En 2021, el éxito de la película coreana “Barrenderos Espaciales” vino a confirmar que el público de todo el mundo, por alguna razón, siente cierto cariño por las historias que mezclan ciencia ficción y basura. Algunos ejemplos en otros formatos son novelas como “Deadly Litter” (1959), de James White; o “Terminal Alliance” (2017) de Jim C.Hines; el manga “Planetes” (1999-2004) de Makoto Yakimura y su excelente traslación al anime (2003); el comic “Basura” (1989) de Carlos Trillo y Juan Giménez; o series de televisión como la que ahora nos ocupa: “Quark” (en España, “La Escoba Espacial”).
Mucho
antes de “La Loca Historia de las Galaxias” (1987), “Héroes fuera de Órbita”
(1999) o “Futurama” (1999- ), el guionista y actor Buck Henry (que también había
sido el padre creativo del popular “Superagente 86”, 1965-1970) desarrolló un
episodio piloto para la NBC titulado “Quark”, que se estrenó tan sólo tres
semanas antes de que “Star Wars” iniciara su paseo triunfal y lo cambiara todo.
Diríase que era el momento perfecto para una comedia televisiva de CF, ¿no?
Desgraciadamente para todos los implicados, no fue así.
En el
año 2222, la barcaza de la Patrulla Sanitaria de las Galaxias Unidas comandada
por Adam Quark (Richard Benjamin) recorre la Vía Láctea en busca de... bolsas llenas
de basura. Relegado a la tarea más prosaica dentro de esa organización galáctica,
Quark anhela correr emocionantes aventuras a bordo de su propio crucero
estelar. Pero, por ahora, su trabajo consiste en limpiar los desastres provocados
por otras personas… al menos hasta que su Jefe le asigna misiones más peligrosas
por la sencilla razón de que nadie está en medio de la nada con mayor
frecuencia que la nave de Quark y que éste, más por suerte que por talento,
suele completarlas con éxito.
El suyo
es un trabajo tan necesario como desagradable. Y a cuya dificultad intrínseca
se añade el hecho de que Quark sea un jefe que es al tiempo apocado y cobarde
cuando trata con sus superiores y mandón y exigente cuando interactúa con sus
subordinados. Subordinados, por otra parte, bien poco convencionales y nada
dispuestos a dejarse intimidar. Más bien confunden y atosigan a su jefe con sus
múltiples excentricidades.
Ficus
Pandorata (Richard Kelton) es el oficial científico de la nave, un Vegeton (planta
humanoide vegetal) muy inteligente, observador y racional, pero también incapaz
de sentir emoción alguna, lo que excluye tanto el miedo como el tacto a la hora
de tratar con sus compañeros. Suele encontrar el comportamiento de éstos
difícil de comprender y su espíritu curioso le lleva a enzarzarse con Adam,
normalmente en los momentos más inoportunos, en conversaciones filosóficas de
lógica circular tan inútiles como interminables.
Betty Uno
y Betty Dos (Cyb y Patricia Barnstable) son las exuberantes pilotos y
navegantes de la nave. Son completamente idénticas porque una de ellas es un
clon, aunque ambas niegan serlo. Las dos tienen tendencia a pensar y hablar al
unísono y están igualmente enamoradas de Adam, pero como éste no puede
determinar cuál es la “auténtica”, opta prudentemente por mantener las distancias.
El
ingeniero de la nave es Gene/Jean (Tim Thomerson en el que debería haber sido
su papel revelación), un "transmutado" con un juego completo de
cromosomas masculinos y femeninos que, dependiendo del estrés que padezca ante
una situación dada y normalmente en el peor momento posible, puede, de forma
aleatoria comportarse bien como un ultramacho violento y arisco con un odio
patológico hacia los Gorgones (una suerte de Klingons), bien como un afeminado
pacifista, educado y asustadizo.
