En “Star Trek III: En busca de Spock” (1984), Leonard Nimoy había pasado a ocupar la silla del director de la vertiente cinematográfica de la franquicia. Su visión le llevó a alejarse de las aventuras galácticas que habían constituido el espíritu de la serie televisiva de los sesenta, dar en cambio más relevancia al humor y, con el fin de satisfacer a los fieles aficionados, mantener inalterado el compacto reparto de viejos amigos que llevaban viajando en la Enterprise casi veinte años. Nimoy profundizó en esa tendencia con la siguiente película, “Star Trek IV: Misión Salvar la Tierra”, la entrega más ligera y cómica de la serie y una de las favoritas del público. Sin embargo, podía percibirse claramente el creciente dominio de un conservadurismo creativo en base al cual la visión original de la serie, a saber, la conquista de nuevas fronteras y la utilización de escenarios galácticos para proponer reflexiones sociológicas, se abandonaba en favor de una especie de confortable camaradería teñida de nostalgia.
En “Star Trek V: La Última Frontera”, la estrella de la serie, William Shatner, decidido a seguir el camino abierto por Nimoy, hace su debut como realizador.
La Enterprise es enviada al planeta Nimbus III en la Zona Neutral Romulana, donde el

“Star Trek V” fue tal desastre que muchos fans piensan que cuanto menos se diga de esta película, mejor. Según ellos, algún estúpido ejecutivo decidió que con cuatro films de éxito en la serie, no era probable que nadie fuera capaz de destruir la franquicia, así que, ¿por qué no dejar al voluntarioso Shatner desahogar su ego y tener su momento de gloria? Shatner no destrozó la serie, pero casi.
Precisamente, el principal problema con que se encontró la película fue la imagen del propio

También están, claro está, las acusaciones sobre su escaso talento interpretativo, pruebas del cual podían hallarse en su trabajo ajeno a Star Trek. Y luego tenemos sus aventuras musicales, incluyendo versiones de “Lucy in the Sky With Diamonds” o “Mr.Tambourine Man”, ambas denostadas universalmente en los noventa; o su vertiente de escritor, de la cual surgió la serie “TekWar” de novelas ciberpunk, caracterizadas por una mediocridad general y denostadas por los fans de Star Trek, quienes acusaron a Shatner (injustificadamente al parecer) de haber utilizado un “negro” –el actor-cantante-escritor, para despejar las dudas, llegó a instalar una webcam en su casa para que la gente pudiera comprobar que realmente trabajaba en su siguiente libro).

La mala reputación de Shatner entre los fans quedó confirmada–si es que ello hacía falta- por su responsabilidad en el fracaso de “Star Trek V: La última Frontera”, una película que se colapsa debido a la pretenciosidad de su director. Shatner intenta seguir explotando ese espíritu de veterana camaradería marcado por Leonard Nimoy en las dos entregas anteriores. Sin embargo, éste tenía una vena cómica que Shatner no es capaz de imitar. Las escenas con Kirk, Spock y Bones sentados alrededor de una hoguera, asando marshmellows y entonando canciones de campamento son bochornosas y ejemplo de la torpeza que suponía utilizar a los personajes no como excusa para desarrollar una situación cómica, sino para ridiculizarlos.
Así, tal y como Nimoy había hecho, también aquí todos los personajes fijos tienen su momento

Para no ser completamente negativos, “Star Trek V” tiene algunos aspectos positivos. La película presenta una historia claramente dramática en lugar de la sucesión de escenas cómicas agrupadas alrededor de una endeble excusa argumental. Shatner acierta al situar mucha de la acción en escenarios lúgubremente iluminados y utiliza con competencia el movimiento de cámara, lo que le da a la cinta un tono más afilado y siniestro que el de la irreal higiene de otras encarnaciones cinematográficas y televisivas de Star Trek.
La escena de apertura, con un misterioso Sybok surgiendo del desierto azotado por el viento para curar a un empobrecido granjero, es prometedora. Por desgracia, el impacto de ese momento queda diluido por la irrealidad de la siguiente escena, en la que un envejecido William Shatner pretende estar haciendo escalada libre en la vertiginosa pared de El Capitán, en el Parque Nacional de Yosemite, sólo para ser rescatado por un Leonard Nimoy ejerciendo de Superman. A partir de aquí, la película no hace sino empeorar.

Peor aún resulta el viaje a Sha´Ka´Ree para encontrarse con “Dios”. Star Trek ha recurrido

El estúpido guión, la mediocre interpretación y los pobres efectos especiales contrastaron entonces con el éxito que estaba viviendo la franquicia en su vertiente televisiva. “Star Trek: La Nueva Generación”, finalizaba su segunda temporada y los fans, ilusionados con la inyección de sangre fresca que los productores insuflaban en el programa, rechazaron de plano una película apoyada en viejas glorias, escrita en su honor y de la que apenas nada podía salvarse.
Que película más dolorosa de ver.
ResponderEliminarComo fan de la tripulación original, esta película me fue muy difícil de observar. La historia es muy boba y tiene muchos momentos risibles...
Sí, así es. A esas alturas la franquicia en su faceta "tripulación original" se arrastraba de forma patética. Hacía tiempo que debían haber les dado carpetazo y apostar por la Nueva Generación, cuyos personajes puede que no fueran tan icónicos, pero sí protagonizaban historias de mejor factura y no iban de divos.
ResponderEliminarPues a mi, como fan, si que me gusta esta película. Reconozco sus fallos, muchos provocados por el drástico recorte presupuestario de última hora, y su flojo desarrollo argumental, pero me parece una aventura muy agradable con momentos muy notables, aderezada con una preciosa banda sonora de Jerry Goldsmith. Mil veces mejor que los esperpentos de JJ.
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