sábado, 16 de febrero de 2013

1934-LOS HOMBRES DE LA LENTE - E.E.Smith (2)




(Viene de la entrada anterior)

Algunos comentaristas sugieren, por ejemplo, que tratar de analizar la moralidad que se desprende de la obra a partir de sus heroicos personajes, imaginativos pero unidimensionales, es una equivocación. La extravagancia y el exceso suponen la base de las aventuras espaciales de Smith. Su estilo se esfuerza siempre por enfatizar esos aspectos y ello le hace casi siempre caer en una prosa recargada en la que abundan los superlativos (titánico, colosal, enorme, gigantesco…) y las expresiones melodramáticas y efusivas.

Sin embargo, detrás de una prosa torpe y unos diálogos bastante bochornosos, se esconde su habilidad por inspirar en el lector asombro y maravilla. Smith sabía que el tamaño y el poder eran la clave para despertar esas emociones: millones de años, naves del tamaño de planetoides, esferas de “realidad negativa” con tremenda capacidad destructora, imperios en guerra, tremendas batallas, miles de mundos alienígenas… es lo que Brian Aldiss bautizó “la glamorosa enfermedad del gigantismo”.

La saga Triplanetaria no sólo abarcaba eones sino que fue la primera que ascendió a la categoría de héroes a extraterrestres no humanoides. Abundaban los alienígenas superinteligentes, ya fueran benevolentes o no. Desde reptiles alados hasta seres de múltiples patas sin ojos y dotados de poderes extrasensoriales, o “respiradores de veneno de sangre fría”. Algunos se aliaban con los malvados Boskone y otros se unían para combatir en defensa de la civilización galáctica pero todos eran dignos representantes de la tradición alienígena iniciada en los relatos de Stanley G.Weinbaum. El germen de esas tripulaciones mixtas tan comunes luego en el género (“Star Wars”, “Babylon 5”, “Star Trek”), reside por tanto en la obra de E.E.Smith.

Esa refrescante aproximación queda por desgracia compensada por la predictibilidad en el marco socio-político de su universo. Smith era insuperable describiendo batallas y héroes, pero sus mundos eran socialmente idénticos al nuestro: tecnocráticos, capitalistas y militarizados, una extrapolación que incluso a los lectores de la época les parecía implausible.

Campbell, ejerciendo su prerrogativa editorial, defendió con firmeza a “Doc” Smith: “Nuestra
sociedad se encuentra en la etapa de “civilización de los territorios recién adquiridos”. La civilización de la épica de Smith está en el mismo momento histórico. ¡Sería similar a la nuestra!” Pero las críticas no desaparecían. Un lector que escribió al correo de la revista en 1940 identificaba una evolución negativa en la prosa de Smith: “En “Patrulla Galáctica” ofrecisteis al lector inteligente la imagen de una galaxia de dimensiones inimaginablemente vastas. En cambio, en “Hombres Grises de la Lente” pasáis a encoger esa monstruosa agregación de estrellas y, por decirlo de alguna manera, la ensuciáis con enjambres de mineros de meteoritos, reminiscentes del antiguo sistema del siglo XX”.

La revolución informática apenas había cobrado forma en la mente de escritores y científicos cuando se debatía sobre este tema en las páginas de correo de fans de “Astounding”. Los sistemas de recolección, procesamiento y distribución de la información podrían dar obviamente lugar a sistemas sociales y políticos muy diferentes del nuestro, pero lo cierto es que pocos escritores de ciencia ficción de los siguientes cuarenta años decidieron explorar esas nuevas posibilidades y prefirieron seguir transitando por las seguras y conocidas directrices de Smith en las que la exploración de las lejanas regiones del espacio eran efectuadas de acuerdo a la mejor tradición de la marina; o creando regímenes políticos de largo alcance más o menos totalitarios. Los autores –incluso los de mayor talento- parecían incapaces de imaginar una sociedad galáctica si no era en términos de absolutismo y/o feudalismo. Ello daba lugar, invariablemente, a anacronismos.

Por nombrar sólo un ejemplo bien conocido, ¿por qué debería Scotty, el ingeniero de la nave estelar “Enterprise”, tener un acento escocés? ¿Simplemente porque, desde la invención de la locomotora, en las ficciones de lengua inglesa esa nacionalidad ha tendido a identificarse con esa “casta” profesional? Mirado de esa forma, la space opera de Smith, repleta de alienígenas no humanoides pero integrados en la sociedad galáctica, parecía incluso más vanguardista que “Star Trek”.

Tampoco el marco sociológico en el que Smith hacía evolucionar a sus telépatas ha soportado bien el
paso del tiempo. Los telépatas –humanos, sobrehumanos y no humanos- eran comunes en la ciencia ficción pulp: villanos que utilizaban el poder de sus mentes para alcanzar sus malvados objetivos; héroes que los usaban para estropear los planes de aquéllos y torpes individuos que los aplicaban de forma inepta. Kimball Kinnison, el héroe de la Patrulla Galáctica, fue un insigne representante de su especie. En la segunda entrega de la saga, Kinnison sintoniza su mente con la de un formidable ser extraterrestre llamado Worsel, que tiene “un cuerpo reptiliano, un cable sensible y flexible de acero viviente rematado por un aguijón de doble filo y tan cortante como una cimitarra”, pero que, afortunadamente, “emite onda tras onda de poder amistoso y benevolente” hacia su compañero humano. En el episodio final, “Hijos de la Lente”, Kinnison ha engendrado cuatro hijas y un hijo todos ellos con poderes mentales aún más intensos que los de él.

