martes, 17 de diciembre de 2019

1993-STAR TREK: ESPACIO PROFUNDO NUEVE (y 8))


(Viene de la entrada anterior)

La sexta temporada de “Espacio Profundo Nueve” comenzaba en septiembre de 1997 con la Estación en manos de los cardasianos y los Jem Hadar. La Guerra está completamente desatada y durante algunos episodios vemos cómo klingons y fuerzas de la Alianza se baten en retirada incapaces de enfrentarse a la potencia del Dominio. Su única baza es que el agujero de gusano próximo a la Estación y que comunica con el Cuadrante Gamma, ha sido inteligentemente minado y el acceso de refuerzos del Dominio es imposible.



Pero esa situación dura poco. Cuando por fin los cardasianos dan con la forma de desactivar las minas y a falta de meros minutos para que lleguen los refuerzos, la estación es recuperada gracias a un arriesgado plan de Sisko encabezando una Flota combinada de la Alianza y los klingon, dando lugar a algunas espectaculares escenas de batallas espaciales que ponían de manifiesto que los efectos digitales habían evolucionado tanto como se habían abaratado, hasta tal punto de que una serie de televisión como esta podía permitírselos de forma generosa.

Fue aquel un arco argumental de seis episodios, algo sin precedentes en la franquicia. Ronald Moore recuerda que cuando comenzó la Guerra del Dominio, el productor Rick Berman se había mostrado inflexible: el conflicto debía ocupar como mucho tres o cuatro episodios. Los guionistas se encogieron de hombros y le dijeron que sí. Pero mintieron a sabiendas de que, una vez planteada la situación y dadas sus dimensiones, sería imposible finiquitarla tan rápidamente. Al final, Ira Steven Behr acordó con Berman que serían ocho capítulos y terminaron siendo diez.

Se trataba, “simplemente”, de un choque entre dos formas de entender la narrativa televisiva. El
estudio tendía por inercia y aversión al riesgo a seguir el método episódico que tan bien le había funcionado desde los años sesenta y con el que podía atar perfectamente el producto de cara a su venta al mercado de la sindicación. Por el contrario, los guionistas encabezados por Michael Piller y Behr querían hacer el mejor programa posible y ello pasaba por introducir tramas que pudieran desarrollarse a lo largo de múltiples entregas, enriqueciendo de paso a los personajes. Era, en aquel entonces, una postura contraria a la norma y muy valiente de defender. Aunque al final los guionistas se vieron obligados a apaciguar al estudio con varios episodios autoconclusivos, en general y en las dos últimas temporadas se salieron con la suya abriendo caminos nuevos que luego serían copiados por muchas otras series y que hoy ya son adoptados de forma natural tanto por las productoras como por los espectadores.

Precisamente ese nuevo tipo de narrativa fue lo que permitió a los guionistas preparar con antelación el final de la serie, en la séptima temporada. Sabían a dónde querían llegar, la situación final y cómo debían terminar los distintos personajes al término de la saga, por lo que podían ir preparando sus respectivas historias para desembocar en el punto deseado. Era ese un privilegio que los guionistas no habían tenido en “La Nueva Generación”, cuyo final no empezaron a planificar hasta bien entrada la última temporada.

Por otra parte, Berman nunca dejó de quejarse por el tono deprimente o violento de tal o cual episodio, a lo que Behr y su equipo replicaban que se trataba de una guerra. Berman quería mantener los ideales optimistas y positivos de Roddenberry que a tanta gente habían inspirado. Creía que ello daba a la gente esperanza en un futuro mejor y temía que la deriva de la serie acabara por diluir ese espíritu. Por supuesto y como había ocurrido anteriormente en “La Nueva Generación”, esto acabó chocando con los guionistas, que se veían limitados por tantas reglas y prohibiciones.

