lunes, 12 de septiembre de 2022

1995- STAR TREK: VOYAGER (8)

 


(Viene de la entrada anterior)

 

Los 26 episodios de la quinta temporada abordan ciertos temas e ideas que reflejan los intereses del equipo creativo. De hecho, muchos de esos temas culminan en “Equinox, Parte 1”, el capítulo final de ese año. Por desgracia, nunca llega a tenerse la sensación de que esas ideas lleguen a ponerse al servicio de nada ni qué es exactamente lo que el equipo de producción quería decir o hacia dónde deseaban dirigirse con esos conceptos.

 

Por eso, entre otros factores, este quinto año transmite cierta sensación de apatía. La cuarta temporada había sido sin duda la mejor de la serie, marcada por un propósito y abundante en ideas de interés. Gracias a la inclusión de Siete de Nueve y el miniarco centrado en los Hirogen, junto con la inteligente jugada de enmarcarla con dos episodios como “Escorpión Parte II” y “Esperanza y Miedo”, se consiguió, por fin, que una temporada terminara en un lugar diferente al de su comienzo. Pero en la quinta parece que se limita a correr sin avanzar, como si se hallara sobre una cinta transportadora.

 

Esta temporada fue la primera de Star Trek en contar como productor a Brannon Braga. Aunque había estado trabajando en la franquicia desde la cuarta temporada de ”La Nueva Generación”, Braga aún carecía de la suficiente experiencia como productor. De hecho, su primer crédito como tal, compartido con su compañero Ronald D.Moore, sería “Misión Imposible II”, una película que no se estrenaría hasta un año después del final de la quinta temporada.

 

Braga es uno de los guionistas con más talento de toda la historia de la franquicia Star Trek. Aportó historias verdaderamente originales en ideas y narrativa para “La Nueva Generación” y no tardó en establecerse como uno de los principales motores de “Voyager”. En muchos sentidos, “Parallax”, el tercer episodio de la serie, ya perfiló lo que iba a ser su tono durante los años siguientes: un énfasis en las situaciones extrañas y la pseudociencia por encima de las dinámicas interpersonales. “Dualidad Mortal”, el vigesimoprimer capítulo de la segunda temporada, estableció el molde de blockbuster de acción impulsado por elementos de ciencia ficción que iba a ser una de las fórmulas principales sobre las que se edificaría “Voyager”.

 

Durante la etapa de Jeri Taylor como showrunner, la voz de Braga fue una de las más importantes en la sala de guionistas. Trabajando con Joe Menosky, fue él quien supervisó las “grandes” historias en dos partes que se insertarían durante o al final de las temporadas: “El Fin del Futuro”, “Escorpión”, “El Año Infernal” y “El Juego Asesino”; todas ellas, sucedáneos de blockbuster cinematográfico, pequeñas películas que se conformaban con el presupuesto televisivo dado que era imposible aspirar a la gran pantalla.

 

Supervisar el día a día de una serie de televisión es un trabajo muy exigente sobre todo cuando tiene la escala de Star Trek. Muchos de los productores que trabajaron en la franquicia ya llevaban tras de sí una amplia experiencia en la televisión, como Michael Piller, Jeri Taylor o Ira Steven Behr. Así que, aun cuando Braga fuera una elección lógica para comandar el programa, lo cierto es que carecía de experiencia fuera de Star Trek. Probablemente, se dio cuenta de ello porque rechazó trabajar en la película “Star Trek: Insurrección” consciente de la carga de trabajo que ya tenía sobre sus hombros con “Voyager”. No es una coincidencia que el primer episodio de su trayectoria en la serie, “Noche”, tratara sobre un líder cuestionándose su capacidad para guiar a sus subordinados. Braga siempre ha sido muy abierto en las entrevistas respecto a sus ambiciones con “Voyager”, pero su inexperiencia le condenó a una interminable y a menudo infructuosa lucha por llevarlas a término.

 

De hecho, varios miembros del equipo de producción han recordado las dificultades que Braga tuvo a la hora de imponer su visión. Bryan Fuller, por ejemplo, reconoce que Braga quería innovar narrativamente pero que a menudo se encontraba con la resistencia del conservador Rick Berman. Éste llevaba tiempo teniendo problemas para que Behr, responsable de “Espacio Profundo Nueve”, no se saliera de los límites de la “filosofía” Star Trek que él consideraba aceptables (de hecho y como ya comenté en los artículos dedicados a esa serie, no lo consiguió y gracias a ello EPN fue la serie más original, sólida y coherente de toda la franquicia). Así que no estaba dispuesto a que Braga le complicara la vida de la misma forma. Mientras que Ira Steven Behr tenía la experiencia y autoridad necesarias para guiar “Espacio Profundo Nueve” de acuerdo a su propio criterio, en “Voyager” Brannon Braga estuvo condenado a pactar siempre un insatisfactorio equilibrio con Berman y sus mejores ideas quedaron sepultadas por el rancio tradicionalismo de su jefe, hijo de la era de la sindicación y autonombrado guardián de la pureza del espíritu de la franquicia.