Andy
(Bobby Porter) es un robot cobarde, una pringosa colección de piezas de
repuesto que Adam ensambló y conectó a la consola de control de carga. El inmediato
superior de Adam es Otto Palindrome (Conrad Janis), burócrata de manual al que le
importan poco los problemas de la tripulación. Palindrome, a su vez, responde ante
“La Cabeza” (Alan Caillou), el gobernante de Galaxias Unidas, un enorme cráneo
sin cuerpo, ajeno a los problemas cotidianos de los humanos, con una mínima
tolerancia al fracaso y una perversa inclinación por arriesgar la vida de Quark
y sus hombres con la mínima excusa.
El piloto de media hora, emitido en mayo de 1977, era básicamente una parodia de “Star Trek”, hasta el punto de utilizar algunos de los mismos efectos de sonido. Puede que hacer una parodia de una serie finalizada casi diez años atrás no parezca la mejor de las ideas, pero lo cierto es que, aunque las tres temporadas de “Star Trek” (1966-1968) distaron de tocar el éxito, sus reposiciones desde comienzos de los 70 sí lo hicieron. Era, por tanto, un producto lo suficientemente conocido y apreciado por una parte del público como para que éste comprendiera la sátira de sus principales tropos.
La NBC
–que había emitido diez años antes la serie original de “Star Trek”- estaba
interesada en este nuevo programa, pero también tenía, por decirlo suavemente,
reparos; muchos y, en especial, con el personaje de Gene/Jean, aun cuando éste,
visto con la perspectiva del siglo XXI, era de lejos el más revolucionario.
Thomerson, invariablemente, robaba todas las escenas en las que aparecía y,
siendo el programa una comedia, interpretaba la personalidad “femenina” como
inconfundiblemente gay. Un ejemplo pionero, en fin, de “género fluido” en la
ciencia ficción décadas antes de que siquiera el término fuera acuñado. Sólo
por esto, la serie ya merece un reconocimiento. Sea como fuera y aunque el
actor revestía sus intervenciones con un efectivo humor, la cadena se
encontraba incómoda con ese cambio de sexo.
En el
piloto se había presentado otro personaje, el hastiado especialista en equipo O.B.Mudd
(Douglas Fowley), un trasunto del Doctor McCoy de “Star Trek”, que sería eliminado
antes de que “Quark” regresara a la pantalla como serie regular y reemplazado
por el mencionado Ficus, que venía a ser el equivalente a Spock. Es irónico que
la adición de Ficus reforzara aún más su naturaleza de parodia de “Star Trek”
porque el verano de 1977 le había brindado a los guionistas de la serie una
diana todavía más fresca y enorme para su espíritu satírico: “Star Wars”.
De
hecho, el fenómeno de la cinta de Lucas fue lo que animó finalmente a la NBC a
dar el paso y apostar por la CF. Ansiosos por capitalizar lo que nadie sabía si
iba a ser una moda pasajera, lo único que tenían a mano era “Quark”, así que
encargaron una media temporada de siete episodios, que empezó a emitirse casi
un año después del piloto, en febrero de 1978, ya sin la participación de
Henry.
Con su
regreso a la parrilla de programación (el primer episodio con una hora de
duración, el resto de 30 minutos), “Quark” diversificó sus “víctimas” y, aunque
varios de los episodios eran parodias directas de otros tantos de “Star Trek” (“Espejo,
Espejito”, “Los Años de la Muerte”, “El Permiso” y “El Mejor Ordenador”), se
diversificó lo suficiente como para burlarse de todos los tropos clásicos del
género que pudo antes de ser cancelada, como el personaje que envejece
rápidamente, los gemelos malignos, épicas en dos partes u ordenadores
inteligentes con problemas de personalidad. El título del episodio de apertura,
“"May the Source Be with You" (“Que la Fuente te Acompañe”) ya dejaba
bien claro que los guionistas tampoco tenían miedo de incorporar la actualidad
a su repertorio.
Sin
embargo, aquel regreso al horario de máxima audiencia (los viernes por la
noche) y a pesar del tirón popular que la CF estaba experimentando gracias a
“Star Wars”, se dilató tan sólo siete episodios antes de desaparecer en abril
de 1978 víctima de unos ratings de audiencia pésimos. Ni siquiera fue objeto de
reposiciones ni venta al mercado sindicado de la televisión americana
(probablemente debido a la brevedad de su recorrido). Y, sin embargo, dice
mucho de la serie que los pocos que vieron (vimos) la serie en una época
anterior no ya a las reediciones en DVD sino al video doméstico, jamás la
olvidaron.
