Sobre los comienzos literarios del canadiense A.E.van Vogt, uno de los pilares de la llamada Edad de Oro de la Ciencia Ficción, ya hablé someramente en la entrada dedicada a su obra “Slan” (1940). Su carrera, sin embargo, fue interrumpida por la religión en su versión de la Cienciología o, como se llamó en sus orígenes, Dianética, inventada por otro de sus colegas, L.Ron Hubbard, del que ya traté con cierto detalle en un artículo anterior. En 1950, van Vogt pasó a ser el responsable del chiringuito de Hubbard en California hasta que nueve meses después hubo de cerrar acosado por las deudas. No pasó mucho tiempo hasta que el escritor y su esposa abrieran su propio centro de Dianética financiado por sus escritos, hasta que él se retiró del mismo en 1961.
Su dedicación a esta práctica científico-mística le apartó de la máquina de escribir y las ideas

Pues bien, el que podemos llamar Ciclo de Isher, compuesto por dos novelas, pertenece a esta época. Narra las peripecias y dificultades de una serie de personajes en un marco de conflicto entre dos potencias galácticas: los misteriosos fabricantes de armas, que han olvidado su tradicional rol de neutralidad; y la Emperatriz Innelda Isher, representante de un imperio opresor.
Dado que se trata de novelas “frankenstein” elaboradas a base de narraciones anteriores y dispersas, el Ciclo de Isher tiene una historia de publicación algo enrevesada respecto a su

En 1951 se publica “Las Armerías de Isher”, una novela construida uniendo tres relatos cortos aparecidos años atrás en un par de revistas pulp: “La Sierra” (“Astounding Science Fiction”, 1941), “La Armería” (“Astounding Science Fiction”, 1942) y “Las Armerías de Isher” (“Wonder Stories”, 1949). Como lógico resultado de su origen, estamos ante una novela de alcance muy amplio con múltiples tramas y personajes.
Siete mil años en el futuro, el Sistema Solar está gobernado por la Emperatriz Innelda, una joven inteligente aunque también arrogante y despótica que es la última descendiente de la longeva Casa de Isher, apoyada tanto por una corrupta y decadente superestructura burocrática como por una red de corporaciones que campan a sus anchas explotando a ciudadanos y gobierno por igual. Se han colonizado los planetas del sistema pero la humanidad ya no puede ir más allá sin tecnología de viaje más rápido que la luz.
Los Isher han gobernado cuatro mil años pero desde hace tres mil hay otro jugador con poder


Sobre ese telón de fondo se desarrollan tres tramas interrelacionadas y confinadas en sus propios capítulos. Aunque pueden identificarse las costuras que las unen como procedentes de fuentes y momentos diversos, en general el conjunto funciona bastante bien. La primera y más breve de ellas sirve para anclar la historia en el presente y añadir ese toque de “sentido de lo maravilloso” que siempre perseguían los autores de esa época. Chris McAllister, un periodista, entra en una tienda de armas que ha aparecido de la nada en su pequeña ciudad de 1947 y es instantáneamente transportado al periodo temporal del que proviene ese comercio, siete mil años en el futuro. El propietario y su hija se dan cuenta de que McAllister y la tienda están oscilando en la corriente temporal como efecto secundario de un arma energética que la Emperatriz ha dirigido contra ellos con el fin de destruirlos. La

La segunda trama es el corazón de la novela y su núcleo filosófico. Se centra en Fara Clark, un anciano autoritario con su familia y fanático devoto de la Emperatriz. Su aspereza le ha separado de su hijo de veintitrés años, Cayle. Fara desprecia las armerías y la filosofía que las ha llevado a oponerse al Imperio, pero cuando su taller de reparación y medio de vida son arruinados por la corrupción y decadencia imperial en la forma de una despiadada corporación dirigida por el gobierno, las Armerías se convierten en la única puerta a la que llamar. Se convierte así en su cliente y defensor.

Cayle tiene en su contra sus hábitos de pueblerino y falta de sofisticación, pero para ayudarle dispone de unos inmensos poderes mentales que básicamente se resumen en forzar las posibilidades a su favor; lo que vulgarmente se conoce como “tener suerte”. Esta facultad llama la atención de la jefatura de las Armerías, que sospecha que puede ser un arma importante en su lucha contra la Emperatriz. De este modo, le asignan una resuelta y atractiva mujer, Lucy Rall, para que le proteja y guíe en ese sumidero de villanía que es la Ciudad Imperial. Como es previsible, ambos se enamorarán antes de que Cayle resulte secuestrado y la muchacha tenga que hacer de detective para encontrarlo. No contaré más porque la historia aún da bastantes giros, pero sí diré que, efectivamente, Cayle, endurecido por sus experiencias, resultará vital en la resolución del conflicto.
Este segmento contiene interesantes descripciones de la vida en la decadente metrópolis y

