Crítico, compositor y sobre todo prolífico escritor, más asociado a la literatura generalista que a la ciencia ficción, la obra del británico Anthony Burgess fue mayormente ignorada en su país natal por razones de esnobismo cultural y religioso (sus orígenes sociales eran de clase media-baja y católicos). Es por ello que resulta paradójico que la única novela por la que es hoy verdaderamente recordado, “La Naranja Mecánica”, sea precisamente aquella que más amargura le provocó en las décadas que siguieron a su publicación.
La acción transcurre sobre el fondo de una Inglaterra futurista de tipo orwelliano y muy

Sin embargo, el procedimiento, que provoca incontrolables sentimientos de asco y enfermedad ante cualquier imagen mental de carácter violento, no sólo deja a Alex en un estado pasivo que le incapacita para defenderse en una sociedad tan agresiva como en la que vive, sino que su mente queda en tan mal estado que poco a poco se desliza hacia la locura. Entretanto, un grupo contrario al gobierno lo elige como símbolo de la naturaleza opresora del Estado. Un importante ideólogo de ese movimiento resulta ser el marido de una mujer que Alex violó en su etapa de delincuente juvenil…

El caso es que, apoyado financieramente por una herencia recibida por su mujer y los ahorros

“La Naranja Mecánica” destaca de entre muchas otras distopias por la valentía de su autor a la hora de utilizar el lenguaje, puesto que se trata de un libro sobre un futuro cercano narrado en un lenguaje futurista. De hecho, una de las razones por las que se retrasó tanto su publicación fue por la meticulosidad con la que Burgess trabajó en su lenguaje, un aspecto por el que siempre había demostrado un gran interés (él mismo había aprendido a hablar y escribir malayo durante su estancia en el servicio colonial): argots, neologismos, dialectos, jergas de las subculturas (o, como las denominamos hoy, “tribus urbanas”)…

Ésta llegó en 1961, a raíz de una estancia de varios días en Leningrado con su esposa. En primer lugar, tomó conciencia de que el régimen totalitario de la Unión Soviética también empezaba a tener problemas con sus propias bandas de adolescentes (en absoluto relacionadas con los disidentes políticos con los que la dictadura estaba acostumbrada a lidiar); esa nueva situación inspiró a Burgess a la hora de diseñar su distopia futurista. Pero sobre todo, la visita le animó a estudiar ruso otra vez (lo había

Este recurso puede inicialmente sorprender al lector e incluso provocar su rechazo: solamente en el primer párrafo del libro ya encontramos nada menos que catorce palabras desconocidas. El siguiente extracto, en el que Alex describe una de sus correrías, incluyendo una violación, es un ejemplo no sólo de la violencia del libro sino del uso del lenguaje que hacía Burgess:
“Lerdo se acercó a la débochca, que seguía haciendo crich crich crich, y le sujetó las rucas a la espalda, mientras yo le desgarraba esto y aquello, y los otros largaban los ja ja ja, y vimos que tenía unos buenos grodos joroschós, que exhibían unos glasos sonrosados, oh hermanos míos, entre tanto yo me sacaba los pantalones y me preparaba para la zambullida. Mientras me zambullía pude slusar los gritos de sufrimiento, y al veco escritor lleno de sangre que Georgie y Pete sostenían y que casi se soltaba, aulIando como besuño las palabras más sucias que yo conocía y algunas que él estaba inventando. Después de mí era justo que le tocase el turno al viejo Lerdo, y lo hizo resoplando y jadeando como una bestia, sin que se le moviera un centímetro la máscara de Pebe Shelley, mientras yo sujetaba a la filosa. Después hicimos cambio de parejas, el Lerdo y yo aferramos al baboseante veco escritor, que ya no luchaba casi, y apenas musitaba algún slovo aquí y allá, como si estuviese muy lejos, en el bar donde sirven la leche-plus, y Pete y Georgie tuvieron lo suyo. Luego, todo se serenó, y nosotros estábamos llenos de algo parecido al