Lo
cierto es que Buck Henry había creado en el episodio piloto un punto de
arranque irreverente y potencialmente revolucionario que, desafortunadamente, el
resto de los capítulos no pudieron o supieron mantener. Tenía los absurdos gags
y el ritmo vertiginoso de los mejores episodios de “Superagente 86” acompañados
por frases ingeniosamente divertidas, una combinación que los guionistas no fueron
capaces de sintetizar una vez Henry se apartó de la serie.
Así, algunos de los cambios que se efectuaron en la transición del piloto a la serie, a la postre no resultaron como quizá se esperaba. El cínico y quemado científico O.B.Mudd, la “voz de la razón” de esa tripulación de lunáticos, tenía un gran potencial cómico, sobre todo en lo que se refería a su relación con Gene/Jean. Por desgracia, el personaje que lo sustituyó, Ficus, pensado básicamente para resultar molesto, no desplegaba el mismo tipo de interacción combativa y desconsiderada con el resto del reparto, lo que recortó el filo cómico que había caracterizado al piloto.
Otro
personaje que experimentó significativas modificaciones fue el de Gene/Jean. El
piloto dejó claro que a Henry le gustaba introducir, de forma más afectuosa que
faltona, toques de humor gay (que hoy los más sensibles probablemente tacharían
de viles insultos homofóbicos). Thomerson está perfecto en ese capítulo
inaugural, saltando como si nada de la virilidad sensata de Gene a la
femineidad cuasi mística de Jean provocando en Adam una divertidísima
confusión. Pero en la serie, el talento de Thomerson se desaprovechó cuando
Gene/Jean pasa a quedar claramente influido por el Han Solo de Star Wars. Así,
la mayor parte del tiempo en pantalla la pasa adoptando una versión de “macho”
con pocas luces, mientras que su voz de Jean pasa a ser doblada por una mujer,
arruinando el sentido del personaje y desechando el trabajo del propio
Thomerson, que atildaba cómicamente su voz para “afeminarla”.
Afortunadamente,
el robot Andy no sufrió cambio alguno en su paso del piloto a la serie y
claramente se posiciona como el personaje más divertido del reparto. Imitando a
otros ilustres robots cinematográficos y televisivos, como Robby de “Planeta Prohibido” (1956) o el Robot de “Perdidos en el Espacio” (1965-68), su cobardía
e impulsos sexuales ofrecen algunos de los momentos más provocadores del
programa. Por ejemplo, al final del episodio piloto, Quark intenta averiguar
por qué los controles de basura de la nave se han vuelto locos, descubriendo
finalmente a Andy agrediendo sexualmente a la consola de control de carga
gimiendo patéticamente con su voz mecánica: “¡Te
amo! ¡Te necesito! ¡Te deseo!". Gags como estos no sólo son
sorprendentemente adultos para este tipo de programa en aquella época, sino una
hazaña por parte de Henry a la hora de burlar a los censores. En cualquier
caso, el neurótico y cobarde Andy tendría algunas de las mejores líneas de
diálogo en los ocho episodios, desde el primero (“La próxima vez que no recojan tu basura, piensa en este día”,
cuando es capturado y condenado a morir en “Que la
Fuente de Acompañe”) al
último (cuando responde al ordenador asesino de abordo, Vanessa 38-24-36, que
quiere liquidar a toda la tripulación: “Vanessa,
esta es mi familia. Vivimos y trabajamos juntos todos los días... Quiero que
sepas que estoy dispuesto a volverme contra ellos”)
¿Cuáles
fueron las razones del descalabro? Desde luego, no fue la carencia de humor.