La space opera de Smith, inserta todavía en la tradición tecnológica tan apreciada por Hugo Gernsback, trataba las capacidades mentales como otro artefacto cualquiera, como si fuera una pistola de rayos. Había algunas reflexiones muy básicas sobre las implicaciones éticas de la lectura de mentes: que si invade la intimidad, que si debería o no usarse para hacer trampas en los exámenes… Pero la conclusión de E.E.Smith en este aspecto no era muy diferente a la que hubiera llegado J.Edgar Hoover: cuando los “buenos” se enfrentan a los “malos”, la policía puede usar cualquier método, por poco ortodoxo que sea, en tanto obtenga resultados. Todo el proceso mental estaba estructurado en términos de ataque y defensa. Si los patrulleros galácticos utilizaban Lentes para amplificar sus pensamientos, sus oponentes desarrollaban pantallas mentales protectoras.

A diferencia de otros contemporáneos, Smith tendía a extrapolar su tecnología ficticia a partir de inventos ya existentes en lugar de lanzarse a lo ilógico o lo imposible simplemente porque facilitara el desarrollo del argumento. En sus relatos aparecieron también elementos deformados del mundo real no precisamente tecnológicos. Boskonia, la cultura pirata interestelar que lucha contra los Hombres de la Lente, alcanza un grado de bajeza moral que deja en buen lugar a los fascismos contemporáneos. La Gran Base de Boskonia, localizada en “un pequeño pero confortable planeta a alguna distancia de la galaxia”, sobrepasa cualquier fantasía nazi. Su brutal y eficiente personal vive bajo el lema de “Querer es Poder”. Su líder, el “portavoz de Boskone”, es Helmuth. Tal nombre, aunque aplicado a un ser cuyos ojos, cabello y piel son azules, tiene sin embargo un inconfundible sonido germano. Semejante amenaza a la civilización, decía el autor, sólo podía vencerse de una forma: “una guerra de total, completo y despiadado exterminio”.

Todavía más “nazis” en su aspecto y mentalidad eran los horrendos “Eich”, a los que la Patrulla
Galáctica tiene que enfrentarse en “Hombre Grises de la Lente”, serializada entre 1939 y 1940, cuando daba comienzo la Segunda Guerra Mundial. Racistas no solo hacia otros humanos de diferente piel sino hacia todos los “respiradores de oxígeno de sangre caliente”, esta terrorífica especie se gana sin embargo cierto respeto como enemigo. Aunque son malvados, “antisociales, locos por la sangre, obsesionados con una insaciable sed de poder y conquista”, los Eich –como las Waffen SS y otros cuerpos militares nazis- son descritos por Smith como “valientes…organizadores por excelencia… a su manera, creadores y hacedores. Tienen el coraje de sus convicciones y las persiguen hasta su amargo fin”. Los lectores de “Astounding” no tuvieron dificultades en comprender la metáfora y de tanto en tanto aparecía alguna carta en la página de correo comentando la situación mundial y haciendo referencia a “Adolf Schickelgruber y sus ochenta millones de Boskonianos”.

El correr de los tiempos también se dejó sentir en otras parcelas del universo de ficción de Smith. Atrás quedaron los días en los que el escritor se veía obligado, ante su propia incapacidad, a encargar a una mujer la redacción de los pasajes románticos (eso es lo que hizo en su saga “La Alondra del Espacio”). Sus nuevas heroínas, tal y como un lector hizo notar en una carta al editor en 1942, ya no eran “accesorios inútiles para amplificar la presencia de los héroes. Smith, en la serie de los Hombres de la Lente, ha descubierto que, efectivamente, una mujer puede, de vez en cuando, intervenir y hacer algo”.

Es más, la ideología de la propia saga –a diferencia de “La Alondra del Espacio”- era, en sí misma, igualitaria. La Civilización galáctica y la igualmente extensa cultura Boskoniana contienen una gran diversidad de grotescas formas de vida y sociedades; hay seres humanos convencionales que trabajan para los malvados Boskonianos, y hay “respiradores de veneno de sangre fría”, como Smith los llamaba, que son héroes en la cruzada de la Civilización. Pero el único rasgo biosocial que todos en la Civilización comparten, tal y como descubre Kimball Kinnison, es la igualdad de sexos. En cambio, Boskonia prefiere emplear como sus principales agentes humanos o bien a supremacistas varones o, más raramente, matriarcas. Sus villanos definitivos, los misteriosos Edorianos, no son humanos, sino seres asexuados que se reproducen por fisión, como amebas.