“Las Armerías de Isher” ofrece algunas ideas muy imaginativas y un puñado de personajes memorables (algo que no solía ser tan común en las novelas de CF de esta época). Pero también, como no podía ser de otra manera, hay algunos aspectos que han envejecido mal. El trato condescendiente que Fara Clark dispensa a su esposa e hijos parece muy propio de mediados del siglo XX (aunque podría argüirse que la historia de las sociedades se repite en ciclos y que quizá en el futuro resurja ese tipo de mentalidad). Por otra parte, la mayoría de los participantes en las intrigas de poder son

Pero una de las razones por las que esta novela sigue siendo reivindicada por ciertos sectores de la sociedad norteamericana más allá de los aficionados a la CF clásica no es ni por su trama ni por sus personajes, sino por la defensa “implícita” que su autor hace de la Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, aquella que garantiza el derecho de los norteamericanos a llevar armas. Y es que el Ciclo de Isher es una de las obras más polémicas dentro de la etapa de la Edad de Oro de la Ciencia Ficción. Probablemente sea difícil encontrar una novela más próxima a la utopía soñada por la Asociación Nacional del Rifle americana que estas novelas. Incluso podrían adoptar sin problemas el propio lema de las Armerías, exhibido orgullosamente en sus fachadas: “El derecho a comprar armas es el derecho a ser libre”. Las Armerías proporcionan a la población armas defensivas y, con ellas, un sistema legal alternativo al del Imperio.
Lo que Van Vogt expone aquí es una política libertaria y de mínima intervención del Estado.

En un pasaje de la novela, Lucy Rall expone claramente ante Cayle la filosofía de las Armerías: “El individuo es una porción despreciable. Lo que importa es que millones de personas sepan que tienen posibilidad de procurarse un arma en nuestra casa si necesitan defenderse, defender su vida o la de su familia. Y, todavía más importante, las fuerzas de defensa de la persona son tenidas en cuenta al mismo tiempo. Así hay un equilibrio entre gobernantes y gobernados. A fin de

Ahora bien, Van Vogt elude los riesgos de semejante arreglo haciendo que sus pistolas sean prácticamente objetos mágicos ya que sólo funcionan en manos de su comprador (pueden teleportarse a su alcance con tan solo un pensamiento) y únicamente en caso de autodefensa, caza legal o suicidio. Por tanto y de forma muy tramposa, resulta imposible, por ejemplo, robar armas y utilizarlas en crímenes; ni ningún niño podrá dispararse accidentalmente con la pistola de su padre. Todo muy conveniente.
Asimismo, debería también tenerse en cuenta que la narración corta que dio origen al ciclo,

La segunda novela, “Los Fabricantes de Armas”, narra hechos que tienen lugar siete años después de los acontecidos en “Las Armerías de Isher” aun cuando su publicación seriada, como dije, fue anterior: en “Astounding Science Fiction” en 1943.
Ya mencioné que en “Las Armerías de Isher” se había presentado a un personaje menor, Hedrock, que era inmortal y que ocupaba un alto cargo en la jerarquía de las Armerías. Ahora pasa a ser el protagonista principal. Se nos dice que adquirió su condición inmortal miles de años atrás en un extraño incidente relacionado con una técnica que podía agrandar seres vivos. Desde entonces y durante siglos, ha matado miles de ratas en experimentos que trataban de duplicar el accidente para así poder ofrecer ese don a toda la especie humana. El libro nos informa también de algunas de las muchas cosas que ha hecho

Hedrock, que en la novela actúa como una combinación de superespía y superdetective, se ha infiltrado en la corte de la Emperatriz Innelda pero ya en los primeros capítulos tanto ella como las propias Armerías sospechan de él como espía de sus adversarios imperiales. La una ordena se ejecución y las otras se convencen de que debe morir, así que Hedrock se encuentra huyendo de las dos poderosas instituciones que dominan el Imperio de Isher.
La trama principal arranca de verdad con el descubrimiento efectuado por un grupo de científicos independientes tanto de la Casa de Isher como de las Armerías: un motor interestelar. Innelda quiere destruir este avance porque sabe que sus súbditos huirán de su alcance tan pronto como aparezcan naves capaces de salir del Sistema Solar. Las Armerías, por su parte, quieren hacerse con el secreto y hacerlo público. Hedrock se encuentra en el meollo de la cuestión cuando un criminal que ha robado a

