Con la creación del sello Epic, Marvel tuvo la oportunidad de abrir una nueva rama editorial que le permitió no sólo ofrecer material con un tratamiento más adulto (objetivo éste que nunca llegó a culminarse satisfactoriamente), sino adentrarse en otros géneros que no tenían cabida en el universo superheróico de la casa madre, particularmente la ciencia ficción.”Dreadstar”, “Alien Legion”, “Piratas del Espacio” o el que ahora comentamos, “Six From Sirius”, una miniserie publicada en 1984, cuya buena acogida propició una secuela un año después.
La Confederación de Sirio es la agrupación planetaria más importante de la galaxia. Su gobierno

Dicha luna, terraformada por el padre de Phaedra décadas atrás, está ahora habitada por los seguidores de un movimiento religioso pacifista que huyeron de la persecución que sufrían en el planeta cercano, Axellon. La instalación de armamento en Heavenstone por parte de los balsamitas ha acrecentado la tensión entre ambos planetas hasta llevarlos al borde de la guerra. Inicialmente, la misión de los Seis era asegurarse de que Phaedra, simpatizante de la filosofía de los pacifistas, interviniera en la reunión, pero pronto todos se dan cuenta de que han sido traicionados por sus respetivos gobiernos. Nadie parece estar interesado en los altruistas motivos que esgrimen oficialmente, sino en el poder militar y los recursos naturales de la luna. Los Seis de Sirio y Phaedra deciden continuar con la misión, si bien ya desligados de cualquier atadura con sus antiguos empleadores. Si fracasan, toda la galaxia se verá empujada a una sangrienta guerra.

Parece claro que Moench trató de aprovechar la oportunidad que Epic le brindaba para tejer una

Como les sucedía a otros guionistas de la hornada de los setenta, Moench luchaba por conseguir para sí mismo y para el medio en el que trabajaba el reconocimiento literario que ansiaba, por lo que tendía a sacrificar la legibilidad en aras de demostrar su capacidad prosística. Eso significaba cargar sus comics con un exceso de texto que saturaba las viñetas, entorpecía la apreciación del dibujo y reiteraba lo ya expuesto por éste, perdiéndose a menudo en disquisiciones admisibles en un libro pero innecesarias y farragosas en un medio visual como es el comic.
A pesar de que “Six from Sirius” fue concebida originalmente como una novela gráfica, Moench no pudo tampoco aquí desprenderse del lastre propio del formato del comic-book tradicional: en cada número –esto es, cada treinta y tantas páginas- se introduce una secuencia más o menos larga de acción (huidas, peleas, tiroteos) que restaba espacio a la necesaria caracterización de los personajes.
Hablando de éstos, los principales son el líder, Jakosa Lone, y la embajadora Phaedra. La relación sentimental que se establece entre ambos resulta predecible desde el comienzo y aunque la auténtica naturaleza de la misma resulta ser una de las sorpresas de la trama y la clave emocional de la historia, las revelaciones llegan de forma demasiado apresurada al final como para causar el debido impacto.

Moench suele desenvolverse mejor con personajes introspectivos y sensibles, pero los Seis de Sirio son cualquier cosa menos eso: se pasan la mayor parte del tiempo tratando de demostrar lo duros y cínicos que son. El mismo error se comete en el cuadro general. Es difícil sentirse afectado por el estallido de una guerra entre Axellon y Balsamo cuando ni siquiera se nos muestra al segundo y tan solo un grupo anónimo de individuos del primero. Apenas nada se nos cuenta sobre ambos mundos, y los propios personajes no parecen sentir más obligación hacia ellos que la estrictamente moral. Phaedra, que atesora una afinidad especial hacia los seguidores del culto religioso, no muestra un particular afecto por el destino de su planeta natal, Balsamo. No desea la guerra, claro, pero parece que ése es un sentimiento de tipo abstracto, intelectual, más que una emoción personal.
Tampoco la introducción de un componente espiritual resulta del todo convincente. Incontables personas se han pasado milenios buscando la auténtica fe y cuando llegan los Seis de Sirio y Phaedra a Axellon y encuentran a los líderes muertos de su secta religiosa, éstos se manifiestan en forma de ente místico y revelan la auténtica Verdad. Así de fácil. El desenlace sobrenatural con una Phaedra investida de inmensos poderes o el cañón psíquico, que funciona alimentándose de la mente de los habitantes del planeta resultan excesivamente “místicas” para una obra de ciencia ficción, incluso tratándose de una space opera.
Lo que más llama la atención a primera vista de “Six from Sirius” no es tanto el guión como el


Una segunda serie de cuatro números fue publicada entre 1985 y 1986. En ella, los Seis, ahora

Hay poco que añadir a lo ya comentado para la primera miniserie aunque en esta ocasión, la historia aún tiene más acción y menos caracterización. Y ello aun cuando Moench intenta añadir drama humano al hacer que Jakosa y Valis sean antiguos rivales. Valis resulta ser un villano en exceso tópico y carece de matices: cruel y despiadado con propios y extraños, eficiente en el asesinato y ávido de poder y dinero… Resulta incomprensible que el gobierno para el que trabajó lo considere de fiar para una misión tan secreta y delicada. Chelandria, una de sus secuaces –y su amante- cambia de bando, pero su conversión es poco convincente y carente de dramatismo. Aunque no tiene la misma carga mística que la primera miniserie, tampoco aquí Moench renuncia a introducir aspectos poco, digamos, “científicos”, como la mal explicada encarnación de la mente/espíritu de Zematin-Lar en un cuerpo salido de la nada.
Las dos miniseries de “Six From Sirius” son unos dignos representantes del sello Epic: más elaboradas y complejas que los títulos superheróicos al uso, pero sin que pueda realmente calificarse como comic adulto, al menos desde el punto de vista europeo. Sus argumentos contienen crítica política y tramas más complejas de lo habitual en Marvel, hay algo más de violencia y unas gotas de sexo (si es que así pueden considerarse los desnudos y las escenas “de cama” que Paul Gulacy dibuja en la segunda serie). Pero, a la postre, no deja de ser una aventura ligera, con más acción que contenido, algunas buenas ideas mediocremente desarrolladas, giros ilógicos de guión, personajes con tanto potencial como indefinición… pero con un dibujo atractivo bastante por encima de la media en el ámbito del comic-book.
¿Merece la pena su lectura? Bueno, fue un intento razonablemente digno y aunque no ha pasado –ni pasará- a la historia del comic, sí resulta un producto entretenido, a la altura de tantos blockbusters cinematográficos. Para amantes de la space opera y seguidores de Gulacy en uno de sus últimos trabajos de buen nivel.
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