En lo que se refiere a la ciencia ficción cinematográfica, los primeros años de la década de los sesenta vieron una continuidad en los temas ya establecidos en los cincuenta. Hubo cine espectáculo firmado por George Pal (“El Tiempo en sus Manos”, 1960), unas cuantas historias de suspense paranoico (“El Pueblo de los Malditos”, 1960), adaptaciones de novelas de Julio Verne (“El Amo del Mundo”), varios mutantes atómicos y un montón de películas de Godzilla y sus grotescos parientes. Pero como sucedió en los cuarenta, la calidad global de los films de CF era bastante mediocre (admitámoslo, con las películas de monstruos el argumento no se podía estirar demasiado).
Entonces, a mediados de los sesenta y en el ámbito de la literatura de ciencia ficción, surge una corriente experimental en forma y fondo que exploraba nuevos temas, jugaba con el estilo y las técnicas narrativas y aspiraba a elevar la calidad estrictamente literaria de un género tradicionalmente más centrado en la fuerza de las ideas que en el estilismo lingüístico y narrativo. Curiosamente, de forma casi simultánea, aparecen también en el cine creadores iconoclastas que, por ejemplo en Inglaterra, trasladan a la pantalla las obras de autores como Kinsgley Amis o John Osborne. Sin embargo, fue la vertiente francesa de ese movimiento la que acabaría teniendo una mayor influencia no sólo cinematográfica, sino también en el propio género de la ciencia ficción.
Estos directores franceses que no temían arriesgarse estaban integrados en un movimiento cinematográfico vanguardista e intelectual que se dio en llamar Nouvelle Vague o Nueva Ola. Sus militantes (Francois Truffaut, Alain Resnais, Roger Vadim o Jean-Luc Godard) no procedían de un sistema de grandes estudios como sus contemporáneos de Hollywood, sino que se habían nutrido a partes iguales de las teorías sociopolíticas marxistas y las películas clásicas norteamericanas de

El cine de la Nueva Ola desafiaba de forma consciente y provocativa los mecanismos de la narrativa tradicional y jugaba con el surrealismo para crear toda una serie de desconcertantes efectos estilísticos. Trabajos como “El Año Pasado en Marienbad” (1961), “Hiroshima Mon Amour” (1959), “Te amo, Te amo” (1968), todos ellos dirigidos por Alain Resnais, o “La Jetee”, (1962) de Chris Marker, destilan un abrumador sentimiento de tristeza por la memoria perdida; los films tenían frecuentemente una intencionalidad ideológica de cariz izquierdista, un sentido del humor seco e intelectual y también y demasiado a menudo, una pretenciosidad que lastraba el resultado final.
Desde otro punto de vista, estos directores se sirvieron de las nuevas tecnologías para crear las imágenes que caracterizaron su trabajo. Sacando provecho de la emergente tecnología de

Este nuevo tipo de cine en el que se abordaron temas existenciales tuvo mucho en común con la ciencia ficción literaria más vanguardista de la época. Hasta entonces, el cine, como la mayor parte de la literatura, estaba limitado por las convenciones narrativas. Los autores de la Nueva Ola, escritores o cineastas, rompieron tales barreras y empezaron a experimentar en el contenido y la forma. Así, existe una conexión directa entre el cine de la Nouvelle Vague y la Nueva Ola de la ciencia ficción literaria que se desarrolló en la segunda mitad de los sesenta. Resultó algo natural para los realizadores europeos el fijarse en la ciencia ficción como fuente de inspiración de sus visiones transgresoras y críticas con el pensamiento contemporáneo en las que

Godard sirvió como nexo de unión no sólo entre los mundos cinematográfico y literario, sino entre el mainstream y la ficción de género. En 1959, dirigió uno de los títulos más representativos de la vanguardia cinematográfica francesa: “Al final de la escapada” (1959), una anárquica reinterpretación del género negro norteamericano. Godard, como la mayoría de los intelectuales franceses de la década de los sesenta del pasado siglo, sentía una fascinación compulsiva por la cultura popular y sus géneros de ficción. “Lemmy contra Alphaville” fue producto de la misma y una de sus extravagancias más notables.
Un detective duro de la vieja escuela llamado Lemmy Caution (Eddie Constantine) es enviado por sus jefes, los Países Exteriores, a la ciudad de Alphaville para localizar a un agente desaparecido, Henry Dickson (AkimTamiroff). Aquélla es una gris urbe futurista emplazada en otro planeta y

Cuando ve morir a Dickson a manos de una mujer fatal, la misión de Caution pasa a ser encontrar a Von Braun y obligarle a abandonar el poder; si no lo consigue, debe matarlo y destruir la Alpha 60. Pero mientras intenta todo esto, conoce y se enamora de Natacha (Anna Karina), la adorable hija de Von Braun, que le ha sido asignada como guía de la ciudad. Es a través de esa relación que el detective redime la oscura alma de Alphaville enfrentándose a la totalitaria computadora

Feista, violenta y extraña, “Lemmy contra Alphaville” favorece la abstracción y el humor absurdo sobre la narrativa lineal y el suspense en su forma más tradicional, lo que contribuye a confundir tanto a los espectadores de hoy como a los de entonces, que asisten a un peculiar discurso estético y conceptual construido alrededor de los clichés del género negro y la ciencia ficción.
El personaje de Lemmy Caution había sido originalmente un detective creado en 1936 por el escritor Peter Cheney y que el actor norteamericano Eddie Constantine había interpretado en una serie de siete películas francesas de serie B que comenzó con “Cita con la Muerte” (1953), pero Godard lo reinterpreta deliberadamente como una caricatura estereotipada, una parodia. Hay escenas aleatorias de violencia insertadas como fotogramas congelados o sin sonido. La película está punteada por referencias sin demasiado sentido a películas o comics: “¿Mataron a Dick Tracy?”, pregunta en un momento dado Caution; “Sí, y a Flash Gordon”, le responden. Hay dos científicos llamados

La diatriba neoludita, en cambio, no resulta tan novedosa –Godard toma la idea de la Biblia en neolengua directamente de “1984” de Orwell-, aunque hay gags relacionados con ella que sí tienen cierta gracia, como esa máquina que le pide a Caution que inserte una moneda y a continuación le entrega un papel en el que dice simplemente: “Gracias”. La forma de derrotar a la diabólica Alpha 60, sin embargo, responde a un antiguo cliché de la ciencia ficción: plantearle a la inteligencia artificial un dilema que no pueda resolver, un truco que el capitán Kirk utilizará recurrentemente poco después en “Star Trek”.
A esta película se la suele calificar como “ciencia ficción sin efectos especiales. Ciertamente, Godard no se los podía permitir con el presupuesto de que disponía, pero probablemente tampoco

En lugar de diseñar y rodar elaborados planos con naves espaciales, ¿por qué no utilizar los reflejos de las farolas de la autopista sobre el parabrisas de un coche circulando rápidamente para

No es sólo que Godard estuviera rodando una película barata. La ciencia ficción del film es, al final, una simple conveniencia. Lo que el director pretendía era hacer una sátira de las expectativas del público: ciencia ficción sin efectos especiales, un film de acción con secuencias extrañamente estilizadas (como una que está compuesta enteramente de fotogramas estáticos y en cámara lenta; otra en la que lo único que ves es a Caution vapuleado pasando de un matón al

Desde luego, ello respondía también a la sensibilidad del propio director, más preocupado por el presente que por el futuro. En este sentido, Godard bien podría suscribir aquella afirmación de Ursula K.Leguin que decía que “la ciencia ficción no es predictiva sino descriptiva”. Pero también era la forma que el realizador tenía de bromear con los clichés del género al tiempo que desafiaba, desconcertaba e incluso molestaba al espectador con lo inesperado o lo oscuramente alegórico, una actitud que formaba parte de la filosofía de la Nueva Ola.
Ese juego del despiste se extiende, claro, al propio personaje de Lemmy Caution. Eddie

Aunque la misión principal de Caution es liberar a los ciudadanos de Alphaville del dominio de la


Pese a lo extraña que resultó en su momento, “Lemmy contra Alphaville” dejó un importante legado para autores posteriores, sobre todo porque fue el primer ejemplo de algo que puede

“Lemmy Caution contra Alphaville” goza de un enorme prestigio entre los críticos más sesudos, quienes no dudan en calificarla de obra maestra. Personalmente no digiero muy bien este tipo de

Hoy, el frío y distante estilo documental de aquellas películas sigue siendo una experiencia

El film requiere del espectador que haya hecho sus deberes. No se puede entender el espíritu de “Lemmy Caution contra Alphaville” si no se conoce el contexto de la película y la cultura contemporánea del momento. Y ahí descansa su importancia: en efecto, es la primera película del género que sabe que es una película. Otros filmes desde entonces, como “Matrix”, han bebido de la idea de satirizar el medio y sus convenciones, pero esta es la película que les enseñó a los Wachowsky cómo hacerlo. Por eso sigue siendo un clásico.
A mi me parece una película genial. Para verla hay que dejarse llevar, no se puede videar sin dejar la zona de confort de lo lógico, lo realista y lo convencional. Por ejemplo lo de las ejecuciones es surrealista, pero no lo es Corea del Norte? Esta especie de 1984 es una ataque al pensamiento utilitarista, tanto el comunista-totalitario como el capitalista-consumista pues ambos buscan descerebrar al humano. El metraje en negativo, si no me equivocó de escena, refleja el colapso de la computadora al igual que el que los habitantes de Alphaville vayan doblados. Todo Alphaville falla porque está conectada con la computadora que está colapsándose porque no es capaz de computerizar lo inútil y lo viejo. No te parece Alpha-60 un clarísimo precedente de HAL?
ResponderEliminarVAya, me alegro de que te gustara tanto. Admitiendo sus puntos fuertes, y como decía en el comentario, a mi me parece algo indigesta, pero no la califico ni mucho menos como mala película. Bueno, algo de parecido tiene con HAL esa computadora, pero ya en la ciencia ficción pulp de dos décadas antes abundaban los ordenadores -y robots- con tendencia a funcionar mal... Un saludo y gracias por tu comentario!
ResponderEliminarMe refiero en el diseño. Esa voz, ese ciclopismo... Oye, puedes recomendarme algún libre sobre el Cine de Ciencia Ficción?
ResponderEliminar100 Películas Imprescindibles de Ciencia Ficción, por ejemplo, de editorial Jot Down. Películas Clave del cine de Ciencia Ficción, de Sergi Sánchez, de editorial Ma Non Troppo. y el Díptico escrito por Javier Memba, La Edad de Oro de la Ciencia Ficción (1950-1968) y La Nueva Era del Cine de Ciencia Ficción (1971-2011), de Ty B Editores.
ResponderEliminarGracias. Tengo el 2º. El 1º no me convence mucho porque no me gustan los recopilatorios, los otros sí habían captado mi atención. Los apunto.
ResponderEliminarDe esta película sacaron el nombre el grupo de synthpop de los 80 llamado Alphaville,que tiene éxitos como forever young y big un japan, yo la vi en VHS cuando aún existía ese formato y me costo entenderla, me acuerdo del chiste y de que Lemmy trabajaba para le fígaro/Pradva
ResponderEliminarSí, efectivamente, Alphaville tomaron el nombre de la película. Gracias por añadirlo. Un saludo.
ResponderEliminarMagnifico este blog, es reconfortante encontrar a gente tan apasionada como unx, muchas gracias; son tiempos dificiles y este film es un claro ejemplo de que la literatura y la filosofia son fundamentales, no dejemos que mueran en las universidades.
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