domingo, 3 de mayo de 2020

2013- EUROPA ONE – Sebastián Cordero


Europa es uno de los lugares más fascinantes de nuestro Sistema Solar. Sexta luna joviana, su superficie está cubierta por una espesa capa de hielo bajo la cual se cree que puede existir un océano templado por el calor procedente de actividad volcánica. Estableciendo una analogía con las condiciones de la Tierra, esta dinámica podría facilitar la aparición de vida microbiana. Así que no es de extrañar que la idea de colonizar Europa haya sido adoptada por cierto número de novelas, como “Europa Strike” (2000) de Ian Douglas; o “El Sueño de Galileo” (2009), de Kim Stanley Robinson. En el cine, el único film que tocó el tema fue “2010” (1984), la secuela de “2001: Una Odisea del Espacio” (1968), en la que los aliens responsables del famoso monolito terraformaban la luna para que la vida pudiera evolucionar allí. La idea de explorar Europa, de lograr que una nave tripulada aterrice en ella para aventurarse luego en ese supuesto océano, tiene un gran potencial como ficción de aventuras.



Y esa es la premisa de “Europa One” (o “Europa Report”, como se comercializó en el mercado anglosajón), una película que recoge tanto las grises rutinas propias de vivir durante años confinado en una estructura metálica en deriva por el vacío como el sentido de lo maravilloso que nos produce el descubrimiento de los misterios del universo, una motivación que ha impulsado al ser humano desde que la chispa de la inteligencia se encendió en su cerebro.

La nave espacial Europa One, fletada por una empresa privada, ha sido enviada en un viaje de dieciocho meses de duración con la misión de explorar Europa y averiguar su potencial de
albergar vida bajo su superficie. Su tripulación está compuesta por un comandante, un piloto, un oficial científico, una bióloga marina, un ingeniero jefe y su ayudante.

Sin embargo, el contacto con ese equipo de seis astronautas procedentes de distintos países se interrumpe bruscamente y solo tiempo después, el Control de Misión trata de reconstruir lo sucedido a partir de las grabaciones de las cámaras de abordo transmitidas por la nave desde Europa. Lo que se desprende de esas filmaciones es que la misión estuvo desde el principio plagada de problemas. Tras perder en un accidente a un miembro de la tripulación y encontrarse imposibilitados técnicamente para restablecer las comunicaciones con la Tierra, los astronautas deciden
continuar adelante con la misión. Aunque no pueden transmitir a la Tierra, siguen grabándolo todo en la esperanza de que sus posibles descubrimientos puedan llegar algún día a conocerse.

Al llegar a Europa y descender a su superficie, varios de los astronautas informan de extrañas luces e inexplicables fogonazos de radiación; cuando tratan de investigar esos fenónemos, la tensión acumulada empieza a cobrarse peaje y algunos de los tripulantes se vienen abajo mientras que otros no dudarán en arriesgar e incluso perder sus vidas por salvar la información que han reunido.

Guste o no, las películas de CF tienden a concentrarse más en la aventura y la ficción que en la ciencia. Salvo las contadas e ilustres excepciones, cuanto más alocada sea la historia y mayor su implausibilidad científica, mejor es la recaudación; y ello por la sencilla razón de que son producciones más fáciles de hacer desde el punto de vista del argumento y los personajes y no hay que molestarse por incluir, respetar y explicar los imperativos científicos. Por eso siempre son bienvenidas las propuestas que de vez en cuando tratan de darle un mayor peso a la ciencia. “Europa One” entra en esa categoría. Otra cosa es que el resultado esté a la altura de las intenciones.

Cuando estrenó “Gravity” en 2013, Alfonso Cuarón y los siete Oscar que ganó por esa película
fijaron un nuevo estándar, y muy alto, para la representación en pantalla del espacio y la gravedad cero. Y, “Europa One”, quizá injustamente, sufre de la comparación por haberse estrenado poco antes que la antedicha. Es más, se trata de una cinta a la que muchos aficionados han accedido en plataformas digitales o formatos domésticos tiempo después; y verla después de “Gravity”, hace que parezca más plana de lo que realmente fue en su momento.

