
Llegó la hora de despedirse de Julio Verne, invitado regular de este blog y del que aquí mismo podéis encontrar bastantes comentarios de aquellos de sus libros que incluyen elementos de CF.
Por desgracia, de la última de sus novelas que pueden catalogarse de CF no podemos hacer una reseña laudatoria. Verne empezó a escribir esta obra en 1901, tras la publicación en Francia de "El hombre invisible" de H.G.Wells, cuyo tema recuperó para esta historia, finalizada en 1904, un año antes de su muerte. Sin embargo, no sería publicada hasta 1910, primero por entregas en “Le Journal” y luego en volumen por Hetzel.
La historia es narrada por Henri Vidal, un ingeniero que viaja de París a la ciudad ficticia de Ragz, situada en Hungría, a orillas del Danubio, donde su hermano va a casarse con Myra Roderich, hija de un respetado médico local. La familia Roderich había rechazado la petición de mano del alemán Wilhelm Storitz, hijo de un famoso científico del que se decía tenía poderes sobrenaturales. Storitz recurre a uno de los inventos de su padre, una poción de invisibilidad, con la intención de vengarse por la afrenta a su orgullo y provocar el caos en la ciudad que, según él, le ha humillado.
La novela de Verne no ha envejecido bien. No hay más que compararla con "El hombre invisible"

Por el contrario, Wells optó por una aproximación más distanciada que nos permitía escuchar de la propia boca de Griffith (el hombre invisible) sus argumentos, proyectos y locuras. Al Storitz verniano, en cambio, no tenemos oportunidad de oírle -y, por tanto, simpatizar en mayor o menor medida con él- más allá de sus exclamaciones vengativas en sus fugaces intervenciones. Wells, además, construyó unos personajes secundarios más humanos, menos afectados que los de Verne, destacando también el novelista británico las graves desventajas que conllevaba la invisibilidad en el ámbito cotidiano.
Naturalmente, la novela de Verne arrastra los tics sociales y políticos de la época en la que se escribió: las mujeres se desmayan ante cualquier imprevisto o sobresalto y deben guardar cama hasta que se recuperan; los alemanes se muestran desde una óptica negativa (el villano es de esa nacionalidad), actitud que el escritor compartía con muchos de sus compatriotas, mientras que los húngaros, aunque proclives a la superstición y lo sobrenatural, son más amigables...

El “romance científico” que tan bien ejemplificó Verne fue el primer paso verdadero en el camino

Fue pues su insistencia en el realismo lo que, retrospectivamente, hizo de Verne uno de los padres de la CF. Es también importante que, siendo traducidos y leídos en todo el mundo, sus relatos atraían a multitud de personas que abrían sus libros buscando aventuras; y las encontraban, pero en ellas hallaban también una curiosidad y una fascinación por lo científico que les contagiaba un nuevo sentido de la maravilla. La magia de los mundos de la fantasía había sido superada por la fascinación por la especulación arraigada en lo real. Gracias Julio.
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