A pesar de su accidentada salida de la colección
“Hellblazer”, publicada por Vértigo/DC,
Warren Ellis mantuvo su estatus de guionista respetado e imaginativo gracias a
series como “Stormwatch” o “Transmetropolitan”. En 1999 aparecen las
colecciones que van a colocar a Ellis en una subcategoría propia de guionista.
A primera vista, “The Authority” y “Planetary” parecían productos típicos del
sello Wildstorm de Jim Lee, con héroes moralmente cuestionables combatiendo
extrañas e incomprensibles amenazas mientras lanzan frasecitas contundentes y
exhiben llamativos superpoderes. Sin embargo, un vistazo más pausado nos revela
que estos nuevos comics de Ellis ofrecían una nueva narrativa para un nuevo
milenio. “The Autority” y “Planetary” tenían un estilo propio y diferenciado
del de los clásicos tebeos de Marvel o DC.
Ambas series combinaban espectaculares aventuras de altos vuelos y un estilo
narrativo descomprimido. Ellis y sus respectivos artistas se tomaban su tiempo
para desarrollar las historias, intercalando planos mudos o de situación con
pasajes explicativos y estallidos de acción hiperdinámica. Ambas series exigían
del lector atención tanto a los detalles como a las continuidades de fondo y el
subtexto que se escondía en cada número. Sus inteligentes guiños y homenajes a
la cultura popular hacían del lector, además, cómplice del autor en esta nueva
forma de contar historias.
Sobre “The Authority” ya hablaré en otra entrada. En cuanto
a “Planetary”, más ambiciosa aún que aquélla en su concepto, tras unas páginas
de presentación en otra revista de Wildstorm en septiembre de 1998, en abril de
1999 se lanza su colección regular cuyo primer número nos presenta a los
“Arqueólogos de lo Imposible”, tal y como anuncia un texto de portada. Una
atractiva mujer de físico atlético, Jakita Wagner visita a un extraño individuo
de ajado aspecto y problemas de memoria llamado Elijah Snow en una cafetería
localizada en mitad de un desierto desolado. Le propone unirse al equipo que
ella lidera a cambio de un generoso salario anual de un millón de dólares,
anonimato y algo más intrigante todavía: “Usted conoce parte de lo que de
verdad ha pasado en este siglo. Su historia secreta. Ayúdenos a descubrir el
resto. Ese es el trabajo”. Una vez acepta, Snow conoce al tercer miembro del
equipo, un joven que responde al apodo de Batería, aunque también escucha
referencias a un misterioso “Cuarto Hombre” que fundó el proyecto tiempo atrás.
Jakita es la arquetípica mujer dominante, tanto en su
personalidad como en sus habilidades físicas (básicamente superfuerza,
superresistencia y supervelocidad). El Batería (al que John Cassaday otorgó sus
propios rasgos), mezcla de hippy, fanático de los ordenadores y groupie de
bandas rock, puede comunicarse directamente con las máquinas. En cuanto a
Elijah, siempre vestido de blanco (Cassaday admitió haberse inspirado en la
apariencia de Hugo Pratt), puede manipular la temperatura ambiental y, al haber
nacido con el siglo XX, es una suerte de contrapartida masculina a la Jenny Sparks
de “The Authority”. Más allá de su carisma y ambigua naturaleza, el será el
auténtico protagonista de la serie por cuanto acompañará al lector en el
descubrimiento de una realidad oculta y de los misterios que se esconden tras
el origen y propósito de Planetary.
La idea central de la colección era la de construir su
propio y personal universo apoyándose en arquetipos del mundo de los
superhéroes, la ficción pulp y la ciencia ficción, tomando personajes y
situaciones de multitud de obras de la cultura popular. El equipo de Planetary
los buscaría, encontraría, investigaría y, eventualmente, descubriría el nexo
que los une a todos. La propuesta inicial que presentó Ellis para la serie fue:
“¿Cuál sería el resultado, en el mundo contemporáneo del universo Wildstorm, de
un siglo de historia de superhéroes?”. Aunque decir superhéroes, en el contexto
de este mundo creado por Ellis, puede resultar engañoso. Porque lo que aquí
tenemos son seres con capacidades especiales más que justicieros disfrazados. Y
aunque su misión sea la de proteger al mundo, lo hacen desde las sombras y la
discreción, limitando su intervención al mínimo posible, sin salir del
anonimato y sin exhibir demasiado sus poderes.
Así, los primeros seis capítulos (recopilados bajo el título
“Alrededor del Mundo y Otras Historias”, son un compendio de viajes en el
tiempo y el espacio muy representativos de lo que va a ser la colección en su
conjunto. En su primera misión ya con Snow en sus filas, el equipo vuela hasta
las montañas Adirondack, donde rescatan al Doctor Axel Brass, un hombre nacido
el 1 de enero de 1900, y que había quedado atrapado en el fondo de una caverna
custodiando un portal dimensional por el que podía emerger un horrible enemigo.
Se trata de un claro trasunto del clásico héroe pulp Doc Savage y cuando relata
a sus salvadores su propia historia secreta, introduce ya algunos de los temas
principales de la colección, como la complejidad del multiverso y la existencia
oculta de seres increíbles que han luchado por o contra la Humanidad.