Probablemente fue a la vista de pasajes como éste por lo que el editor americano de “La Naranja Mecánica” exigió la inclusión de un glosario de términos al final del volumen que facilitara las cosas al lector, aunque el propio Burgess era reacio a ello. Quería que el libro supusiera un desafío, que obligara a pensar y relacionar términos. Y lo cierto es que llega un punto de la lectura en el que su experimento florece: ya no es necesario recurrir continuamente al glosario, el lector se ve capaz de asignar inconscientemente a cada palabra su significado en función de la gramática y el contexto.
La utilización del nadsat, además de su valor experimental, tiene otra virtud: ayuda a dotar de

“La Naranja Mecánica” es una novela que refleja la brecha generacional abierta en los años sesenta entre la antigua guardia, representada por Burgess, y los jóvenes cuyas costumbres, gustos e inquietudes sus padres eran incapaces de comprender. Pero el principal tema del libro es otro muy diferente.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la esposa embarazada de Burgess fue asaltada y violada por un grupo de soldados norteamericanos estacionados en Inglaterra. Ese incidente se halla muy presente en la novela, donde trata de reflexionar acerca de quién eran aquellos atacantes, qué les

El principal discurso de la novela gira alrededor del libre albedrío y Burgess lo centra en el tema de la rehabilitación de delincuentes. Así, el nudo de la historia se asienta sobre un dilema moral: supongamos una sociedad arrasada por el crimen y la delincuencia en la que las autoridades, por mucho control que pretendan ejercer, se ven impotentes para defender a los ciudadanos. ¿Hasta dónde sería lícito llegar para salvaguardar la seguridad pública? ¿Podría considerarse como medida aceptable el lavado de cerebro de los infractores?
Cuando Alex habla con el capellán de la cárcel antes de someterse al procedimiento Ludovico,

Como el buen católico que es, Burgess defiende la postura de que provocar a la fuerza una aversión hacia el mal no es lo mismo que implantar un sentido de la moral o someterse voluntariamente a un proceso de rehabilitación. Para él, el bien y el mal son entidades separadas, opciones igualmente válidas. Si no existe la alternativa de ser malo, la elección de ser bueno no es más que un gesto vacío, carente de valor y significado. Los crímenes de Alex son horrendos, pero su condicionamiento psíquico, su lavado de cerebro, es aún peor. Ése es el significado del extraño título del libro: según Burgess, usaba el término “Naranja

El problema resulta aún más grave si tenemos en cuenta que Alex tiene tan sólo quince años, lo que convierte sus crímenes en actos todavía más horribles, pero también el castigo que se le inflige resulta asimismo más escalofriante, no sólo por las consecuencias físicas y psíquicas del mismo, sino porque aplicar un lavado de cerebro a alguien tan joven equivale a una rendición, a admitir el fracaso en encontrar cualquier otra solución de regeneración individual y colectiva.
Como representante del Estado, aparece el personaje del Ministro del Interior, símbolo de la cambiante postura del gobierno hacia sus ciudadanos. Su prioridad absoluta es la estabilidad de la sociedad y para conseguirla, el dirigente implementa dos políticas relacionadas con el comportamiento criminal: para aquellos delincuentes ya encarcelados, da el visto bueno al programa de rehabilitación experimental que destruye sus tendencias violentas. De esta forma, puede liberar espacio en las cárceles para los disidentes políticos, que son los que

El personaje del Ministro sirve como sátira de la inclinación de los gobiernos totalitarios a ignorar las necesidades y derechos de los individuos que resultan incómodos para el modelo de orden social oficialmente sancionado. Las libertades individuales y los principios éticos no significan nada para el político, ni tampoco tiene interés alguno en descubrir el origen de la violencia generalizada. La suya es una actitud totalmente pragmática enfocada a conseguir los fines del Estado en materia de seguridad y orden. Éste pasa por suprimir lo individual en beneficio de lo colectivo haciendo uso de los avances tecnológicos, los medios de comunicación de masas y la amenaza de la violencia entre otras estrategias. Cuanto más predecible sea un individuo, menos peligroso será.
Como he dicho al principio, el éxito de la obra fue fruto de no poca amargura para Burgess desde que se estrenó la película basada en ella en 1971. Él mismo describió “La Naranja Mecánica” como “una novela que estoy preparado para repudiar”. Como muchos autores cuyas reputaciones quedaron totalmente ligadas a una sola obra, Burgess estaba frustrado porque sólo se le conociera por un libro que, según decía, había escrito en tres semanas.
Pero también y quizá más importante, su malestar provenía de la polémica adaptación


