
Un joven estudiante de extracción humilde, William, no está a gusto en el mundo que le ha tocado vivir. Ha perdido su empleo; su novia de clase media, Nettie, ya no le quiere; en su calidad de socialista militante detesta las clases acomodadas… en fin, odia al mundo. A través de sus ojos se nos describen las pobres condiciones en las que viven las clases sociales más desfavorecidas debido a la despiadada industrialización. Consumido por ese sentimiento, William decide asesinar a su exnovia y su nuevo amante, Verral.
Mientras tanto, la situación política se deteriora, en el cielo y en la tierra. Abajo, Gran Bretaña y Alemania se declaran la guerra. Arriba, un cometa cruza los cielos nocturnos emitiendo un brillo verdoso más intenso que el de la luna. William sigue a los amantes hasta la ciudad costera y ya planea matarlos mientras se bañan por la noche y luego suicidarse, cuando dos acorazados aparecen en el mar y comienzan a bombardear la población causando el pánico. Al mismo tiempo, el cometa entra en la atmósfera dejando a su paso un gas que envuelve todo. William pierde el conocimiento.
Al despertarse, se da cuenta de lo estúpido de su comportamiento y lo mezquinas que eran sus


En realidad, el tema de la novela no era nuevo. Ya lo había tratado Edgar Allan Poe en uno de sus cuentos cortos, “La conversación de Eiros y Charmion” (1839). Pero donde Poe plantea el fin del mundo, los vapores verdosos de Wells tienen un efecto fructífero sobre la población mundial hasta el punto de que convierten la Tierra en una utopía. Como “El Alimento de los dioses” (1904), la obra tiene dos partes desiguales. La primera es la evocación claustrofóbica y realista de la vida de la clase media-baja británica. También perfila, con un horrible sentimiento de inevitabilidad, el descenso de su frustrado narrador al infierno de los celos sexuales y la rabia asesina.
Pero la segunda parte reemplaza todo el serial anterior por la fe, bastante irracional, en un mundo de virtud estética. De alguna manera, este libro es la continuación de “Una Utopía Moderna” (1905), que ya comentamos en una entrada anterior. En aquel libro, los problemas, las guerras, la hostilidad internacional, los conflictos de todo tipo, se achacaban a la indolencia estúpida de las masas analfabetas y la fatuidad intelectual de los gobernantes. La consecución de un lenguaje, literatura y orden social comunes lograría una síntesis unificadora que llevaría a la paz.
Pero ¿cómo conseguirlo? Wells no tenía la respuesta y lo que hizo fue recurrir al cometa que, de golpe y porrazo, rectifica el auténtico problema del hombre: su naturaleza más íntima. Los días post-cometa del libro son interesantes, pero distanciados. No es sólo que su utopía sea

Para aquellos a los que pueda sorprender la aparente premonición de Wells acerca de la guerra entre Inglaterra y Alemania (la Primera Guerra Mundial estallaría ocho años después), les recuerdo que el tema estaba a estas alturas más que sobado por docenas de escritores en cientos de obras sobre guerras futuras, de las que hemos visto varios ejemplos en este blog. Eso sí, como suele suceder en tantos casos, un sector de la opinión pública pasó por alto la propuesta de utopía social de Wells para centrarse en un detalle que ocupa bien poco en la historia: clérigos y periodistas se escandalizaron por el arreglo sentimental y sexual poco ortodoxo al que llegaban los protagonistas, acusando a Wells de promiscuo.
Me parece un buen analisis, pero demasiado severo.
ResponderEliminares libro es bastante atrapante y sin duda una muy buena realizacion
Amo la genialidad de H.G.W. *{* ...
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