Desde hace más de un siglo, el cine de Frankenstein ha sido uno de los pilares del género de terror, aunque su relevancia ha disminuido bastante desde los años 2010. La primera película que se rodó sobre esa criatura fue “Frankenstein” (1910), de Thomas Edison, pero su auténtica elevación a icono de la cultura popular se lo debe a la versión que realizaron los estudios Universal en 1931, protagonizada por Boris Karloff y con un éxito que propició la aparición de varias secuelas y popularizó el tropo del científico loco. La productora británica Hammer Films también tuvo mucho éxito con su propia versión, comenzando con “La Maldición de Frankenstein” (1957), protagonizada por Peter Cushing y que también generó una larga lista de secuelas. Desde entonces, han ido apareciendo periódicamente muchas adaptaciones de la clásica historia de Mary Shelley (1818), ya fueran traslaciones fieles, parodias, versiones cómicas e incluso eróticas.
Pero, sin duda, una de las mejores y más originales
reinterpretaciones de este mito fue la que en 2023 dirigió Yorgos Lánthimos a
partir de la novela “Poor Things: Episodes from the Early Life of Archibald
McCandless M.D., Scottish Public Health Officer” (1992), escrita por el escocés
Alisdair Gray y sobre la cual el guionista Tony McNamara y el propio realizador
se tomaron importantes libertades, manteniendo el foco en el personaje femenino
en lugar de prestar atención alguna a su esposo, dándole un barniz más fantástico
y menos escocés.
El director griego Yorgos Lanthimos alcanzó el éxito con su
segunda película, “Canino” (2009), una comedia extraña y absurda sobre unos
padres que mantienen a sus hijos recluidos en casa durante toda su infancia y
cuyo único contacto con el mundo es a través de su imaginación. Sus siguientes
películas, “Attenberg” (2010) y “Alps” (2011), tuvieron una recepción más
dividida. Posteriormente, dirigió “Langosta” (2015), su primera cinta en
inglés, una historia absurda y de humor negro ambientada en un futuro en el que
se obliga a las personas a tener pareja, bajo la amenaza de ser convertidos en
animales si no la encuentran. El trabajo de Lanthimos durante este período se
caracteriza por su descripción de realidades alternativas íntimas habitadas por
personajes que desafían las normas sociales, un particular sentido del humor y
las interpretaciones sobrias.
Lanthimos comenzó a explorar aproximaciones y géneros más
convencionales con “El Sacrificio de un Ciervo Sagrado” (2017), en la que Barry
Keoghan maldice a la familia de Colin Farrell. Esta película fue elogiada por
la crítica, que se mostró aún más entusiasmada con su siguiente propuesta, esta
de ambientación histórica: “La Favorita” (2018), su primera colaboración con
Emma Stone y por la que fue nominado al Óscar al Mejor Director. Tras unos
cuantos videoclips y cortos, llegó su siguiente largometraje, “Pobres
Criaturas”, que, tras su estreno en el Festival de Venecia (donde obtuvo en
León de Oro) cosechó un gran éxito y fue incluida en la mayoría de las listas
de las mejores películas de 2023, recibiendo múltiples nominaciones a los
Globos de Oro (ganando a Mejor Película de Comedia y Mejor Actriz de Comedia),
los BAFTA, diversas asociaciones de críticos y los Óscar, incluyendo Mejor
Película, Mejor Director y Mejor Actriz (Emma Stone).
Londres, finales del siglo XIX. El cirujano experimental
Godwin Baxter (Willem Dafoe) contrata al estudiante Max McCandles (Ramy
Youssef) para que observe a Bella (Emma Stone), su paciente. Max toma notas
sobre el comportamiento infantil y desorientado de Bella y su dificultad para
aprender cosas básicas del día a día. Fascinado por la joven, insiste en saber
quién es hasta que, finalmente, Godwin confiesa que se trata del cadáver de una
mujer embarazada que se lanzó desde un puente. Le implantó el cerebro de su
hijo no nacido y la resucitó.
