sábado, 2 de octubre de 2010

1897- DOS PLANETAS - Kurd Lasswitz


En esta ocasión, pasamos breve revista a uno de los mejores romances interplanetarios de finales del siglo XIX, escrito por el filósofo alemán Kurd Lasswitz (1848-1910). A veces se ha llamado a Lasswitz el Julio Verne alemán, pero, de hecho, su ciencia ficción tiene un sabor muy diferente a la del francés.

Una expedición en globo al Polo Norte –estamos en los años en los que ese punto geográfico aún estaba por ser conquistado- descubre un asentamiento fundado por exploradores marcianos. Los alienígenas son social y tecnológicamente superiores: han establecido una base flotante sobre el polo, alimentada con energía solar. Insisten en que su código ético les impide explotar a otros seres inteligentes, sean o no humanos. Pero a medida que el libro avanza, los marcianos, convencidos de su propia superioridad, empiezan a tratar a los humanos con condescendencia e incluso desprecio.

Se nos revela que su verdadera intención es explotar los recursos naturales de la Tierra. La situación se deteriora hasta el punto de que estalla una batalla entre los extraterrestres y un navío de guerra británico, hundido fácilmente este último por los primeros. La hostilidad reinante entre el imperio británico y otras naciones de la Tierra proporciona la excusa que necesitan los marcianos para declarar un protectorado sobre nuestro planeta y establecer una ocupación militar suave que no tarda en convertirse en una autocracia opresiva liderada por el filósofo inmortal Imm. Sin embargo, la resistencia humana, utilizando tecnología marciana se apodera de la base del polo y obliga a los marcianos a negociar un tratado de paz que limita la comunicación entre ambas civilizaciones a señales de luz. Se alcanza la igualdad entre las dos especies y la historia finaliza con un nuevo orden planetario que eventualmente conducirá a una utopía de paz y desarrollo.

“Dos Planetas” es una efectiva combinación de especulación tecnológica (los marcianos poseen anti-gravedad, energía solar, comunicadores a distancia y una máquina llamada Retrospektiv, con la que pueden ver el pasado) y sencilla pero contundente crítica social sobre la naturaleza maligna de un imperialismo supuestamente benevolente. La combinación de ambos aspectos es, de hecho, lo que la señala, como en el caso de Wells, el nacimiento de la ciencia ficción moderna. Quizá sea por esto por lo que muchos grandes autores del género, como Arthur C.Clarke, expresaron su admiración por este libro.

Aunque se trata de una buena historia de CF, no puede ser más diferente a otra guerra contra marcianos, publicada tan sólo un año después, “La Guerra de los Mundos”, de H.G.Wells. Las diferencias entre ambas novelas son tan grandes que difícilmente la segunda recibió ninguna influencia de la primera. En realidad, las dos daban inicio a una línea dentro de la CF que ligaba directamente a Marte y la Tierra a partir de las elucubraciones de Percival Lowell, el astrónomo que tomó las observaciones de “canales” del italiano Schiaparelli y elaboró una teoría que se haría inmensamente popular, proporcionando de paso a los escritores de CF un filón: que el planeta rojo estaba atravesado por una compleja red de canales construidos por una civilización avanzada. De hecho, en la novela de Lasswitz, los marcianos llevan a algunos hombres a Marte, donde presencian el paisaje descrito por Lowell. H.G.Wells, sin embargo, no puso tanto énfasis en las teorías de Lowell como Lasswitz o, años más tarde, Edgar Rice Burroughs y sus historias de Jon Carter, por citar sólo un ejemplo.

No es la única diferencia entre ambos libros “marcianos”. Los extraterrestres de Lasswitz, por ejemplo, no eran demasiado diferentes a los humanos, diferenciándose de nosotros únicamente en sus grandes ojos, con los que podían expresar un mayor rango de emociones. Los de Wells, en cambio, son radicalmente distintos, con una biología y un aspecto monstruosos que despiertan nuestra repulsión. Mientras que la historia de Lasswitz termina con un mensaje de esperanza y paz, la de Wells lo hace con miedo a una nueva invasión.

Con la excepción de Inglaterra, en Europa no había echado raíces ninguna tradición literaria de “romances científicos” antes de la importación de Julio Verne y H.G.Wells. Aunque muy popular en Alemania en su momento (inspiró a Wernher von Braun, uno de los padres de la astronáutica, cuando la leyó de niño), la Primera Guerra Mundial tuvo efectos dramáticos. El valiente intento de Lasswitz de fundar unas bases centroeuropeas para el género (publicó otras dos novelas especulativas además de la monumental “Dos Planetas”) fue borrada por el terrible conflicto y las consecuencias sociales y artísticas que se derivaron del mismo. El libro no sería traducido a otros idiomas hasta 1970.

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