Estos seres, carentes de toda emoción y absolutamente egoístas pero muy curiosos, se fusionan telepáticamente con Hedrock para averiguar más sobre la especie humana y sus motivaciones. Finalmente, lo envían de vuelta a la Tierra para estudiarlo y, mientras lo observan incrédulos, el protagonista, Innelda y otros personajes se arriesgan y sacrifican por los intereses de causas abstractas y a favor de sus congéneres humanos.
Ya en el clímax, en la Tierra, Hedrock utiliza la mencionada técnica de crecimiento adquirir una altura de 45 metros y, como si fuera un Godzilla, marchar sobre docenas de ciudades, destrozando edificios y exigiendo que Innelda revele a todos el secreto del motor interestelar. Aquí van Vogt vuelve a hacer trampa en sus propias propuestas libertarias porque previamente a su acto terrorista, Hedrock ha memorizado las localizaciones

Mientras tanto, la nave de la emperatriz le persigue disparándole sus rayos de energía. Y, para asombro del lector, averiguamos en el mismo capítulo las razones por las que Innelda ha estado comportándose como lo ha hecho, gastándose una fortuna en su campaña contra las Armerías: ¡está sexualmente frustrada!. Por fortuna, hay una cura para eso: casarse con el hombre al que ha amado desde que lo conoció aun cuando su voluntad se haya estado resistiendo: ¡Hedrock! Un marido y la perspectiva de tener hijos revoluciona la mente y el espíritu de la Emperatriz, pero nueve meses después de la boda y a causa de un parto difícil, debe decidir entre sacrificar al bebé o a sí misma. Convencida de que la sangre de Isher debe seguir ocupando el trono, muere para que su hijo con Hedrock pueda vivir.
Y en el párrafo final, los arácnidos alienígenas, habiendo contemplado un altruismo y amor como jamás antes habían encontrado entre ninguna otra civilización, deciden devolver la vida a Innelda -en aras del estudio científico- y llegan a la conclusión de que la especie humana es la más grande de entre todas las especies inteligentes de

Hubo un tiempo en el que van Vogt fue considerado un gigante de la Ciencia Ficción. Su influencia, sin embargo, ha ido diluyéndose con el tiempo y conforme sus cuentos y novelas han ido quedando atrás. Desde luego, en ello tuvo que ver la interrupción de su carrera para dedicarse a la Dianética, pero también a que, como muchos autores de su época, se encontraba cautivo de una forma de escribir y pensar. Así, varias de sus narraciones no han soportado bien el paso de los años debido a su exceso de anacronismos no sólo tecnológicos, sino de actitudes y caracterización, que diluyen el sentido de lo maravilloso que las convirtieron en clásicos.
No es el caso del Ciclo de Isher, que quizá hoy resulte incluso más actual debido a los tiempos que nos han tocado vivir –sobre todo a los norteamericanos-, con milicias paranoides armadas hasta los dientes que se ven a sí mismos como la última línea de defensa contra gobiernos opresivos y dominadores; e

Las dos novelas rebosan de alocadas ideas, giros argumentales y diversión a raudales. Son, también y como hemos visto, textos seminales en la historia de la rama más libertaria de la CF. Como sucedía con muchas narraciones de van Vogt, las tramas no tienen demasiado sentido y obedecen más bien a ese motor que impulsaba la literatura pulp: sorprender y mantener intrigado al lector a base de giros de guión, un ritmo implacable y conceptos surrealistas y extravagantes que prescinden de cualquier sentido y lógica. Aquí se mezclan sin orden ni concierto naves interestelares; imperios interplanetarios; viajes en el tiempo;

Todo transmite una sensación de sueño en el sentido de que cualquier cosa puede suceder a continuación aunque no sea consecuente con lo inmediatamente anterior. Esto se debe tanto al convencimiento de van Vogt de que para mantener la atención del lector había que recurrir a un ritmo y acción furiosos a costa de la lógica, como a la propia naturaleza de estas novelas, remozadas, cosidas y ampliadas a partir de cuentos anteriores en principio independientes. A ello hay que añadir el compromiso del autor con la Dianética, que supongo le restaba la atención necesaria para aportar un grado mayor de coherencia a estos pastiches. Y, sin embargo –en el mercado editorial anglosajón-, el Ciclo de Isher siempre ha estado reeditándose con cierta regularidad, lo que significa que ha sido capaz de encontrar nuevos lectores en cada generación. Un logro éste que no debería sorprendernos por cuanto a pesar de todos sus defectos, es un material muy entretenido, literatura pulp de manual, y la base a partir de la cual otros autores elaboraron material más complejo en años posteriores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario