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Uno de los aspectos más sorprendentes de “V de Vendetta” es que no transmite un mensaje de defensa de la democracia, sino de anarquía. V no lucha para que la gente tome el control de su gobierno o porque éste ejerza un menor grado de control; no, lucha por la simple y pura anarquía, entendida como la libertad en su sentido más amplio, la ausencia total de gobierno. En la mencionada conversación con la estatua de la Justicia, V confiesa cómo en el pasado había manteniendo una maravillosa relación con ella hasta que, decepcionado por sus mentiras y traiciones, decidió lanzarse en los brazos de otra amante: “Su nombre es Anarquía y ella me ha enseñado más de lo que una prostituta como tú hizo jamás. Me ha enseñado que la Justicia no tiene sentido sin libertad. Es honesta, no hace promesas y no rompe ninguna”. Es un discurso, una postura ideológica, que coincide con la de Alan Moore -al menos en aquella época- y que tiene sentido en el contexto del comic. V es el producto de la experimentación con humanos, los prejuicios y la horrible crueldad de un gobierno supremacista. Cuando apeló a la Justicia, no obtuvo respuesta; aún peor, ésta se había puesto al servicio de la tiranía fascista, transformándose en una burda farsa. Y, por eso, V buscó otro concepto, otra causa que le sirviera y a la que servir hasta el final. La encontró en la anarquía.
Ahora bien, que la revolución que emprende V lleve a alguna parte, es otra cuestión, y eso es


En “V de Vendetta” encontramos cuatro casos de personajes que experimentan una transformación: Finch, Rosemary Almond, Evey y el propio V. Todos ellos, a lo largo de la historia, pasan por sus respectivas metamorfosis plausibles y perfectamente justificadas,


La de V es la historia de alguien que ha sufrido el peor tipo de opresión pero que ha conquistado a sus opresores transformándose en la encarnación de una idea. La suya es la más corta de todas las transformaciones del comic porque apenas sabemos nada de él y lo encontramos ya viviendo en su fase final, pero aun así funciona bien como ejemplo de la pasión que permite a alguien convertirse en algo más grande que sí mismo. Más grande, sí, pero no más humano, una condición que parece haber transcendido, dejando atrás los sentimientos –incluso por Evey, a quien, como veremos enseguida, maltrata y manipula-, la empatía y la piedad.
El caso de Evey es parecido al de V, aunque aquí sí se detalla todo el proceso de metamorfosis, desde su comienzo como jovencita dominada por el miedo, insegura y traumatizada hasta su

La relación entre Evey y V es uno de los aspectos centrales del comic, una relación conflictiva que avanza y retrocede. El amor que V siente por la muchacha tiene una vertiente paternal, puede que fraternal, y en ningún momento se hace referencia a que exista algún tipo de connotación sexual. Posiblemente, V, como encarnación de una idea, es alguien que ya ha superado esa etapa, pero sus sentimientos por Evey son, sin duda genuinos e importantes para él. De alguna forma, ella representa no sólo lo mejor de la especie humana sino su capacidad para superarse y recuperar los valores supremos que han sido anulados por el gobierno: la libertad, el orgullo, la autoestima, el valor… Es, en buena medida, un espejo de sí mismo. Por su parte, Evey también alberga profundos sentimientos por él. Es la única capaz de ver tras la máscara de V y, al mismo tiempo, respetar su deseo de no desprenderse de ella.

Ahora bien, la relación entre V y Evey puede también interpretarse bajo una perspectiva mucho más oscura. Y es que, si se piensa bien, el tratamiento al que Moore y V someten a Evey es difícil de digerir. Cuando V la rescata de ser violada por los policías y la lleva a la Galería de las Sombras, le dice: “Confía en mí Evey y podremos borrarlo todo, todo el dolor, toda la crueldad… podemos comenzar de nuevo”. Luego le pide que se convierta en una prostituta infantil con la que engañar al obispo pederasta y que así él pueda asesinarlo. Más tarde, cuando ella le pregunta si él siente algún tipo de atracción sexual, su respuesta es vendarle los ojos, llevarla a la calle y abandonarla.
El sadismo que autor y protagonista ejercen contra Evey no se detiene ahí. De hecho, acaba de empezar. Tan pronto como V consigue que Evey confíe en él, la traiciona empujándola a cotas cada vez mayores de desesperación. Tras verse


Por supuesto, la prosa de Moore es excelente. Su utilización de los versos, la omnipresencia de

Alan Moore introduce multitud de referencias tanto literarias como musicales o cinematográficas; tantas, de hecho, que analizarlas todas significaría alargar considerablemente este artículo. Muchas de ellas, además, sólo serán fácilmente identificables para lectores muy familiarizados con la cultura popular inglesa (como sucede con las alusiones a las novelas de la saga “The Faraway Tree” de Enid Blyton). Baste resaltar aquí, por ejemplo, la de la leyenda germana de Fausto a través de su cita “Vi veri universum vivus vici” (Por el poder de la verdad, Yo, un mortal, he conquistado toda la creación”). También a ella se refiere la escena en la que Evey pregunta a V si le puede ayudar en su misión. Fausto era un personaje que hizo un pacto con el Diablo: a cambio de su alma, obtendría sabiduría y placer sin límites. Sin embargo, al final de la vigencia de su acuerdo, Fausto llega a

Ahora bien, no todo el comic –a mi juicio- mantiene el mismo nivel o intensidad. Dividido en tres “libros”, el primero, en el que se establece la sociedad distópica, se presentan los personajes y V comienza su campaña de terror, es impactante. El segundo es también muy interesante y, además de narrar el comienzo del fin de la dictadura asistimos al cautiverio y metamorfosis de Evey, un pasaje sin duda inolvidable. El tercero, en cambio, me parece más flojo; se entretiene demasiado con personajes secundarios de relativo interés y culmina en un desenlace que, sin ser exactamente mediocre, tampoco está a la altura de lo precedente. Probablemente esa ruptura responda a que este final fue realizado años después de haberse interrumpido su publicación original en la revista “Warrior”, tal y como comenté al principio.
Desde el punto de vista gráfico, no se puede decir que David Lloyd sea un dibujante “bonito”,

Ya comenté más arriba que la edición americana de “V de Vendetta” recibió un coloreado con el fin de atraer más fácilmente a un público poco acostumbrado al blanco y negro. En mi opinión esto fue una equivocación que diluyó en buena medida el sólido trabajo original de Lloyd. Los contraluces y texturas en que había basado buena parte del grafismo de la historia quedan diluidos por unos sosos tonos pastel que no cumplen función dramática alguna y cuya única explicación pareció ser el complacer al perezoso lector mainstream americano.
Ahora bien, el papel de Lloyd en la creación y desarrollo de “V de Vendetta” no se limitó a dar forma gráfica a las ideas de Moore. De la misma manera que a menudo se pasa por alto la contribución de Dave Gibbons a “Watchmen”,

Alan Moore es un guionista como pocos pero no trabaja solo y cada una de sus grandes obras es el resultado de la colaboración con un artista de talento. Sí, es cierto, en muchos casos esos dibujantes alcanzaron el éxito gracias a Moore y en pocas ocasiones después de trabajar con éste ofrecieron la misma calidad o se sintieron igualmente inspirados. Pero Moore comprende perfectamente que el comic es un medio colaborativo y siempre se ha asegurado de trabajar coordinadamente con sus artistas hasta el punto de que éstos acabaron aportando no pocas ideas a la obra en la que participaban. Esto no le quita mérito a Moore, un guionista al que muchos aficionados tienen endiosado hasta niveles enfermizos. Ser capaz de comprender las capacidades del dibujante, dar un paso atrás y dejar espacio para sus aportaciones no es un desdoro, sino una virtud. Virtud que han compartido todos los grandes guionistas de la historia del comic, desde Stan Lee a Goscinny, de Yann a Neil Gaiman.
“V de Vendetta” tuvo su origen en el momento en el que Dez Skinn le pidió a Lloyd que

Moore construyó la sociedad futurista en la que se iba a ambientar la historia y decidió que el protagonista sería una suerte de Zorro, un justiciero enfrentado a la corrupción y totalitarismo del gobierno. Junto a Lloyd, fue creando los

Lloyd también fue quien le pidió a Moore que prescindiera de los globos de pensamiento y las onomatopeyas, lo que aproximaría el comic al lenguaje cinematográfico (aunque podríamos discutir si los cuadros de texto en primera persona no son en el fondo lo mismo que los globos de pensamiento). El dibujante asumía así el reto de suplir la ausencia de textos explicativos y subjetivos utilizando exclusivamente su dibujo y técnica narrativa; un desafío del que salió airoso, haciendo de V un personaje todavía más enigmático, ya que en todo momento sus pensamientos permanecen ocultos al lector.
El propio Moore ha admitido que aunque el estilo de Lloyd no resulta tan comercial en