Pero aunque la teoría de Smith era correcta, a la hora de desarrollarla los resultados eran mediocres. La Patrulla Galáctica es un cuerpo abrumadoramente masculino y la Civilización, aunque incluye los más variopintos alienígenas, es un sistema claramente terrestre, capitalista y dominado por los varones. Si la enfermera Clarrissa Mac Dougall está construida como la heroína perfecta para Kinnison, éste asciende aún más en su comportamiento heroico, hasta tal punto que es demasiado sobrehumano como para ser verosímil. Así, si la mujer gana en posición dentro de la space opera de Smith, el hombre asciende aún más, dejando la situación relativa de ambos sexos igual que antes.

Para que podamos hacernos una idea del impacto que tuvieron estos libros en muchos lectores de la
época, cito a continuación las palabras de Isaac Asimov rememorando sus años jóvenes: “Recuerdo como si fuese hoy mismo los sentimientos que me embargaron cuando me senté en la sala de nuestro piso y leí la primera entrega de la nueva serie en cuatro partes de Edward E.Smith, “Patrulla Galáctica”. Creo que nunca he disfrutado tanto con ningún texto. Nunca saboreé tanto cada palabra. Nunca experimenté una impaciencia tan intensa como cuando llegué al final de la primera entrega, comprendiendo que habría de esperar un mes entero para leer la segunda. Nada volvió a ser igual que antes”.

Muchas de las ideas de Smith encontraron reflejo en otros medios: el cuerpo de los Linternas Verdes, por ejemplo, fue creado por John Broome (uno de los primeros creadores postmodernistas de comic) al comienzo de la Silver Age. Este cuerpo de policías galácticos no eran sino un cariñoso homenaje a los Lensmen de E.E.Smith.

Pero no sólo la Ciencia Ficción le debe mucho a Smith. Sus escritos inspiraron al Almirante Chester Nimitz, Comandante en Jefe de la Flota del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. El famoso militar reconoció expresa y personalmente su deuda con Smith, confirmando que la idea de desplegar toda la información táctica de relevancia en un sistema integrado y coherente fue copiado por la Marina a partir del “tanque” que aparecía en la serie de los Hombres de la Lente: “Aquí alcanzó usted la situación en la que la Marina se encontró: más canales de comunicaciones que sistemas de integración que pudieran manejarlos. En su escrito usted proponía precisamente tal técnica de integración y ha probado ser todo lo ventajosa que podía”.

La serie de los Hombres de la Lente, como su predecesora “La Alondra del Espacio”, hoy se antojan un tanto caducas. La prosa no tiene demasiada calidad y su maniqueo planteamiento resulta demasiado simplista. Sin embargo, hay algo en estas historias, una especie de fuerza interior y sentido de la aventura maravillosa, que ha mantenido su popularidad a lo largo de los años y seguro que las aventuras de sus nobles héroes siguen cautivando a los lectores más jóvenes

5 comentarios:

  1. Hasta ahora lei solo Triplanetario y me parecio bastante divertida. lamentablemente no hay casi nada en castellano (lo que lei lo baje de internet) Es evidente que Lucas algo debe haber leido de este autor, pues las batallas tienen su inspiracion en las descritas por ese autor. A pesar de su evidente inocencia, la c-f de los años 30 y 40 tienen ese no se que hace seguir leyendolos.

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  2. Lucas siempre dijo que se había inspirado en Flash Gordon, concretamente en los seriales que se rodaron de 1936 en adelante. Pero es evidente que el romance planetario/space opera de Flash Gordon comparte muchos elementos con otras obras del periodo de los treinta. Todos se copiaban e influenciaban unos a otros. Aunque las obras de Smith no son algo que recomendaría a un lector experimentado, sí pueden ser una buena introducción en el género para gente joven.
    Un saludo y gracias por el comentario.

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  3. fantasticas entradas pero.... Y la adaptacion en anime? me gusto mucho que mencionaras la relacion que los Green Lantern Corps tienen con los Lensman, de echo yo pensaba hacer una entrada para comentar esa relacion....pero ya me ganaste......XD saludos.

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  4. La adaptación en anime la vi hace muuucho tiempo, demasiado para poder hacer una crítica en condiciones -aunque la verdad es que no impresionó demasiado-. La relación Green Lantern/Lensman es bien conocida y de hecho una de las Lantern se llama Arisia, en honor a la raza benevolente de los Lensmen. No en vano Julius Schwartz -quien revitalizó al personaje en los cincuenta- había sido editor de revistas de CF y era un gran aficionado al género. De ahí el homenaje/plagio

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  5. muy lindo post. mi contacto con smith se dio a partir de un librito que compré en una casa de saldo con ensayos de asimov y en uno el menciona las cuatro "novas" de la ciencia ficción: el primero era smith al que todos siguieron; luego estaban robert heinleim y arthur c. clarke y él obviamente.
    no sé si será el padre de la space opera, pero es interesante ver que muchos de sus conceptos fueron "apropiados" por la DC tal y como dijeron. seguramente schwartz actúo homenajeando calidamente a sus ídolos pero la maquina de cortar carne que es la industria yanki, no. saludos.
    www.malditocerrado.blogspot.com

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