Salta a la vista que el auténtico –el único, en realidad- interés de Burgess radica en los aspectos psicológicos y sociológicos del relato: las motivaciones de Alex, su proceso de transformación, sus orígenes sociales, los efectos del control estatal, los monstruos que se crean cuando se intenta manipular la mente y el alma… es, por tanto, una novela adscrita a la rama “soft” de la ciencia ficción. No hay aquí ánimo predictivo ni descripción de nuevas tecnologías o imaginativos artefactos; lo que le importa no es la Ciencia, sino la Humanidad.
En este sentido y por nombrar un ejemplo, uno de los detalles de la novela que más chocan hoy en día y que más la envejecen es la tozuda negativa de Burgess a admitir que la música pop-rock pudiera ser algo más que una tontería pasajera. Alex, tan creíble como resulta en su faceta de matón, cultiva un inverosímil amor por Beethoven, cuyas sinfonías lo sumen en un estado de trance violento. Ciertamente, el trashmetal aún no existía en 1962 y la nueva música pop era considerada por muchos (probablemente también por Burgess) como poco más que una

Dejando esa discordancia al margen, el gusto de Alex por Beethoven, símbolo de la cultura clásica, es la forma que Burgess tiene de decirnos que el joven alberga, efectivamente, inclinaciones artísticas, sensibilidad y potencial creador, pero que todo ello se canaliza hacia la violencia. De hecho, Alex ve la ejecución de sus propios crímenes y tropelías con cierto ánimo estético. El placer que siente al escuchar música clásica está relacionado con el éxtasis que experimenta durante sus actos de violencia. Al escuchar un disco, por ejemplo, Alex describe: “Los trombones crujían como láminas de oro bajo mi cama, y detrás de mi golová (cabeza) las trompetas lanzaban lenguas de plata, y al lado de la puerta los timbales me asaltaban las tripas y brotaban otra vez como un trueno de caramelo. ¡Oh, era una maravilla de maravillas!". Y, a continuación,


La novela contiene otros temas, como la necesidad de un objetivo vital. Burgess pensaba que la apatía y la neutralidad eran los grandes pecados de la sociedad inglesa de posguerra. “La Naranja Mecánica” ataca ese tipo de actitud en la figura de los padres de Alex: temerosos de salir al exterior y satisfechos de quedarse en casa dormitando frente a la televisión, ejemplifican lo que Burgess interpretaba como la naturaleza esencial de la clase media. Por contraste, hace que el “héroe” de la novela sea Alex, un individuo que busca activamente su satisfacción personal, aunque ello conlleve un tremendo sufrimiento para el prójimo.
Podría hablar también del juego de dualidades alrededor de las cuales se estructura la novela, o

La originalidad e influencia de la novela (en autores como Martin Amis o J.G.Ballard) no sólo está relacionada con su sobresaliente uso del lenguaje, sino por la honestidad con la que expone su tesis, a saber: que es mucho mejor para la Humanidad poseer libre albedrío, incluso aunque haya quienes lo utilicen para el mal, que verse privada de ello a favor de un condicionamiento externo, aun éste conlleve mayor grado de paz social. Es gracias a este trasfondo claramente católico y no a pesar de él, que “La Naranja Mecánica” ha pasado a ser un clásico no sólo del género, sino de la literatura del siglo XX.
Increíble, sin duda una novela que la envuelve su propia historia. Genial reseña.
ResponderEliminarIncreíble la cantidad de matices que aporta la reseña.
ResponderEliminarQue gran reseña!
ResponderEliminarAumenta el interés para seguir con su lectura, aparte de conocer sus orígenes e historia
Excelente...