
La más vívida e importante novela de CF del año 1908 es esta, una de las muchas obras de principios de siglo que trataban del conflicto entre el capital y el trabajo, pero la única que aún sobrevive y se sigue reeditando. Como H.G. Wells, London era un socialista comprometido, y su fantasía política “The Iron Heel” desarrollaba la tradición escéptica fundada por Ignatius Donnelly en su distopia “La Columna de César" (1890).
La ideología de Jack London era de una ortodoxia rayana en el radicalismo. La vida le había dado motivos para ello. En su infancia y juventud transcurridas en California sufrió en sus carnes la injusticia de un sistema industrial que se aprovechaba de la inexistencia de legislación laboral para abusar de los obreros, pagarles salarios ridículos y hacerles trabajar horas sin fin; participó en una marcha masiva de protesta emprendida por desempleados de la Costa Oeste hacia Washington y fue testigo de la explotación a la que eran sometidos los inmigrantes en inmundos talleres de Nueva York. Mientras volvía a su California natal fue arrestado por vagabundo y encerrado en prisión. Años más tarde, en un viaje como periodista a los bajos fondos de Londres convivió con los más pobres de la capital del imperio, plasmando en sus crónicas la miseria que se ocultaba bajo las ricas alfombras de los más potentados. No es de extrañar que aquellas experiencias lo convirtieran a la causa socialista.

London era un conferenciante incendiario. Por todo el país llenaba salones en los que el público lo escuchaba asombrado mientras encajaba recriminaciones, insultos y profecías de un apocalipsis capitalista merced a una revolución purificadora. Durante esta gira el ya famoso escritor tuvo ocasión de hablar con los líderes socialistas locales y le quedó claro que la opinión general era que el capitalismo sería eliminado por la vía democrática. Sus propias ideas eran mucho más radicales y su visión del futuro menos optimista. Y fue entonces cuando decidió escribir su obra más política, una novela distópica que predecía el ascenso del fascismo y los obstáculos que hallaría una posible revolución socialista.
La historia la narra en primera persona la esposa de un ya fallecido Ernest Everhard, rememorando la figura de su amado desde el momento en que se conocieron. Ácrata, comprometido, cínico e idealista a partes iguales, excelente conversador y argumentador, Everhard agita las conciencias de aquellos miembros de las clases altas que empiezan tratándolo con condescendencia, como exótico elemento de la clase trabajadora, pero que terminan incómodamente enfrentados a una realidad que les acusa como explotadores y cómplices de delitos sociales. A medida que Everhard progresa en su carrera política, la oligarquía que ostenta el poder en la sombra moviliza todos sus recursos para acabar con su influencia. En 1912, según la novela, los socialistas ganan las elecciones estadounidenses, pero los grandes trusts industriales y financieros que controlan el gobierno no les permiten tomar auténtica posesión de sus cargos. Se producen revoluciones, caos y guerras. Acompañada de un gran número de notas al pie, la obra narra el aplastamiento de los trabajadores entre 1912 y 1932.
"El talón de hierro" se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera tiene muy poca acción

"El talón de hierro" fue un libro valiente. No era complaciente con nadie y atacaba a todos: a los grandes industriales y banqueros, claro; al gobierno títere; a la clase media inane y complaciente; a los líderes obreros poco combativos y confiados... no era una obra que le fuera a granjear amigos. Su editor lo sabía muy bien y, aunque no era ningún revolucionario ni comulgaba con las ideas de London, decidió publicarlo. Como era de esperar, la novela sólo encontró un eco favorable entre los elementos más radicales de la izquierda. Los militantes del Partido Socialista lo veían como un elemento molesto que venía a agitar las aguas en el momento en que la sociedad empezaba a aceptarlos como parte de la vida política.
Pese a ganarse críticas muy severas, la novela vendería más de cincuenta mil ejemplares en tapa

Anatole France escribió una presentación en la edición francesa de 1923, elogiando a Jack por “ese peculiar genio que percibe lo que permanece oculto para el común de los mortales” y por poseer “un conocimiento especial que le permite predecir el futuro”. Tanto Lenin como Trotsky alabaron la novela, que, por otra parte, es la única obra norteamericana incluida en la bibliografía del comunismo de Bujarin.


"El talón de hierro" es un libro muy personal que tiene un claro propósito didáctico, una novela que refleja una triste etapa de la evolución capitalista y cómo la vivieron algunos de sus protagonistas. Sin embargo, a diferencia de otros escritores que hemos revisado en este blog, London no divisó en el futuro una utopía socialista producto de una revolución más o menos violenta, sino una dictadura oligárquica. Se trataba de un aviso del escritor a sus lectores: si no os movilizáis, si no lucháis por la revolución del proletariado, si no os unís contra el capital, el futuro que nos espera puede ser tan ominoso como el que os presento. No fue la primera ni la última vez que la ficción especulativa se utilizaba como vehículo de ideas políticas, pero desde luego fue una de las más directas y militantes.
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