Sea como fuere, no pasa mucho metraje antes de que se haga patente que “Europa One” cuenta
con un presupuesto modesto (menos de 10 millones de dólares frente a los 100 millones que se invirtieron en “Gravity” y teniendo en cuenta que ésta solo contaba con un par de actores). Recrear la gravedad cero durante buena parte de los cien minutos de su metraje hubiera sido inalcanzable para una producción independiente como esta, así que casi todo el tiempo vemos a los astronautas caminando y moviéndose con normalidad por el interior de la nave. Esto se intenta racionalizar, primero, con tomas exteriores que muestran secciones rotatorias en cuyo interior, por tanto, se crea gravedad artificial; y, segundo, con una escena en la que James Corrigan (Sharlto Copley) flota escaleras arriba hacia el centro de control. En algunas otras escenas, los tripulantes se sientan en esa misma estancia en ángulos de 45 grados unos de otros, un truco sencillo que trata de recordarnos que estamos en el espacio.

También se notan atajos presupuestarios en otros aspectos, como el uso de imágenes de stock de
la NASA (tal y como puede comprobarse en los títulos de crédito); el uso limitado de maquetas y planos desde el exterior de la nave; o la representación del espacio como un simple manto negro sin estrellas. El paseo espacial, por ejemplo, está rodado a base de planos muy cortos que enseñan lo mínimo de lo que rodea el centro de la escena. Esta última, de todas maneras, está muy bien resuelta por el director: cuando James y Andrei (Michael Nyqvist) salen al exterior para efectuar unas reparaciones, el segundo sufre una rotura en el guante de su traje presurizado. James lo lleva hasta la esclusa tapando el pinchazo con su propia mano solo para darse cuenta de que ha salpicado hidracina, que es tóxica, sobre su propio traje y la única solución es que salga del mismo en el vacío de la compuerta. La escena culmina con la imagen de James flotando, alejándose a gran velocidad hacia las profundiades del espacio mientras la nave va empequeñeciéndose a sus espaldas hasta no ser más que una mota insignificante. Un momento verdaderamente angustioso y trágico que nos recuerda lo peligroso que es el entorno en el que continuamente se mueven los protagonistas.

Ahora bien, los principales problemas de “Europa One” no son tanto visuales como de la estructura de su historia y su método narrativo. Dejando aparte el montaje fragmentado del principio, que puede dar lugar a confusiones en el espectador poco atento, lo que se nos plantea es un gran misterio: una expedición que sabemos de antemano que va a sufrir algún percance.
Control de Misión examina lo sucedido para dilucidar lo ocurrido y nosotros revisamos “con ellos” las cintas que aclararán el enigma. Pero luego las tres cuartas partes del metraje están centradas en el viaje a Europa, no en la investigación del misterio en sí. Esta amplia sección de la película parece modelada a partir de “2001: Una Odisea del Espacio”, retratando la monotonía de la vida a bordo hasta que se desata la tragedia por un encadenamiento de desastres.

El otro problema es la decisión de adoptar el formato de Found Footage o “Metraje
Encontrado”. De esta forma, lo que vemos es una combinación de filmaciones realizadas por las cámaras del interior y exterior de la nave, las que los astronautas llevan en sus trajes y el registro de sus propios diarios de bitácora. Es esta una aproximación narrativa que se ha utilizado sobre todo en el género del terror y que, a pesar de que cumple su propósito de sumergir al lector en la historia de una forma más directa, también limita bastante lo que puede y no puede hacerse. Esto lo saben bien los directores que han tenido que trabajar con presupuestos reducidos y que, recurriendo al temblor de cámara achacable al “operador amateur” de turno, han podido ocultar los defectos y/ o limitaciones en escenarios, vestuario o efectos especiales. A cambio, es necesario sacrificar nitidez, claridad narrativa, planos no subjetivos que hubieran contribuido a explicar mejor lo que ocurre y música con la que modular el tono e intensidad emocional.

Y enfrentado a esto, el director de “Europa One” decide hacer trampas porque hay planos que no provienen de las cámaras de la nave y, además, se ha incluido una banda sonora compuesta por Bear McCreary que, sin chirriar demasiado, es inconsistente con el formato elegido. Por otra parte, y como suele ser el caso en las películas Found Footage, mucho de lo que vemos –sobre todo al final- es a los personajes reaccionando a algo que sucede fuera de cámara. Hay efectos luminosos, pantallas que indican actividad alarmante, diálogos informativos y muertes fuera de plano. Todo esto
quizá podría haberse perdonado si no hubiera sido por el decepcionante final encadenado al plano subjetivo: tras ir generando un gran suspense acerca de lo que puede causar las lecturas de radiación bajo el hielo y la posibilidad de que sea un ser vivo, la única confirmación que se obtiene de ello es una borrosa criatura con tentáculos que sólo puede distinguirse al detener el fotograma.