 

Esa tensión lastra toda esta quinta temporada. En ciertos episodios pueden vislumbrarse leves apuntes y rastros de la visión de Braga, sobre todo en los primeros de esta tanda, pero sin que lleguen a cuajar en nada sólido o satisfactorio a medio plazo. Esto se hace dolorosamente obvio en la caracterización de Kathryn Janeway. Braga había defendido durante mucho tiempo la conveniencia de darle a la capitana un perfil más duro, quizá en la línea de Sisko en varios episodios de “Espacio Profundo Nueve”. Algo de esto podemos ver en historias tempranas de “Voyager” como “Dualidad Mortal” o “Macrovirus”. 

 

Esa aproximación al personaje se sugiere también en episodios como “Noche”, “Nada Humano” o “Imagen Latente”, donde las historias nos llevan a pensar que Janeway podría adoptar un estilo de mando más duro del que había exhibido en los años en los que Jeri Taylor supervisó la serie. No era aquí ya la figura maternal y tiernamente preocupada por sus subordinados que habíamos visto en, por ejemplo, “Resoluciones” o “La Muerte de Kathryn Janeway”. En “Noche”, la capitana contempla la posibilidad de acometer una misión suicida; y en “Nada Humano” obliga a Torres a someterse a cirugía contra su voluntad; en “Imagen Latente”, altera el programa del doctor… Este cambio, sin duda, puede calificarse de valiente.

 

Valiente, sí, pero sin continuidad o, al menos, coherencia. Toda esa rudeza vista en los episodios mencionados, su disposición a poner la seguridad de la nave por encima de la de cualquiera de los tripulantes, se ve contradicha por otros capítulos como el doble “Lazos Familiares”, en el que arriesga toda la tripulación para rescatar a Siete de Nueve. En “Regresiones Infinitas”, no tiene ningún inconveniente en entregar un arma de destrucción masiva a una especie alienígena, pero más tarde en “El Detonador”, se niega a dejar que una bomba inteligente vuele a su objetivo, poniendo en peligro de paso a todos sus hombres. 

 

De hecho, el episodio final de la temporada, “Equinox Parte I”, coloca a Janeway como árbitro de la rectitud moral en contraste con el corrupto Rudy Ransom (irónicamente la segunda parte de ese capítulo muestra a Ransom repitiendo las transgresiones de Janeway durante la temporada anterior: sometiendo a un miembro de la tripulación a un procedimiento médico sin su consentimiento y reprogramando al doctor). No parece que Janeway se haya ganado en este capítulo la integridad moral, claridad de miras y piedad con que los guionistas la adornan.

 

Por otra parte, hay momentos de introspección del personaje distribuidos por toda la temporada, que parece más nostálgica y reflexiva que sus predecesoras. “Noche” nos muestra a Janeway reconsiderando la decisión que tomó cuatro años antes en “El Guardián”, y en “Equinox Parte I” ha de enfrentarse a un colega que tomó un camino al que quizá no hubiera renunciado ella de tenerlo delante; en “Lobo en Piel de Oveja” aparece una réplica perfecta de la Tierra; “Riesgo Extremo” y “Nada Humano” nos devuelven el legado de los Maquis, uno de los elementos definitorios de la premisa de la serie y que había sido inmediatamente abandonado; “La Relatividad” nos retrotrae a un Voyager pendiente de iniciar su misión; y “11:59” lleva al espectador aún más atrás, a la historia de una antepasada de la capitana Janeway.

 

Pero la quinta temporada no sólo vuelve la vista atrás, sino que, de algún modo, reflexiona sobre las oportunidades perdidas. Repetidamente a lo largo de este año, la serie, Janeway y el Voyager han de enfrentarse con sombras y versiones alternativas de sí mismos. “La Enfermedad” muestra una nave generacional en una misión de largo recorrido; en “La Ruta al Olvido” hay un duplicado perfecto de la nave y sus tripulantes; “Lazos Familiares” reimagina el colectivo Borg como un matriarcado obsesionado por recuperar a Siete de Nueve; “Equinox Parte I” muestra una nave perdida de la Federación que ha sacrificado su sentido de la moralidad por combustible con el que llegar a casa.

