que desató Star Wars, un fracaso autoindulgente. Se pagaron seis millones de dólares a Robert Abel y Asociados para que desarrollaran nuevos efectos especiales sin que entregaran ni un solo plano válido. Igualmente onerosa fue la creación de alienígenas que centraron buena parte de la campaña publicitaria pero que luego apenas aparecieron de fondo en la película en un puñado de escenas sueltas. Dado que el 90% de la película transcurre en el puente de la Enterprise, es difícil saber dónde fueron a parar los millones destinados a diseño y efectos especiales.
Es más, ni siquiera podemos decir que la cinta encarne con fidelidad el espíritu de la serie original.

Aunque el trío de actores presionó para obtener un mayor grado de caracterización de sus personajes, no se les hizo caso y el espíritu de camaradería o la relación de Kirk con su tripulación se sacrifican a favor de la trama aventurera. Por eso, no se entiende que sin dedicar tiempo a desarrollar los personajes principales se presentaran otros nuevos. Stephen Collins no hace mal papel como capitán depuesto de la Enterprise, pero su intervención se queda corta hasta las escenas finales. La actriz india Persis Khambatta resulta muy sexy con su cabeza afeitada y sus minifaldas, pero su plana interpretación no consigue diferenciar a los dos personajes que encarna, el frío androide y la cálida jovencita virgen. El resto de la tripulación televisiva no pasa de ser meros comparsas de los anteriores.

En realidad, “Star Trek: La Película” fue la única de la serie inicial de films que consiguió transmitir

Puede que la película tenga sus defensores y que funcionara bien en taquilla (fue un fracaso creativo, aunque en absoluto ruinoso), pero no aportó nada al género. Lo mismo puede decirse de sus diversas “secuelas”, que no dejaron de ser episodios televisivos engordados.
Hola que tal Manuel como siempre eres sumamente meticuloso en tu reseña y expresas muy bien los pros y contras de la obra en cuestión, pero lo que me parece más interesante es que al fin tocas a una de las dos "grandes" sagas de la ciencia ficción moderna, me gustaría mucho que tu como conocedor del genero me dieras tu opinión de Star Trek y Star Wars, no de una película o libro en particular sino de cada universo como un conjunto. si no es mucha molestia claro.
ResponderEliminarHola doctor. Difícil y delicado asunto el que mencionas. Para empezar creo que esa "competencia" entre los fandoms de uno y de otro universo es artificial y absurda: ambos son completamente diferentes en su génesis, planteamiento, objetivos y desarrollo.
ResponderEliminarAmbos, eso sí, fueron etapas importantes en la CF. Star Trek supuso una nueva forma de CF televisiva que influenciaría a multitud de programas posteriores (Babylon 5, por ejemplo, debe mucho a Star Trek). Star Wars, por su parte, puso patas arriba al género en el cine y le dio un impulso de tal calibre que desde entonces la CF no ha pasado de moda.
Personalmente, y en cuanto a influencia se refiere, creo que Star Wars tuvo más peso, además de que su resultado estético (en su diseño general) alcanzó mejores resultados. Aunque es un pastiche de otras muchas cosas anteriores asimiladas por Lucas (desde las películas de samurais hasta Flash Gordon pasando por Cody Starbuck), la mezcla demostró tener el suficiente encanto como para cautivar a millones de personas. Mi sobrino tiene siete años, los mismos que yo cuando mis padres me llevaron a ver Star Wars originalmente en su estreno. Pues bien, ha descubierto este año Star Wars y está como loco. La historia se repite más de treinta años después. Es quizá ese sentido de la aventura y de lo maravilloso lo que la hace imperecedera.
Star Trek, en cambio, es mucho más cerebral en el planteamiento de situaciones y su resolución. También ha tenido un recorrido mayor (le saca diez años a Star Wars) y su militante fandom ha favorecido una especie de continua autorreferencia, una nostalgia perpetua por la serie original que la distancia bastante de lo que hasta el momento ha sido Star Wars, con una paternidad única y un control creativo siempre en manos de George Lucas.
Pero en ambos casos, el núcleo original se ha expandido tanto que cada vez es más difícil realizar una apreciación general. Star Trek es ya mucho más que la serie original y Star Wars ha desbordado completamente la primera trilogía. Libros, comics, series, spin-offs, películas... para mi es completamente imposible seguirlo todo. Además me parece inútil, puesto que en buena medida se trata de productos destinados a alimentar el ansia y la demanda de un fandom incondicional dispuesto a pasar por alto el juicio objetivo siempre y cuando se trate de sus héroes favoritos.
Con el tiempo y si este blog continúa adelante, iré revisando poco a poco las obras más destacadas de uno y otro (destacadas no es equivalente a "buenas"). Más allá de eso, entramos en el terreno puramente emocional, lo cual no es necesariamente malo siempre y cuando sepamos admitirlo.
Y si de sentimientos hablamos, siempre me he inclinado más por Star Wars por el sencillo y poco racional motivo de que fue mi primera introducción seria al mundo de la CF y porque sus personajes me han acompañado toda la vida desde entonces de una forma u otra (juguetes, películas, comics, música). De haber sido algo mayor y norteamericano ese impacto se hubiera producido quizá via televisión y Star Trek. Mis sentimientos serían entonces diferentes.
Ello -espero- no me impedirá emitir un juicio favorable o condenatorio a las diferentes obras que componen cada uno de esos universos.
Un saludete.
Como siempre tu ecuanimidad me asombra Manuel, yo sinceramente esperaba que despreciaras un poco a Star Wars por ser la que mas libertades se toma en cuanto a especulación científica, con eso de la Fuerza que casi raya en la fantasía y Star Trek como universo está siendo rehecho con las nuevas películas y siento que la franquicia tomara rumbos muy diferentes en el futuro limitándose a sacarle jugo a la acción más que a la diplomacia que la caracterizaba. Gracias por tu opinión tan ilustrativa y me permití agregar tu sitio en los links de mi blog.
ResponderEliminarEn cuanto a las "libertades" de Star Wars respecto a la ciencia, creo que la CF no tiene por qué ser necesariamente fiel y estricta con las leyes científicas. De hecho, sólo la CF Hard lo es. Grandes obras del género en todos los ámbitos bailan alrededor de la ciencia sin pisarla jamás y ello no les saca del género. Creo más bien que la CF tiende a utilizar "una" ciencia, la que sea, real o no, como base de algunos de sus relatos. Los subgéneros de Mundos Perdidos, Mutantes con poderes o Historia Alternativa, por nombrar solo tres, no son en absoluto "científicos" pero sí pertenecen a la CF.
ResponderEliminarUn debate, como tantos otros, que tiene fanáticos defensores en un lado o en otro.
Un saludo