Hay una anécdota que ilustra bien esa tensión. Ronald Moore estaba escribiendo una escena para el
episodio “Una Pequeña Nave”, en la sexta temporada. Se trataba de una situación típica de este tipo de productos televisivos: los Jem´Hadar apresan al Defiant y dicen, “Vale, vamos a hacer esto, esto y lo otro. Vais a reparar los motores u os haremos cosas realmente desagradables. Y si no lo hacéis, dispararemos a esta joven alférez”. Lo típico habría sido que el capitán dijera: “No te preocupes alférez, todo va a salir bien”. Moore siguió los puntos, pero a continuación hizo que el Jem´Hadar le volara la cabeza a la muchacha para luego decir, “No, no va a salir bien”. Cuando el estudio leyó el guión, se escandalizó. Empezaron las negociaciones sobre lo qué dejar y lo que no. Cuando Moore regresó a la sala de guionistas tras la discusión, dijo: “Vale. Tengo buenas y malas noticias. Las buenas es que a ella no le vuelan la sesera. Las malas es que el personaje nunca va a existir”. Aquel fue probablemente el momento en que nació “Battlestar Galáctica” en la cabeza de Moore.

Otro momento ilustrativo de lo estúpidas que llegaban a ser esas situaciones fue cuando Nog resultó seriamente herido en un episodio y termina perdiendo una pierna. Pues bien, los guionistas habían escrito la historia para que el personaje perdiera ambas piernas y Rick, escandalizado, se negó a dar el visto bueno. El equipo creativo le replicó que desde el punto de vista dramático era necesario mostrar el trauma de la guerra y sus consecuencias en un personaje principal, no solamente en los extras de fondo o en alguna puntual estrella invitada. La discusión derivó hacia el absurdo de si debía perder una pierna por encima o por debajo de la rodilla. Absurdo especialmente porque Nog, habida cuenta de la tecnología médica del siglo XXIV iba a volver a caminar de nuevo en un par de episodios.

La guerra continuó cobrándose su precio en todos los personajes, independientemente del bando en
que militen. Uno de ellos es Dukat, cuya hija, Tora Ziyal, es asesinada por su propio ayudante, Damar. Ese acontecimiento le lleva a una crisis nerviosa y al abandono de cualquier pretensión de poder. Su única motivación será la venganza contra Sisko por las derrotas que éste le ha infligido y las pérdidas que ha sufrido. A tal fin, abrazará la cara más oscura de la fe bajorana en la forma de los Pah-wraiths, cuyo poder perverso utiliza para asesinar a Jadzia Dax al final de la temporada y colapsar el agujero de gusano, aislando de esa forma a Bajor de sus Profetas.

Behr se dio cuenta al inicio de la temporada que Dukat se había convertido en un personaje demasiado amable. Los fans estaban encantados con su carisma tal y como lo interpretaba Marc Alaimo. El actor tenía una visión diferente del cardasiano que encarnaba, más sofisticado,
multidimensional y sutil de lo que inicialmente había sido la idea de Behr. Poco a poco, Alaimo fue añadiendo matices a Dukat demostrando su versatilidad y los guionistas empezaron a escribir otro tipo de situaciones para él. Lo que fascinaba de Dukat era que podía ser, alternativa o simultáneamente, encantador, malvado, divertido, vulnerable o despiadado. No obstante y de cara a lo que debía ser la resolución de la serie, Behr impuso su criterio y lo recondujo a la idea original, haciéndolo más extremo e inconfundiblemente perverso.

Otro asunto espinoso fue la muerte de Jadzia. De acuerdo con Terry Farrell, cuando su contrato estaba próximo a expirar al término de la temporada, solicitó aparecer en menos episodios argumentando que ese perfil más bajo no supondría un problema habida cuenta del abundante número de personajes habituales con que ya contaba la serie. Ahí se inició una desagradable pelea en la que la actriz culpa a Berman de misoginia (concretamente, de estar
obsesionado con el tamaño de los pechos y hacerle llevar postizos innecesariamente) y de presionarla de formas poco elegantes para que firmara un contrato que la obligaba a participar en todos los episodios. Al final, la situación degeneró tanto que la actriz decidió abandonar.

Mientras tanto, Ira Steven Behr permanecía ajeno a estas trifulcas de despacho, encontrándose con el problema de perder a la actriz sin haber tenido voz ni voto en todo el asunto. La única forma digna de finiquitar la historia del personaje era matarlo. Pero por desgracia y otra vez debido a interferencias del estudio, ni siquiera la escena de su muerte a manos de Dukat resulta impactante. Ronald Moore quería que fuese brutalmente ejecutada por el cardasiano en una escena inolvidable, pero Berman se empeñó en que debía ser en una pelea heroica y que Jadzia debía morir disparando a su enemigo. Al final, no fue completamente una cosa ni la otra y el resultado quedó decepcionantemente plano.