Es conocida la costumbre de Moore de entregar a sus dibujantes unos guiones extraordinariamente detallados, mencionando no sólo la composición de cada página y viñeta, sino hasta los más insignificantes objetos que deben aparecer en el fondo de las mismas. ¿No es esto un contrasentido? ¿No coartan estos minuciosos guiones la libertad del artista? Ese peculiar estilo de escribir sus historias pretende, efectivamente, mantener un alto grado de control sobre las mismas, pero Moore lo desarrolló en una etapa de su carera en la que en el momento de entregar el guión no sabía quién lo iba a dibujar; más adelante, mantuvo ese estilo porque consideraba que de esta forma sus artistas podrían apoyarse en algo sólido si se sentían faltos de inspiración. Con todo, Moore siempre ha

De hecho, y a decir de Lloyd, “V de Vendetta” nunca tuvo ese tipo de guión hiperdetallado. El propio dibujante valora mucho su libertad creativa y de no haber contado con la flexibilidad suficiente, no habría trabajado con Moore. Éste, por su parte, afirmó que el comic “es algo que ninguno de nosotros podría haber hecho por nuestra cuenta o trabajando con otro artista o guionista”. Por mucho que algunos fans de la serie prefieran verla así, no es “El V de Alan Moore” o el “V de David Lloyd”. Es un esfuerzo conjunto en todo el sentido de la palabra”.
Por desgracia, la mayoría de los aficionados siguen considerando “V de Vendetta” una obra casi en exclusiva de Moore. Incluso después de que éste decidiera que su nombre no se incluyera en los créditos de la película que adaptó el comic dejando sólo a David Lloyd como creador de la misma, la gente seguía hablando más de Moore

En resumen, podemos decir que “V de Vendetta” es un comic duro que, probablemente, no hubiera podido ver la luz después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York. Elevar a la categoría de héroe a un terrorista anarquista que derriba iconos arquitectónicos fue una apuesta arriesgada en su momento; pero es que, además, la historia proporciona poco alivio. Sus personajes están todos solos, sometidos a tensiones y traumas que no pueden superar. O bien ejercen violencia (física, psicológica o ambas) sobre otros o son víctimas de la misma. Y, para colmo, han de desenvolverse en una sociedad opresiva cuyos ciudadanos no encuentran ningún tipo de solaz. No es un tebeo para lectores que busquen tópicos reconfortantes, personajes claramente delimitados en héroes y villanos o finales inequívocamente felices con moraleja incluida.

Es, también, uno de los comics de Alan Moore más accesibles. Ciertamente, el guionista se niega a entregar todo bien masticado a sus lectores, pero al menos es una obra que no requiere conocimiento alguno de los personajes o los parámetros sobre los que suele moverse el género de superhéroes. A diferencia, por ejemplo, de sus deconstrucciones “Miracle Man” o “Watchmen”, es autoconclusiva y no abiertamente didáctica (como ocurre con “Promethea”, en la que la historia no es más que un aditamento a lo que en realidad es un

Han pasado más de treinta años desde su primera aparición y, a pesar de ser en buena medida y como vimos más arriba, una hija de su tiempo, “V de Vendetta” sigue manteniendo toda su vigencia en una época, la nuestra, en la que seguimos discutiendo acerca de la avidez regulatoria de los gobiernos, de sus ansias de control y de una sociedad atenazada por el miedo inspirado por los medios de comunicación y los gobiernos. “V de Vendetta” es, como tantas obras de ciencia ficción distópica, una advertencia, pero también una reflexión acerca de grandes cuestiones políticas, éticas y filosóficas: ¿Es preferible la estabilidad y la paz si el precio a pagar es la libertad? ¿Puede justificarse la violencia si ésta se ejerce para lograr un bien mayor? ¿Cuál es la fuerza y el alcance de una idea? ¿Dónde está la línea que separa a un luchador por la libertad de un terrorista?
Coincido en que es una pena lo del color, pero más que a alguien no se le haya ocurrido reeditarla sin él cuando se ha reeditado decenas de veces, y que va de más a menos. Creo que la razón deso está en lo que dices sobre la obra, es demasiado oscura y nadie es bueno. No había manera de salir de ahí de una forma aceptable. Ningún bando merece ganar porque ninguno comprende lo que es el ser humano. Ni es una oveja ni un tigre. No se le puede zombificar pero tampoco es un ser asocial/anarquista. Moore se privó a sí mismo de salida pero aún así pocas cosas con esa calidad y esa valentía hay. Hay cosas que sólo se pueden plantear y ese es el caso de los temas desta obra.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo e que con semejante historia, hubiera sido un error garrafal encajar un final feliz. Buen comentario. Gracias!
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