En el número 2, el equipo viaja hasta una remota isla
japonesa que resulta ser un osario de enormes monstruos (los kaiju de tantas
películas niponas, desde Godzilla a Mothra). El tercer episodio copia el estilo
de las películas japonesas de acción, venganza y fantasmas; en el cuarto,
Planetary se encuentra con una nave inteligente que puede surcar el espacio
interdimensional de La Sangría (al igual que el vehículo que transporta a The
Authority) y que, al estilo del Capitán Marvel, transforma a en sobrehumano a
un individuo normal y corriente. Y así, número tras número, los lectores van
disfrutando de las referencias cruzadas y los homenajes a los iconos de la
cultura pop del siglo XX, como las novelas pulp (nº 5) o el origen de los
Cuatro Fantásticos de Marvel (nº 6) reformulado en términos de la Carrera
Espacial y la Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos.
Es un planteamiento, por tanto, equivalente al que aquel
mismo año hizo Alan Moore en “La Liga de los Extraordinarios Caballeros”, esto
es: asimilar a un universo nuevo y original personajes inspirados o extraídos
de fuentes literarias. La diferencia es que Moore recurrió a novelas de los
siglos XVIII y XIX mientras que Ellis es un futurista amante de la cultura
popular y la ciencia ficción.
Guionista fértil, original, atrevido y dinámico, Ellis tuvo
en “Planetary” ocasión de desarrollar sus ideas. Es, obviamente, un proyecto a
largo plazo, meticulosamente planificado y escrito ya desde su primer capítulo.
Los tres protagonistas saltan de descubrimiento a descubrimiento, cada uno más
sorprendente que el anterior. Resuelven los problemas recurriendo más a la
inteligencia y la astucia que a la fuerza y cuando se ven forzados a utilizar
sus maravillosos poderes y habilidades lo hacen con mesura y eficacia. Ninguna
de sus confrontaciones físicas se prolonga demasiado pero todas están tratadas
con el máximo cuidado para transmitir dinamismo e intensidad.
Aunque se trata de historias hasta cierto punto
autoconclusivas y que pueden leerse individualmente sin problemas, en realidad
no son sino piezas de un gran puzle cuya imagen principal, poco a poco y
sutilmente, va cobrando forma. Y esa es una de las virtudes de “Planetary”:
cada episodio rebosa imaginación y sentido de lo maravilloso, pero siempre está
al servicio de una causa mayor: la construcción de una mitología propia y la resolución
de un misterio de altos vuelos.
En el siguiente bloque, compuesto por los episodios 7 a 12
(recopilados colectivamente como “El Cuarto Hombre), el equipo ayuda a un
detective de lo paranormal que tuvo que fingir su propia muerte para ayudarse
en una investigación (nº 7, en un homenaje a John Constantine y los comics
ingleses de terror de los 80 (nº 6); Después, responden a la llamada de
Allison, una mujer muerta cuyo fantasma vaga por un base científica abandonada
en Nevada en la que se llevaron a cabo experimentos con humanos (nº 8, Marilyn
Monroe y las viejas películas de CF de los cincuenta). Una mirada al pasado nos
presenta a Ambrose Chase, el predecesor de Elijah Snow, y cómo murió en el
transcurso de una misión (nº 9). En el nº 10, Snow encuentra en un laboratorio
diversos objetos pertenecientes a no humanos: unos brazaletes, un arma con
forma de linterna y una capa indestructible (en referencia a tres iconos superheroicos de DC, Wonder
Woman, Green Lantern y Superman). El mundo de los superespías como James Bond,
Nick Furia y SHIELD es recuperado para el número 11; para cerrar este ciclo en
el duodécimo episodio descubriendo la identidad del misterioso “Cuarto Hombre”,
alrededor del cual giran muchos de los enigmas relacionados con Planetary.
Warren Ellis continúa explorando la historia de los comics
populares jugando con dos niveles narrativos: primero, una serie de
investigaciones llenas de emoción y misterio; y segundo, un comentario en clave
de metalenguaje sobre los tebeos americanos y la cultura popular. A primera
vista, se trata de una sucesión de aventuras variopintas, exóticas y
maravillosas sin ningún vínculo aparente, con un protagonista, Elijah Snow,
arrastrado por las circunstancias y superado por ellas. Pero a partir del nº
12, este paradigma experimenta un cambio cuando Snow, recuperado de su amnesia,
descubre la clave oculta que enlaza todas esas aventuras y pasa a tener la voz
cantante sobre sus compañeros, Jakita y el Batería. Es en ese punto cuando el
lector toma plena conciencia de que está ante un complejo rompecabezas del que
hasta ese momento sólo ha visto piezas sueltas pero cuya imagen global empieza
a vislumbrarse.
De fondo, Ellis escoge con acierto y manipula las
referencias que le interesan para tejer su propio universo y mostrar cómo los
guionistas ingleses que empezaron a dominar el comic mainstream americano en
los ochenta ejercieron un poder transformador sobre el mismo, acelerando su
salto a la madurez y cambiando para siempre la forma en que los fans se
acercaban a ellos. Así, tenemos ese tributo a los personajes de la galería
Vértigo de DC o las particulares visiones de la tríada superheroica Wonder
Woman-Green Lantern-Superman.
(Finaliza en la próxima entrada)
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