Aquél no fue el único problema tras las bambalinas de la serie. Hubo tensiones entre algunos actores bullendo bajo la superficie aunque nunca llegaron a afectar seriamente a la producción. A decir de varios miembros del reparto, Avery Brooks era una persona difícil y amargada. Se llevaba bien con Nana Visitor, Colm Meaney y Cirroc Lofton, pero el resto tendía a evitarlo por su agresiva manera de desenvolverse.

Por otra parte, empezaban a aflorar señales de agotamiento entre los guionistas. Frente a divertidos, originales y bien escritos episodios como “Están Cordialmente Invitados” (en el que Worf y Dax
contraen matrimonio) o el excelente “Más Allá de las Estrellas” (que recrea el mundo de las revistas pulp de CF de los años cincuenta y algunos de sus más famosos protagonistas), otros recurren al viejo recurso de traer de vuelta familiares de los que ya nadie se acordaba (el hijo de Worf en “Hijos e Hijas”, la madre de Kyra en “Equivocaciones más oscuras que la noche o la muerte”) o, aún peor, exprimir más la dimensión alternativa y sus contrapartidas “oscuras” del reparto principal (“Resurrección”). Las salas de hologramas de Quark seguían proporcionando un entorno y excusa para episodios más ligeros ajenos a la trama principal. Por ejemplo, es en esta temporada donde se presenta a Vic Fontaine (James Darren), un crooner holográfico inspirado en Frank Sinatra o Bobby Darin que dirige un casino en Las Vegas de 1960. Fontaine jugaría un papel importante en la relación Kyra-Odo, en consolar a Nog tras perder una pierna en la guerra o ayudar a sus amigos a despedirse unos de otros al final de la serie.

La muerte de Jadzia llevó a su sustitución en la séptima y última temporada por el personaje de Ezri Dax, interpretada por Nicole de Boer. La joven Trill, encontrándose en el lugar y momento indebidos (era la única de su especie a bordo de la nave que llevaba a Dax a su mundo natal cuando la vida del simbionte se ve amenazada, así que es transferido a su cuerpo), acaba siendo el octavo huésped de Dax, pasando a tener los recuerdos de todos los anteriores, incluida Jadzia. A diferencia de ésta, que había pasado años adiestrándose para albergar a un simbionte, Ezri no tenía ni los conocimientos ni el propósito de ser un huésped y de la noche a la mañana se encuentra recordando vidas que no son la suya, con múltiples voces hablando en su cabeza. Para colmo, su trabajo era el de consejera (terapeuta psicológica) de la Estación, una misión complicada cuando ella misma tenía serios problemas mentales a la hora de integrar múltiples personalidades.

Mientras tanto, el reparto principal seguía soportando la carga emocional de la Guerra con el
Dominio, afrontando dilemas morales impensables en encarnaciones anteriores de la franquicia. Por ejemplo, se presenta la Sección 31, una organización secreta dentro de la estructura de la Flota Estelar, que ha desarrollado y diseminado un virus letal para los Fundadores, revelándose que infectaron a propósito a Odo esperando poder infectar a todo su pueblo.

El Dominio forma una alianza con los Breen que resulta catastrófica para el Cuadrante Alfa y la intensidad de la guerra se agrava. Al mismo tiempo, el Dominio establece una dictadura de hierro sobre Cardasia y Damar pasa a liderar un grupo de rebeldes para liberar a su pueblo.

Finalmente, Bashir logra desarrollar una cura para la enfermedad de los Fundadores que, a pesar de las objeciones de la Flota, es administrada a Odo, quien, a su vez, la utiliza para curar al Fundador que ha estado dirigiendo al Dominio en el Cuadrante Alfa. Convencido de que los “sólidos” no son una amenaza para el Cuadrante Gama, ordena el fin de las hostilidades.

