Hubo una época en el siglo XX en la que el futuro parecía negro. Más concretamente, sonaba negro.
A mediados de la década de 1970, entre el ascenso del presidente
Reagan y el asesinato de Martin Luther King, Parliament/Funkadelic abrazó el
funk intergaláctico deleitando a una parte del público que, además de fanáticos
de la CF, amaban la música. O quizá fue al revés: fanáticos de la música a los
que también atraía ciencia ficción. En cualquier caso, su público se entusiasmó
con el extravagante estilo espacial del grupo. La gira “Mothership Connection”
de 1976 presentaba sobre el escenario una nave espacial de forma piramidal
rodeada de humo que aterrizaba mientras sonaba uno de los temas; los “afronautas”
calzaban botas de plataforma de lamé plateado y vestían capas, pieles, plumas
ondulantes y saltones ojos postizos. Las letras de las canciones exhortaban al
público a bañarse en las energías curativas transmitidas por sus aparatos de
radio y prometían expandir sus moléculas; había personajes con nombres como
Starchild y Dr.Funkenstein. Todas estas imágenes y elementos subrayaban
inequívocamente el interés de Parliament/Funkadelic por la CF. Pero no fueron
los primeros. Hubo antecesores.
Uno de los más citados es Sun Ra (1914-1993), el compositor
e intérprete de jazz de aspecto y actuaciones muy teatrales que no pocos
afirman fue el padre del Afrofuturismo. Hace mucho, mucho tiempo -¿en los años
treinta? ¿Cuarenta? ¿Cincuenta? Las versiones varían-, después de un viaje
incorpóreo a un planeta que él creía era Saturno, Sun Ra comenzó a difundir el
mensaje de que el espacio era el lugar al que había que aspirar. "Ya es después del fin del mundo, ¿no os
habéis dado cuenta?”, preguntaba en el álbum en directo de 1970 "It's
After the End of the World", dejando claro que sus incursiones en lo
especulativo abarcaban no sólo el espacio, sino el tiempo.
Desde los años cincuenta hasta principios de los noventa,
Sun Ra tocó jazz de vanguardia junto a una formación en constante cambio, la
Arkestra, que en ocasiones incluía hasta treinta músicos, cantantes, bailarines
y tragafuegos. Todo este personal solía actuar ataviado de forma extravagante
con ropa que fusionaba el estilo egipcio con la ciencia ficción espacial y que
dio lugar a una estética muy concreta que ha venido desde entonces asociándose
con el Afrofuturismo.
Otra influencia, casi contemporánea, de Parliament
Funkadelic fue Jimi Hendrix (1942-1970). El guitarrista Eddie Hazel (guitarra
solista de Parliament/Funkadelic) era un reconocido admirador de Hendrix; y el
componente psicodélico de las actuaciones y grabaciones de P-Funk a menudo se
ha relacionado con aquél músico. Pero ¿y en cuanto al contenido de CF? Muchas
canciones de Hendrix -"Third Stone from the Sun" y "1983... (A
Merman I Should Turn to Be), por nombrar un par- pueden claramente conectarse con el género. Su
pasión por las películas de Flash Gordon y las novelas postapocalípicas está
documentado en libros y artículos. No es muy probable que George Clinton (el
fundador de Funkadelic) y Eddie Hazel (así como otros pilares de la banda, como
Bernie Worrell y Bootsy Collins) ignoraran ese aspecto del pionero trabajo de
Hendrix.
¿Por qué el afrofuturismo resuena armónicamente en tantos
rincones de la música moderna? Tal vez porque comparte ciertas características
emocionales con muchos afroamericanos de la época, desde la alienación a la
disonancia cognitiva, que, al fin y al cabo, acompañan también a muchos
aficionados a la CF. Los marginados sociales y culturales transforman su
experiencia de exclusión en mitología y, luego, ellos mismos u otros
interpretan esos mitos, los cantan y los bailan, porque reconocen la verdad que
se oculta en la expresión artística. La ciencia ficción, como dice el autor
Greg Bear, es el mito moderno.
