sábado, 28 de mayo de 2011

1986- Aboriginal Science Fiction


A mediados de los años ochenta aparece una nueva revista en Estados Unidos, “Aboriginal Science Fiction”, dirigida por Charles C.Ryan. Ryan había trabajado como periodista desde 1971 y en 1979 fue nominado a un premio Pulitzer por una serie de artículos de investigación. Gran aficionado a la ciencia ficción, ocupó el puesto de editor de la revista especializada “Galileo” en 1976. Pero la publicación tuvo problemas financieros y cerró en 1980. Ryan no se desanimó y fundó “Aboriginal Science Fiction” en 1986.

El nombre de la revista se eligió por motivos que no pueden ser más prosaicos. Ryan pensó que a la hora de enviar sus trabajos a la publicaciones, los autores tomaban su decisión en base a dos métodos: o mandarlos a la que pagaba más o bien recorrer la lista en orden alfabético. Ryan quería un nombre que estuviese en lo alto de esa lista alfabética y se le ocurrió “Aboriginal”. A partir de ahí nacería una historia sobre un antropólogo alienígena que había sido enviado a la Tierra para estudiar a la población indígena –aborigen- y quedó tan fascinado por la ciencia ficción que en cada uno de sus informes a su mundo origen incluía relatos de ese género. Así que cada número de la revista se suponía que era uno de esos informes de campo interceptados.

Fue una de las revistas semiprofesionales con más éxito de los años 80. Se publicó regularmente de 1986 a 1991. Después de esa fecha la publicación se volvió irregular, totalizando 49 números a su cierre en la primavera de 2001. Ryan ya había abandonado el proyecto en 1995.


Al mismo tiempo que las revistas de CF empezaban a perder su lugar en el corazón de los lectores, algunos títulos marginales ocuparon sus huecos. Aboriginal ha sido una de las que han cosechado más éxito, funcionando a través de suscripciones. La revista nunca estuvo muy involucrada con la Ciencia Ficción Dura (aquella en la que la premisa científica y el rigor forman parte fundamental de la narración), sino que los editores prefirieron la, digamos, “Ciencia Ficción Social”, en la que no es necesario un sólido conocimiento científico para narrar una historia sólida. Dentro de eso, aparecían distopias, paranoias y crítica social junto a artículos de ciencia. En sus páginas se dieron cita ganadores de premios Hugo y Nébula, firmas en ascenso y completos desconocidos.

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