Fue la década de los años treinta un periodo de efervescencia creativa en el ámbito de las revistas pulp norteamericanas, un momento en el que germinaron muchas de las ideas, argumentos y temas que casi inmediatamente pasaron a formar parte del corazón de la ciencia ficción. Una de ellas fue la panspermia.
La panspermia es una hipótesis que postula que la vida podría haberse diseminado por el universo a través de semillas o esporas que, llegadas a los planetas, darían comienzo a un proceso evolutivo. La idea no era nueva en los años treinta, todo lo contrario. Ya el filósofo griego Anaxágoras, en el siglo V antes de nuestra era, apuntó a tal posibilidad. Pero no sería hasta mediados del siglo XIX que científicos como Hermann von Helmholtz y Svante Arrhenius tomaron en serio el posible origen extraterrestre de la vida.
Fue éste último quien, el mismo año en que recibió el premio Nobel de Química, 1903, escribió un artículo, "La propagación de la Vida en el Espacio", seguido en 1907 por otro publicado en la revista "Scientific American", "Panspermia: la transmisión de la Vida de estrella a estrella" en los que proponía que toda la vida del universo bien podría tener un origen común y único, siendo los cuerpos celestes "colonizados" por esporas capaces de salvar las distancias interestelares.
Hoy por hoy es una teoría indemostrable, que tanto podría ser cierta como errónea. Pero de lo que no


Miller fue un escritor muy popular en la década de los treinta aunque hoy haya sido virtualmente olvidado. Tan sólo escribió una novela ("Genus Homo", 1941, en colaboración con L.Sprague de Camp), pero firmó más de cincuenta relatos para las revistas pulp y desde 1945 y durante veinticinco años se responsabilizó de una columna mensual de crítica literaria en "Astounding Science Fiction". De hecho, llegó a ser uno de los comentaristas más veteranos de la industria, acumulando una de las colecciones privadas más importantes del mundo y recibiendo un premio Hugo en 1963 por su labor como crítico.
Sin embargo, Miller comenzó su carrera como escritor de ficción. Los editores de revistas pulp necesitaban con urgencia y de forma ininterrumpida nuevos relatos con los que llenar sus páginas y saciar a sus lectores, lo que abrió las puertas a toda una generación de escritores noveles en edad casi adolescente. Miller fue uno de ellos: contaba tan sólo dieciocho años cuando publicó su primer relato, "La Plaga Roja" en el número de julio de 1930 de "Wonder Stories".
De acuerdo a los estándares de hoy, la calidad de su producción (hoy tan sólo accesible a través de

muy buena aplausos
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