En pocas palabras, “Senderos Misteriosos” (“Mysterious Ways” en su título original) fue una de las muchas series derivadas del éxito de “Expediente X” (1993-2002), que por entonces se hallaba entre su séptima y octava temporadas. En esta ocasión, en lugar de plantear misterios que conducían a sus protagonistas hacia los rincones más oscuros y siniestros de lo desconocido, los enigmas tenían una conclusión más, digamos, optimista. El guionista y director Peter O´Fallon desarrolló el concepto de esta serie canadiense (a la que inicialmente iba a llamar “One Clear Moment”, Un Momento de Claridad, aunque al final optó por el nombre de la canción de U2) con la intención de ofrecer un drama de CF orientado a toda la familia y en el que se exploraran temas de corte humanista.
El antropólogo de la universidad de Oregón,
Declan Dunn (Adrian Pasdar) mantiene una relación de amistad con la doctora
Peggy Fowler (Rae Dawn Chong), psiquiatra en el hospital local. Junto a una
estudiante de física, Miranda (Alisen Down), los tres investigarán extraños
acontecimientos, aparentemente milagrosos o sobrenaturales. A veces, el grupo
se verá envuelto en ellos a través del trabajo de Peggy en el hospital o la
posición de Declan en la universidad; y otras veces, se tratará de eventos a
los que se les da publicidad en medios de comunicación y ellos intervienen para
conocer más sobre el asunto.
Por ejemplo, en “Lazos que Unen” el misterio radica en los extraños y compulsivos comportamientos de tres individuos que Peggy y Declan averiguan están conectados. Miranda se encuentra inexplicablemente en la cornisa de un edificio; un abuelo ve el número 528 por todas partes; y a una tercera persona, Paul, también se le aparece la misma cifra y se cambia el peinado sin razón aparente. Para colmo, todos ellos comparten una urgencia por viajar a Alaska. ¿Cuál es el denominador común y qué puede hacerse para restaurar sus antiguas vidas?
La inspiración para la premisa del programa la
tomó O´Fallon de su propia experiencia. Creció en Colorado, donde practicaba
con frecuencia el esquí fuera de pista, deporte en el que estuvo un par de
veces a punto de perder la vida. Siempre se sorprendió de que al final los
dados de la fortuna cayeran a su favor y, años después, pensó que sería
interesante ver un programa televisivo sobre investigadores que trataran de
descubrir las razones científicas, quizá un desconocido “Factor X”, por las que
ocurrían –o no- ciertas cosas que algunos calificarían de prodigiosas. Así, por
ejemplo, le dio a Declan una experiencia similar a la suya, haciéndole
superviviente de una avalancha. A partir de entonces, se obsesionó con los
fenómenos aparentemente milagrosos y la búsqueda de las fuerzas que mueven el
universo.
A la hora de encarnar a Declan, O´Fallon buscó
alguien con aspecto de “hombre corriente” y lo encontró en el actor Adrian
Pasdar, que había participado en series como “Feds” o “Juego Sucio” y que más
adelante se haría una cara conocida entre los fans del fantástico gracias a
“Héroes”. Pasdar añadió a la inquisitiva y abierta mente del científico una
cierta torpeza y sentido del humor seco. Para el personaje de Peggy Fowler, los
productores encontraron a Rae Dawn Chong, que había aparecido en películas como
“En Busca del Fuego” (1981), “Comando” (1985) o “El Color Púrpura” (1985) así
como en series como “Melrose Place”, “Hospital” o “Poltergeist: El Legado”. Peggy
era la parte escéptica del equipo, pero su curiosidad podía más que sus
convicciones y siempre acompañaba a Declan en sus pesquisas.
Por último, una recién llegada, Alisen Down,
interpretó a Miranda, cuyo papel era el de poner a prueba la veracidad de los
sucesos “milagrosos”. Ella era la encargada, si podía, de encontrar una forma
de recrearlos utilizando medios materiales o averiguar si existía alguna
explicación física o química. Al principio, era una universitaria intelectual,
reservada y poco hábil en las relaciones sociales. Poco a poco, el productor y
la actriz fueron moldeando algo más al personaje y ampliando su paleta. Fue el
caso del mencionado episodio “Lazos que Unen”, en el que se exploraba la idea
de que pacientes receptores de transfusiones de sangre u órganos trasplantados,
pudieran de algún modo absorber características de los donantes. Es lo que le
ocurre a Miranda. En “Espíritu Libre”, su personalidad cambia bruscamente como
resultado de sufrir un shock eléctrico. Antes introvertida y tranquila, luego
se comporta de forma exuberante e impulsiva, todo un desafío para la actriz.
En 1997, O´Fallon había dirigido una película
titulada “Suicide Kings”, bastante pesimista; y también, en 1995, el piloto de
la serie “La Mirada del Mal” (el título lo dice todo). Así que tenía
experiencia en mostrar la parte más oscura de la especie humana. Pero en este
caso, su intención era ir en la dirección opuesta y hacer un programa
humanista, un producto que, al término de cada historia, dejara cierto
sentimiento de calidez en el espectador. “Como
creador, puedes incorporar un giro final que lo desvíe todo hacia la oscuridad
o hacia la luz. Yo quería hacer que el espectador se maravillara ante la vida y
su funcionamiento. La vida es compleja pero, al final, puede ser algo bueno”.