Quizá, simplemente, fue un producto demasiado adelantado a su tiempo. Puede que
no fuera tan original y rompedor como “La Guía del Autoestopista Galáctico”
(que debutó en su formato primigenio de serial radiofónico, precisamente en
1978); ni tampoco una comedia tan asequible como “Enano Rojo” (al que aún le
quedaban diez años para nacer). “Quark” exigía cierta familiaridad con los
tropos que parodiaba, como también había sido el caso de la mencionada
“Superagente 86”, que era divertida por sí misma, pero todavía más si se
conocían las convenciones del thriller de espionaje que habían establecido
series como “El Hombre de CIPOL” (1964-68) o “Misión Imposible” (1966-73).
Aunque los fans de “Star Trek” sin duda apreciaron la respetuosa y divertida
sátira de su serie predilecta, posiblemente el público generalista de 1978 no
familiarizado con aquélla, posiblemente ni entendieron el humor paródico ni la
sofisticada ironía de la serie.
Pero es
que, además, la NBC estaba atravesando uno de sus peores periodos en lo que se
refiere a ratings de audiencia, habiendo colocado sólo cuatro programas en el
Top 30. Por si fuera poco, colocó “Quark” a mitad de temporada y un día y
franja horaria que había demostrado ser particularmente nefasta para la NBC,
incapaz de competir con otros programas emitidos por otras cadenas. “Quark”, en
particular, hubo de vérselas con “Donny y Marie” en la ABC; muy popular entre
las adolescentes; y “Las Nuevas Aventuras de Wonder Woman” en la ABC, que
consiguió atraer a un público masculino y joven. En resumen, que quedaba libre
poca de su audiencia potencial para prestar atención a los basureros espaciales
comandados por Adam Quark.
De
todas formas y aunque hubiera existido tal propósito, “Quark” ya no hubiera
podido continuar con el reparto original. Richard Kelton falleció en 1978 por
inhalación de monóxido de carbono en una caravana mal ventilada mientras rodaba
otra producción de la NBC, “Centennial”. Richard Benjamin inició una nueva trayectoria
como director en los años 80. Las gemelas Barnstable se convirtieron en una
presencia habitual en todo tipo de soportes, desde anuncios de chicles a
portadas de “Playboy”. Y Tim Thomerson pasaría a interpretar todo tipo de
papeles en producciones como “Más Allá del Valor” (1983), “Guardianes del
Futuro” (1984) o “Los Viajeros de la Noche” (1987).
Pese al
buen recuerdo que dejó en su época entre quienes pudimos verla, hay que admitir
que el tiempo ha hecho mella en esta fugaz serie. Una reformulación en clave
actual posiblemente también pasara desapercibida en un ecosistema televisivo despiadado,
disperso, efímero y sobresaturado de oferta. Pero en su momento constituyó una
propuesta muy prometedora con un gran reparto que podría haberse convertido en
un auténtico clásico de haber dispuesto de más espacio para desarrollarse. Dado
que no supone una importante inversión de tiempo, quienes estén interesados en
la ciencia ficción de esa época pueden echarle un vistazo, no tanto para
descubrir una joya escondida (porque nunca llegó a ese nivel) como para pasar
un rato divertido y ocasionalmente hilarante si se sabe tener paciencia con los
chistes anticuados.
Yo desde luego la vi, creo recordar que a lo largo de un verano en el pueblo, y coincido contigo en que me sigo acordando de ella con cariño, pese a no haberla vuelto a ver. Lo mismo con otras serie fugaces de la época, como los 7 de Blake o Los cuentos del mono loco. Gracias por traerla.
ResponderEliminarSaludos,
Ramiro
Otro que se acuerda con cariño de la serie. Es una lástima que no pudiera desarrollarse más, porque como dices tenía (visto desde ahora) un humor adulto a la par que absurdo que pocas veces se ha visto en la ciencia ficción. Los otros únicos ejemplos son los que enumeras aquí. Acompañando cómo la nave abría la boca para tragar la basura, uno de mis recuerdos más persistentes es cómo Ficus seduce sin pretenderlo a una mujer (¿princesa del espacio?) Y acepta tener relaciones sexuales con ella. Como es una planta se ponen los dos vestidos y haciendo el pino, dejando que el polen flote por el aire mientras cantan un bibibibi ridículo. Nunca vi el piloto, solo por eso creo que necesito rescatarlo. ¡Gracias por el recuerdo!
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