
La sociedad de Utopía está establecida de acuerdo con criterios de eficiencia: la propiedad de los bienes es compartida, la educación es universal, la población está bien organizada, es productiva y feliz, etc..
Como ya apuntamos antes, el género utópico tuvo un origen y desarrollo paralelo pero independiente al de la CF y, sin embargo, acabó formando parte de ella al compartir ambos la fascinación humana por lo extraño. Las utopías eran tierras lejanas pero alcanzables por los viajeros a través de medios materiales -no místicos, religiosos o mágicos-. No estaba, al fin y al cabo, tan alejado de los viajes a otros planetas propios de la CF.
Hay otras diferencias entre ambos géneros literarios. Las utopías tienden a ser estáticas, inmutables; por ejemplo, los habitantes de la isla de Tomás Moro no eran exploradores ni viajeros (incluso necesitan permiso oficial para visitar otras ciudades vecinas), lo que supone un planteamiento radicalmente opuesto al temperamento inquieto, investigador y viajero propio de la ciencia-ficción. Por otra parte, esas sociedades equitativas, pacíficas, casi monásticas en su simplicidad, no pueden parecer menos futuristas. Al contrario, se diría que remiten a una edad dorada extinta hace largo tiempo.
Resulta chocante además que los utópicos cuenten entre sus mejoras sociales la eutanasia, el



El principal publicista de las nuevas ideas provenientes del Renacimiento fue Francis Bacon. Su sueño era llevar las elevadas ideas científicas al terreno de lo concreto, de lo cotidiano. Creía que la ciencia podía aplicarse de tal forma que aportara racionalidad al mundo. La Naturaleza se podía comprender y sistematizar, acumulando especímenes, realizando experimentos a una escala masiva y extrayendo conclusiones a partir de las evidencias obtenidas siguiendo un método inductivo. Bacon afirmaba que con un ejército de investigadores bien adiestrados, la acumulación de datos conduciría a la verdad. Su sueño era formar una organización de filósofos que sirviera como base de un nuevo sistema social.
La ciencia-ficción en su vertiente utópica fue la herramienta que eligió para anunciar sus ideas. "New Atlantis: A Work Unfinished" (1627) era la descripción de un mundo quimérico que se ajustaba a su proyecto. Un grupo de mercaderes aventureros que viajan de Perú a China son desviados de su curso por vientos adversos. Acaban llegando a las costas de una misteriosa civilización llamada Bensalem, un paraíso social cuyos miembros cuidan los unos de los otros y donde los conflictos civiles son desconocidos.
En esa utopía ocupa un lugar central una institución conocida como Casa de Salomón, una especie


Bacon creía que la ciencia, organizada y gestionada por el Estado, devendría inevitablemente en progreso material, un progreso limpio y expurgado de las nociones de otros tiempos; sin embargo, era víctima de sus propias críticas. Desarrolló una ideología del poder de tipo medieval en torno a su idea de "monstruosidad". La gente, según Bacon, había "degenerado desde las leyes de la naturaleza", habiendo caído en un estado físico y mental que calificaba de monstruoso, una hipótesis tomada de la antigüedad clásica y la Biblia. Entre los muchos que merecían la aniquilación estaban los "Indios occidentales, los canaanitas, los piratas, vagabundos, asesinos, las amazonas y los anabaptistas".


Porque, como hemos dicho, Bacon entendía que la comprensión de la Naturaleza nos brindaría los medios para controlarla y, por tanto, extraer un beneficio material de ella. Sin embargo, hay una distancia nada despreciable entre la idea y su consecución, como pronto averiguaría la Royal Society inglesa, abanderada del nuevo pensamiento y que prometía más de lo que podía en verdad ofrecer. Por otra parte, esta nueva filosofía dividía el universo en dos partes: una física, abierta a la ciencia; y otra moral, terreno propio de la revelación divina. La ficción (y, concretamente, la ciencia-ficción) podía explorar las pasiones humanas y la esfera política, campos estos en los que la ciencia no debía intervenir. No faltaban razones para que aparecieran críticos a estos planteamientos. Uno de ellos fue Jonathan Swift (del que hablaremos más adelante)
Hay quien ha propuesto incorrectamente la obra de Bacon como el primer libro de ciencia-ficción. Ciertamente contiene algo de ciencia especulativa, como una alusión a submarinos y autómatas, pero carece de narrativa y la segunda parte, inconclusa a la muerte de su autor, no es más que una lista ("Prolongación de la vida, la restitución parcial de la juventud, el retardo del envejecimiento, la cura de enfermedades antes incurables", y así hasta 33 ideas sin desarrollar).
No hay comentarios:
Publicar un comentario