Godwin le pide a Max que se case con Bella, con la
condición de que ella nunca salga de casa. Max acepta, pero cuando contratan al
abogado Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo) para redactar un contrato a tal
efecto, éste, un hombre libertino y mujeriego, queda también fascinado por
Bella. Wedderburn se fuga con ella, llevándosela a un viaje en barco por
Europa, donde su relación se torna tumultuosa. La muchacha se maravilla con
todo lo que aprende visitando nuevos lugares y conociendo personas diferentes, pero
le resulta difícil adaptarse a unas normas sociales que le parecen castrantes y
estúpidas. Cuando Bella le roba el dinero a Wedderburn para dárselo a los
pobres que encuentra en un puerto de Grecia, aquél se arruina y la abandona en
París, donde el único trabajo que ella encuentra para ganar algo de dinero es
en un burdel.
Desde “Langosta”, las películas de Yorgos Lanthimos han venido
adoptando una dirección mucho más, digamos, convencional. El humor negro y
absurdo de sus primeras obras ha sido reemplazado por una narrativa dramática
más directa. No se puede decir que "Pobres Criaturas” carezca por completo
de ese humor excéntrico y peculiar, pero dista mucho de "Canino”, en la
que el espectador debía hacer un notable esfuerzo para comprender la extraña y
oscura atmósfera que desprendía la pantalla.
La película cuenta con un guion excelente en cuanto a
personajes, trama, ritmo, diálogos y giros inesperados. Además, puede decirse
que es mucho más fiel a la novela de Shelley que la mayoría de las películas
sobre el tema, ya que no presenta a la criatura como un ser masculino grotesco,
simple y torpe, sino como una mujer sensible, curioso, atractivo y con un
carisma que, en vez de provocar rechazo entre quienes la rodean, se sienten
atraídos por ella. De hecho, Bella aprende rápidamente y es capaz de debatir
sobre filosofía, por ejemplo, aportando agudas observaciones sobre la
naturaleza humana y la irracionalidad o hipocresía de determinadas convenciones
sociales.
Como muchas películas y series de televisión de la década
de 2020, "Pobres Criaturas” incluye un subtexto feminista: a lo largo de
su peripecia y de maneras que a veces resultan divertidas y otras conmovedoras,
Bella, consigue liberarse del control que diferentes hombres, en distintas
etapas de su evolución vital, tratan de ejercer sobre ella, descubriendo en el
proceso su propia identidad. Una muestra de esa transformación es que, conforme
avanza la película y ella va construyendo su personalidad, repite su nombre con
mayor frecuencia. Al principio, pronuncia "Bella" en tercera persona,
como lo haría un niño pequeño; pero cada vez lo expresa con más énfasis, y en
un momento dado añade el apellido de su “creador”, Baxter. A partir de
entonces, dice ambos identificativos como si fueran uno solo, una especie de
mantra, de grito de rebeldía, una declaración de principios.
Aunque todo este proceso de independencia personal y autoafirmación
de su estatus femenino está contado con mayor dosis de humor, su espíritu no es
muy distinto del sutil feminismo de "La Novia de Frankenstein" (1935),
una película que, aunque basada en la historia de Shelley, se centra en la
rebelión de la novia del título contra su creador impulsada por su anhelo de
independencia. El personaje de Bella y su evolución presentan también ciertas similitudes
con la “Barbie” (2023) interpretada por Margot Robbie. A diferencia de
"Barbie", que transmite un mensaje misándrico poco atractivo, el
feminismo de "Pobres Criaturas” se presenta de forma más elegante y de
fondo, de manera que el espectador puede, si así lo desea, ignorarlo sin perder
nada del humor, emoción y diversión que ofrece la película.
“Pobres Criaturas”, sin embargo, adopta también un enfoque
con el que no estoy tan de acuerdo y no tanto por pacatismo como por limitador.