Un ejemplo de cómo la serie sabía agitar los
sentimientos del espectador lo encontramos ya en el teaser del episodio piloto,
“Amazing Grace”. En él, se ve a un niño de once años ahogándose en un lago
helado próximo a su cabaña de madera. Pero sobrevive gracias a que, de algún
modo, fue sacado del agua y dejado boca arriba cerca del agujero en el hielo
por el que cayó. Al término de la escena, aparece Declan Dunn dando clase de
antropología en la universidad y explicando a sus estudiantes el origen del
himno cristiano “Amazing Grace”. Al tiempo que el profesor pone la canción a
los alumnos, vemos al muchacho del principio chapoteando en el agua. Al final,
tras la investigación, el espectador puede elegir creer lo que mejor le encaje:
que la salvadora fue una indigente que se niega a reconocer su acto heroico, o
que todo fue un milagro divino.
Lo anterior resume bastante bien la serie.
Para cada misterio, en cada capítulo, se proponen distintas explicaciones,
algunas verosímiles, incluso muy probables, inteligentes, sorprendentes,
divertidas o brillantes; otras son estúpidas y triviales. Pero siempre queda la
duda de si no habrá algo más allá de los argumentos de la ciencia. De todas
formas, el auténtico punto fuerte de la serie son sus personajes y cómo se
interrelacionan entre sí. Declan es un sabio algo torpe que a menudo se deja
llevar por el entusiasmo, pero que siempre esquiva el cinismo para abrazar el
sentido de lo maravilloso que continuamente el mundo nos pone ante los ojos. Peggy,
que a priori tiene el desagradable papel de ser la parte fría y descreída,
resulta ser una mujer vulnerable menos anclada en el cliché de lo que podría
esperarse. Y Miranda, que puede estar en un segundo plano, pero que de vez
cuando la historia le permite brillar.
Rodada en y alrededor de Vancouver (Canadá),
“Senderos Misteriosos” utilizó como premisas de sus episodios sucesos
enigmáticos de todo tipo: experiencias cercanas a la muerte, reencarnaciones,
apariciones fantasmales, premoniciones, eventos aparentemente sobrenaturales,
accidentes que debían ser necesariamente mortales pero que no lo son, milagros,
exorcismos… Según Peter O´Fallon, el 60%
de los misterios que se planteaban en los episodios quedaban explicados
mientras que el 40% permanecían siendo un enigma. Son éstos últimos los que
sugieren que hay algo entre el Cielo y la Tierra, que la Ciencia y la Fe son
igualmente importantes. Si se piensa bien, poner en equivalencia ambas cosas es
erróneo (lo cual no quiere decir que no sean compatibles) pero ello le ha
permitido a la serie, sin tomar una postura clara en favor de ninguna religión
ni introducir mensajes morales, ganarse el favor de no pocos comentaristas
cristianos estadounidenses.
Los primeros ocho episodios de “Senderos
Misteriosos” se emitieron en la NBC en julio de 2000. La serie regresó en enero
de 2001 con cinco capítulos más; y en julio de ese mismo año con otros cuatro.
En agosto, la cadena canceló la serie aduciendo la poca repercusión que había
tenido pero, simultáneamente, se emitió en PAX TV, desde agosto de 2000 a
septiembre 2002, incluyendo reposiciones. PAX era una cadena fundada en 1998
por Lowell Paxson, quien trató de ofrecer una alternativa “familiar” a las
otras grandes cadenas, que él consideraba demasiado “groseras” en cuanto a su
contenido. Así, PAX emitía programas familiares de corte conservador en los que
estaban ausentes la violencia, el contenido sexual y la falta de respeto a los
valores religiosos (de hecho, llegaban a retirar de los programas que compraban
a terceros escenas que incluían algo de todo lo anterior). El lenguaje
malsonante era igualmente silenciado. Y, como era de esperar, se llegó a
acuerdos con cadenas religiosas para emitir programas de ese tipo.
En 2000, la NBC había adquirido el 32% de PAX
y ello le permitió colocar allí productos que no habían funcionado bien en la
matriz, como “Senderos Misteriosos”, cuya segunda temporada (entre julio de
2001 y mayo de 2002) ya se emitió en la subsidiaria. Este traspaso, a decir de
O´Fallon, jugó a favor de la serie habida cuenta de la filosofía que la
impregnaba y del perfil del público mayoritario de la nueva cadena. Si no se
renovó para una tercera temporada fue por la falta de acuerdo entre PAX y LionsGate
Television, la productora, respecto al presupuesto. Aunque los ratings en PAX
eran buenos, el plano financiero se demostró inviable. A cada episodio se le
estimaba un coste de 20.000 dólares, lo que hacía que la nueva temporada
supusiese un desembolso de 440.000 dólares. Dado que el contrato de renovación
sería para dos años, el coste comprometido ascendía a 880.000 dólares en el
mejor de los casos, una cifra que se estimó demasiado alta. Se habló de
trasladar el rodaje al estado canadiense de Alberta o incluso a Australia para
abaratar costes, pero nada de esto cuajó.
Desde entonces, “Senderos Misteriosos”, ha ido amasando un estatus de serie de culto (aunque no el suficiente para hacerse merecedora de un lanzamiento en DVD) por parte de aficionados que o bien la disfrutaron en su momento y conservaron un buen recuerdo de ella, o la han descubierto en las reposiciones de las televisiones por cable norteamericanas. No es una serie imprescindible ni va a cambiar la vida de nadie, pero sí ofrece un entretenimiento sólido que de vez en cuando y sin caer en el sermón fácil, consigue exponer argumentos y situaciones dignas de reflexión sobre la vida y el mundo que nos rodea.
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