Lo que falta aquí es algo que quizá muchos aficionados esperaban encontrar: explorar el concepto de primer contacto con una especie alienígena, esto es, intentar comunicarse con ella o comprender su biología. Al final, resulta que el Found Footage sólo se ha utilizado para emborronar y medio ocultar el hecho de que no tenían nada que decir al respecto. En otras palabras, “Europa One” promete algo que luego no cumple.

Por otra parte, su argumento –el segundo escrito por Philip Gelatt, que unos años más tarde escribiría buena parte de los episodios de la televisiva “Love, Death and Robots” (2019)- está bien condensado en cien minutos y no se pierde en las tópicas e implausibles subtramas como el romance entre miembros de la tripulación, el motín o el villano de turno que sí pueden encontrarse en otras películas espaciales como “Planeta Rojo” (2000), “Sunshine” (2007),
Prometheus” (2012) o tantas otras. El mismo realismo encontramos en la profesional forma en que se relacionan y reaccionan los astronautas, actuando como los expertos que son en sus respectivos campos y sin caer en el melodrama emotivo pasado de vueltas. El ritmo es pausado y el suspense, más que en los sustos baratos, está construido alrededor, sobre todo, de la tensión psicológica derivada de la sensación de aislamiento primero y de indefensión ante una situación peligrosa después.

El reparto reúne una selección internacional de actores. El sudafricano de “Distrito 9” (2009),
Sharlto Copley, pone en esta ocasión un razonable acento americano y resulta convincente como tipo corriente (dentro de lo corriente que pueda ser un astronauta muy cualificado, claro). El resto son menos populares. La norteamericana Embeth Davidtz era entonces conocida sobre todo por su participación en series televisivas como “Californication” o “Mad Men” y aquí interpreta a la doctora Unger, cabeza visible del proyecto en la Tierra a la que están entrevistando para que rememore lo sucedido. El sueco Michael Nyqvist había saltado a la fama con la Trilogía de Millenium (2010) y en la historia hace el papel de un científico ruso atormentado por la muerte de su amigo James y cuyo equilibrio mental se tambalea. Figuran también la polaca Karolina Wydra (“Rebobina por Favor”, 2008; “House”) o la rumana Anamaria Marinca.

“Europa One” fue el quinto film del director ecuatoriano Sebastián Cordero y el primero q
ue hizo en lengua inglesa. Cordero había cosechado éxito en el circuito de festivales con otras películas de género como “Crónicas” (2004) o “Rabia” (2009). En honor a la verdad hay que decir que, tratándose de su primera incursión en el particular mundo de la Ciencia Ficción, la película no mereció ni mucho menos los ridículos resultados económicos que obtuvo y que se cifraron en unos cuantos cientos de miles de dólares. De nada le sirvieron los reconocimientos en los festivales internacionales (estuvo nominado, por ejemplo, en el de Sitges).

Supongo que las razones para tal fracaso serán diversas, entre ellas que se lanzara en iTunes en
junio, estrenándose en salas en agosto, con lo cual ya hubo bastantes aficionados al género que no acudieron a verla. Pero sobre todo, “Europa One” no recibió el patrocinio de ningún distribuidor importante que la promocionara adecuadamente. Si se quiere llegar a un público muy amplio, necesitas un tema y argumento fáciles de digerir y, si no se trata de una comedia o una película de terror, grandes dosis de acción, épica y efectos especiales. “Europa One” era la antítesis de eso. Para el espectador medio, el asunto que se trataba era demasiado lejano y científico; el found footage ya marca el tono del tráiler y aleja a otro sector del público; y el departamento de marketing no podía apoyarse en el nombre de un director (desconocido y, encima, no norteamericano ni europeo “de prestigio”) o unos actores con tirón.
Aunque puede que nunca fuera pensada para distribuirse ampliamente y gustar a todo el mundo, la recaudación fue descorazonadora y quizá fuera esa la razón de que desde entonces su director no haya contabilizado más que otro film y producido ya en su país, donde su cine, mezcla de thriller y drama social, es mejor recibido y entendido.

A mitad de camino entre las películas de astronautas, las de desastres, drama psicológico y terror, “Europa One”, con todos sus defectos y no estando destinada a dejar una huella indeleble en el recuerdo de nadie, no es tampoco una absoluta pérdida de tiempo. Mantiene el interés a lo largo de toda su trama y técnicamente está bastante por encima de lo que su perfil de producción podría hacer suponer. Puede interesar a aquellos aficionados a la Ciencia Ficción espacial de la vieja escuela como –salvando las distancias- “Moon” (2013) en oposición a blockbusters como –y manteniéndonos en el mismo año- “Pacific Rim”, “Elysium” u “Oblivion”.


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