
El romance planetario fue un subgénero muy popular en los primeros tiempos de la ciencia ficción. En él se nos contaban exóticas aventuras en otros planetas, largos viajes por paisajes alienígenas en los que moraban criaturas extrañas y civilizaciones peculiares. Los primeros viajes a la Luna o Marte, que culminaban en encuentros con sociedades utópicas, no cuentan como romances planetarios, porque su propósito principal siempre fue o bien satírico o bien educativo. Los primeros ejemplos de este apartado temático fueron “Mr.Stranger´s Sealed Packet” (1889) de Hugh MacColl y este libro de Edwin Lester que vamos a comentar y cuyo título original fue “Lieut.Gullivar Jones-His Vacation”.
Tan sólo unos pocos años después de que H.G.Wells arrasara Londres con sus invasores marcianos, el poeta victoriano Edwin Lester proponía un planeta Marte muy diferente, con ciudades decadentes habitadas por un pueblo pacífico que se deslizaba lentamente hacia su extinción. Su héroe es un corpulento y duro marinero americano, inevitablemente destinado a provocar una conmoción en la indolente sociedad marciana.
Mientras se halla de permiso en tierra, Gulliver Jones encuentra muerto a un pequeño tipo que parece haber caído del cielo como por arte de magia. Jones se hace con su única posesión, una lujosa alfombra. De vuelta en su triste y poco acogedora morada, expresa el ferviente deseo de encontrarse en Marte y, de repente, aquél se cumple. Envuelto en la alfombra, es transportado por el espacio y depositado sin contemplaciones en las llanuras marcianas.

Lo que sigue es una extraordinaria serie de aventuras en un extraño Marte, absolutamente inverosímil incluso en aquellos años previos a los cohetes, telescopios espaciales y sondas planetarias. No hay ni rastro de pretensión científica aquí; ni siquiera se acerca a las fantasías marcianas de Percival Lowell. Marte no es un planeta muerto y reseco, punteado por los restos de una civilización abocada a morir por un desastre medioambiental. Y, sin embargo, los marcianos que se encuentra Jones, los Hither, están sumidos en una apatía alcohólica, incapaces de reaccionar cuando sus salvajes vecinos les exigen tributo o les arrebatan a su más hermosa doncella, la princesa Heru.
Naturalmente, Jones tiene más sangre en las venas e, indignado por la letargia que le rodea se embarca en una misión de rescate de la princesa a través de los océanos tormentosos y las junglas hostiles marcianas, un planeta totalmente irreconocible como el Marte que nos muestran las sondas, pero pletórico de color, vitalidad y capacidad de evocación.

Aun así, es posible que Arnold se viera influenciado por “La Máquina del Tiempo” de Wells,

Eso sí, Gulliver Jones, pese a ser el primero, no disfrutó de una vida tan longeva y productiva

Resistiéndose a morir, el personaje volvió a aparecer en un comic, el segundo volumen de la “Liga de los Hombres Extraordinarios” de Alan Moore; y todavía más, en 2007 aparece en una novela titulada "Edgar Allan Poe on Mars: The Further adventures of Gullivar Jones", escrita por los hermanos franceses Jean-Marc y Randy Lofficier.
¿Es “Gullivar de Marte” un buen libro? Eso depende del criterio que se siga y los gustos personales de cada cual. Desde un punto de vista estrictamente narrativo, Gullivar nunca llega realmente a conseguir nada: casi burla a sus enemigos, casi los derrota, casi consigue a la chica y casi triunfa, pero en última instancia, falla en todo ello y, sin querer, acaba en su casa norteamericana, reunido con su antigua novia para casarse a la semana siguiente. Es como si fuera un episodio alargado de una serie de televisión en la que cada semana el protagonista vive todo tipo de aventuras extravagantes, sólo para al final del programa vuelva a la situación de partida.


Más sorprendente es la descripción de Gullivar. Epítome del “Americano desagradable”, Gullivar destila arrogancia y prepotencia, perpetuamente condescendiente con sus anfitriones, ya sean los Hither o los Thither, los juzga a todos con un racismo benigno que no queda claro si es una sátira social o las opiniones personales del autor, reflejo de los tiempos al fin y al cabo. Uno de los pasajes nos apuntaría hacia la primera opción: cuando Gullivar reclama una vasta superficie de Marte para los Estados Unidos apelando a la Doctrina Monroe, explica a los confusos nativos:”Oh, es muy sencillo; explicado de forma simple, significa que no podéis tocar nada que sea mío, pero debéis compartir todo lo vuestro conmigo”.
Resulta paradójico que este personaje, que supera el siglo de vida, no tuviera una buena acogida en su época. De hecho, fue su tibia recepción lo que empujó a su autor a abandonar la escritura de ficción. Y, sin embargo, el tiempo ha convertido a esta novela en su obra más conocida y uno de los trabajos claves en el desarrollo de la ciencia ficción épica de comienzos de siglo, que vería su momento de gloria unos años más tarde con el nacimiento de las revistas pulp.
Buena reseña. Llegue precisamente por La liga de caballeros extraordinarios, ubicaba a John Carter pero Gulliver no me era conocido. Gracias por sacarme de la duda.
ResponderEliminaridem
ResponderEliminarIgualmente.
ResponderEliminarParece que todos venimos del mismo sitio :þ
ResponderEliminarSep. Liga de caballeros también. Gran artículo.
ResponderEliminarMuy buena entrada. Me gustaría leer la novela algún día.
ResponderEliminarExcelente artículo. Gracias.
ResponderEliminarSigo descubriendo información interesantísima perfectamente explicada en este blog. Todo un descubrimiento, gracias.
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