 

Cada uno de esos episodios ponen de manifiesto la larga lista de posibilidades rechazadas que había ido acumulando la serie. “La Enfermedad”, por ejemplo, reflexiona sobre cómo sería la vida a bordo de una nave en un viaje tan largo que pasarán generaciones hasta llegar a su destino y cuyos tripulantes se han visto obligados a adoptar una estructura de mando menos rígida. “La Ruta al Olvido” se abre con Paris y Torres contrayendo matrimonio. “Equinox Parte I” presenta otra nave de la Federación que también se ha pasado cinco años vagando por el Cuadrante Delta lidiando con todo tipo de especies hostiles. Por el contrario, el Voyager parece protegido por una burbuja de estasis, como si corriera sobre una cinta transportadora, sin parar de moverse, pero sin avanzar ni retroceder.

 

Constantemente se tiene la sensación de que la temporada no se atreve a integrar las ambiciosas ideas que sólo apunta de pasada en tal o cual episodio. Y esto no solo en lo que se refiere a la visión de Brannon Braga. El guionista Michael Taylor también se vio repetidamente obligado a diluir ideas atrevidas hasta rebajarlas a lo meramente convencional. “Había Una Vez”, por ejemplo, fue originalmente concebida como una historia vista a través de los ojos de la niña Naomi Wildman, pero acabó convertida en una sosa aventura de la holocubierta. Lo mismo ocurrió con “La Pelea”, cuya propuesta era original pero que acabó cuajando en un episodio caótico y aburrido.

 

Taylor era un guionista de peso. Algunas de sus primeras aportaciones a la franquicia de Star Trek, como “El Visitante” y “Viviendo con Ello”, se cuentan entre los mejores capítulos de “Espacio Profundo Nueve”. Aunque esos guiones fueron reescritos por veteranos de la casa, como René Echevarría (“El Visitante”) y Ronald D.Moore (“Viviendo con Ello”), demostraron su gran potencial. Sin embargo, sus propuestas para “Había Una Vez” y “La Lucha” se consideraron demasiado ambiciosas para el tono de la serie y se rebajaron hasta dejarlas, como he dicho, en episodios totalmente prescindibles.

 

La quinta temporada fue también el momento en el que muchas de las críticas que se le habían hecho a la serie solidificaron en argumentos insoslayables. Como mínimo, supuso el punto en el que muchos de sus tropos recurrentes se fosilizaron y lo que años atrás podía haber sido interesante ahora era sólo una rutina familiar. Relacionado con esto, lo más relevante es el carisma que Siete de Nueve había insuflado en la serie desde su presentación en la cuarta temporada. Pero mientras que ese año se le dio un arco que la convirtió justificadamente en el centro del reparto, ahora se iba demasiado lejos con ese protagonismo.

 

Siete es el personaje central en “Esclavo”, “Regresiones Infinitas”, “Felicidad”, “Lazos Familiares I y II”, “Los Analistas”, “Una Pareja para Siete de Nueve” y “La Relatividad”; al tiempo que juega un papel relevante en otros como “Imagen Latente” o “La Ruta al Olvido”. Es decir, el 40% de los capítulos. Parece como si el personaje estuviera dejando sin aire al resto del reparto. Un problema, claro, que como ya apunté en entradas anteriores, viene de lejos dado que los guionistas nunca supieron muy bien qué hacer con los personajes y, por tanto, fracasaron a la hora de dotarles del atractivo y solidez de sus contrapartidas en “La Nueva Generación” o “Espacio Profundo Nueve”. Tuvok cuenta con una buena historia en “Gravedad” pero, por el contrario, Harry Kim y Chakotey no pueden ni mucho menos decir lo mismo de “La Enfermedad” y “La Pelea” respectivamente.

 

Esta temporada es también el punto en el que el Colectivo Borg pierde su aura de amenaza insuperable. En “Dron”, un accidente del transportador crea un superBorg que convierte al Voyager en presa de una Esfera Borg. La crisis se conjura en el climax de la historia de una manera descuidada que rebaja el estatus de los Borg como adversario definitivo del universo Star Trek. Ya no estamos ante esa fuerza apocalíptica que habíamos visto en “Escorpión Parte I y II” o “Esperanza y Miedo”. El Voyager se encarga de otra nave Borg en “Lazos Familiares” sin demasiados problemas.  

 

(Continúa en la siguiente entrada)

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