Pero el peligro no ha sido totalmente conjurado porque Dukat, trabajando con Kai Winn, intenta liberar a los Pah-wraiths. Su plan está a punto de triunfar cuando Sisko interviene y lo frustra a costa de su vida en un enfrentamiento que recrea la lucha entre el Bien y el Mal, Lucifer y Dios. El comandante, sin embargo y cumpliendo su destino como Emisario de los Profetas, se une a éstos en el agujero de gusano. Se aparece a una embarazada Kassidy Yates (con quien se había casado) y le asegura que algún día regresará.

En ese episodio final de la serie, Odo se reúne con su pueblo para curarlos de la enfermedad y como
garantía de que los sólidos nunca constituirán un peligro para ellos. Garak regresa a Cardasia para ayudar en la reconstrucción de su mundo tras la muerte de ochocientos millones de sus compatriotas en la guerra. O´Brien se marcha de EPN para enseñar en la Academia de la Flota; Worf se une a Martok y se convierte en embajador de la Federación ante el Imperio Klingon; Bashir y Ezri parecen listos para comenzar una relación sentimental; Nog es ascendido a teniente y Kira a comandante de la estación.

Y una vez más, los guionistas se salieron con la suya, narrando ese gran final a lo largo de nada menos que diez episodios. Por supuesto, a Paramount nunca se lo presentaron de esa forma. Como he dicho, la continuidad era algo opuesto al mercado sindicado y, de esta forma y en la medida de lo posible, evitaron hacer las típicas recapitulaciones apresuradas al principio de cada episodio (aun cuando ello supusiera incluirlas como diálogos entre los personajes durante la trama, tratando de que no resultaran muy evidentes).

Y ese fue el punto final de la serie tras siete intensos años. Behr y Moore aún se sentían con fuerzas
para abordar una octava temporada, pero tomaron la inteligente decisión creativa de detenerse. Tras concluir la Guerra del Dominio, era difícil que hubieran podido superar ese arco desde el punto de vista dramático.

“Espacio Profundo Nueve” fue siempre el hijo feo de la franquicia Star Trek, su serie más a menudo ignorada incluso por el propio estudio que la produjo. Y, sin embargo y para muchos, es la mejor de todas las encarnaciones del universo creado por Roddenberry en los sesenta. Nunca se benefició de la nostalgia idealizada que muchos fans profesaban por la serie original; ni tampoco de los exitosos ratings conseguidos por “La Nueva Generación” gracias hasta cierto punto de ser la única serie de ciencia ficción en su momento. Tampoco tuvo el empujón publicitario de “Voyager” cuando se pretendió que fuera el buque insignia de UPN, la nueva cadena de Paramount; o el apoyo
de “Enterprise” cuando se quiso fortalecer la franquicia unos años después. Cuando Paramount empezó a colocar anuncios del estreno de “Enterprise”, ensalzaba los precedentes de Kirk, Spock, Picard y Janeway. Pero, ¿qué pasaba con Sisko? ¿Acaso no merecía siquiera una mención? La indignación de los fans de EPN hizo que Paramount revisara y modificara el anuncio para incluirlo, pero la anécdota nos da la medida tanto de la incomodidad que esta serie provocó en directivos y sectores de los fans como del férreo apoyo de otros aficionados.

Tal y como he ido revisando en esta serie de entradas, “Espacio Profundo Nueve” ofrece abundantes virtudes: excelentes y emotivas historias; personajes sólidos que evolucionaron con el tiempo; un reparto amplio de secundarios que supo hacerse con su propio lugar hasta trascender su posición inicial y convertirse en principales; y situaciones complejas sin soluciones morales maniqueas,

Prácticamente todos los que participaron en un momento u otro de la producción coinciden en atribuir
a Ira Steven Behr todo el crédito por esos aciertos. Productor y guionista valiente, dispuesto a defender a sus escritores ante el inmovilismo del estudio, no temía retorcer o incluso romper las reglas para conseguir su objetivo: contar historias más sofisticadas, verosímiles y oscuras de lo que había sido la norma en Star Trek hasta ese momento.