Hay sexo, mucho sexo. Cuando Bella lo descubre, no hay quien la pare. Disfruta
con ello y no tiene reparos en admitirlo con naturalidad y sin ápice de
culpabilidad. De hecho, cuando decide ejercer de prostituta, no lo ve tanto
como una actividad degradante como otra forma de explorar la condición humana
y, ocasionalmente, incluso disfrutar con ello. Su autonomía como mujer, por
tanto, se expresa principalmente a través del sexo. Es cierto que Bella desarrolla
una activa vida intelectual, pero se dedica mucho menos tiempo en pantalla a
ese aspecto que a las escenas de sexo. ¿Qué pasa entonces con aquellas mujeres
a las que el sexo no les interesa tanto? ¿O con quienes prefieren definirse por
sus inquietudes intelectuales y creativas, más que por su vida sexual? No se
entienda esto como un factor que reste calidad a la película. Está claro que la
protagonista valora su mente y consigue que también lo hagan los hombres que
conoce, pero también que el director –quizá porque el cine suele mos
trarse más
remiso a mostrarlo explícitamente- da mayor importancia a la vertiente sexual.
Mucho más que otros films, “Pobres Criaturas” es una película que descansa sobre la interpretación de su actriz protagonista. Las primeras escenas (en blanco y negro, en los 40 primeros minutos de metraje), la muestran como una especie de niña salvaje, incontrolable y caprichosa, una variante de la olvidada "La Mente del Sr. Soames” (1970), aunque con el sello humorístico de Lanthimos. Sin embargo, la cinta (y la actuación de Emma Stone) cobra vida y color una vez Bella sale al mundo exterior. En ese momento, “Pobres Criaturas” se convierte en una película sobre una alegre marginada, con abundante carga humorística gracias a las ocurrencias y travesuras de Bella, una mujer ingenua e inconformista de acuerdo a los rígidos parámetros de la sociedad.
Ya sea con sus entusiastas encuentros sexuales, sus
intentos de mostrarse educada durante una cena con respuestas automáticas
memorizadas de antemano, bailando con Mark Ruffalo o con exabruptos hilarantes
como "Voy a matar a ese bebé", Emma Stone brilla de forma
sobresaliente, ofreciendo una interpretación memorable que sin duda se contará
entre lo mejor de su carrera. El reparto de secundarios está también a un gran
nivel. Willem Dafoe en especial, especializado en papeles con un punto grotesco
e histriónico, ofrece un aspecto peculiar gracias a su rostro deformado por cicatrices
y deformaciones, el tipo de cara que suele reservarse no para el creador del
monstruo, sino para su criatura.
La película ofrece un diseño visual tan extravagante como
fascinante. La casa del Dr. Baxter está llena de extrañas criaturas híbridas,
como una gallina con cabeza de bulldog o un pato con cuerpo de cabra. La
ambientación parece situarse en un mundo de estilo steampunk, con dirigibles
surcando el cielo y tranvías por las calles. Baxter lleva a Emma Stone a dar un
paseo en lo que parece un carruaje tradicional, pero que, al observarlo con
mayor detenimiento, resulta estar propulsado por vapor, siendo el caballo
colocado delante una mera figura decorativa. Los cielos están pintados con
colores hiperrealistas e imposibles. Los interiores son una exuberante y
colorida explosión de texturas: abanicos con forma de narcisos en un café,
barcos y edificios que parecen sacados de un cuento infantil… Sin olvidar el
vestuario, especialmente el de Emma Stone, con atuendos llamativos y
originales.
En fin, que el diseño, la escenografía, el vestuario y la
fotografía crean un estilo visual que mezcla lo steampunk con el surrealismo
añadiendo un toque de terror gótico, como si hubieran fusionado un cuadro de Magritte
con una novela victoriana. A todo lo cual hay que sumar la banda sonora
experimental y ecléctica de Jerskin Fendrix, cuyos oboes, gaitas y acordes
contribuyen a subrayar la sensación general de extrañeza que causa esa
alucinada realidad alternativa que vemos en pantalla.
Dadas las peculiaridades del director y la película, podría pensarse que no es un producto recomendable para todo el mundo. Sin embargo, las notas que le otorgan los principales agregadores de Internet (entre un 8 y 9 sobre 10), nos dicen lo contrario: que el realizador ha sabido conectar con un rango de público muy amplio. “Pobres Criaturas” es una obra tan rica y compleja como provocadora y sensorialmente estimulante que nos sumerge en una versión fantástica del pasado, desafiando con cada escena convenciones y expectativas. Con su mezcla de ciencia ficción, fantasía, tragicomedia, sátira social y humor, es una película original que sin duda quedará para el recuerdo como una de las imprescindibles de la tercera década de nuestro siglo.
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