Quizá sea por eso que la intersección de la música y el
afrofuturismo sea tan frecuentemente visitada por múltiples artistas. Desde
luego, los mencionados Sun Ra, Jimi Hendrix y Parliament/Funkadelic; pero
también los contemporáneos de estos últimos, Sly & The Family Stone, que
acompañaron P-Funk en la gira “Mothership Connection”; Gil Scott-Heron, que
predijo la transformación mundial en su canción "La Revolución no será Televisada"
(1974); o Earth, Wind & Fire, cuyo simbolismo neoegipcio y proselitismo a
favor de la conciencia cósmica encaja perfectamente con la tradición
afrofuturista.
Pero más allá de los 70, hoy sigue siendo una tradición
viva. Si se presta atención, pueden encontrarse rastros de ella por muchos
sitios. Incluso el punk rock, aunque efímeramente, se hermanó con el
afrofuturismo en la británica Poly Styrene, solista del grupo X-Ray Spex (por
ejemplo, en sus canciones "Germ Free Adolescents" y "The Day the
World Turned Day-Glo"); la diva del Disco y la New Wave, Grace Jones,
siempre ha aparecido en sus actuaciones como maravillosamente inhumana,
eróticamente robótica y sorprendentemente sobrenatural gracias al estilismo de
su peinado, vestuario, maquillaje y gestos.
Otra antigua estrella disco, Michael Jackson, fue conocido
por su "moonwalking", un paso de baile que parece desafiar la
gravedad terrestre. Jackson interpretó varios temas de sabor afrofuturista en
los años posteriores a la primera parte de su carrera en solitario. Su exitoso
tema de baile "Another Part of Me" apareció por primera vez en 1987
en el cortometraje de ciencia ficción "Captain EO"; "Remember
the Time", lanzado en 1992, sitúa en primer plano la estética egipcia
afrofuturista; y en el vídeo de "Scream" (1995), Michael y su hermana
Janet cantaban y bailaban a bordo de una nave espacial.
A lo largo de los años 80 y 90, la música electrónica y el house –estilos originalmente negros- ayudaron a mantener vigente el afrofuturismo. Para entonces, algunos autores de ciencia ficción ya habían comenzado a lamentar la creciente dificultad de escribir sobre un futuro que cada día se acercaba más y más, anulando el componente especulativo de sus historias. Pero la música electrónica, al mismo tiempo, invitaba a sus oyentes a descubrir el futuro viviendo en él primero y celebrando lo que allí se podía encontrar después.
Hay algo en la experiencia musical que sintoniza muy bien
con las actitudes africanas hacia la Ciencia, el Tiempo y la Tecnología. Esta
puede ser la razón por la existe un flujo en ambos sentidos dentro del
Afrofuturismo, exportando e importando a y desde otros campos artísticos. No
sólo la ficción de género alimenta la música afrofuturista. El camino inverso
puede detectarse, por ejemplo, cuando se publica una antología de relatos
titulada “Mothership” que incluye un cuento, “Good Boy”, de Nisi Shawl (en el que
aparece un avatar del Starchild de P-Funk) o cuando un compositor e intérprete
afrofuturista, como el DJ Gabriel Teodros, escribe también ciencia ficción.
Gracias a ese continuo ir y venir, y con Beyoncé
("Single Ladies"), Kendrick Lamar ("Alright") o Janelle
Monáe ("The ArchAndroid") actualizando constantemente el sonido
afrofuturista, académicos, músicos y melómanos siguen contando con abundante
material para examinar, disfrutar y adaptar.
Me encanta Janelle Monae. Igual que David Bowie tenía su avatar de Ziggy Stardust ella se inventó el androide Cindy Mayweather y protagonizó el videoclip Many Moons.
ResponderEliminarEs una gozada escuchar y ver los álbumes METROPOLIS, ELECTRIC LADY y THE ARCHANDROID.
Interesante propuesta de análisis. No escuché casi nada de lo mencionado, así que tendré que ponerme al día con esto también.
ResponderEliminarSaludos,
J.