Cuando los fans se referían a la serie como “oscura”, la connotación que a menudo se asocia con esa definición es la de pesimista, siniestra, algo que yo no creo que sea el caso. Los guiones estaban escritos para transmitir el mismo tipo de optimismo y defensa de los valores humanos, metafórica o literalmente, que sus dos series predecesoras y en consonancia con lo que Roddenberry esperaba del futuro. No es una serie oscura en el sentido de que el futuro vaya a ser peor que nuestro presente. Esto es algo que quizá en su momento no supo apreciarse debidamente y “Espacio Profundo Nueve” siempre fue la oveja negra de
la familia Star Trek. Pero veinte años después, la serie ha demostrado que su “problema” fue adelantarse a su tiempo. Hoy, nuevas generaciones la redescubren en las cadenas sindicadas y las plataformas de televisión por cable y la disfrutan gracias a lo bien que ha soportado el paso de los años.

En palabras de uno de los guionistas de EPN, Hans Beimler: “Este programa, para mí, sigue la tradición de la serie original en mayor medida que “La Nueva Generación”. En apariencia, es “La Nueva Generación” la más fiel a aquélla, pero en realidad lo éramos nosotros. Para mí, “La Nueva Generación” no trataba en último término sobre los personajes. Iba sobre Picard y Data, pero no sobre el resto. Tras todos esos años, ¿cuánto puedes contarme sobre Georgi? ¿O incluso Riker? Hay algunas cosas que podrían decirse de Riker o Troi, pero no demasiadas. En cambio, creo que cada uno de los personajes de Espacio Profundo Nueve están bien definidos y son complejos. Podríamos hablar mucho sobre cada uno de ellos. Lo mismo puede decirse de los secundarios, como Weyoun, Damar, Kai Winn y los demás. Está más cerca en su tono a la serie original y no porque sea una visión optimista del mundo. Kirk y todo aquello –a pesar de lo que Gene solía decir- no ofrecía una visión optimista del mundo.
De vez en cuando había un discurso humanista, pero sus actos eran otra cosa muy diferente. Lo que “Espacio Profundo Nueve” me enseñó es que el mundo no es tan complicado; es la gente la complicada. El mundo en sí mismo es muy sencillo. Es la gente la que complica la vida. Y ahí es donde está el drama”.

Temáticamente, los mejores momentos de la serie se alcanzaron tanto en los dramas personales (“Dúo”, “Más Allá de las Estrellas”, “Reasociada”, “El Visitante”), como en la épica (“El Camino del Guerrero”, “Por el uniforme”), la comedia (“Hombrecillos Verdes”, “Juicios y Problemas con Tribbles”) e incluso los musicales (“Badda Bing, Badda Bang”, “A su manera”). “Espacio Profundo Nueve”, además, prestó una atención especial al personaje secundario. No se centró continuamente en los ocho principales sino que también los habitantes menos prominentes de la estación tuvieron sus momentos. Es el caso de Garak, un sastre y espía exiliado que trata de pasar desapercibido. Teóricamente, es uno de los villanos, pero los guionistas supieron hacer que todo el mundo se encariñara con él y lo comprendiera. Al mismo tiempo, la serie abordaba las grandes cuestiones de la vida: la Guerra, la Religión, el Matrimonio, la Fe, el Destino, la Amistad, la Traición, el Poder, la Moral…

Por último, me gustaría retomar algo que ya apunté anteriormente. Es difícil imaginar la existencia de “Battlestar Galáctica” (en su versión moderna) sin “Espacio Profundo Nueve”. A lo largo de las tres últimas temporadas de ésta, Ronald Moore fue creciendo como guionista todavía más de lo que lo había hecho en “La Nueva Generación”. Gracias al apoyo e inspiración de Ira Steven Behr, Moore no sólo tomó nota de las frustraciones que sentía por no poder hacer todo lo que imaginaba sino que supo ver las posibilidades de una serie de ciencia ficción adulta. Ese bagaje es lo que le permitió unos años después crear la que sería una de las mejores series de la historia del género.



1 comentario:

  1. No estoy dacuerdo :P A mi ST no me gusta pero esta serie mencantó cuando la vi hace ya como 15 años. La volví a ver hace unos 3 años y me pareció malísima. EP9/DS9 está igual pero ha envejecido fatal lo cual ha aumentado sus numerosos defectos (si bien muchos derivan del cómo se hacían las cosas en los 90) y neutralizado sus virtudes. Quedan algunos de los episodios de los Ferengi (el de Iggy Pop es genial y también aquellos en que Quark se mezcla con los klingon) y poco más. Una pena como el tiempo la ha arrumbado.

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